sábado, 15 de septiembre de 2012


LA PRIMAVERA DE LOS POETAS
Por: Miguel Godos Curay

Alguna noche insomne nos confesó Juan José Vega que cuando se encontraba al frente de la Alcaldía de Miraflores  se hizo bien aconsejar de Manuel Scorza. Los poetas cuando aconsejan son transparentes y cristalinos como el agua. Sus convicciones no conocen  la coima, ni lo concursos amañados. Son espíritus sensibles a las expresiones de la cultura, el arte y la belleza. Son mucho más intuitivos  que los adefesieros y huachafos que destrozan el paisaje y aplican su malhadado mal gusto en desaparecer las áreas verdes. O por el contrario nos llenan de vericuetos y laberintos para aumentar el costo de las obras públicas. 

De los poetas se puede esperar todo y son capaces de confesar su amor acompañados de una banda de músicos. Allen Ginsberg el poeta beat fue un  entusiasta anárquico y como Walt Whitman se  convirtió en la voz de los marginados: “Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo El y vieron ángeles Mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados/Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra./ Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo./Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las paredes”. Ginsberg era una poeta contestatario rabiosamente anti-sistema. Pero era un hombre sinceramente bueno.
Neruda, era un sibarita de gusto refinado. Podía sucumbir a un caldito de congrio y a una botella de vino blanco. La sustancia de sus veinte poemas está en  Rabindranath Tagore a quien leyó y releyó hasta apropiarse de su fina belleza. Tagore, en la traducción de Zenobia Camprubí , dice: “Tú eres la nube crepuscular del cielo de mis fantasías, /Tu color y tu forma son los del anhelo de mi amor. / Eres mía, eres mía, y vives en mis sueños infinitos. / Tienes los pies sonrojados del resplandor/ansioso de mi corazón, ¡segadora de mis cantos vespertinos! / tus labios agridulces saben a mi vino de dolor.” .
Neruda escribe en su poema XVI. “En mi cielo al crepúsculo eres como una nube/ y tu color y forma son como yo los quiero. /y tu dolor y forma son como yo los quiero. / Eres mía, eres mía mujer de labios dulces,/ y viven en tu vida mis infinitos sueños./ la lámpara de mi alma te sonrosa los pies, /el agrio vino mío es más dulce en tus labios/ ¿Oh segadora de mi canción al atardecer/ cómo se sienten mis sueños solitarios!”.  Neruda  publicó por primera vez este poema en la revista Claridad en 1923 y lo firmó con el seudónimo de Sakchka. Las influencias son notorias. Una vez obtenido el Nobel nadie se atrevió a insinuar siquiera las apropiaciones del poeta.
Según Alejandro Jodorwski  mejor poeta que Neruda fue Enrique Lihn que en 1966 recibió el premio Casa de las Américas y en 1969 publicó La Musiquilla de los pobres. Lihn era un artista completo pintaba, escribía poesía y teatralizaba con pasión. De su poema Porque escribí. Son esos versos: “Estuve enfermo, sin lugar a dudas/y no sólo de insomnio, /también de ideas fijas que me hicieron leer/con obscena atención a unos cuantos psicólogos,/pero escribí y el crimen fue menor,/lo pagué verso a verso hasta escribirlo,/porque de la palabra que se ajusta al abismo/surge un poco de oscura inteligencia/y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados”.

Los poetas condensan una sensibilidad impetuosa y son el mejor antídoto para esos alcaldes que buscan ganar páginas en los diarios cambiando de lugar los monumentos. Ese es un menester de pelotudos y apaña sombras. Contemplar a Vallejo gozando del frescor de los ficus de Mansiche es suficiente para darnos cuenta  de su estatura superior. Lo otro esa chatura intelectual.La poesía es comunión pura, evangelio de esperanza. Encuentro con la naturaleza. Vallejo mismo fue un asceta místico sumergido en un baño de miel del socialismo. Poeta también fue Javier Heraud. Como todos los poetas se anticipó a su muerte en Puerto Maldonado.: “Yo soy un río/un río/un río    cristalino en la /  mañana. / A veces soy / tierno y/ bondadoso. Me/deslizo suavemente/ por los valles fértiles, /doy de beber miles de veces/ al ganado, a la gente dócil./  Los niños se me acercan de /  día,/ y/de noche trémulos amantes / apoyan sus ojos en los míos,/ y hunden sus brazos/ en la oscura claridad / de mis aguas fantasmales”.
Manuel Ibañez Rossaza fue un poeta cajamarquino que vivió en Trujillo que amaba  las flores por encima de todas las cosas. Imitaba los silbidos de los pájaros y se deslumbraba con la belleza de los brotes de las cucardas. A él pertenecen esos versos dedicados a la ventana de la alcoba en la que transcurrió su infancia.  : “Recuerdo los cuadernos del colegio y mi camisa/recién lavada como una bandera en el cordel/y en mi cuarto los versos y la noche desnuda de astros/descendiendo de esa montaña en un puñado de inviernos y veranos./ Hoy he vuelto otra vez después de años a esta casa/y ya no hay nadie, algunos se han ido, otros se han muerto/y yo soy como un fantasma entre llaves, telarañas en la lámpara/un espejo rajado y un silencio como un puente/que me dice que ya no tengo mis dieciséis años.”

La poesía de Blanca Varela es filosóficamente profunda: Su poema  Strip-tease lo dice todo: “Quítate el sombrero /si lo tienes/quítate el pelo/que te abandona/quítate la piel/las tripas los ojos /y ponte un alma/si la encuentras.”  Poeta fue también el cholo Nieto. Luis Nieto Miranda, cholo reivindicado. Fervoroso admirador de Francisco Mostajo. “Así fui hecho. Amasado/de materias contrarias, de destinos adversos. / De polvo y cielo,/ de llanto y pena,/de beso en los ojos y en el corazón,/de dentellada en el alma,/de latigazo en las carnes,/de rugido recorriéndome los extremos del ser./Yo paralicé de miedo el canto de las lámparas./Yo estrangulé el cuello de los violines./Yo me ceñí como una víbora/a la cintura de las guitarras/e hice que la palabra auxilio/se quebrara de espanto/en la garganta de las rosas”. Con este señor poeta fuimos a Paita a comer cebiche y a recitarle odas al océano. Este cebiche delicioso bien vale unos versos que repita el mar en su vaivén inagotable.

Se llamaba Ramón Rafael de la Fuente Benavides pero todos los poetas lo conocían como Martín  Adán. Se matriculó en jurisprudencia en la  Universidad Católica y su vida transcurrió en hoteles y sanatorios. Fue un huésped distinguido del Larco Hererra. Las pocas que se le vio en el Palermo disfrutaba de la compañía de su inolvidable amigo  el editor Juan Mejía Baca. “Todo lo ignoras porque eres de piedra, /Todo lo ignoras porque es otro el día;/Todo lo ignoras porque es otro el río/Y sigue siendo así todavía.”.

Martín Adán decidió su autoexilio. En cierta ocasión una periodista argentina le entregó una nota solicitándole una entrevista. El poeta respondió lacónicamente, “Si quieres conocerme vete a mirar el mar”. Filósofo, hombre sensible, poeta profundo: “ ¿Dormirás, Alma Mía?/¿Despertarás mañana a tu quehacer?/¿Serás otra vez la que te fuiste?/¿Serás otra vez?/¡Ante esta roca, que te está mirando/ Y que te ve,/Y que te ve tremenda con un solo ojo/De mil pies;/Ante esta roca, huir es imposible/Y hay que desnacer y renacer!/Porque ser es necesario,/No hay otro modo de no ser y renacer”.
Leopoldo Chariarse, un poeta de Chiclayo, en Alemania adquirió una fama de yogui y de gurú. Se adentró en la naturaleza y en la esencia de la poesía. “Estás cansada,/te duele mi alma bajo los brazos,/miras... y te sientes tan sola./Pero no te acongojes:/al paso de las nubes, de aquello perdido/verás surgir una resplandeciente mañana, /un río nuevo que encenderá tus pupilas./Entonces me reconocerás en el viento,/tal vez temblarás./Y yo desataré tus cabellos/y apartaré las hojas delante de tus pasos”. El alma del poeta José María Eguren, todavía recorre las calles de Barranco. Era un niño grande consagrado a la poesía y la pintura. Durante su existencia vivió grandes aprietos económicos y en su diario recorrido recogía de los restaurantes algunos mendrugos y sobras de comida “para su gato”. Cuando murió el poeta se descubrió que no tenía felino. Lo que con humildad recogía era para su subsistencia.

¿Qué país es este que se olvida de sus poetas? Le pregunté alguna vez a Víctor Delfín. Y nos estrellamos de nuevo con la vieja cantaleta oficial que escatima recursos para los libros y el arte. Este país que convierte en avaricia hermética la ciencia y hace añicos los viejos discos de carbón de música clásica. Este país que engorda los negocios turbios del hermano del  presidente. Y  nos pretende engañar con el increíble cuento del avión presidencial quema combustible cada fin de mes para justificar el viaje  Brasil de la Primera Dama. ¡Ay Perú yo te invoco!.  Nadine sigue volando. En el Vrae,  a una niña inocente muerta a balazos, están llorando.

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