sábado, 28 de enero de 2012

¿HASTA CUANDO EL CIRCO PIURANOS?


Por: Miguel Godos Curay

No es tan cierto que los propietarios de combis sean unos pobres empresarios. Pobres son los conductores y cobradores que no reciben beneficios sociales y nunca son asegurados. Unos se llenan los bolsillos hasta reventar y los otros salen a las calles a protestar. Sacar la chatarra de circulación es una necesidad de Piura en donde el transporte de pasajeros atropella derechos elementales. No hay hasta el momento, usuario que defienda a su combi con ardor. El maltrato está a la orden del día. No se respeta a los adultos mucho menos a los niños y a los estudiantes. Esta semana de paralización nos ha liberado del smog y demuestra a las claras que los bolsillos de los propietarios tienen muchos soles en cartera.

Sin embargo, la debilidad viene por el otro extremo. Si una empresa abandona su servicio, el paso siguiente es la caducidad de su licencia y la convocatoria abierta a nuevas empresas e inversionistas que en mejores condiciones puedan dispensar el servicio. Los abusos contra la ciudad y contra los usuarios tienen que ser sancionados. No podemos permitir que estos berrinches colectivos desnuden la debilidad de nuestras autoridades y las conviertan en el hazmerreír por su ineficiencia. ¿Entonces para qué fueron elegidas?

Piura no puede continuar convertida en víctima del desorden, el caos y la indefensión de los usuarios. Tampoco es el lejano oeste en donde se impone la ley del más fuerte. Las leyes, con razonable criterio, se han hecho para cumplirlas y no podemos permitir que tengan la elasticidad del jebe. Se aplican a unos y eximen a otros. De este modo no se gobierna una ciudad. En Piura nos hemos acostumbrado a una cotidiana informalidad porque nadie tiene el coraje de defender los elementales derechos ciudadanos. Aquí, por ejemplo, cualquier promotor de actividades bailables coloca groseros cartelones donde se le ocurre y nadie absolutamente nadie la embarga la taquilla y lo sanciona. ¿Hasta cuándo?

Igual sucede con las zonas rígidas que nadie respeta, o establecimientos que incumplen las elementales normas de seguridad. Necesitamos que el gobierno local y sus regidores asuman con responsabilidad el cargo para el que fueron elegidos. Todos los piuranos reclaman ediles con la energía cívica suficiente para gobernar la ciudad. No necesitamos regidores lengua de trapo, patética demostración de ineptitud que sólo muestran puntualidad en el cobro de su inmerecida dieta. Piura sigue con sus problemas a cuestas. Sin que nadie se sacuda de esa pasmosa indiferencia y se anime siquiera a cumplir la ley.

Si el Municipio no tiene capacidad moral de defender los intereses de los piuranos. Corresponde a sus instituciones y a su sociedad civil tomar el sartén por el mango y exigir respeto a todos los vecinos. Piura se está hartando de ese exhibicionismo para la foto, de ese raje continuado en el que viven entretenidos nuestros cabildantes. Mientras ellos calientan la silla la paciencia ciudadana se agota. Después no nos vengan a decir que no tienen justificaciones las revocatorias.

En Piura todos recuerdan con gratitud a un alcalde como don Antonio Leigh, cuando los alcaldes y los cuerpos edilicios eran “consejos honorables” y nadie absolutamente recibía un sol por cumplir con su responsabilidad cívica. En aquel entonces recibir dineros de la comuna significaba, según su entender, que “nuestro deber de servir a Piura tiene precio”. ¡Cómo han cambiado los tiempos!. ¿Hasta cuándo el circo piuranos?

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