sábado, 12 de febrero de 2011

PIURA Y VARGAS LLOSA EN SAN MARCOS




Por: Miguel Godos Curay

Gracias a la pasión de Miguel Maticorena, un académico piurano de 85 años con una deslumbrante lucidez juvenil, esta semana que pasó, se realizó en la Casona de San Marcos, el Homenaje a Mario Vargas Llosa en el marco el XVIII Coloquio de Historia de Lima. Piura se sumó a los académicos capitalinos y estuvo presente en las jornadas con las conferencias; “El habla piurana de Vargas Llosa” del profesor de la UDEP Carlos Arrizabalaga, “Piura y Vargas Llosa” y “El escenario escolar en la narrativa de Vargas Llosa” de Miguel Godos de la UNP, y “Mario Vargas Llosa hoy” del Presidente de la Academia Peruana de la Lengua Marco Martos.

Una de las conferencias testimoniales fue la de Hugo Neira, quien abordó el tema de la influencia de Porras en la generación del 50. Recuerda, que los universitarios de aquel entonces se movían en tres escenarios: El escenario laboral pues tenían que buscarse un trabajo honesto del cual subsistir, el escenario universitario y académico en donde los alumnos se preparaban para el ejercicio crítico y luego el escenario político en el que se afinaba el compromiso con la sociedad. Esto hacía de Lima una ciudad universitaria, hoy no lo es, pese, a la explosiva aparición de universidades por todas partes. Son universidades que para aparecer arrebatan propiedades a otras más antiguas. Son cascarón con nombre y un afán lucrativo para vivir de la academia. Por lo demás no existe vida universitaria en donde los profesores no debaten con los alumnos, y en donde los alumnos no viven con intensidad pasiones intelectuales excelsas. Antes, universitarios se enamoraban de universitarias, leían, discutían, se preparaban para rebatir a un profesor. Leían en los parques y plazas, Hoy deambulan los fines de semana embotados de alcohol y miseria.

Otros como Vargas Llosa integraban la célula Cahuide, donde los discípulos de Isaac Humala discutían como mover la locomotora de la revolución. Leían críticamente, creaban y vivían intensamente su compromiso social de ir a instruir a los obreros. Hoy no. Pocos universitarios leen a profundidad. Hoy las universidades están pobladas de adictos a los resúmenes y los políticos no son más que una tribu de revejidos pendientes del lucro. Son criaturas despasionadas, dispuestas a vender su alma al mejor postor y no vacilan en colocarse la camiseta de cualquier candidato que los sodomiza ideológicamente. Hoy los universitarios no hacen vida universitaria como en los Estados Unidos, Europa, Asia y en el propio Egipto. Los más avezados usan calzoncillos negros porque son seguidores de la onda punk. Tampoco compran libros. A lo más los roban en las bibliotecas para ir a malvenderlos en los mercados. Muchos viven del negocio de organizar fiestas sospechosas en donde se expende al menudeo cerveza y drogas. Universitarios y profesores que piensen y se critiquen a sí mismos para probarse como el oro. No hay. Tampoco conocen a Popper el padre del criticismo.

Advierte Hugo Neira, necesitamos universidades en cada una de las regiones que se ocupen de repensar el Perú y el sentido de su presencia. No universidades dedicadas a expedir títulos como patentes de corso sin en el menor atisbo de propuesta y genialidad. Vargas Llosa fue producto también del magisterio de Porras que reunió a muchos jóvenes a quienes disciplinó intelectualmente y enseño a investigar. Porras, entregado a las tareas del Senado de la República y comprometido con Juan Mejía Baca a escribir una historia del Perú, acabó contratando a jóvenes universitarios para fichar textos y documentar cada época. De modo que los ambientes de su casa del Jirón Colina, acabaron convertidos en salas de investigación en donde cada jovencito fichaba y registraba documentos a cambio de un modesto estipendio. Ahí concurrieron el propio Miguel Maticorena, Hugo Neira y el propio Vargas Llosa. Cuya técnica de documentación empleada en sus novelas es herencia de Porras. Porras, rubio de ojos verdes se aburría como una ostra en el Club Nacional en donde sólo se hablaba de mujeres y fortunas. Prefería la conversación y el debate con los jóvenes. Muchas veces, inquiría a los libreros por el interés bibliográfico de los discípulos a quienes finalmente compraba sus libros favoritos y se los entregaba ya subrayados y leídos.

Carlos Arrizabalaga, señaló que Vargas Llosa emplea piuranismos en Los Jefes (1958), la Casa Verde (1966), ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986), Lituma en los Andes (1993) y La Chunga (1983). Los términos más característicos y estereotipados son: Churre, piajeno, algarrobina, médano, piqueo, seco de chabelo, gua, clarito, algarrobo, chivo, tondero y algún otro. En París escribiendo “La casa verde” MVLL confiesa que “La cabeza se me llenaba de arena, algarrobos y burritos”. En La Casa Verde emplea la palabra “churre” (niño o chiquillo) 46 veces, “algarrobo” 19 veces, “piqueo” 11 veces, “piajeno 10 y algarrobina 6.

Miguel Maticorena, abordó los elogios de Vargas Llosa a sus profesores del San Miguel. El doctor Luis Marroquín, el inteligente director que invitó a enseñar en el San Miguel a distinguidos profesionales de Piura elevando el nivel y calidad de la enseñanza, al doctor Guillermo Gulman,incitador de inquietudes cívicas en los estudiantes, a Néstor Martos Garrido, magnifico profesor de historia y periodista de fuste, Carlos Robles Rázuri, quien estimulaba la vocación literaria de sus alumnos, Jorge Moscol Urbina y el profesor José Estrada Morales. Estrada Morales convenció a Marroquín para la presentación de “La Huida del Inca” en el Teatro Variedades. Vargas Llosa. Escribió en su "Diccionario del amante de América Latina" lo siguiente: “Todos mis profesores del Colegio san Miguel han muerto, menos José Estrada Morales, que está más vivo que nunca y que, según rumores persistentes, es inmortal. Su prodigiosa memoria me resucita detalles y frases de hace medio siglo con un claridad cenital. Nadie alentó tanto como él, en mis años de colegio, mi vocación literaria. Sin su ayuda, jamás hubiera podido presentar en el teatro Variedades – ahora asesinado y mudado en almacén-mi primera obra de teatro, La Huida del Inca, en aquel año, venturoso para mí, de 1952”.

Miguel Godos, refiréndose al escenario escolar en la narrativa de Vargas Llosa, señaló, citando a Luis Alberto Sánchez, que el periplo escolar de Vargas Llosa tuvo influencia en su vida: “Vargas Llosa estudió en Arequipa, Cochabamba (Bolivia), Piura y Lima: una geografía docente de alta tensión.” El propio Mario Vargas Llosa refiriéndose a Piura en el discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa de la UNP (17.12.2002) dijo:“Las relaciones que tienen las personas con las ciudades son tan misteriosas como las que tienen con otras personas, hay ciudades que nos caen simpáticas y hay ciudades que nos caen antipáticas, hay ciudades que pasan en nuestra vida sin dejar casi una huella en la memoria y hay otras en cambio que se graban profundamente y su quedan para siempre allí, ciudades cuyos recuerdos luego se incorporan y pasan a formar parte como ingrediente esencial de nuestras vidas; eso es lo que me ocurrió a mí con Piura, una tierra donde, si hacemos las sumas y las restas, pasé menos de dos años, la primera vez el año 1946 y la segunda el año 1952. Aquí terminé el quinto año de primaria en el Colegio Salesiano y aquí terminé el colegio, el quinto año de media en la Unidad Escolar San Miguel de Piura. Estas dos experiencias no suman más de dieciocho, veinte meses”. En efecto, 18 ó 20 meses de Vargas Llosa en Piura no pueden medirse por el tiempo cronológico. Sino por el tiempo psicológico de las vivencias.

En Piura sucedió un acontecimiento inesperado que marcó para siempre la vida del escritor: “Entramos al hotel de Turistas y, apenas cruzamos el umbral, de una salita que se hallaba a mano izquierda se levantó y vino hacia nosotros un hombre vestido con un terno beige y una corbata verde con motas blancas. << ¿Éste es mi hijo?>>, le oí decir- Se inclinó, me abrazó y me besó. Yo estaba desconcertado y o sabía que hacer. Tenía una sonrisa falsa, congelada en la cara. Mi desconcierto se debía a lo distinto que era este papá de carne y hueso, con canas en las sienes y el cabello tan ralo, del apuesto joven uniformado de marino del retrato que adornaba mi velador. Tenía como el sentimiento de una estafa: este papá no se parecía al que yo creía muerto”.

Piura, está ligada a esta ausencia y presencia, a esta muerte y a esta resurrección del padre ausente. Piura misma, sus tradiciones, su religiosidad juegan con la presencia, la ausencia y la resurrección de Cristo en las festividades tradicionales de la Semana Santa y la cuaresma, Vargas Llosa, lo remarca: “Y como esa experiencia la viví aquí entre piuranos seguramente ha contagiado de alguna manera el entorno, para que ese entorno se grabara, me marcara, y me acompañara desde entonces como no ha ocurrido con ninguna de las otras ciudades o países donde he tenido la suerte o la desgracia de vivir. Como ven, hay muchas razones para que Piura sea central en mi vida, en mi obra, para que esté tan presente en las cosas que escribo”. Piura está presente en Vargas Llosa. Y Vargas Llosa en la gratitud de los piuranos.

Fotos: 1) Miguel Godos, 2)Carlos Arrizabalaga (UDEP), Crisanto Pérez(UDEP) y Miguel Godos(UNP), 3) Miguel Maticorena, Miguel Godos, Representante del Embajador de España y Hugo Neira Samanez en la UNMSM.

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