jueves, 20 de septiembre de 2007

PAITA, LA VIRGEN Y UN MAR DE FE



Por: Miguel Godos Curay

No hay paiteño que no haya recibido de sus mayores ese fervor natural por la Señora de las Mercedes. Cuando niños los vespertinos paseos por el malecón estaban acompañados de la diaria visita a la venerada imagen. Este rito afectuoso lo practicaron Miguel Grau, Manolita Sáenz -cofrade de la Merced- y gestora de la donación de un preciso niño, “Quitiño” que en las viejas procesiones septembrinas marchaba a los pies de la Virgen porteña. Paita es historia y devoción. Las crónicas mercedarias dan cuenta del arribo a Paita del Virrey Príncipe de Esquilaecehe (1621) dan cuenta de la presencia en el puerto del venerable Fraile Don Pedro Urraca quien vino desde la ciudad de los Reyes para recibir al Virrey. Don Pedro llegó a Paita en una dócil burra y pese al trajín con su hábito impecable.

Refieren los cronistas que entre los arenales calenturientos del camino a Piura el Virrey perdió un diamante y vanos fueron los intentos de los negros cerniendo la arena para encontrar la joya. La que descubrió portentosamente Pedro Urraca el mismo que hizo temblar al diablo y cuya cruz veneran hace siglos los limeños. Por Paita estuvieron taumaturgos como el beato Martín de Porras, Toribio de Mogrovejo y Francisco Solano todos ellos con visible aureola de santidad. Todos ellos acogidos en el Convento de la Merced.

Por Paita se embarcó para el destierro a Costa Rica don José de la Mar en un carabelín de fondos podridos en donde sólo había para comer algunos saquillos con camotes de Colán que fueron los primeros conocidos en Centroamerica. El preceptor rentado por el ayuntamiento era don Juan Manuel Grau el padre del héroe. De Paita partió Grau a los ocho años y ocho meses de edad con el navegante panameño Manuel Herrera. Julio Ramón Ribeyro recorriendo los balcones del Club Liberal se inspiró para su relato: “Una medalla para Virginia” y en el antiguo local del cable para otro cuento con escenario en Paita: “Los Cautivos”.

En Paita pernoctaron Neruda, Menéndez Pidal el erudito de El Cid, Gabriela Mistral entrevistada por Julio César Ginocchio, el Príncipe de Gales. Aquí debutó periodísticamente Federico Blume Corbacho editor del diario manuscrito “ La Jaiva”, cuyo padre el ingeniero Federico Blume Othon construyó el ferrocarril Paita-Piura y el primer submarino de América del Sur. Quienes visitan Paita quedan subyugados por la belleza de su luna y el reverberar de su sol. Cada Septiembre Paita se puebla de peregrinos y devotos de los diversos villorrios. Todos quieren estar el día 24 con “la Mechita” a quien el tajo blasfemo de un corsario inglés, dejó una huella indeleble en la garganta.

El antiguo templo de la Merced, hoy en ruinas, es sin duda una inestimable reliquia histórica. Sus muros son los que tuvo el antiguo asiento de San Francisco de la Buena Esperanza. De ahí partían implorando bendición los navegantes. Los alumnos de la antigua Escuela Naútica eran examinados en sus naves. En el se conservaban dos conchas gigantes (taclovos) que son una rareza incomparable. Estas valvas intentaron ser compradas por el sabio La Condamine quien pagaba su peso en plata. Los paiteños se negaron anta tamaña oferta por pura devoción a la Virgen. Cada septiembre con filial añoranza y devoción concurrimos a Paita con Manuel Dammert. No sólo nos reencontramos con unos apetecibles cebiches sino con los brazos abiertos de una madre ante la que desfilan interminables los ruegos, las lágrimas y las esperanzas de un mar inconmensurable de hijos.

No hay comentarios: