sábado, 21 de junio de 2008

ESCOLARES PERPETUOS Y ALFALFA ACADEMICA


Por: Miguel Godos Curay

Sostiene Jean Dubuffet ( 1901-1985) , un pintor y teórico de arte francés, que los profesores son escolares perpetuos, escolares que, una vez terminada la etapa colegial, salen de la escuela por una puerta, con certificaciones en mano, para ingresar por la otra. Como los militares que se reenganchan. Tal es ese afán de escolaridad inconsolable que compulsivamente recurren a cursos, maestrías y doctorados que se ofertan mercantilmente. Esta actitud, sin embargo, importa serios riesgos si se convierte en una extenuada pasividad que no provoca una sincera pasión por la investigación aplicada a la realidad. En efecto, la mayor parte de la producción académica forma pilas incontenibles de papel impreso bueno para nada.

Un cosa es la alfalfa académica y otra la investigación que resuelve problemas en la realidad. La mayor parte de las investigaciones que emprende la universidad peruana, con contadas excepciones, sólo sirve para la satisfacción personal. Son productos despojados de originalidad y creatividad ajenos a la realidad nacional movidos por el hilo del desinterés. La mayor parte de ellos no tienen utilidad práctica tampoco brindan provecho a la ciencia. A contrapelo tenemos una infinidad de problemas que resolver y desafíos que enfrentar.

La universidad, es en buena cuenta, la investigación que realiza en todos los campos de la actividad humana. Junto a la queja por la precariedad de los ingresos no hay la voluntad de mejorarlos. Muchos empresarios ávidos por conocer lo que la universidad sabe hacer en sus laboratorios, en la mejora de los estándares de producción agrícola o en el desarrollo de innovaciones pedagógicas están decepcionados No existe en la academia el futuro como un sueño posible. No hay producción humanística que refleje el esplendor de las mentes que leen y crean. La “mentefactura” puede ser un buen negocio para la universidad.

Una universidad que es un refugio de loros académicos, sin mayores logros es un cascarón de avestruz que no sirve para transformar la realidad. Somos expertos en colocar la carreta delante de los caballos y pretendemos justificar nuestras incoherencias inventando pretextos para cruzarnos de brazos. Como escolares reenganchados seguimos siendo para nuestros alumnos expresión del conformismo químicamente puro. No nos atrevemos a cambiar porque nos da miedo remover nuestros cimientos para construir la catedral de la esperanza en un país moralmente sustentable y productivamente próspero.

Hace poco, expertos en biología molecular, neurobiología, neuroimagen, psiquiatría y comunicación social de la Universidad de Navarra dirigidos por la profesora de bioquímica Natalia López Morralla confirmaron que en el mismo instante de la fecundación, el cerebro de la mujer, inicia un natural proceso de rechazo a ese elemento ajeno a su cuerpo. Sin embargo, un diálogo molecular surgido desde el feto desactiva el cortisol que provoca el stress y aumenta la oxitocina, la hormona de la confianza. También se ha demostrado que células procedentes del feto regeneran y rejuvenecen el cuerpo de la madre. Madres con cardiopatías han reparado su corazón en el instante en que se produjo el primer latido del corazón de su hijo al 21 día.
Esta es una investigación universitaria que compromete a facultades universitarias, aparentemente contrapuestas. Nosotros no hemos aprendido, aún, que la fortaleza de una universidad es la integración de sus conocimientos. Una universidad y sus facultades son como las manos con sus dedos. Y como decía Anexágoras, el hombre es el más inteligentes de los animales por tener manos. Las manos del hombre son su mejor defensa. Por supuesto, a cada uno de los dedos no se les ocurre bailar por su cuenta.
(Grabado Dubuffet)

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