HISTORIA
DE UNA VELA DE NAVIDAD
Una vela de sebo se titula el primer relato de Hans Christian Andersen |
Por: Miguel Godos Curay
Uno de los primeros relatos
de Hans Christian Andersen se titula “La vela de sebo” la historia refiere la
existencia de una vela blanca como los copos de la nieve cuya esplendida blancura prometía un enorme
futuro. Era su madre una hermosa y lanuda ovejita y su padre un crisol que
despedía lumbre y calor en el crudo invierno. Esta criaturita inocente y pura
fue recogida por unas manos sucias de hollín que la convirtieron en negra como
la noche. Nada de ello la entristeció hasta que fue arrojada como un trasto
inútil. Un día y cuando menos pensaba un cálido mechero la descubrió y encendió. Entonces iluminó el mundo y todo lo
que le rodeaba. Todos la contemplaban con admiración y orgullo. Por ello en toda
su larga vida continuó brindando su resplandor acompañando la existencia de
muchos que con gratitud le agradecían.La historia encierra profundos significados. Resume la grandeza y naturalidad de lo en apariencia insignificante. Muchas veces minusvaloramos la humildad que oculta el resplandor maravilloso de la belleza y los valores inocultables de las personas. La belleza, la sabiduría y la grandeza no son un ejercicio de vanidad, por el contrario el carácter valioso permanece y trasciende. Un cosa es el ser otra el aparecer. Una cosa es la existencia otra la apariencia. La apariencia se aproxima al fingimiento. El ser es irrepetible aunque imitable como modelo de perfección. El ser es una cualidad intrínseca, distintiva y original.
En un mundo en donde se sublima lo espectacular lo
predominantemente sensorial puede producirse el espejismo de lo aparente,
engañoso y trivial. Se confunde nuevamente lo epidérmico con lo esencial.
Se confunden los efectos con las causas. Se pervierte el gusto y se embotan los
sentidos. Se prefiere el malabar del circo al conocimiento profundo. Se
abandona la lectura crítica por el resumen apretado y antiséptico. Se olvida la
fuente original por la copia que
transgrede los derechos de autor. Finalmente se produce un engaño a la propia
conciencia consolada por la actitud groseramente falsa y descabellada. Cuando
la falacia se apoltrona todo puede suceder. Las vacas sagradas se yerguen
perezosas y el engaño deviene en una falsía humana desproporcionada.
Otra interpretación nos
remite a analogías memorables. Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, un
pensador audaz que en su tiempo podía
decirles la vela verde a los generalotes victoriosos de la independencia.
En su retiró de Latacunga en Ecuador (1846) puso una fábrica de velas de sebo con
el propósito de iluminar la conciencia
de los hombres libres del continente. El propósito de esta empresa
acometida a los 79 años era la edición de
su libro “Extracto de mis ideas sobre la educación republicana”. Un anuncio que colocó en su fábrica de velas decía: “Luces y
virtudes americanas, esto es, velas de sebo, paciencia, jabón, resignación,
cola, fuerte, amor al trabajo”. Incomprendido y dedicado a sus velas decía: “la
libertad es más querida que el bienestar. Voy a fabricar velas. La profesión de
velero es más noble de lo que a primera vista podría parecer. En el siglo de
las luces ¿Qué ocupación puede haber más honrosa que la de fabricarlas y
venderlas?.
Rodríguez es un filósofo. En
una de sus apologías sobre Bolívar realiza las siguientes reflexiones sobre la
ambición humana. ¿Quién no la tiene? Se
interroga. En el lenguaje cotidiano podemos decir de alguien: Es demasiado
ambicioso. Reflexiona. Pero ¿Cómo se
miden cantidades de ambición? La ambición es pasión dominante en el hombre.
Ambicionar es querer ser más; pero como para ser es menester valer, y para
valer tener... todos aspiran a poseer algo que les dé superioridad. La ambición
misma aspira y quiere que la llamen noble por el objeto de sus deseos. ¿Existirán
en la vida personas despojadas de ambición? ¿Qué distingue a la buena de la perversa ambición? Rodríguez
en su modesta fábrica de velas insistía que la educación abre la conciencia de
los hombres y la ilumina con la capacidad de entender el genuino sentido de su
existencia. Rodríguez refiriéndose a la educación advierte que el edificio
social se construye por los cimientos no por el techo. Alguna vez nos hizo
destornillar de risa cuando dijo con fino humor: Si Perú tiene una Rosa
santa porque no hay un San Choclo.
En la vieja tradición
cristiana se atribuye al buen Francisco de Asís la confección del primer
nacimiento con el que explicó el milagro de la noche buena, dicen que el santo
cantó villancicos y repartió lo poco que tenía entre los pobres que
deslumbrados por su representación se alegraron y cantaron felices. ¿Qué
podemos ambicionar ante ti señor que te
haces niño? Se interrogaba con el rostro iluminado por las velas. Un amigo
piurano recordaba que uno de los momentos inolvidables de su vida fue aquella
noche en que a la luz de la una en pleno apagón pudo contemplar el rostro de su
padre, su madre y sus hermanos iluminados por una vela aquella irrepetible
noche buena. Pero todas las noches buenas son irrepetibles cuando te tocan e
iluminan el corazón.
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