sábado, 3 de enero de 2009

LAS MEJILLAS DEL DIABLO


Por: Miguel Godos Curay

Hay un dicho francés que dice que “las mejillas del diablo son las nalgas de Dios”. No se si las mejillas de quienes nos gobiernan polveadas o no tienen ese mismo rubor de buena intención en la cáscara y nada en el corazón. Vivimos mal pero lo disfrutamos, pues somos indiferentes. Nuestro mal es el olvido del bien al que renunciamos. Nos hace falta ese estremecimiento humano para llamar a las cosas por su nombre sin eufemismos. Para que no nos sigan paseando en caballito. Y con nuestra proverbial amnesia sigamos repitiendo como premio consuelo “este año será mejor que el que se fue”. No hay año mejor si nosotros seguimos siendo los mismos. Y los actores públicos se refocilan en nuestra mansedumbre e incapacidad de demandar un mejor trato a Piura, a la región, la provincia, la ciudad y a nuestras familias.

Somos como ese pueblo de García Márquez cubierto de basura espesa y humor insoportable al que le han vendido un espejismo de futuro con inmensos edificios de vidrio y asombro en donde hay que sostener con algo la ilusión de los que ahí viven. ¿Y la realidad?. La realidad es otra cosa. Es hablar sin pelos en la lengua y sin andar buscándole cinco pies al gato. Mayor es la responsabilidad de quienes gobiernan cuando mayor es la necesidad de los gobernados. Los gobernados piden a gritos seguridad ciudadana, servicios públicos de calidad y respeto a la persona humana.

Cuando el sistema político está desconectado de las formas emergentes de participación ciudadana las soluciones a los problemas no aparecen. Prima el interés personal sobre el interés público y la gestión se torna opaca y reacia a la transparencia. Cuando no se reconocen las potencialidades de la sociedad civil la cúpula de poder se convierte en una fuerza de atraso que coloca obstáculos y busca colocar filtros de opinión para mantener los viejos procedimientos de la corrupción que no queremos ver.

Donde el nepotismo político, familiar y el en apariencia afectuoso se instalan la confianza pública se pierde. Cuando la ineptitud desplaza a la capacidad es imposible el cumplimiento de objetivos y metas. La mala gestión pública es una consecuencia inevitable de estas malas prácticas enquistadas que pervierten la vida institucional y convierten a la mentira en un arma temible y eficaz.

Seguimos pensando que el desarrollo de Piura tiene dos cimientos frágiles: la educación y la salud. Con una miopía inexcusable hemos separado la educación inicial de la primaria, la secundaria, la técnica y la universitaria. La pública de la privada. Seguimos sosteniendo programas educativos que son más de lo mismo. No hay innovación ni se nos han ocurrido cambios que permitan que los piuranos pierdan ese pánico emocional por las matemáticas y las ciencias. Tampoco sabemos comunicarnos mejor prueba de ello es la inexistencia de un diálogo social entre padres e hijos, entre maestros y alumnos, entre gobernantes y gobernados. Dialogo tolerante entre los de arriba y los de abajo. Nuestra identidad todavía sigue siendo un territorio confuso reforzado por mitos tan viejos como el desprecio a lo propio y un inocultable deleite en lo ajeno.

Sumemos a ello nuestras incompetencias. No nos parece acaso una estupenda tontería el organizar todos los años una media maratón en donde nuestros medios atletas exánimes demuestran con clamorosa desnudez su incapacidad. Mientras que atletas de otros lugares últimamente huancaínos saben que en Piura tienen la gratificación asegurada porque no hay piuranos que les puedan demostrar en terreno propio que saben y pueden competir. Que conste que se trata de una aspiración incompleta. Si se corriera una competencia cómo debe ser aún estaríamos buscando los candidatos capaces.¿Hasta cuando?. ¿Qué hacen los profesores de educación física, los clubes deportivos? ¿Qué hacemos nosotros para aprender a competir?

Nuestra salud está enferma. Por cada 10 mil habitantes tenemos 6.3 médicos, 2.00 enfermeras y 0.3 obstetras. El 54% de la población de Piura vive en la pobreza. El 13.1% en pobreza extrema. Sólo el 62.4% accede a la red pública de alcantarillado y sólo el 67.8% dispone de energía eléctrica, el 57.5% de los hogares tiene piso de tierra en sus hogares, el 43.6% de los hogares cocina con leña. Pese a que Piura se ubica en puestos intermedios en los indicadores de pobreza nacionales estos nos dejan de ser preocupantes: Tenemos el puesto 15 en la tasa de desnutrición crónica infantil 24.1%; puesto 13 en desnutrición crónica en escolares 24.3%; puesto 10 en analfabetismo 10,5%; puesto 10 en rendimiento “suficiente” 2.6% en matemática en alumnos del quinto de secundaria. ¿Les parece poco?
(Foto: Diablo de Oruro)

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