Una página que reune los artículos periodísticos de Miguel Godos Curay. Siempre con una lectura polémica, fresca y deslumbrante de la realidad.
martes, 2 de octubre de 2007
¿QUE ES UN PERIODISTA?
Por: Miguel Godos Curay
Hay quienes creen que el tener una grabadora en mano o una cámara manipulada como juguete nuevo son condiciones suficientes para subsistir de este oficio humano que es el periodismo. No es así. Nunca fue así. Los buenos periodistas tienen la precisión y la elegancia de un reloj suizo. Los otros son como esos relojitos bamba que se les descarga la pila cuando uno mas los necesita. Es cierto que el periodista necesita de una formación humanística que lo haga sensible al resplandor de la verdad y de la belleza. Pero también es cierto que la mayor parte de quienes ejercitan el oficio no ha leído ni siquiera el Quijote y están convencidos que para disfrutar de sus éxitos informativos no necesitan leer. Ni invertir en leer para alimentar su inteligencia.
El periodista verdadero es una curiosidad inmensa tan inquietante como la indagación filosófica. No es un chismoso reblandecido. El chisme es la materia prima de las mentiras y las intrigas de callejón. El periodista se aproxima a la verdad que muestra. El que maquilla la verdad para dar una interpretación torcida de las cosas es como el peluquero marica que oculta la edad y estira como pellejo de culebra la piel de una furtiva y revieja clienta. El periodista se sumerge en el mundo con la certeza de un universo complicado con la confianza de que la noticia que escribe es una gotita en el océano inmenso de los acontecimientos.
Una definición sencilla de lo que es el periodista es la siguiente: El periodista es lo que no es. En efecto el periodista no es dueño de la verdad. No es un poder para facilitar trámites o engullir honras ajenas. No es un licenciado en exageración. No es un flagelo en el uso de la lengua. No es una traga bocados al que todos saludan con disfraz de respeto. No es una afilada y puntiaguda chaveta. No es un sabihondo que no se equivoca. No es un moralista que con pretensión de hallazgo mira las patas cojas de la sociedad. No es un bohemio asistido en sus debilidades espirituosas por quienes temen a sus diatribas. Un periodista no es la medida del bien público sino el centímetro de la realidad. No es un pecho para colgar una medalla. Ni una fotografía para un carnet. No es una denuncia en carne viva para resolver los problemas de la sociedad. El periodista no es juez, ni fiscal ni cura como repetían esos plumíferos de calzones flojos.
El periodista es una persona humana. Un servicio social que nadie agradece, es una emoción en el corazón que se produce en el instante de un acontecimiento. No es una vocación de soltería por amor a la noticia. Ni un afán de multiplicación. El periodista es una satisfacción solitaria con los pies puestos en la tierra. Es una crónica que levanta el ánimo o una historia humana que conmueve. Es una palabra. Es un pensamiento. Es un sentimiento transitorio como el zumbido de la abeja. Pero también un reclamo en el hogar porque la mayor parte de tu vida se la comió la calle. Un periodista es una pasión irremediable por la palabra escrita. Es un placer perfecto que se nutre en la incomodidad de un viaje propio de la aventura humana. Es una foto vieja sostenida en el rincón por un alfiler con vocación de soledad.
Un periodista puede ser una piedra en el zapato de los dictadores. Pero no un infla globos a sueldo. Un periodista siente en carne propia su oficio. Aunque gane poco vive lleno de satisfacciones de las que nunca disfrutan sus patronos. Gozan de una popularidad envidiable. Y tienen una enorme capacidad de reírse de sí mismos. Cuando están bajo la tumba tienen un enorme sentido del humor como para decir que siendo diabéticos pueden ser un buen postre para los gusanos.
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