martes, 4 de noviembre de 2008

¡PIURANOS BASTA DE VIOLENCIA!


Por: Miguel Godos Curay
No hemos parado de contar el número de homicidios en Piura. Para consolarnos decimos que la violencia es irracional. Sin embargo, podemos afirmar que no carece de razones, sabe encontrarlas cuando tiene ganas de desencadenarse. Unos nos dirán que es consecuencia de la ruptura de la unidad familiar. Otras causas podrían ser la frustración, la anomia, la corrupción y la pérdida de credibilidad en nuestras instituciones. Pero estas razones son insuficientes para explicar que la disposición violenta está presente en los inapropiados procedimientos de represión.

No se trata que una vez interrumpido el estímulo violento deje de actuar. Está presente en el trato agresivo de los propios habitantes de la ciudad. La mugre urbana es producto de esa violencia venial. La descortesía y el mal gusto la comparten. La violencia capital está en el desprecio por la vida. En la trasgresión a las normas de tránsito de los conductores. En la falta de respeto a los niños y a los ancianos. En la ofensa al ornato. En ese afán de ensuciar los pocos espacios limpios que tenemos. La publicidad escandalosa de los bailes se concentra en los locales escolares. En cualquier lugar civilizado una multa ejemplar o el embargo de la taquilla colocarían en la raya a estos sinvergüenzas. En Piura no. Pareciera que las autoridades son engranaje del negocio.

El problema es la incapacidad de respuesta de nuestras autoridades. La violencia insatisfecha se pasea por las calles buscando víctimas a quien arrebatarles su cartera o nos apunta por la espalda o directo al corazón sin que nos demos cuenta. Nosotros los ciudadanos comunes y corrientes no estamos libres de esta amenaza. Somos inexplicablemente vulnerables porque tampoco nos unimos para demostrar a viva voz que Piura no es una ciudad sin ley. Estamos como una pecera en la que el pez que tras no poderse enfrentar a sus adversarios habituales arremete contra su propia familia y la destruye.

Es mismo nos pasa por la lenidad con la que se enfrenta al delito. No hay razón para que nuestras instituciones sigan sumidas en la indiferencia. El gobierno local, el Ministerio Público y la administración de justicia tienen que actuar. De su firme actitud depende la respuesta de la sociedad civil. Juntos todo somos unidos todo lo podemos. Lo que no podemos hacer es cruzarnos de brazos en Piura, en Sullana , en Paita y en Talara donde la delincuencia nos excede.

No nos digan que el Municipio no puede hacer nada si es el responsable directo de la proliferación de cantinas, locales nocturnos y actividades que fomentan directamente o indirectamente el consumo desenfrenado de alcohol y los vicios. No nos digan que no pueden preservar el sueño y la tranquilidad de los ciudadanos. Ya es hora que la Policía y el Ministerio Público no sólo se dediquen al ritual macabro de levantamiento de cadáveres. Esa no es su función. Sino a preservar la paz social.

Ya es hora piuranos de romper ese pacto infame de callar a media voz. Ya es hora de decir no al delito enquistado en nuestra sociedad. El delito como una ola de crimen alevoso se ha ido desplazando desde el mercado, por la avenida Sánchez Cerro al corazón de la ciudad. Los sicarios nos han pegado un certero disparo al corazón. Y no podemos continuar en las medidas tintas. Ni deplorando que nos arrancaron otra inocente vida con dolor.

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