lunes, 9 de septiembre de 2013


¿Y EL CENTRO CULTURAL VARGAS LLOSA DE PIURA?
Por: Miguel Godos Curay

Mario Vargas Llosa estudió en el Colegio San Miguel
Si hay un defecto muy piurano es el entusiasmo repentino, la peregrina ilusión con el juguete nuevo. De este aparente trance inquieto, pirotécnico y febril finalmente aterrizamos en los insondables vericuetos de la desilusión, el cuento, el jarabe de lengua y la nada. Somos campeones en la colocación de primeras piedras en anuncios estentóreos. Finalmente como dicen las abuelas. Son promesas para el día de San Blando las que no tienen cuándo iniciarse. Eso fue lo que pasó con el anunciado  Terminal Terrestre mejor que el de Guayaquil y el Centro Cultural Mario Vargas Llosa en las leprosas ruinas de lo que fue el antiguo Colegio de San Miguel. Mientras tanto, fuma el barco, fuma el barco, las mentiras se deslizan en el océano de la indiferencia colectiva.

Que conste que la cofradía de cuentistas participó en la colocación de la primera piedra de este santuario para el Premio Nobel de Literatura. Días van, días vienen el viejo casco de lo que fue la sede de la Región de Educación sigue en ruinas y ya no funciona la sala de exhibición de las viejas imprentas de El Peruano. El edificio se desmorona irremediablemente, las maderas chirrían  sin que nadie las preserve de las polillas infatigables. El Centro Cultural Vargas Llosa no existe es un cuento inacabable. De ello nadie dice nada. Realmente fue un rapto de entusiasmo para engreír al escritor que desde su residencia madrileña pregunta a quien puede darle noticias de Piura sobre este símbolo de la cultura piurana y peruana. Para no desilusionarlo, para no confesarle la realidad  -no hay nada- le endilgan otro cuento el que el centro cultural que lleva su nombre se conectará con el futuro “puente viejo” que de vejez tendrá el nombre pues será huachafamente  nuevo.

En realidad los piuranos andan de pleito con la cultura. Los libros no les conmueven para nada. La última Feria de Libro fue una demostración de ese desafecto inveterado. También es cierto que al entusiasmo se sumó ese afán criticón de  los promotores de la cultura piurana que actúan como los curas que dicen la vela verde  a los feligreses que van a misa por los que no se acuerdan del Señor. En efecto el jarabe de hígado, ese sentimiento pajero que compara a Piura con Alejandría cuya biblioteca era la admiración del mundo conocido. No tiene lugar. El piurano es más dado a comer y a morder la honra ajena que a leer.

En Piura los escritores y los poetas son una república de intelectuales cada vez más diminuta. Unos escriben mejor que otros. Hay buenos pero otros son francamente malos. La falta de sintonía con los lectores tiene como raíz esa desconexión humana con la realidad. Ese poco asomo a la cultura propia y esa predilección por la zanahoria cuando al piurano le emocionan sus propios tópicos. Otros son los intelectuales complicados aquellos que escriben enredado para que nadie los entienda. Estos han olvidado el consejo de Joseph Pulitzer al momento de escribir. “Escribe corto para que te lean y bien para que no te olviden”. Otra legión está conformada por los que nunca leen para  no ser influenciados por nadie. Lo cierto es que acaban convertidos en encantadores de serpientes y con una cultura folletinesca elemental. Esa fue la sensación que nos provocó un joven ilustrado que agradecía y bendecía el haber escuchado a Miguel Ángel Cornejo el haber cambiado su vida. Otros son  los que recurren a la exaltación patriótica sublimada por el adorno y los cascabeles de las efemérides. En las entretelas de su afición sucumben a los bocaditos y a los fotos para las páginas de sociales.

Todo esto acontece en Piura en donde parpadean inconsolablemente los semáforos “inteligentes”. Y en donde hasta la zona rígida pintada de amarillo frente a la Comisaría de Piura es un gigantesco chatarrero. Muchos son los esfuerzos para mejorar la imagen  de nuestras instituciones públicas. El desprestigio sigue sin que en Piura podamos afirmar que hemos mejorado. Los esfuerzos individuales son aplastados por la incompetencia, las promesas incumplidas. Que conste que ya empezaron los alborotos en el gallinero  con los candidatos a los municipios y el gobierno regional. Nuevamente los cantos de estas sirenas obesas y destempladas se escuchan por todos lados. Piura, poco ha cambiado. Los viejos problemas de la ciudad se mantienen intactos. La mitad de la población no dispone de agua potable  pasada la una de la tarde. La ciudad, poco a poco, se ha convertido en monopolio de los mototaxistas, la informalidad y el desorden. Sin duda, somos un tema para cuento y novela: La ciudad del jarabe de lengua y la mentirilla existe.

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