sábado, 1 de septiembre de 2012


¡VAMOS PIURANOS DESPIERTEN!

Por: Miguel Godos Curay

Chicha de jora provocadora de ensueños y corajes
En Piura, advierte Luis Alberto Sánchez, es posible distinguir al talareño que masca el inglés, el catacao acostumbrado  a los guisotes condimentados de una opípara mesa y a la chicha. Al morropano ligado a su tierra y a su río, aficionado a los gallos y a cantar cumananas, al paiteño  empedernido aventurero que sueña recorrer los siete mares y al piurano acostumbrado a la siesta muelle  y al raje de  la tarde . El piurano es distinto que el arequipeño y el trujillano. A unos acompaña la rebeldía a los otros  el humanismo y la cultura. La universidad en Piura es un invento reciente. El piurano no tiene ánimo  ni vocación de reclamo y revuelta. El piurano no se agua la chicha con nadie. Aquí todo es complacencia, amarre, repartija y condescendencia. Piura puede tener hoy siete universidades pero su cultura, su adhesión a la tierra es imperceptible.  
Como dicen las abuelas: Nadie sopla la candela para que no se levante la ceniza.  Las energías revolucionarias antes reconcentradas en la sierra  de Morropón y Ayabaca en donde la rabia y el reclamo contra el feudalismo y la hacienda provocó un 28 de enero de 1883 la toma de Piura por los comuneros de Chalaco.  Los alzados fueron quemados vivos y perseguidos a muerte para escarmiento. Después no hubo nada.

Una protesta colegial en el San Miguel, la toma de la Catedral de Piura por universitarios de la entonces Universidad Nacional Técnica de Piura y después un silencio de muerte. Las protestas sindicales fueron de Talara. Ahí hubo persecución  y lucha. La última demanda fue en defensa del Canon Petrolero después de eso nada. Hoy la ciudad y la región enfrentan menudos problemas pero energía social para exigir lo que por justicia nos corresponde. No hay.
Una institucionalidad frágil y fragmentada. Una educación para el rasero no contribuye al despertar ciudadano. El crimen organizado y el delito cobran vidas en la más aleve impunidad. Nuestra indiferencia persiste sin que hagamos absolutamente nada. Los barrios de la periferia están sitiados por delincuentes sin que nadie ponga fin a esta brutal agresión contra nuestras familias y la propia tranquilidad pública. Piura, desordenada y amenazada hace mucho tiempo por la inseguridad dejó de ser el mejor lugar para vivir.

En este escenario resulta grotesca la indiferencia de nuestras autoridades en busca de un afán de notoriedad para maquillar su incapacidad de resolver los urgentes problemas de Piura. Mientras esto sucede no hay quien detenga el tráfico de tierras, las corruptelas de todo pelaje y el abuso en perjuicio de los ciudadanos, en especial de los miles de madres, ancianos y niños que son los más afectados por los delitos que se registran a diario. Si al frente colocamos la indiferencia de los piuranos el resultado no puede ser otro que el deterioro de la calidad de vida y este dolor de cabeza cotidiano frente a tantos problemas irresueltos.
Hace tiempo que Piura se parece al lejano oeste. En donde la ley se vulnera al antojo sin que ninguna autoridad promueva una acción decidida y concertada. Ya estamos hartos de las declaraciones en los periódicos y las promesas. Al final en Piura se vive esa desazón que provoca el no haber realizado la elección correcta para nuestras principales autoridades. El colmo resulta que aquellos a quienes hemos elegido y que no aciertan una crean las mentiras de su séquito de adulones. Crean que están actuando bien cuando en verdad todos estamos rabiosos y descontentos contemplando como otras regiones avanzan y progresan. Nosotros seguimos a ritmo de cangrejo cada día hacia atrás y peor.

Piura tiene que despertar y expresar públicamente su reclamo. Todos aquellos que rechazan la violencia y el abuso tienen que salir a las calles a demostrar que no se puede continuar así. ¿Qué esperas piurano? Otra campaña electoral en la que te pinten pajaritos y te ofrezcan caramelitos de menta. Ya nos llegó a la coronilla esa letanía interminable de funcionarios ineptos que no saben hacer las cosas y esa pandilla detestable de inmorales que perforan presupuestos u encarecen obras públicas.  A nosotros, a usted ama de casa, a usted vecino que paga sus impuestos nos corresponde el exigir un trato humano a la ciudad. Por dignidad y por decoro no merecemos a esa retahíla de ineptos  que no dan fuego y que como dicen  con sorna las vecinas. “Son buenos para nada”.
Si algo tenemos que aprender los piuranos de los arequipeños es esa cultura cívica de reclamo y de protesta.  Ese coraje cívico para exigir y demandar respeto  a todos los ciudadanos. Piura no puede continuar así  con su traje de cenicienta abandonada. En manos de la rapiña de delincuentes  y saqueadores dentro y fuera de sus instituciones públicas. Ya es hora de que la población encuentre en sus diarios buenas noticias de que por lo menos algo mejora en Piura. Una buena noticia puede ser  que el Gobierno regional y el Municipio se deshicieron  de la ineficiencia y de los ineficientes  que despintan grotescamente cualquier gestión pública.  Estamos a cuatro meses de que acabe el año como de costumbre se nos dirá que no se ejecutaron los presupuestos, lo que es una demostración de mala gestión y que los problemas de Piura continuarán sin resolverse. ¿Hasta cuándo?

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