Por: Miguel Godos Curay
Universidad Nacional de Piura
Fujimori ya está aquí. Las geishas trasnochadas y delirantes unen sus oraciones en la estrechez de su fascinación por la salud del corrupto. Los otros, los que formaron parte de su séquito, los que obtuvieron inestimables beneficios de la podredumbre no duermen. Los generalotes del entorno, los que vendieron su alma firmando adhesiones a este pobre diablo saben que tienen sus días contados. Los que lucían orgullosos sus fotos con el chino las esconden con pudor de señorita. Los académicos que le dieron como estampita el Doctorado Honoris Causa se hacen los candidos. Las apristas que le vendieron la conciencia, los absalones, los vende patria, piden para el chino un juicio justo. Tamaña contradicción que desafía a la propia ley de la gravedad. Si estuviesen vigentes los Decretos de Bolívar Fujimori sería hoy una rata muerta.
Los congresistas tránsfugas no duermen. Lo pronósticos jurídicos del doctor Valle Riestra se hicieron polvo. Los chilenos orgullosos de la impunidad de Pinochet se quedaron fríos como caballa congelada y ahora empiezan a tomar en serio sus prevaricatos consumados. Los legionarios del chino, la mesnada ignorante no cesa de repetir que con Fujimori vino el orden y se acabó con el terrorismo. Con Fujimori las cosas estaban mejor repiten como en operativo psicosocial los tontos útiles. En los cuarteles los tractores oxidados de pronto fueron desempolvados. El cerebro del mal esta aquí para salpicar estiércol a los que pasan piola instalados en el trono de un cargo disfrutando la sensualidad del poder.
La última palabra no está dicha. El comienzo del final está cerca. De ahora en adelante las primeras planas se ocuparán del chino. Es probable que la lengua le tiemble como vieja tembleque cuando tenga que confrontar a Montesinos y a los esbirros con uniforme que victimaron a quince inocentes en Barrios Altos y a un inocente profesor y sus nueve alumnos. El fue quien dio la orden para la salvaje tortura sin remordimiento el fue quien ordenó esparcir los huesos. El tendrá que responder por la sangre derramada y las injusticias.
Ya tendrán tiempo las meretrices, los plumíferos, los desinformadores, los farsantes para ensayar algunos pasitos de la cumbia del escarnio repitiendo: Chino..chino….chino. Estas viejas podridas de carne descolgada que lo secundan seguirán pidiendo justicia ignorando que el reo no es peruano, que nunca fue peruano y que todo fue una invención, un circo patriótico para engañar al pueblo. Es falso que el Perú tenga deuda con Fujimori. ¿Que le debe al Perú a Fujimori? Sino la ignominia, la vapuleada indignidad de las Fuerzas Armadas. La prostitución de las fiscales y el propio poder judicial. El deterioro de la educación colocada al ras del suelo a los niveles de Haití en el último lugar del continente.
Los adulones están de luto. Y temerosos se duelen que Alberto en la soledad de su cautiverio se haga el hara-kiri. Pero este japonés no tiene sangre de samurai ni es un guerrero de casta dispuesto a inmolarse por honor. ¿Que honor?.¿ Tendrá honor un gusano que se arrastra en sus miserias?. ¿Existirá algún peruano digno capaz de defender al asesino, al dictador, al falso, al responsable directo de este inaudito castillo de naipes urdido por la corrupción.?
Abimael Guzmán y Montesinos ya quisieran compartir celda con el chino. Sería una ocasión para refrescar la memoria y en la pared de la celda recontar los millones de dólares que repartieron y festinaron con el narcotráfico y el robo descarado. Harían un recuento de los muertos . Por eso la sangre de los estudiantes de La Cantuta clama justicia. Las almas en pena de Barrios Altos podrán descansar al fin. Ya llegó el chino y es probable que hasta el Cardenal se orine la sotana.
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