sábado, 17 de noviembre de 2012


SI TENEMOS DE TODO ¿POR QUE NO DESARROLLAMOS?

Por: Miguel Godos Curay


El desarrollo territorial requiere claridad de objetivos y liderazgo
democrático. Javier Atkins,Presidente Regional
Sergio Boisier tras una lectura crítica de la revista de Planeamiento y Políticas Públicas del Instituto de Investigación Económica Aplicada del Ministerio de Planeamiento de Brasil obtuvo una interesante conclusión  respecto a los factores que dinamizan el desarrollo de las regiones. En esta media docena de factores incluyeron los siguientes. En primer lugar estuvieron los recursos que pueden ser materiales, humanos, psicosociales y el conocimiento que se genera en las universidades.  
Entre los recursos materiales está la dotación natural de riqueza aprovechable, las personas, la confianza en los colectivos sociales y el conocimiento útil aplicable al bienestar de la sociedad. El conocimiento surge de la investigación que es indagación metódica. El conocimiento es también capacidad de resolver los problemas urgentes de la sociedad pero también de un sector empresarial que acude a las universidades en donde la investigación es una actividad diaria y natural. En este extremo bien vale interrogarse:¿Qué investigan las universidades?, ¿cómo investigan? y ¿qué aplicación práctica tiene este conocimiento?. Junto a la investigación está la producción editorial. Una universidad se refleja en los libros que produce y publica.

Un segundo elemento son los actores sean estos individuales, corporativos y colectivos. Sean estos los movimientos regionales, los gremios, las asociaciones de artesanos  y hasta las corporaciones empresariales. Todos ellos tienen un peso específico y juegan su rol en la sociedad.  Un tercer elemento son las instituciones, el mapa organizacional de la región, la arquitectura social y su capacidad para actuar con flexibilidad e inteligencia en el escenario donde se asumen las decisiones relativas a la economía y al cambio. En este extremo es posible observar la agilidad para dar respuesta a las demandas sociales y a la solución de los urgentes problemas.
Un cuarto elemento son los procedimientos dominantes de la acción societal, las funciones de gobierno y administración. Aquí también se ventila la confianza o la desconfianza en las instituciones. Los ciudadanos pueden confiar o desconfiar de sus gobernantes.  Un quinto elemento es la cultura como cosmogonía, concepción del mundo, o como una actitud personal y colectiva  frente al progreso, el trabajo,  el ahorro, el riesgo, la asociatividad. En este punto los piuranos, por ejemplo, creen que la prosperidad de unos puede arrastrar la envidia de otros. En blanco y negro. La aceptación del progreso del otro o de los otros implica un largo proceso humano de aceptación, tolerancia y respeto.

El sexto factor es la capacidad de una región para penetrar mercados y colocar sus productos en la economía internacional. Es la capacidad que tiene una región para exigir al propio Estado, la cooperación internacional y los inversionistas recursos que puede aplicar en su desarrollo y bienestar de su población. Todos estos factores perfilan un hexágono, con la forma de una cometa  que en su vuelo metafórico representa el desarrollo territorial.
No se piense equívocamente que el desarrollo regional es producto  de la atención preferente del gobierno central. Una región exige lo que por justicia y por derecho le corresponde y por ello está obligada a mejor utilizar los recursos que tiene y administra. El desarrollo territorial tampoco se puede reducir al ejercicio  parlamentarista de un Consejo Regional que no está enterado de nada y cuyas decisiones no son apropiadas ni asumidas por los actores sociales. Si los gobiernos municipales y el gobierno regional no sintonizan en sus propuestas y proyecciones la inversión pública se convertirá en un bocado apetecible del populismo y las corruptelas que devoran presupuestos.

Sin duda, que el mayor desafío del desarrollo territorial es  el articular mejor el territorio con una vialidad que permita el traslado de los productos a los mercados. Igualmente mejorar las condiciones de vida de los pobladores  con un adecuado acceso al agua, a un tratamiento adecuado de los residuos sólidos, a la preservación ambiental y al cuidado preferente del trinomio: niños, madres y ancianos. La salud preventiva tiene que ocupar el espacio destinado a las inversiones cuantiosas en infraestructuras hospitalarias cuya veloz obsolescencia las arrincona prematuramente. Una ciudad limpia procura mejores condiciones de vida para los pobladores que se enferman menos. Por el contrario una ciudad sucia, mal administrada es un foco infeccioso peligroso para la vida humana.
Todo ello requiere un liderazgo que se exprese en un diálogo social abierto en donde todos los sectores de la sociedad puedan ser escuchados. Lo que importa es el bien común. No el desborde de intereses de grupos económicos excluyentes que provocan marginalidad y frustración. Hay quienes ven en los municipios y en los gobiernos regionales recursos frescos para inciertos proyectos políticos o para el cohecho propio. Este es el riesgo mayor, el mal entendimiento de la política puesta al servicio del interés personal contra el interés público. Piura como territorio es una posibilidad de construcción  de una región de progreso y desarrollo. Una región en donde se priorice la educación y la salud. En donde sean posibles mejores condiciones de vida y en donde el diálogo entre gobernantes y gobernados no sea una ficción bien intencionada. Tenemos los ingredientes que señalaba Sergio Boisier al hablar del desarrollo. Para que nuestra cometa levante vuelo necesita de una decisión firme de no volver a repetir los errores del pasado.

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