sábado, 8 de octubre de 2011

CONGARA, LA VIOLENCIA Y EL VIENTO


Por: Miguel Godos Curay

Refiere Pedro Escribano que una tarde de los ochenta, Miguel Gutiérrez (1940) fue detenido. Un ingenuo comisario entonces le preguntó: ¿Cuál es su máxima aspiración?. Gutiérrez respondió con fresca sinceridad:"Escribir una novela". Los policías se quedaron mirándolo. No sabían si el detenido era demasiado listo o les había visto la cara de tontos. Miguel Gutiérrez Correa es el mayor narrador contemporáneo del Perú y es piurano.

Su novela La Violencia del Tiempo (1991) es comparada por los críticos con Cien Años de Soledad de García Márquez. Macondo y Congará. Los escenarios, tienen sus hechizos. Congará a consecuencia de un pacto demoniaco de venganza de Santos Villar se convierte en un pueblo fantasma, sepultado por los arenales del desierto. La brujería en Piura no es un hecho casual. Es el desahogo social de los descontentos contra la opresión de los poderosos y los abusivos. Ahí donde la justicia no funciona, o no surte efecto la ciencia de los blancos o el desprecio racial se exacerba. La brujería es una venganza placentera.

Las más de mil páginas de la apretada prosa de La Violencia del Tiempo muestran la paradigmática historia del alfajor social que es Piura. El linaje tortuoso de Martín Villar, el pintor francés Boulanger de Chorié, el cronista tallán Juan Evangelista Chanduví, el doctor González y el revolucionario Bauman de Metz que evoca las revolucionarias jornadas de la Comuna París. Los episodios recrean una Piura aún desconocida y explican mejor el terremoto social que se está viviendo. Un sinuoso recorrido por nuestra subjetividad y los coloridos mestizajes de Piura.

El dramátismo de lo que nos acontece tiene esos meandros de violencia cotidiana que han ido metamorfoseando la ciudad en donde ya no queda en pie nada del pasado. Mientras los modernos se sumergen en las discotecas. Miles de peregrinos y devotos marchan presurosos a Ayabaca. Los últimos reductos de piuranidad, son como esos contados chicheríos de banderitas blancas en donde entre el humo del fogón desfilan las jarritas de barro y los piqueos. El Viejo Saurio se Retira (1969), Hombres de Caminos (1988). Son también relatos que tienen como común denominador inspiración piurana. El ambiente colegial adolescente en el Salesiano y la historia de los bandoleros que poblaban de misterio los despoblados del desierto.

Miguel Gutiérrez, es dueño de una conversación amena, con él coincidimos, hace algunos años, en una irrepetible encuentro, en Lima, con Anne Marie Hocquenghem y Manuel Dammert Ego Aguirre. Ese día se probó cebiche y mariscos del litoral piurano. Se habló de la tierra, de sus personajes y de sus notables cambios. Muchos no lo han leído. Otros lo ignoran. No han faltado los prejuiciados de su propia desnudez. Son más los lectores fuera. No es extraño en esta ínsula en donde el precepto dice que nadie es profeta en su tierra. Y en donde los buenos escritores prefieren el silencio a la nube de aplausos con la que a veces se suele coronar una efímera aureola literaria. El piurano Gutiérrez es un extraordinario narrador de vocación universal.
(Foto: Miguel Gutiérrez, Casa de la Literatura Peruana)

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