domingo, 23 de diciembre de 2012


HISTORIA DE UNA VELA DE NAVIDAD
Una vela de sebo se titula el primer relato de Hans Christian Andersen
Por: Miguel Godos Curay
Uno de los primeros relatos de Hans Christian Andersen se titula “La vela de sebo” la historia refiere la existencia de una vela blanca como los copos de la nieve  cuya esplendida blancura prometía un enorme futuro. Era su madre una hermosa y lanuda ovejita y su padre un crisol que despedía lumbre y calor en el crudo invierno. Esta criaturita inocente y pura fue recogida por unas manos sucias de hollín que la convirtieron en negra como la noche. Nada de ello la entristeció hasta que fue arrojada como un trasto inútil. Un día y cuando menos pensaba un cálido mechero la descubrió y  encendió. Entonces iluminó el mundo y todo lo que le rodeaba. Todos la contemplaban con admiración y orgullo. Por ello en toda su larga vida continuó brindando su resplandor acompañando la existencia de muchos que con gratitud le agradecían.

La historia encierra profundos significados. Resume la grandeza y naturalidad de lo en  apariencia insignificante. Muchas veces minusvaloramos la humildad que oculta el resplandor  maravilloso de la belleza y los valores  inocultables de las personas. La belleza, la sabiduría y la grandeza no son un ejercicio de vanidad, por el contrario el carácter valioso permanece  y trasciende. Un cosa es el ser otra el aparecer. Una cosa es la existencia otra la apariencia. La apariencia se aproxima al fingimiento. El ser es irrepetible aunque imitable como modelo de perfección. El ser es una cualidad intrínseca, distintiva y original.

En un mundo  en donde se sublima lo espectacular lo predominantemente sensorial puede producirse el espejismo de lo aparente, engañoso y  trivial.  Se confunde nuevamente lo epidérmico con lo esencial. Se confunden los efectos con las causas. Se pervierte el gusto y se embotan los sentidos. Se prefiere el malabar del circo al conocimiento profundo. Se abandona la lectura crítica por el resumen apretado y antiséptico. Se olvida la fuente original  por la copia que transgrede los derechos de autor. Finalmente se produce un engaño a la propia conciencia consolada por la actitud groseramente falsa y descabellada. Cuando la falacia se apoltrona todo puede suceder. Las vacas sagradas se yerguen perezosas y el engaño deviene en una falsía humana desproporcionada.
Otra interpretación nos remite a analogías memorables. Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, un pensador audaz que en su tiempo  podía decirles la vela verde  a los  generalotes victoriosos de la independencia. En su retiró de Latacunga en Ecuador  (1846) puso una fábrica de velas de sebo con el propósito de iluminar la conciencia  de los hombres libres del continente. El propósito de esta empresa acometida a los 79 años era la edición de  su libro “Extracto de mis ideas sobre la educación republicana”.   Un anuncio que colocó  en su fábrica de velas decía: “Luces y virtudes americanas, esto es, velas de sebo, paciencia, jabón, resignación, cola, fuerte, amor al trabajo”. Incomprendido y dedicado a sus velas decía: “la libertad es más querida que el bienestar. Voy a fabricar velas. La profesión de velero es más noble de lo que a primera vista podría parecer. En el siglo de las luces ¿Qué ocupación puede haber más honrosa que la de fabricarlas y venderlas?.

Rodríguez es un filósofo. En una de sus apologías sobre Bolívar realiza las siguientes reflexiones sobre la ambición humana.  ¿Quién no la tiene? Se interroga. En el lenguaje cotidiano podemos decir de alguien: Es demasiado ambicioso. Reflexiona. Pero  ¿Cómo se miden cantidades de ambición? La ambición es pasión dominante en el hombre. Ambicionar es querer ser más; pero como para ser es menester valer, y para valer tener... todos aspiran a poseer algo que les dé superioridad. La ambición misma aspira y quiere que la llamen noble por el objeto de sus deseos. ¿Existirán en la vida personas despojadas de ambición? ¿Qué distingue  a la buena de la perversa ambición? Rodríguez en su modesta fábrica de velas insistía que la educación abre la conciencia de los hombres y la ilumina con la capacidad de entender el genuino sentido de su existencia. Rodríguez refiriéndose a la educación advierte que el edificio social se construye por los cimientos no por el techo. Alguna vez nos hizo destornillar de risa cuando dijo con fino humor: Si Perú tiene una Rosa santa  porque no hay un San Choclo.
En la vieja tradición cristiana se atribuye al buen Francisco de Asís la confección del primer nacimiento con el que explicó el milagro de la noche buena, dicen que el santo cantó villancicos y repartió lo poco que tenía entre los pobres que deslumbrados por su representación se alegraron y cantaron felices. ¿Qué podemos ambicionar ante ti  señor que te haces niño? Se interrogaba con el rostro iluminado por las velas. Un amigo piurano recordaba que uno de los momentos inolvidables de su vida fue aquella noche en que a la luz de la una en pleno apagón pudo contemplar el rostro de su padre, su madre y sus hermanos iluminados por una vela aquella irrepetible noche buena. Pero todas las noches buenas son irrepetibles cuando te tocan e iluminan el corazón. 

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