lunes, 24 de octubre de 2011

LA BASURA BAJO LA ALFOMBRA


Por: Miguel Godos Curay

Somos de los que piensan que cuando diariamente se exhiben las miserias colectivas en las páginas de los diarios lo único que se consigue es embotar la cotidianeidad de pesimismo. No se trata de ocultar la basura bajo de la alfombra. Sino de tratar los acontecimientos indeseables en su justa dimensión. Sin exaltarlos perversamente y morbosamente hasta provocar la sensación de una Piura sin ley, sin orden y sin respeto elemental por la vida.

A este paso los que escriben pierden su sensibilidad para descubrir lo bueno que alguien realiza. Y los pocos que hacen las cosas bien se contagian de desanimo y esa equívoca sensación que todo es opaco. Una desilusión contagiosa que convierte nuestro entorno en escenario del desconcierto en donde sólo es posible el fracaso. En donde prima la mala acción sobre los en apariencia invisibles esfuerzos de mejora y de progreso.

En esta perspectiva los comunicadores se empecinan en buscar vigas en los ojos ajenos. Se convierten en cazadores furtivos de desaciertos que pregonan a los cuatro vientos. Que todo en Piura resulte desabridamente grotesco y negativo no nos extraña. Lo que nos desconcierta es el saber que esta receta “sensacional” continua fomentando esa actitud de indiferencia moral cuando nos contemplamos a sí mismos.

Por eso nos resulta oportuna la convocatoria de la Marina de Guerra del Perú y un grupo de instituciones de la sociedad civil al concurso de valores humanos “Somos Grau seámoslo siempre” que busca el rescate de esos esfuerzos silenciosos que vale la pena premiar por que son demostraciones de confianza en un Perú mejor. Piura que ha legado a la patria un Grau de una personalidad extraordinaria y valores indelebles no puede ser un nido de víboras que se muerden la cola. O un rincón ingobernable del lejano norte en donde se estrellan todas las energías humanas por hacer bien y mejor las cosas.

Los comunicadores tienen que aprender a distinguir la paja del trigo y sacarse de los ojos esas legañas que impiden que miremos una región con futuro por encima de esa lectura miserable de la realidad. Hemos recorrido los pasillos de los hospitales, universidades, escuelas, iglesia, el mercado y la Plaza de Armas, ahí en donde se entrecruzan los esfuerzos anónimos de muchos hombres y mujeres por servir y por mejorar y hemos descubierto que frente a ese afán cicatero de los vivos hay una premura de los honestos. Ahí en donde bailan la cumbia los ociosos, hay cientos y miles de piuranos que barren escoban en mano su ciudad.

Mientras algunos plantan sus algarrobos y tamarindos, hay otros que afean la ciudad. Es una lucha irreconciliable entre los malos y los buenos. No se trata de maniqueísmo. Es una batalla inacabable de las buenas costumbres y la decencia contra las malas prácticas de otros que creen que su ciudad es un botín que festinar. Son los buenos de la película que sin aspavientos creen en una Piura digna para vivir. Mientras muchos alumnos copian impunemente otros estudian hincando codos para ser mejores. Unos llevan en su interior el corrosivo veneno del chisme, la injuria y el abuso. Otros se esfuerzan pese a sus limitaciones por construir un mundo mejor para vivir. Unos creen en una Piura con futuro. Los otros no se han dado cuenta siquiera que no tienen mañana.
Foto: Miguel Grau, Diputado por Paita

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