lunes, 12 de enero de 2009

¡CON LA VIOLENCIA NO PROGRESAMOS!


Por: Miguel Godos Curay
Con un muerto diario en las calles y con la salvaje destrucción de la propiedad privada para expresar el personal desacuerdo no le hacemos ningún favor a la inversión en Piura. Incendiando bienes ajenos y lanzando piedras lo único que conseguimos es esa cautela esquiva que provoca la estampida de quienes quieren invertir Piura. En un clima de hostilidad creciente pero al mismo tiempo de indiferencia de autoridades lo único que se consigue, en tiempos de crisis como los de ahora, es poner a buen recaudo los capitales que buscan un mejor lugar en donde la semilla de la inversión de frutos y procure beneficios para todos. Así con esa actitud de bestias pardas espantamos el capital que crea fuentes de trabajo, dinamiza la economía y permite que vivamos mejor y dignamente.

Últimamente agitadores de todo pelaje, gremios que han institucionalizado el garrote y el chantaje deambulan por las calles viendo en donde se construye e invierte para con procedimientos abusivos y brutales destruir y chantajear con presiones al margen de la ley. Frente a estas conductas contra la inversión hay que actuar y no quedarnos cruzados de brazos. No podemos permitir que se frustren por esta partida de miserables nuestras posibilidades de desarrollo. Preocupante es también la lenidad del Ministerio Público y la propia administración de justicia porque la ley que debe proteger la inversión, el bien público, el progreso y el desarrollo se convierte en letra muerta pisoteada por esa horda criminal que se regocija con el hambre de los niños, la pobreza y ese prédica ignorante que justifica el meretricio en las calles. Al progreso ellos oponen el atraso y la indigencia. ¡No hay razón para ello!.

La violencia criminal, el pandillaje sindical, la exacerbación de la confrontación ideológica y esa práctica extendida de resolver diferencias con palo, látigo y odio no nos hacen bien en ningún extremo. Son como una reedición de esos momentos crudamente dolorosos que nos dejó el terrorismo al que no tenemos que retornar de ninguna manera. Piura que se precia de tener una población universitaria de 24 mil estudiantes y de medio millón de escolares que aspiran un futuro no puede permitir que a la vuelta de esquina las bestias impongan la ley de la jungla, el desorden y el caos.

No permitamos que la violencia se apodere de Piura y aniquile sus ilusiones. No permitamos que el atontado pasmo de nuestras autoridades permita que la ingobernabilidad y la indiferencia se apoderen de nosotros. Piura, sus hombres y sus mujeres, tienen derecho a vivir en paz, en un clima que permita la generación de empleo y el crecimiento de las inversiones. Es muy probable que si no mostramos aplomo y firmeza frente a este clima de violencia el conflicto nos arrastrará todos los días y nos convertirá en testigos de una fuga y resbalosa de los capitales que tanto necesitamos quedándonos con los crespos hechos viendo pasar el tren del progreso y la historia. ¿Eso es lo qué queremos?

Cada una de nuestras provincias ha sufrido el impacto de esta amenaza. Sullana, el mismo Piura que cuenta diariamente las inocentes víctimas de la vesania criminal. El mismo trance Huancabamba y Ayabaca. Y es de advertir que aprovechando el clima de tolerancia y respeto de los comuneros sechuranos recalen por esas tierras piedras en mano para traerse a bajo lo que la inversión esta hace con mucho esfuerzo como si se tratara de una piñata a la que hay que pegarle duro para alegría de los enemigos del progreso.

Ya es hora de permitir que la inversión permita valor agregado para nuestros recursos, pleno empleo y salarios. Posibilidades de futuro para nuestros jóvenes. Todo ello tiene un precio. El precio de la responsabilidad social que importa defender lo que por justicia y por derecho nos corresponde. Corresponde a nuestras autoridades y a cada uno de nosotros defender el futuro de Piura y de nuestros hijos. ¡No, mil veces no a la violencia!

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