lunes, 3 de octubre de 2011

HISTORIAS DE NOTARIOS


Por: Miguel Godos Curay

Uno de los más hermosos poemas de Marco Martos inmortaliza al notario don Telésforo León Vilela. El poema se llama “Telésforo León bajo la luz de una vela”. El mismo refiere una partida de ajedrez en el balneario de Yacila. Uno de sus versos dice: “En lo más alto del acantilado, / en medio de la noche tan serena,/ bajo la luz de una vela jugué/ ajedrez con Telésforo León, en Yacila”. Otro de los versos dice: “…y todavía siento, en la habitación de al lado, / el respirar del mar como un murmullo/ que me ilumina/ toda la vida”. Perennidad de la palabra.

Antecedentes de los notarios fueron los escribanos que alcanzaron gran notoriedad en el virreinato. Los escribanos eran nombrados por real cédula expendida por el Rey y su oficio no podía ejercitarse sin la autorización previa del cabildo y el correspondiente examen ante la audiencia. Era tal su importancia que los virreyes, oidores y gobernadores estaban prohibidos de designar escribanos. Había escribanos de cabildo, gobernación cámara y de registro y minas. Estos últimos residían en los asientos mineros y tenían como obligación el controlar la producción de los minerales y cobrar el quinto real aplicado a la producción de oro y plata.

Los escribanos de registro anotaban la llegada, la estadía y la partida de embarcaciones mercantes. El cargo de de escribano mayor de minas fue creado por Carlos V mediante cédula del 4 de mayo de 1534. A ellos debían dar cuenta los oficiales reales de las haciendas, rentas y casa ganadas. El más antiguo y renombrado escribano de Lima fue Gerónimo de Aliaga, quien ostentaba el título de “escribano vitalicio”. En ejercicio de sus funciones fue el encargado de de registrar los acontecimientos judiciales del tercer viaje de la expedición de Francisco Pizarro. Al crearse la Real Audiencia de Lima se le nombró secretario mayor de la Real Hacienda del Perú.

El escribano fue precursor de los actuales notarios. Dice la sentencia castellana:“Usar la mano hace al escribano”- Eso fue lo que sucedió con Francisco de Jerez, quien vino al Perú en 1514 con la armada de Pedrarias. Fue el secretario oficial de la conquista y escribió la crónica titulada: “Verdades en relación a la conquista del Perú”, herido en Cajamarca e imposibilitado de continuar con su oficio fue reemplazado por Pedro Sancho de la Hoz quien por desavenencias con Pizarro renunció a su cargo en 1535 y se retiró a Sevilla en donde vivió con holgura y riqueza. En 1539 retornó al Perú y se alistó en la expedición de Pedro Valdivia a Chile. En 1540 fue ajusticiado al señalársele como autor de una conspiración contra Valdivia.

Los escribanos son la fuente principal de los Archivos Notariales, formados por los libros de registros de escrituras o protocolos de los escribanos y notarios. Estos documentos preservan siglos de historia y son fuente para el estudio de la propiedad inmueble y la vida urbana y comercial en el Perú. Hoy se recuerdan 479 años de ejercicio notarial en el Perú. Como bien decía Rousseau, la palabra escrita, no enmudece porque es propia de los pueblos cultivados. Y segura garantía de verdad y de confianza añado yo.
(Foto: Marco Martos)

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