Por: Miguel Godos Curay
Entre la premeditación criminal de James Holmes que a sangre fría victimó a doce personas e hirió a otras 60 que concurrían al estreno cinematográfico de la novísima versión de Batman, cerca de Denver (EEUU) y la reducción de la pena a los integrantes del Grupo Colina hay marcadas distancias pero un solo denominador común. El desprecio por la vida humana. La controvertida sentencia es una anticipada “gratificación a los asesinos”. Los atropellos a los derechos humanos resultan intolerables en cualquier nación en donde se preserva la justicia y la democracia como valores fundamentales de la sociedad. La impunidad lesiona la justicia.
La decisión de la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema peruana de reducir la pena a los integrantes de este escuadrón de la muerte sienta un mal precedente. En la matanza de Barrios Altos, murieron quince personas, ultimadas salvajemente por integrantes del grupo paramilitar Colina. Una fuerza paramilitar creada durante el gobierno de Fujimori e integrada por militares reclutados, por el asesor presidencial Vladimiro Montesinos, brazo derecho del entonces presidente.
El vocal supremo Villa Stein puntualizó que en estricta interpretación del derecho (¿?) se dispuso la disminución de las penas aplicadas a los integrantes de “Colina”, condenados por haber cometido los crímenes de Barrios Altos y La Cantuta. La sala judicial que ventila el caso declaró también nula la imputación de asociación ilícita para delinquir contra los cabecillas, resolviendo que no cometieron delito de lesa humanidad y dispuso la liberación de uno de sus integrantes. Las heridas aún permanecen en carne viva mientras por elemental sentido de justicia no se repare el daño a las familias agraviadas por estos hechos criminales.
Una reflexión abierta en la proximidad del día patrio nos obliga a reconocer el respeto elemental a la vida y a los derechos de las personas. Los derechos humanos son irrenunciables e imprescriptibles. Por eso, lesionan también derechos fundamentales el crimen organizado, el narcotráfico, la delincuencia, la corrupción, la trata de personas, la intolerancia, la violación del derecho a la propiedad y todas esas malas prácticas que provocan el desborde de las expectativas de poblaciones desinformadas sobre sus recursos naturales y su mejor aprovechamiento con beneficios para las familias de menores recursos.
Reviste primordial importancia la defensa de la democracia frente a quienes entroncados con grupos violentistas se presentan hoy con piel de cordero y enervando el respeto a la pluralidad predican a los cuatro vientos. Vale la pena recordar que el terrorismo demencial nunca perdonó vidas ni respetó las conciencias de quienes con dignidad les hicieron frente en medio de las organizaciones populares. No nos vengan pues con una discurso maquillada pues como bien se dice aunque la mona se vista de seda mona se queda. Sólo han cambiado el rollo y el floro, los métodos violentistas siguen intactos. El cambio de piel es sólo una estrategia para engañar a los imbéciles.
Bien advertía Savater que hay que tener sumo cuidado con aquellos imbéciles que saben lo que quieren pero acaban haciendo lo que no quieren o que otro sibilinamente les ordena. También existen imbéciles que en su estrechez mental creen que el mundo no ha cambiado y con su ricino ideológico repiten viejos y manidos discursos ininteligibles. Se colocan un libro bajo el sobaco para parecer intelectuales en el fondo no lo son. Tienen rostro de carnero pero sólo es una máscara que oculta las fauces de las viejas lobas. Cuidado con ellas porque andan en busca de espacios donde apoltronarse y continuar con ese juego miserable de contaminar con su ideología la sesera de algunos pelotudos. Seamos libres, con una serena convicción de respeto a la justicia y lealtad a los valores democráticos.
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