PEDRO ALARCÓN : UN OFICIO PARA
ALIMENTAR LOS SUEÑOS
Por: Miguel Godos Curay
Pedro Gonzáles Alarcón o Pedro
Alarcón (1947) son la misma persona y un
espíritu perseverante e indomable para promover la cultura sin el apoyo oficial. Pedro lo hace todo con
su magro sueldo de profesor. Año a año organiza una muestra pictórica
denominada Expo Piura en la que artistas amigos y conocidos entregan sus cuadros y dan vida a esta notable exposición de fin de año. La Expo Piura cumplió este año su trigésima edición. Lo que
significa que esta entusiasta artista lleva treinta años de ininterrumpida labor sin que las instituciones llamadas a promover la cultura se acuerden de él. Este año el
catalogo, muy modesto, fue elaborado a mano por su autor. Lo que añadió mayor
merecimiento a la actividad cultural.
Pedro no se arredra. Transporta
cuadros, organiza la muestra, distribuye invitaciones y elabora el catálogo. El
Municipio le cede la Sala de Artes Visuales del museo. Aunque la prensa lo ignora. Ahí esta Pedro con el
arte a cuestas tratando de combatir la modorra de la ciudad. La muestra reúne
trabajos de 40 artistas piuranos. Este año Pedro nos sorprendió y al
momento inaugural de la expo dio paso a
una grabación de las emotivas palabras del pintor Felipe Cossío del Pomar. Sin
duda, un valioso documento y testimonio. Las palabras de Cossío exhortaban a la
juventud piurana a un despertar por la cultura y el arte. Este simple gesto dio
un inusual relieve a esta singular fiesta del espíritu en la que como era
previsible estuvieron ausentes las vacas sagradas tan dadas al flash y los
bocaditos abundantes.
Pedro Alarcón, cuyo entusiasmo
conmueve es artista plástico y profesor de arte, poeta, autor de piezas
teatrales inspiradas en la mitología tallán y un enjundioso estudioso de la
pictórica piurana. Nadie que pretenda un estudio serio de la pintura piurana
podrá pasarse de largo sus dos volúmenes de Plásticos Piuranos, ediciones de 1970 y 1977. Los artistas que participan en la
muestra son de reconocida trayectoria, muchos jóvenes y artistas aficionados suman
sus aportes. ¿Puede un hombre desplegar tanta energía y pasión por el arte?
Pedro sí. Aquel día de la inauguración de la muestra nos pidió que habláramos de Piura y el arte, que pensáramos
en voz alta y así lo hicimos.
Pedro tiene la convicción que los
artistas pueden salvar lo poco que queda de Piura. Los artistas se expresan con
sinceridad. No tienen facilidad para el cuento que les sobra a los políticos. Los piuranos
tienen que rescatar la apropiación de su paisaje y de su cultura. Piura es una
ciudad luminosa. Los piuranos al abrir los ojos se encuentran con la luz de su
cielo iluminado. Los piuranos sienten el reverberar del desierto pero al mismo
tiempo el gris y el azul del océano. El verdor de los algarrobos y los ficus salvajemente
talados y arrancados de cuajo por las bestias. El niño piurano se extasía con
el esplendor de la luna llena y el
verdor de sus valles. Sin embargo, poco
a poco, a consecuencia de la rutina, se
desconecta de la belleza. Piura tiene un
hermoso paisaje que nuestros abuelos resumían en el blanco cal de sus muros que
mantenía las casonas frescas y los aleros para hacer más soportable el calor
del mediodía. Piura tiene su hechizo y su encanto. Lo menos que podrían
hacer nuestras autoridades es preservar
lo que nos queda de esa Piura surgida
entre algarrobos y tamarindos.
Piura, poco a poco, pierde sus
atractivos y encantos por la falta de
autoridad en materia urbana que permita acabar con los excesos publicitarios y
la destrucción de espacios urbanos como el de la avenida Bolognesi. Sin
autoridad en la ciudad pueden cometerse atropellos a la arquitectura y al
paisaje urbano de impacto incalculable. Los piuranos no queremos una ciudad para los centros comerciales sino un lugar
apacible para la vida de los ciudadanos. Los ciudadanos somos primero. Los
intereses de los negocios y las inmobiliarias no pueden someter a su arbitrario
interés a los habitantes de la ciudad. Una ciudad es un espacio de vida y de
relación cuya identidad une y vincula a los vecinos. Cuando la ciudad se
despersonaliza pierde los hilos invisibles de la admiración y el respeto.
Pedro Alarcón, un maestro
abnegado de escuela y un artista empedernido, tiene mejor criterio y
sensibilidad que quienes con patente de
corso han convertido a Piura en un mamotreto de la improvisación y el mal
gusto. Por Pedro Alarcón, muchos años de vida. Pedro cifra la esperanza de
muchos piuranos en una ciudad en donde el arte
es posible y en donde la creatividad destierra las pretensiones voraces
de la improvisación. Uno de los concurrentes a la XXX Expo Feria se me acercó
con ánimo inquisitorio y me dijo: “¿Ha visto usted el pobre catálogo? A lo que
respondí: “Es pobre, verdad, pero tiene el mérito y la grandeza de su autor.
Hay catálogos para la finta y la notoriedad. Este está hecho para la posteridad”.
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