jueves, 3 de marzo de 2011

COCINANDO GRANDES POTAJES


Por: Miguel Godos Curay

El piurano más que cualquier otro utiliza a la comida para definir los acontecimientos del mundo. Cuando en 1961 los jóvenes piuranos se movilizaron para conquistar la universidad se decía “se está cocinando” una gran iniciativa para Piura y los piuranos. “La verdad de la milanesa” fue que el proyecto presentado por el Senador Luciano Castillo no tuvo el apoyo de la Cámara de Diputados. El proyecto acogido por los senadores se aprobó “papayita”. Los piuranos mostraron que no hay “yuca” que pueda con ellos. Y “le pusieron su ají” al proyecto de tener universidad.
(Foto: Tradicional seco de cabrito piurano.)

La universidad no es una “ensalada” ni un “arroz con mango” ni “mermelada”. La universidad es expresión de amplitud de miras y tolerancia. Es como un “cebiche mixto” de posiciones políticas e intelectuales. Tiene choclito, “cancha” que es distinta de la “concha”, “sarandaja” y “camote”. Los alumnos y ex alumnos tienen “camote” a su Alma Mater. “Encamotado” es también el enamorado. Al que llega empolvado de la práctica de campo se le dice vienes “como camote”. El fornido y fuerte también es “camote”. Desde hace mucho tiempo la UNP no tiene “anticuchos” y es bueno que en este clima de paz, la academia avance. Los proyectos son como “tamales verdes” y están en su punto al primer hervor.

Buenos profesores son los que no convierten sus clases en “pan con pescado” ni “tiran arroz” a sus alumnos. Los alumnos comentan, cuando rinden los exámenes. Si están difíciles dicen “yuca” o “cachemita” cuando fáciles. Pura “mantequilla” son también las evaluaciones sin mayor dificultad. Los profesores de escasa capacidad persuasiva son “maestros ciruela”. Y “darle café” a alguien significa llamada de atención. Si la llamada es severa se dice “café con concho”, si es leve “café pasado”. A algunos profesores se les hace la “boca agua” por integrar directorios y obtener ingresos adicionales. Es el hambre por los cargos apetecibles.

Los “lecheros” aprueban muchas veces sin estudiar. Pero no faltan los “caídos del guabo” o “caídos del palto” que estudian temas que no corresponden al examen. Los alumnos prefieren acudir al comedor porque en la pensiones “se bautiza la sopa”. Las estudiantes agraciadas “son dulces como el mango” y cuando lucen sus encantos están “como se pide chumbeque”. “Bomboncito” es expresión de galantería y belleza. No faltan tampoco los “hueveras” que se olvidan del horario y no son puntuales.

“Mote arrecho” se dice del o de la que muestra más de lo debido. Es el maíz que se abre al segundo hervor. A los profesores enjutos se les llama “carne seca” y a las profesoras mayores, con mucho respeto, se les dice “gallinas viejas”. En el comedor los “colados” y “coladas” son las que no guardan turno y se acomodan en la fila ante el bullicio general. “Carroñeros” son los alumnos que esperan al final para comer lo que queda.

La UNP es como el copús y el pavo horneado piurano. Necesita fuego y brasas ardientes por dentro para obtener sabores divinamente inigualables. Es como el seco de cabrito macerado en chicha de una textura incomparable. Siempre se acompaña con tamales. Sabe a gloria. Es también como el frito y la patasca del domingo que congrega a la familia. Es como el cebiche y la parihuela frente a la desdentada turquesa del mar de Paita. Es como un chavelo de plátano en plenas brasas y carne asada crocante. Es como una sopa de novios en Catacaos y tiene la energía de un caldo pata de toro al filo de la madrugada. Es como caldo de gallina en punto de parida para recuperar fuerzas. Es como café retinto para acompañar las tortillas de Santo Domingo o de Chalaco. Es como la tortilla de raya de Sechura. Sabe a chicha de maní de la Cuyusca y clarito de Catacaos en la Casa de Humo. Es chicha carnuda exultante de gloria y de pasado. Es sabor de la tierra. Es recado delicioso envuelto en un tamalito verde o de maíz amarillo. Como señala Alonso Cueto, “la comida forma un prisma por el que se observa y valora la realidad. Para nosotros, el mundo no se mira o se toca. Se come.” Ese comer es comunión pura que nutre el alma y nos recuerda que estar “papeados” es distinto que estar “pepeados”. Y que bien vale vivir con ilusión y esperanza ese proyecto humano y divino de hacer universidad.

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