domingo, 20 de febrero de 2011

EL ASILO UNIVERSITARIO DE BELAUNDE


Por: Miguel Godos Curay

Fernando Belaunde Terry fue a lo largo de su vida universitario a carta cabal. En 1930, en medio de la depresión económica mundial ingresó a la Universidad de Miami. Cumplido el tercer año de Arquitectura, pasó a la Universidad de Texas, en Austin donde se graduó en 1935. Belaunde definió su visión política asumiendo el Perú como doctrina.”Pocas naciones en el mundo tienen el raro privilegio de contener en su propio suelo la fuente de inspiración de una doctrina. El Perú es una de ellas; sin embargo, se ha anatematizado a los que no salimos en busca de filosofía extranjeras, en el vano intento de importar ideas a un medio que hace siglos se distinguió en producirlas”.

En 1968, tras el golpe de estado de Velasco aterrizó en el aeropuerto Kennedy, en Nueva York. A horas de llegado lo convocó la Universidad de Harvard en donde permaneció dos años como profesor Visitante de la Escuela de Diseño para Graduados. En esta prestigiada facultad compartió conocimientos con el catalán José Luis Sert. Famoso por sus dibujos con las dos manos duplicando su energía y aporte a la profesión. Compartió cátedra con el urbanista Reginald Isaacs. Harvard, dice Belaunde, “Es la antesala del universo académico”. De aquí partió para dar conferencias en el campus rebosante de Cornell, en Ithaca. Permaneció una semana en la Universidad de Duke. El Hamilton College le otorgó un Doctorado honorario. En Darmouth sintió una entrañable emoción frente a los intensos murales de José Clemente Orozco que decoran el sótano de la biblioteca. América del sur es maravillosamente extraordinaria.

Belaunde disfrutó del calor y la hospitalidad de Cambridge y de su extraordinario campus “donde se vive y se respira un clima extraordinario de estudio”. Cambridge surgió en 1936. Por las tardes, acudía a la biblioteca Widner, en donde tuvo el privilegio de tener y leer durante horas irrepetibles ediciones originales de los grandes autores peruanos. Ahí sintió la nostalgia de la patria lejana. Advierte Belaunde, con orgullo, que San Marcos le antecedió en 1551. Muchas de las universidades en los Estados Unidos, tienen origen filantrópico. John Harvard, hizo el legado inicial, la semilla floreciente que dio origen a la famosa universidad. Harvard murió en lo mejor de su vida en 1638. Como señala David Mc. Cord: “Harvard ha dado grandes hombres y grandes ideas y grandes ciudadanos y grandes maestros a la nación; ha visto pasar doce guerras. Ha dado seis presidentes a nuestro país y se ha mantenido como una roca firme en nuestro medio…”

En 1969 se casó con Violeta Corea. En 1970 enseña en la América University de Washington. En diciembre de 1970 falleció su madre, tras un transbordo en Lufthansa se dirigió a Lima. En aquel doloroso momento decidió acompañar a su padre en la Nochebuena. Finalmente celebró la navidad en la sede de la Policía de Investigaciones de Pueblo Libre. Horas después fue embarcado en un avión de Lan Chile rumbo al norte. Según recuerda nostálgico “sin el aliento de las cartas maternas regresé a las aulas”.

Nuevas invitaciones a enseñar en universidades le tocaron la puerta. Esta vez fue el prestigiado centro Académico de Georgtown, a Maryland y al centro de Estudios Metropolitanos en Johns Hopkins. En Pennsylvania pudo reunirse y tener un grato encuentro con Lewis Mumford el autor del libro “La Cultura de las Ciudades”. En Georgia se encontró con el ex secretario de Estado Dean Rusk, luego a Columbia University donde asumió la Cátedra Tinker. Belaunde, observador acucioso, recorría las calles del barrio de Harlem para apreciar el hacinamiento que viven los países ricos y desarrollados.

El clima de libertad académica le permitió abordar variados aspectos como la revolución tecnológica y grandes logros como el Canal de Panamá y el laboratorio espacial. Recordó que en 1987 conversó en Lima con Neil Armstrong, y aunque aún no había pisado la luna estaba muy familiarizado con el espacio. Con visión extraordinaria Belaunde vislumbró que estos cambios y progresos que ahora ocurren desencadenarán inevitables transformaciones. Belaunde, recordaba que Gagarín, exclamó desde las alturas: “¡El mundo es azul…! No rojo. Años después se desplomó el muro de Berlín y la China de Mao se convirtió en una potencia capitalista mundial. Un estornudo en China hace tambalear la economía mundial. De cada diez objetos que adquiere cualquier consumidor, el teclado de un computador, una camisa de marca, zapatillas, cosméticos, bermudas coloridas, autos y herramientas agrícolas. Por los menos nueve proceden de China.

Recordaba el profesor Belaunde que antes la tierra se medía horizontalmente, hoy con la exploración vertical y los satélites hemos penetrado en los secretos del mundo. Con un GPS (Sistema de posicionamiento global) no sólo puedes ubicar con precisión un vehículo robado sino que los misiles inteligentes ingresan por la ventana a un escondite secreto en Irak. Estos grandes cambios se debatían, se discutían y se investigaban en la universidad. Investigar es una tarea de profesores y alumnos más allá de encuestas falseadas con facilidad por alumnos incompetentes y que más tarde los profesores utilizan en sus tesis doctorales con una ligereza inimaginable. Belaunde distinguía entre la alfalfa académica para cumplir horarios y la investigación que permite obtener resultados. Lejos de las falacias estadísticas y la retórica. Así entendió que hay que derribar los muros de las aulas para conocer la realidad. En sus recorridos por Harlem conversó con la gente, preguntó: ¿cómo resolvían sus necesidades?, ¿cómo se desplazaban? descubriendo respuestas ingeniosas e ideas que posteriormente aplicó a sus programas masivos de vivienda popular. Un universitario que no lee ni investiga, que no debate, ni hace vida universitaria. Es un malabarista y un contorsionista de ideas, pero no universitario. Explicaba con agudeza y penetración.

En 1971, hizo un paréntesis europeo y concurrió a la Bienal de Rimini (Italia) para recibir distinciones junto con planificador Kenzo Tange y el revolucionario del diseño estructural Konrad Wachsmann. En aquella ocasión fue premiado con la Medalla de oro por el proyecto de la Carretera Marginal de la Selva. Presa de emoción en aquella oportunidad Giulio Carlo Argan, el eminente historiador de la Universidad de Roma y más tarde alcalde de la Ciudad Eterna dijo: “Como la vialidad romana, los caminos de la Sal o de la Seda, como la vialidad de los Incas, su proyecto, es camino civilizador”.

También estuvo en la Universidad de Illinois, recorrió Champaigne y Chicago. Posteriormente fue a la Universidad de San Luis y la de Colorado en cuya Escuela de Minas se formaron los mejores geólogos y metalurgistas del Perú. Una inesperada anécdota le ocurrió en Brigham Young. Donde pidió una botella de Coca Cola y a cambio le ofrecieron una limonada por ser esta bebida contraria a las convicciones del Campus Mormón. Posteriormente recorrió las universidades de la costa del Pacífico, permaneció en Palo Alto, en la Universidad de Stanford. Se impresionó en las Universidades de Oregon, Lewis y Clark en Portland. Recaló también por el Polytechnic Institute de California.

El tema favorito de sus clases, confiesa, era la planificación urbana y regional en Latinoamérica. Siempre empezaba con la tradición planificadora de los Incas. La admirable geometría de Machu Picchu. Diciendo: “Allí no hay fantasía, ni exageración de cronistas: la piedra lo dice todo, en tres dimensiones. Extiende a los pueblos andinos el inamovible reconocimiento de su talento”. En cierta ocasión escuchando a su amigo E.F. Schumacher hablando de su libro “Los pequeño es hermoso” para la aplicación de la “tecnología apropiada”. Lo escuchó interrogando a sus detractores diciendo. ¿Son ustedes acaso partidarios de la tecnología….inapropiada”. Belaunde fue un maestro de ética formidable. Aún recuerdo aquella pedrada que recibió en la Plaza de Armas del Cuzco. Y en donde sin arredrarse se dirigió al público con estas palabras: “Que son una gotas de sangre derramadas en la plaza donde se inmoló Túpac Amaru”. Hablaba fluida y elegantemente el inglés. Pero no perdió su acento castellano. ¿Qué diferencia con estos candidatos que parecieran embutidos de chiclets Adams y poco respeto por el Perú?

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