sábado, 26 de enero de 2008

NUESTRA ANOMIA


Por: Miguel Godos Curay

Una de las acepciones de la palabra anomia es la de “colapso de la gobernabilidad”. Anomia es ese gustito placentero por vivir sin leyes. Esa indiferencia que tolera el convivir con la inmoralidad y en la total amoralidad. Anomia es el conformismo inactivo y perezoso. Ese retraimiento personal que se consuela con las quejas pero no actúa por que tampoco tiene interés en actuar. Entonces hacemos de la ilegalidad y la informalidad formas de vida. Cuando somos incapaces del control social todo esta perimitido.

Anomia y responsabilidad penal por delito contra la vida, el cuerpo y la salud, encontramos en las obras inconclusas de El Chilcal en donde a nadie le importa que familias enteras envejecidas reclamando convivan entre aguas negras y el hedor insoportable de aguas inmundas en las puertas de sus casas. ¿A quién le duelen las consecuencias de ese atropello a la vida humana?. ¿ Quién controla a la empresa constructora?. ¿Quién sanciona la criminal demora?. ¿Por qué la indiferencia de los gobernantes ahí en donde debería estar presente la autoridad. ¿ Dónde está el Colegio de Ingenieros?. ¿Dónde la comisión de obras públicas de la comuna?.¿Quién sanciona a los responsables?

Hay anomia en la tolerancia a la corrupción descarada. En esa actitud frecuente de crear una dificultad para vender una facilidad. Hay anomia en la indiferencia frente a un “mercado central” convertido en un gigantesco muladar en donde se expenden los productos alimentarios sin mínimas condiciones de higiene. ¿Quién es el responsable del principal centro de abastos? ¿A quién beneficia el negociado de puestos y el desorden?. ¿A quién engorda el descontrol?

Todo no queda aquí: ¿Quién es el responsable de la contaminación del Río Piura?. ¿Quién responde por esos argumentos engaña tontos cuando de nuestros proyectos de desarrollo se trata?. ¿ De qué nos sirve asegurar el agua para el Proyecto Alto Piura en un papel que es letra muerta?. En la realidad Lambayeque nos adelantó hace mucho tiempo y disfrutará a su antojo de nuestras aguas. ¿Qué hacen nuestros congresistas? ¿Qué proyectos de beneficio regional han logrado para Piura? Después de las mociones de saludo y las ofrendas florales sus logros son nada. Eso es también anomia.

La anomia alimenta la indiferencia ciudadana que mantiene una ciudad mugrosa e infecta. Cada niño, joven, adulto, anciano o empresa que arrojan un desperdicio a la ciudad son también víctimas de ese mal que se ha apoderado de nuestras vidas y de nuestras conciencias y que no nos permite vivir dignos y limpios. La anomia es un cáncer institucional que favorece la corrupción y enriquece a empresarios y funcionarios sin escrúpulos. La anomia vive con uniforme o sin el es equitativa pues afecta en a hombres y mujeres. Puede enquistarse como una solitaria en el vientre de instituciones como la Dirección Regional de Educación mordiendo dineros ajenos o convertirse en una garrapata gorda en cualquier comité de licitaciones sin que nadie diga nada.

Existe también la anomia universitaria togada y académica aquella que se congratula con el no hacer nada. Aquella que calla el acoso sexual a las alumnas. Aquella que pone precio a la ineptitud para aprobar un curso. Aquella que se disfraza de suficiencia sin leer y sin investigar lo que se enseña. Aquella que copia sin parar para dorar la píldora. Aquella que funge de señorita estrecha después de kilómetros de inmoralidad. Aquella que calla en todos los idiomas y es grosera porque no entiende en su sentido inmenso lo que es cortesía. Aquella que predica pero no practica la verdad.

Hay una anomia piurana, en apariencia ingenua y jaranera, de los que calientan la silla en las improductivas asambleas municipales y consejos regionales sin logro alguno. De esa anomia somos responsables nosotros los que elegimos pero con una total incapacidad de enmendar rumbos y movilizar la certidumbre de las vacancias. Hay una anomia que cuenta chistes en la Avenida Grau acojudada por el calor y otra que se solaza en las redacciones de los diarios y en los noticieros de las radios anunciando un futuro que no llega.

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