LA PRIMAVERA DE LOS POETAS
Por: Miguel
Godos Curay
Alguna noche insomne nos confesó
Juan José Vega que cuando se encontraba al frente de la Alcaldía de
Miraflores se hizo bien aconsejar de
Manuel Scorza. Los poetas cuando aconsejan son transparentes y cristalinos como
el agua. Sus convicciones no conocen la coima,
ni lo concursos amañados. Son espíritus sensibles a las expresiones de la
cultura, el arte y la belleza. Son mucho más intuitivos que los adefesieros y huachafos que destrozan
el paisaje y aplican su malhadado mal gusto en desaparecer las áreas verdes. O
por el contrario nos llenan de vericuetos y laberintos para aumentar el costo
de las obras públicas.
De los poetas se puede esperar
todo y son capaces de confesar su amor acompañados de una banda de músicos.
Allen Ginsberg el poeta beat fue un
entusiasta anárquico y como Walt Whitman se convirtió en la voz de los marginados: “Quienes
expusieron sus cerebros al Cielo, bajo El y vieron ángeles Mahometanos
tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados/Quienes pasaron por las
universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la
tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra./ Quienes fueron
expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las
ventanas del cráneo./Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior,
quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las
paredes”. Ginsberg era una poeta contestatario rabiosamente anti-sistema. Pero
era un hombre sinceramente bueno.
Neruda, era un sibarita de gusto
refinado. Podía sucumbir a un caldito de congrio y a una botella de vino
blanco. La sustancia de sus veinte poemas está en Rabindranath Tagore a quien leyó y releyó
hasta apropiarse de su fina belleza. Tagore, en la traducción de Zenobia
Camprubí , dice: “Tú eres la nube crepuscular del cielo de mis fantasías, /Tu
color y tu forma son los del anhelo de mi amor. / Eres mía, eres mía, y vives
en mis sueños infinitos. / Tienes los pies sonrojados del resplandor/ansioso de
mi corazón, ¡segadora de mis cantos vespertinos! / tus labios agridulces saben
a mi vino de dolor.” .
Neruda escribe en su poema XVI.
“En mi cielo al crepúsculo eres como una nube/ y tu color y forma son como yo
los quiero. /y tu dolor y forma son como yo los quiero. / Eres mía, eres mía
mujer de labios dulces,/ y viven en tu vida mis infinitos sueños./ la lámpara
de mi alma te sonrosa los pies, /el agrio vino mío es más dulce en tus labios/
¿Oh segadora de mi canción al atardecer/ cómo se sienten mis sueños
solitarios!”. Neruda publicó por primera vez este poema en la
revista Claridad en 1923 y lo firmó con el seudónimo de Sakchka. Las
influencias son notorias. Una vez obtenido el Nobel nadie se atrevió a insinuar
siquiera las apropiaciones del poeta.Según Alejandro Jodorwski mejor poeta que Neruda fue Enrique Lihn que en 1966 recibió el premio Casa de las Américas y en 1969 publicó La Musiquilla de los pobres. Lihn era un artista completo pintaba, escribía poesía y teatralizaba con pasión. De su poema Porque escribí. Son esos versos: “Estuve enfermo, sin lugar a dudas/y no sólo de insomnio, /también de ideas fijas que me hicieron leer/con obscena atención a unos cuantos psicólogos,/pero escribí y el crimen fue menor,/lo pagué verso a verso hasta escribirlo,/porque de la palabra que se ajusta al abismo/surge un poco de oscura inteligencia/y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados”.
Los poetas condensan una
sensibilidad impetuosa y son el mejor antídoto para esos alcaldes que buscan
ganar páginas en los diarios cambiando de lugar los monumentos. Ese es un
menester de pelotudos y apaña sombras. Contemplar a Vallejo gozando del frescor
de los ficus de Mansiche es suficiente para darnos cuenta de su estatura superior. Lo otro esa chatura
intelectual.La poesía es comunión pura, evangelio de esperanza. Encuentro con
la naturaleza. Vallejo mismo fue un asceta místico sumergido en un baño de miel
del socialismo. Poeta también fue Javier Heraud. Como todos los poetas se
anticipó a su muerte en Puerto Maldonado.: “Yo soy un río/un río/un río cristalino en la / mañana. / A veces soy / tierno y/ bondadoso.
Me/deslizo suavemente/ por los valles fértiles, /doy de beber miles de veces/
al ganado, a la gente dócil./ Los niños
se me acercan de / día,/ y/de noche
trémulos amantes / apoyan sus ojos en los míos,/ y hunden sus brazos/ en la
oscura claridad / de mis aguas fantasmales”.
Manuel Ibañez Rossaza fue un
poeta cajamarquino que vivió en Trujillo que amaba las flores por encima de todas las cosas.
Imitaba los silbidos de los pájaros y se deslumbraba con la belleza de los
brotes de las cucardas. A él pertenecen esos versos dedicados a la ventana de
la alcoba en la que transcurrió su infancia.
: “Recuerdo los cuadernos del colegio y mi camisa/recién lavada como una
bandera en el cordel/y en mi cuarto los versos y la noche desnuda de
astros/descendiendo de esa montaña en un puñado de inviernos y veranos./ Hoy he
vuelto otra vez después de años a esta casa/y ya no hay nadie, algunos se han
ido, otros se han muerto/y yo soy como un fantasma entre llaves, telarañas en
la lámpara/un espejo rajado y un silencio como un puente/que me dice que ya no
tengo mis dieciséis años.”
La poesía de Blanca Varela es
filosóficamente profunda: Su poema
Strip-tease lo dice todo: “Quítate el sombrero /si lo tienes/quítate el
pelo/que te abandona/quítate la piel/las tripas los ojos /y ponte un alma/si la
encuentras.” Poeta fue también el cholo
Nieto. Luis Nieto Miranda, cholo reivindicado. Fervoroso admirador de Francisco
Mostajo. “Así fui hecho. Amasado/de materias contrarias, de destinos adversos.
/ De polvo y cielo,/ de llanto y pena,/de beso en los ojos y en el corazón,/de
dentellada en el alma,/de latigazo en las carnes,/de rugido recorriéndome los
extremos del ser./Yo paralicé de miedo el canto de las lámparas./Yo estrangulé
el cuello de los violines./Yo me ceñí como una víbora/a la cintura de las
guitarras/e hice que la palabra auxilio/se quebrara de espanto/en la garganta
de las rosas”. Con este señor poeta fuimos a Paita a comer cebiche y a
recitarle odas al océano. Este cebiche delicioso bien vale unos versos que
repita el mar en su vaivén inagotable.
Se llamaba Ramón Rafael de la
Fuente Benavides pero todos los poetas lo conocían como Martín Adán. Se matriculó en jurisprudencia en la Universidad Católica y su vida transcurrió en
hoteles y sanatorios. Fue un huésped distinguido del Larco Hererra. Las pocas
que se le vio en el Palermo disfrutaba de la compañía de su inolvidable amigo el editor Juan Mejía Baca. “Todo lo ignoras
porque eres de piedra, /Todo lo ignoras porque es otro el día;/Todo lo ignoras
porque es otro el río/Y sigue siendo así todavía.”.
Martín Adán decidió su
autoexilio. En cierta ocasión una periodista argentina le entregó una nota
solicitándole una entrevista. El poeta respondió lacónicamente, “Si quieres
conocerme vete a mirar el mar”. Filósofo, hombre sensible, poeta profundo: “ ¿Dormirás,
Alma Mía?/¿Despertarás mañana a tu quehacer?/¿Serás otra vez la que te fuiste?/¿Serás
otra vez?/¡Ante esta roca, que te está mirando/ Y que te ve,/Y que te ve
tremenda con un solo ojo/De mil pies;/Ante esta roca, huir es imposible/Y hay
que desnacer y renacer!/Porque ser es necesario,/No hay otro modo de no ser y
renacer”.
Leopoldo Chariarse, un poeta de
Chiclayo, en Alemania adquirió una fama de yogui y de gurú. Se adentró en la
naturaleza y en la esencia de la poesía. “Estás cansada,/te duele mi alma bajo
los brazos,/miras... y te sientes tan sola./Pero no te acongojes:/al paso de
las nubes, de aquello perdido/verás surgir una resplandeciente mañana, /un río
nuevo que encenderá tus pupilas./Entonces me reconocerás en el viento,/tal vez
temblarás./Y yo desataré tus cabellos/y apartaré las hojas delante de tus pasos”.
El alma del poeta José María Eguren, todavía recorre las calles de Barranco.
Era un niño grande consagrado a la poesía y la pintura. Durante su existencia
vivió grandes aprietos económicos y en su diario recorrido recogía de los
restaurantes algunos mendrugos y sobras de comida “para su gato”. Cuando murió el
poeta se descubrió que no tenía felino. Lo que con humildad recogía era para su
subsistencia.
¿Qué país es este que se olvida
de sus poetas? Le pregunté alguna vez a Víctor Delfín. Y nos estrellamos de
nuevo con la vieja cantaleta oficial que escatima recursos para los libros y el
arte. Este país que convierte en avaricia hermética la ciencia y hace añicos
los viejos discos de carbón de música clásica. Este país que engorda los
negocios turbios del hermano del presidente. Y nos pretende engañar con el increíble cuento del
avión presidencial quema combustible cada fin de mes para justificar el
viaje Brasil de la Primera Dama. ¡Ay
Perú yo te invoco!. Nadine sigue volando.
En el Vrae, a una niña inocente muerta a
balazos, están llorando.
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