sábado, 7 de febrero de 2009

¿DESACREDITANDO A LA UNP?


Por: Miguel Godos Curay

Pintar muros con denuestos y repartir volantes anónimos demoliendo honras fue una táctica nazi para descalificar a los judíos. El procedimiento es viejo y retrógrado porque lejos de descalificar a las víctimas las convierte en causa de la solidaridad general. De ello puede dar testimonio Barack Obama. Ahí donde fue atacado a mansalva por opositores racistas arrasó con las preferencias. Los propagandistas de Obama sostienen que seguir a Goebbels en el siglo XXI es una estrategia propia de los imbéciles.

Mucho más explícito es Benedetti quien advierte que el rencor anida en el corazón de quienes son dueños de una herencia envenenada. No tienen otra explicación los adjetivos de quienes con una incapacidad para procesar sus disensiones gozan atribuyendo a otros sus miserias y perversidades. No se piense que ese prurito por hacer papilla adversarios es gratuito. No lo es cuando existen conflictos de poder. No lo es cuando la ubre del beneficio personal está de por medio. Esa compungiva obsesión infamante es propia de miserables criaturas desamparadas de dignidad y de decoro. Criaturas que pudiendo beber del agua fresca de los manantiales de la racionalidad prefieren el agua turbia y sucia de las cloacas.

Prefieren lo inmundo a lo limpio. Una universidad con muros sucios a un espacio digno para aprender. El ataque artero de las bestias temerosas al debate con nombro propio. Por eso el temor gazmoño a mostrar la propia identidad. Su razón de ser es la vocación abyecta de destruir instituciones. Por eso, no hay que dar lugar a la hedionda querella de perder el tiempo tratando de identificar a sus autores. A las higueras resecas y malditas se les reconoce a distancia porque no tienen frutos buenos. Ni humanos ni intelectuales. Todos los conocen y son como las lobas rapaces. Te lamen la mano para después morderla. Hay que dejarlas que se envenenen con su propio veneno. No hay que perder tiempo si realmente queremos acreditar a una facultad como la de educación y a la propia universidad. No perdamos tiempo haciendo de la pluma una chaveta y de la tarea docente demostraciones de indecencia.

Los cretinos y los insulsos merecen un fétido perdón. El clan de los canallas se nutre de la carne podrida como los gusanos. La mejor táctica contra esa propaganda venal es la indiferencia contra las estupideces. El mostrar esa serenidad inteligente del que prefiere mirar las copas de los árboles y escuchar los trinos de los chilalos que los chismes venenosos del día. Quien mira las estrellas que resplandecen con luz propia en las noches está muy lejos de los que viven arrastrándose en el territorio salpicado de baba de las alimañas donde timbean, apostando sus miserias, las cucarachas.

Avancemos haciendo lo que sabemos y debemos hacer. Es más difícil construir que destruir porque el esfuerzo deja exhaustos a los que se empeñan en tareas nobles que valen la pena. Los menesteres viles son fáciles como el oficio de las pizpiretas, o el perder el tiempo cortando tela para la injuria y la calumnia. Por eso expresamos con indignación nuestra firme protesta contra el ataque a profesores de nuestra facultad. A ellos nos unen algunas coincidencias y pese a guardar insalvables distancias tenemos la firme convicción que las discrepancias se procesan con el ejercicio elemental del respeto.

Por lo demás hay que ser muy claros con quienes fomentan estas malas prácticas de esos revejidos predicadores con alma de diablo o de esas abuelitas mañosas con cara de virtud. Son malos y por decisión propia se han privado de esa posibilidad de hacer el bien que perdura en la conciencia de la personas y es el mejor producto de los maestros honestos.

Por eso Dante Alighieri, en La Divina Comedia ubicó a los maledicientes en el último recinto del penúltimo círculo del infierno, cerca de los traidores. No tienen otro atributo que la deslealtad y el odio persecutorio. Viven presos de la fiebre de la envidia, retorciéndose por lo que otros tienen. No perdamos tiempo. Dejémoslos en el andén de sus propias indecisiones con sus alforjas repletas de iniquidad sin la posibilidad de embarcarse en el tren de la historia.

Avancemos, nuestra facultad y nuestros alumnos esperan mucho de nosotros. Ellos viven pendientes de nuestros buenos ejemplos. ¡Los podridos seguirán siendo podridos!. La inmadurez y la procacidad les merendó lo mejor que tenían. Ni un buen purgante de conciencia les hace efecto para curar su empacho. Por ello la vieja medicina recomendaba lavativas diarias de jabón, buena educación, urbanidad y respeto. Lo que les viene oportunamente bien.

Gráfico: Barack Obama, campaña racista lo legitimó como el mejor.

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