miércoles, 24 de octubre de 2007

DOCENCIA CON DECENCIA


Por Miguel Godos Curay

Ser docente universitario en el Perú requiere una sobredosis de decencia porque con tan poca paga diariamente hay que practicar el equilibrio en la cuerda floja. Finalmente acabamos haciendo de todo con un asombroso brío que solo procura ese afán por compartir experiencias nuevas y conocimientos con tan variada especie de alumnos. Estudiosos y aprovechados aunque la pobreza nos les permita acceder a bibliografía fresca, menos aplicados pero pragmáticos porque lo aprendido, según su sentido de las cosas, no tiene aplicación. Otros son los divorciados del estudio. Parecen pero no son estudiantes. Son turistas inoportunos a los que sus padres envían a la U cuando el colegio se les agotó como inmediato recurso para sacarlos de la casa. Están ahí cuando deberían estar en el más allá de los inconsolables estúpidos.

Como las necesidades son urgentes y nuestros emprendimientos inagotables acabamos con deudas en los bancos, en las cajas y en todo monte de piedad en donde haya dinero fresco. Nuestra vida empieza con una gigantesca ilusión por conquistar el mundo. Como las escobas nuevas, plenas de motivación, nos apropiamos de esa misión trascendente de impartir conocimiento. Aunque un traje elegantemente modesto y una corbata nueva son suficientes para cautivar un auditorio en nosotros surte efecto la energía emocional de un alumno agradecido a una boleta de pagos con innumerables descuentos.

Leemos lo que podemos y cuando concurrimos a una librería nos encontramos con esa sensación infantil que provoca, el desear y no tener, el juguete nuevo. Con secreta desolación, nos resignamos con los libros viejos y usados que encontramos en lo suelos y con todo ese caudal misericordioso de la entretela armamos nuestra biblioteca. Lo mejor de la vida se nos va en las aulas pero nadie se percata de nuestros sacrificios. Y cuando menos pensamos, el estar de pie hasta las últimas consecuencias, nos provoca tormentos circulatorios. En la universidad somos como los libros abiertos: maestros que enseñan.

Como en la escala de la perfección académica el conocimiento se renueva a velocidad inimaginable estamos obligados a los estudios postgraduales y doctorales para mantener la efímera de vigencia o finalmente tentar un cargo en la estructura burocrática. Porque el tiempo implacable nos enseña que somos perecibles se nos da por investigar y escribir para mantener a flote el buen nombre y echar unas gotas de agua en el inmenso mar del conocimiento. De privaciones y necesidades apremiantes construimos el mundo. Finalmente acabamos en las interminables colas de la seguridad social, la promesa de un ascenso o consumidos por la resignación de no poder hacer realidad nuestros sueños o un viaje inesperado al extranjero.

Somos como una lámpara que en su juventud alumbra con vivo fuego hasta que poco a poco se agota el combustible y la luz se extingue ante el inevitable tiempo. Nos duele mucho en el corazón que los políticos en sus discursos digan que la educación es lo primero mientras los presupuestos asignados se quedan en el rasero. Así andamos alimentados algunos días por las promesas de un Estado al que poco le importan los maestros. En otras ocasiones engañados a perpetuidad por quienes ignoran nuestros indecibles esfuerzos.

Aquí estamos, convocados por la injusticia para reclamar lo que por derecho nos corresponde. Dicen que somos la inteligencia del Perú pero nos dan trato de infamia. Dicen que somos el futuro pero nos sumergen en el pasado y nos ignoran en el presente. ¿Cómo vivir contentos si incumplen impunemente con lo que la Constitución manda? . Somos la canción del pobre: ¿Hasta cuándo viviremos como la piedra rodada?

COMUNICAR COMUNICANDO


Por: Miguel Godos Curay

Las clases magistrales de los postulantes a plazas de nombramiento de la Universidad Nacional de Piura nos han servido como pretexto para evaluar los progresos en ese pantanoso territorio de las ciencias sociales que es la comunicación. En la redacción periodística, por ejemplo, hay una clamorosa necesidad del cultivo de los géneros. Crónicas, entrevistas y reportajes muestran un buen estilo periodístico. En tiempos de Internet y síncopes vienen bien esas historias escritas con vuelo literario.

Contra lo que pudieran pensar los académicos. La comunicación es volátil e inasible como el deslumbrante lenguaje de las alas de las mariposas. El tiempo mismo que en la cogitación agustiniana es de naturaleza incombustible. Así en el preciso instante en el que decimos: ¡presente! Este instante se convirtió en pasado irremediable. Hoy la comunicación social no se puede reducir a un oficio de escribanos. Ni a una sonrisa que como los floreros ocultan los temblores interiores de las instituciones. No es tan cierto que la comunicación urge de una envolvente estrategia para los ingenuos internos y externos.

Hoy las corporaciones exitosas practican la sinceridad en la información que brindan y no crean falsas expectativas. La experiencia enseña que quien tiene menudas victorias privadas conquista grandes éxitos públicos. Mejor dicho quien sabe conducir esa pequeña empresa llamada familia tiene mejores posibilidades de conducir con logros y responsabilidad esa familia grande que es la empresa. La sociedad requiere líderes, responsables y leales consigo mismo. No quiere pulpos corruptos que festinen decisiones de argolla poco éticas que finalmente utilizan la comunicación como cosmética de torta.

Sin duda, uno de los campos profesionales donde más se han operado cambios tecnológicos es la comunicación. Sin embargo, los aspectos éticos fundamentales permanecen inalterables. La verdad cumple una insobornable función liberadora. No es cierto tampoco que las personas tengan embotado el gusto y acepten fácilmente productos de mala calidad y sin un sentido de innovación constante. Es el caso de la radio en donde el uso de formatos tradicionales abre paso a esa emocionante sensación de la cresta de la ola al momento de transmitir una noticia.

El radioteatro cumple una seductora función educativa. Es como el abuelo cuenta cuentos. Distintos son los formatos con guión previo y visto bueno de la censura que han sido devorados por el diálogo directo. Los periodistas que dictan noticias con solemnidad han sido arrasados por los que comunican con sinceridad y promueven el diálogo social. La irreverencia en este caso es como el humor: la verdad que entra por el postigo y ocupa un lugar en las salas de redacción. La libertad es el viento que hace flamear todas las banderas y una pulsión apasionada hacia la ética y la nobleza.

Para el periodista el lenguaje es como una herramienta lógica cuya eficacia rinde frutos cuando se aprende a decir mucho con poco. El propio don Camilo José de Cela (1916-2002) señalaba a noveles redactores que el participio y el gerundio, contra la presunta infalibilidad de la gramática no son lo mismo y repetía: “No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”.

Los comunicadores somos humanos y no estamos exentos de yerros y patinadas. Ahora mismo mis alumnos me piden a boca de jarro que aclare las inexactitudes de una nota en un diario local que añade hedores de albañal a la Universidad Nacional de Piura justamente cuando se han puesto en funcionamiento los nuevos y decentes servicios higiénicos. Tengo la certeza que a ellos no los podrán engañar y habrá que aleccionar con ese sabio consejo que dice: No es bueno gastar pólvora en gallinazos.

jueves, 11 de octubre de 2007

TAITA CAUTIVO DE AYABACA





Por Miguel Godos Curay

En 1983 Dionisio Alberca era un joven seminarista en el Yumbe ( Santo Domingo) su cuerpo se le paralizó a consecuencia del virus Guillan Barré que provoca tras la infección la parálisis del cuerpo a consecuencia de anticuerpos que arrasan con la mielina que recubre los nervios. La rehabilitación es costosa y requiere un largo tratamiento. La cura de este mal es un milagro del Cautivo. Dionisio es hoy un diligente cura. No hay piurano que no recurra al Cautivito lindo. Es la representación de Cristo popular más extendida en Piura. Su imagen cuelga en los espejos retrovisores de los taxis, en los tatuajes de los delincuentes y en las ramadas de los pobres. En las picanterías y en las capillas de todos los caminos. El escultor de todos los cautivos que recorren los caminos es don Félix Aquino, tradición, que mantienen hoy sus hijos.

La imagen es impresionante y presenta a un Cristo flagelado y dolorido, coronado de espinas y cubierto de costras. Es un Cristo de mirada fulminante que penetra las profundidades del alma. Dicen que cuando el fotógrafo Arturo Davies le hizo una placa de cuerpo entero tuvo que hacerlo de rodillas. Esa foto en blanco y negro, fue copiada miles de veces y sirvió para extender la devoción allá por los sesentas. Hoy las reproducciones a color invaden los mercados y son parte de la iconografía tradicional.

En torno a la devoción del señor se ha generado una fraternidad de los peregrinos caminantes que durante todo el año recorren plazas y pueblos, cantando y alabando al Señor. Las limosnas que obtienen sirven para extender el culto o para auxilios mutuos en caso de necesidad. No hay barrio populoso en Piura que no tenga su hermandad de devotos. Hay quienes piensan que son una asociación de atletas movidos por la religiosidad pues concurren caminando a venerar a la Madre de las Mercedes en Paita en septiembre y en octubre inundan todos los caminos a Ayabaca. Para las autoridades eclesiásticas el peregrinaje es un desborde de religiosidad popular. El punto de quiebre de este fenómeno socio-religioso está en el cómo hacer que las promesas al Señor caminen con el propio cambio de vida personal. Una vivencia religiosa nutrida con la lectura y práctica del evangelio.

Por honrar la promesa los feligreses caminan anualmente a Ayabaca. No se recortan el cabello. Caminan de rodillas durante la procesión. Bautizan a sus hijos con su nombre. Le entregan la vida al Señor. La devoción al Cautivo tiene sus propios meandros de fervor. Las súbitas conversiones se producen en torno a cantos al señor que utilizan tonadas “chicha” como “El arbolito” o las cumbias populares con letras producto de la inspiración popular. Famosos son los sanjuanes y pasillos del ciego Pablito Maldonado, un juglar divino cuyos discos en homenaje al señor se han reproducido miles de veces.

El color favorito de los peregrinos es el morado. Con tela de este color se elaboran las capas, las poleras, las vinchas de de los peregrinos y todo objeto religioso de carácter votivo. Toda esta multitud de devotos se concentra en Ayabaca cada 12 y 13 de octubre. La plaza de Ayabaca se convierte en un enorme mar de fieles y cirios que esperan al mediodía la presencia del Cristo Cautivo para acompañar la procesión. Uno de los acontecimientos que más recuerdan sus fieles es el momento en que un párroco avezado en acto público recortó la cabellera del Señor. Ese día el pueblo se indignó y tuvo que desagraviar al patrono. Según dicen, el extirpador de idolatrías, más tarde se convirtió en un sincero admirador del señor porque el Cautivo, aunque usted no lo crea, le roba a cualquiera el corazón.

miércoles, 10 de octubre de 2007

EL MILAGROSO CAUTIVO



Por Miguel Godos Curay


Doña Jacoba (74) es una asidua concurrente al Hospital Reátegui en donde cumple con los rigurosos controles médicos propios de su edad, para ello, semana a semana, viene desde Castilla, donde vive, se baja en el mercado y hace a pie el trayecto hacia el nosocomio. Según refiere fue en esas circunstancias, que en plena madrugada, fue asaltada por dos sujetos que le arrebataron su cartera y lo poco que tenía. En el súbito momento de violencia sólo atinó a sacar la imagen de su milagroso Cautivo y gritar con toda fuerza a sus agresores: ¡ Detente Satánas…! “Aunque usted no lo crea, los rateros se quedaron como paralizados yo cogí mi cartera y seguí al hospital rapidito. Los forajidos se perdieron el oscuridad”. “En mi cartera estaba todo completo y hasta mis aros de matrimonio en su imperdible”. El cautivito es milagrosito.

El señor es “respetoso” y cambia la existencia de quienes le entregan su vida con devoción. El Cautivito entonces te da señales en todo momento de su protección. Por ejemplo, te saca adelante en tus negocios y dificultades, tu chacra, en la pesca, cuida a tus hijitos, te devuelve la salud. Su imagen es la estampa favorita en los internos del Penal de Río Seco. Por eso nosotros cumplimos con la promesa y caminamos para venerarlo en Ayabaca. Recorremos desde Paita, Sullana, Huancabamba, Chiclayo, Chimbote, San Martín, Otuzco, Lima y hasta de Ecuador, Colombia y Bolivia. Últimamente vienen peregrinos hasta de Tijuana (México). El Cautivito es grande y poderoso.

Para ser peregrino se necesita de una gran fe en el señor. No importa el dinero sino la buena voluntad. Muchos peregrinos indecisos se animan al contemplar que hasta rengos y paralíticos llegan hasta Ayabaca y de rodillas. Hay un momento en el que no sientes ni fatiga, ni agotamiento ni dolor. Los peregrinos que formamos la hermandad nos damos la mano. Nos auxiliamos. Vea usted algunos son ex presidiarios pero hoy son mansas ovejas del Cautivo y te dan la mano. Son semanas y meses de caminata a pleno sol o en la noche. Podrá creer que una noche sin agua y con una sed insoportable el Cautivo nos envió una lluvia. Otra ocasión uno de los hermanos no podía operarse porque le faltaban dos unidades de sangre. Nadie sabe como pero aparecieron los donantes y sin pedir dinero.

La especialidad del Señor son los desahuciados. Aquellos que chotean de neoplásicas, ahí donde se acaba la ciencia el señor coloca su manos y devuelve la salud a sus hijos. Hasta pacientes con Sida que no podía ni mover las piernas hoy concurren a Ayabaca porque han encontrado alivio para sus males y perdón para su vida de pecado y desenfreno. Ayabaca se convierte en octubre en un inmenso santuario. El templo queda pequeñito por lo que todos los peregrinos copan la plaza. Son un inmenso mar humano que se congrega para adorar al Cautivito.

“Caminé tres meses para llegar desde Lima hasta aquí, pero la gente buena conmigo y me ayudó en todo el camino”. La mirada está puesta en el Señor y se despide caminando hacia atrás. Repitiendo con lágrimas en los ojos: “Adiós Cautivito, lindo, adiós”. Entre Piura y Ayabaca hay trescientos kilómetros, desde la costa internándose desde la Yunga, la tierra caliente, hasta el piedemonte andino marchan los fieles con su fervor a cuestas. No les arredra el frío. Muchos han muerto arroyados en las carreteras. Nadie contiene este río humano de fervor popular.

“Cautivito lindo…dame tu bendición…..Cautivito lindo….te entrego mi corazón” repiten los peregrinos con sus tambores y guitarras. No sienten el frío del amanecer. Colas de fieles como serpientes inacabables aguardan para la adoración en el templo. Ayabaca, no soporta a esta multitud que nos recuerda a los romeros de Compostela y el vivo fervor del medioevo en pleno siglo XXI. El señor es un símbolo vivo de los pobres y excluidos. Es una esperanza tejida como la media necesaria para andar el camino de la justicia.

EL SEÑOR DE LAS ALTURAS


Por Miguel Godos Curay

El Señor Cautivo de Ayabaca tiene un parecido extraordinario al Jesús de Nazaret que existe en el santuario barroco de Santa Prisca en Taxco (México). El Nazareno de Prisca es una estatua de tamaño natural vestida con terciopelo carmesí. Al resplandor de las velas se perciben los refulgentes brocados y los hilos dorados de los bordados. Ante la imagen llegan los indígenas con sus ofrendas, prenden sus velas y se hincan con unción. Como ante el Cristo negro de Esquipulas (Guatemala) los devotos nunca le dan la espalda al señor.

Entre las devociones a Cristo llagado hay una secular identidad en Ayabaca (Perú), México y Guatemala. Tras la conquista, señala Nathan Wachtel, los antiguos dioses mueren en todas partes para dar paso al nacimiento del Dios cristiano. Pero este Dios cristiano comparte el sufrimiento bajo la forma de Cristo lacerado, doloroso y cautivo como el indio conquistado y oprimido bajo el peso del tributo y la esclavitud. El indio sufre. Cristo sufre.

El Cautivo según los viejos ayabaquinos es hechura de ángeles. Otros dicen que fue hecho por escultores de la Escuela Quiteña. Una hipótesis poco probable pues se trata de una imagen elaborada con maguey y tela encolada, técnica que dominan a la perfección los santeros cuzqueños que restituyen la cabeza y brazos de los santos derribados por las hondas benditas en su marcha diligente al Cuzco para la fiesta de Corpus. La imagen tiene un curioso artificio que permite que un espejo colocado en el paladar refleje la luz sobre los ojos de vidrio provocando la fulminante mirada que sonroja a los devotos.

La cabellera que luce el señor es una ofrenda de las vírgenes de las comunidades vecinas que cuidan desde niñas su cabellera para entregarla al Cautivito como un acto de amor. Lo bucles azabaches son pigmentados con corteza de nogal con técnicas precolombinas. Colocada la cabellera luenga vienen la corona y las potencias de oro y pedrería. Las manos tumefactas impresionan pues muestran las venas como ríos incontenibles. En cada uno de los dedos se colocan “chavines”, anillos de oro, esclavinas que los fieles agradecidos la entregan como testimonio de gratitud.

El Cautivo reposa en una hornacina que permite que los fieles puedan admirarlo y que el Cautivo pueda contemplar a los miles de adoradores y adoradoras que de rodillas llegan a su altar. El rostro moreno es producto de velaciones inmemoriales hace siglos. Antes los fieles colocaban sobre su manto milagros (ex votos) que testimonian el confiado entusiasmo místico. Hoy permanece en el santuario protegido por los ayabaquinos que con unción portan el sudario y anualmente lo visten para la adoración.

Dicen las leyendas que durante la guerra con Chile se le vio cabalgar sobre la cima del cerro campanario dando ánimo a la resistencia. Otros confiesan que su silueta se divisa por los caminos. Su devoción es realmente impresionante. Según refieren ante su efigie bendita se inclinó reverente Juan Pablo II. Al Cautivito lo adoran todos. Los camioneros, los comerciantes, los pescadores y los colonos de San Lorenzo que todos años esperan los provea de agua. Si llueve dicen “es el cordonazo del Cautivo”. Otros con discreción repiten que al señor recurren también los narcos. Incluso refieren, a media voz, que alguna vez los traficantes ocultaron bajo una cruz hueca ocho kilos de cocaína. Pero el señor se molestó y la droga quedó desperdigada por los caminos y los blasfemos capturados por la policía. Usted puede pedirle a él por la salud, por sus hijos, por sus negocios, por sus necesidades apremiantes. Últimamente, los ruegos al Cautivo tienen un curiosa demanda votiva: ¿Agricultura o minería Señor?.

domingo, 7 de octubre de 2007

CRISIS Y VOCACION PRODUCTIVA


Por: Miguel Godos Curay

Las crisis son procesos sociales que afectan circunstancialmente y otras veces de modo complejo la vida de la sociedad. Las consecuencias inmediatas de las crisis son formas de comportamiento, actitudes individuales y colectivas, la propia construcción de imágenes sobre el futuro y la noción de progreso. Algunas veces entrañan aspectos positivos y en otras son signo de atraso o decadencia. En estos casos, tarde o temprano, revierten y se convierten en bisagra de un cambio de vida en la sociedad. En tanto los actores sociales se configuran y reconfiguran en relaciones de más o menos poder.

Entonces en la sociedad emergen fuerzas poderosas que se oponen al cambio al que sienten como fuerza perturbadora. Esta es una sensación transitoria producto del temor y el desconocimiento. Poco a poco, esta apariencia de fortaleza, se torna en debilidad y en angustia. Para que en el Perú se acepte el impacto en la salud humana del consumo de agua hervida el esfuerzo del Estado tardó años. Algunos, objetaron el sabor del agua hervida. “Esta agua sabe a olla “repetían. Otros: “hervir el agua cuesta”. No faltaron los que con mil y una aparentes razones argumentaron: “el agua hervida es sólo para enfermos”. No faltaron los que debatieron sobre la polaridad entre el agua fría y la caliente. En Piura se cree, por ejemplo, que la palta es “fría” y el mango” caliente”. Lo propio ocurrió con la práctica saludable del lavado de manos con jabón. Una epidemia de cólera extendida en toda la costa peruana resultó una tragedia aleccionadora.

En la economía sucede lo mismo. No es fácil decidir culturalmente el cambio de una vocación productiva. Los temores se apropian de los campesinos pobres y de aquellos que han encontrado un soporte económico en formas sucias de acumulación como el narcotráfico y la depredación de los recursos naturales. Esta es su fuente de ingresos y se resisten a la formalidad. Si a ello se suma la ausencia histórica del Estado y las necesidades elementales insatisfechas. Están dadas las condiciones para la resistencia al cambio. Esta situación se favorece eventualmente por el propio sistema de creencias religiosas. El fervor piurano es una mezcla de amor a Dios, lujuria y una discreta fascinación por el diablo y la brujería. El infierno piurano es una concurrida parrillada.

Alternativamente algunos pobladores con sus propios medios y limitados recursos exploran la posibilidad, por ejemplo, de la actividad minera artesanal e informal la que crece incontroladamente y se convierte en eventual proveedora de recursos. Si la gran minería formal no brinda signos de confianza (redistribución de beneficios, empleo efectivo y calidad de vida) que las poblaciones esperan desde tiempos inmemoriales será enfrentada como una amenaza. La formalidad provoca temores en las variadas formas de informalidad y marginalidad ante la ley. El propio Estado tiene que replantearse frente a una flagrante debilidad ante las organizaciones locales que ante la ausencia del Estado ocupan su rol. Por eso los ronderos acaban sometiendo con chicote a las propias autoridades locales.

La única posibilidad de cambio está en el remontar la pobreza. Quienes se nutren en la pobreza saben que perpetuarla genera una relación de poder. En realidad quienes descubren caminos para salir de la pobreza no quieren pasaje de retorno. Cuando el narcotráfico inyectó la economía rural andina generó una incontenible migración del campo a la ciudad y se convirtió en plusvalía urbana. Se convirtió en herramienta financiera y en catalizador de la urbanización en los asentamientos humanos. Las evidencias son innegables. En una Piura en donde era marcada la decadencia de los ex-hacendados, el narcotráfico, se convirtió en un elemento dinámico para la estabilidad económica de los gamonales pobres. Mientras en la costa las cooperativas agrarias demolían la economía agraria local. El narcotráfico sostuvo una economía adicta al dinero fácil, a la ostentación provocadora y a una insolente vida fofa y sin preocupaciones.

APOLOGIA DE LOS FEOS


Por Miguel Godos Curay

Umberto Eco, el famoso semiólogo, escritor y ensayista italiano, acaba de presentar en la Feria del Libro de Frankfurt (Alemania) su libro “Historia de la Fealdad”. Una controvertida reflexión sobre un tema pocas veces tratado con profundidad. La belleza no se explica sin su antípoda la fealdad. Como sostiene Eco en la vida: “Las sombras contribuyen a que la luz resplandezca mejor”. No en vano la historia del patito feo de Andersen de nuestra infancia anidó en nosotros la leve esperanza que todos tenemos una porción inocultable de belleza física o espiritual.

Uno de los temas que aborda Eco es la atracción fatal que muchas mujeres feas ejercen sobre algunos varones apuestos. Citando la “Anatomía de la Melancolía” de Robert Burton sostiene que tras la aparente fealdad física se oculta la belleza sutil de una mujer cultivada experta en acariciar el ego de su consorte. Diariamente el mundo gasta un dineral para ocultar el desencanto de un cuerpo despojado de atractivos. Un mal de moda es la dismorofobia, que no es otra cosa que el sentimiento subjetivo de fealdad que afecta a la personas al extremo que creen que su apariencia es causa de su fracaso existencial. Por eso se deprimen y sufren inconsolablemente. Otros recurren a las torturas de la cirugía y la cosmética. Sin embargo como dice la frase: “Aunque la mona se vista de seda mona se queda”.

Eco, en su “Historia de la Fealdad” convoca a innumerables autores, citas, textos históricos, poesías, novelas y ensayos para explicar que la fealdad y la belleza corresponden a un momento histórico y a los cánones estéticos dominantes en cada época. De las divinas celulíticas de Rubens, por ejemplo, hemos arribado a modelos despojadas de carne como Twiggy. "Para entender los gustos de una era no es justo escuchar sólo a los filósofos, es necesario entender qué significa fealdad para la gente común" cuyas extendidas ideas y creencias forman parte de las corrientes del pensamiento, reconoce Eco.

Si en la pintura lo feo se relaciona con el desgarramiento y el dolor, en el lenguaje escrito, sobran los sinónimos para referirse a la fealdad: horrendo, desagradable, monstruoso, odioso, espantoso, fétido, sucio, repelente, vil, deforme, repugnante, antiestético, asqueroso, inmoral. La historia de la fealdad es decididamente un tema apasionante porque compromete toda la actividad humana.

Etimológicamente el concepto de belleza está asociado a lo acabado y perfecto. Al orden y la armonía (sintonía perfecta). A lo bueno. En nuestra lengua, el castellano, la palabra “bello” deriva del latín “bellus” que es diminutivo de “bonus” (lo bueno). Lo bueno en grado sumo es lo excelente. Lo que se eleva por encima del promedio y se distingue de lo gracioso. La hermosura como sinónimo de belleza viene de “formosus”. Lo bien formado. Lo que guarda armonía, proporción, medida y simetría. La palabra “feo”, proviene del latín “foedus” (lo fétido e impuro).También se sobrentiende: lo repugnante, desagradable.

En la Edad Media se concibe a la belleza como “splendor formae” el esplendor de la forma. La belleza se asocia a la claridad, a la luz. Al orden y la proporción. La oscuridad y tiniebla se asocian a lo feo, a la privación y a la imperfección. Eco recoge, al respecto, una anécdota atribuida a Leonardo da Vinci.:"Preguntado el pintor por qué siendo el creador de figuras tan bellas, tenía unos hijos tan feos y poco agraciados, éste respondió sencillamente que las pinturas las hacía de día y a los hijos de noche". Para Heráclito en el siglo VI antes de Cristo no existe correspondencia entre lo sensible y lo inteligible. El orden del mundo es consecuencia del azar. La belleza esencial está siempre oculta a los ojos y requiere un esfuerzo de descubrimiento. La fealdad física hiere los sentidos. La fealdad de las malas acciones es una infalible ruta a la infelicidad humana.

martes, 2 de octubre de 2007

¿QUE ES UN PERIODISTA?


Por: Miguel Godos Curay

Hay quienes creen que el tener una grabadora en mano o una cámara manipulada como juguete nuevo son condiciones suficientes para subsistir de este oficio humano que es el periodismo. No es así. Nunca fue así. Los buenos periodistas tienen la precisión y la elegancia de un reloj suizo. Los otros son como esos relojitos bamba que se les descarga la pila cuando uno mas los necesita. Es cierto que el periodista necesita de una formación humanística que lo haga sensible al resplandor de la verdad y de la belleza. Pero también es cierto que la mayor parte de quienes ejercitan el oficio no ha leído ni siquiera el Quijote y están convencidos que para disfrutar de sus éxitos informativos no necesitan leer. Ni invertir en leer para alimentar su inteligencia.

El periodista verdadero es una curiosidad inmensa tan inquietante como la indagación filosófica. No es un chismoso reblandecido. El chisme es la materia prima de las mentiras y las intrigas de callejón. El periodista se aproxima a la verdad que muestra. El que maquilla la verdad para dar una interpretación torcida de las cosas es como el peluquero marica que oculta la edad y estira como pellejo de culebra la piel de una furtiva y revieja clienta. El periodista se sumerge en el mundo con la certeza de un universo complicado con la confianza de que la noticia que escribe es una gotita en el océano inmenso de los acontecimientos.

Una definición sencilla de lo que es el periodista es la siguiente: El periodista es lo que no es. En efecto el periodista no es dueño de la verdad. No es un poder para facilitar trámites o engullir honras ajenas. No es un licenciado en exageración. No es un flagelo en el uso de la lengua. No es una traga bocados al que todos saludan con disfraz de respeto. No es una afilada y puntiaguda chaveta. No es un sabihondo que no se equivoca. No es un moralista que con pretensión de hallazgo mira las patas cojas de la sociedad. No es un bohemio asistido en sus debilidades espirituosas por quienes temen a sus diatribas. Un periodista no es la medida del bien público sino el centímetro de la realidad. No es un pecho para colgar una medalla. Ni una fotografía para un carnet. No es una denuncia en carne viva para resolver los problemas de la sociedad. El periodista no es juez, ni fiscal ni cura como repetían esos plumíferos de calzones flojos.

El periodista es una persona humana. Un servicio social que nadie agradece, es una emoción en el corazón que se produce en el instante de un acontecimiento. No es una vocación de soltería por amor a la noticia. Ni un afán de multiplicación. El periodista es una satisfacción solitaria con los pies puestos en la tierra. Es una crónica que levanta el ánimo o una historia humana que conmueve. Es una palabra. Es un pensamiento. Es un sentimiento transitorio como el zumbido de la abeja. Pero también un reclamo en el hogar porque la mayor parte de tu vida se la comió la calle. Un periodista es una pasión irremediable por la palabra escrita. Es un placer perfecto que se nutre en la incomodidad de un viaje propio de la aventura humana. Es una foto vieja sostenida en el rincón por un alfiler con vocación de soledad.

Un periodista puede ser una piedra en el zapato de los dictadores. Pero no un infla globos a sueldo. Un periodista siente en carne propia su oficio. Aunque gane poco vive lleno de satisfacciones de las que nunca disfrutan sus patronos. Gozan de una popularidad envidiable. Y tienen una enorme capacidad de reírse de sí mismos. Cuando están bajo la tumba tienen un enorme sentido del humor como para decir que siendo diabéticos pueden ser un buen postre para los gusanos.