sábado, 25 de octubre de 2008

NOSOTROS Y LOS CHILENOS


Por: Miguel Godos Curay

Hace poco un amigo empresario me contó un anecdótico encuentro entre empresarios peruanos y chilenos. Piscos van, piscos vienen. Eufórico y entusiasta un chileno dijo: “Chile es un país de m… pero que tiene conductores políticos y empresarios de oro, en cambio, el Perú es un país de oro en donde sus conductores políticos y empresarios son una m…”. Un chileno ha aprendido en la escuela que el patriotismo es limpieza, orden y respeto. Lo que no significa que no existan chilenos que deformen con su indigna conducta cívica la imagen de su país.Bribones existen en todas partes.

El otro día concurrí a un curso de pesca con palangres de tiburón pez espada dado por pescadores chilenos a sus pares sechuranos. El sistema, que no es novedoso en el sur, utiliza linternas y artes de pesca que permiten que dos hombres manejen de modo eficiente la embarcación y los aparejos. En Sechura, una embarcación de madera, “una vikinga” es un modelo de lo que en pesca no se debe hacer. Los hombres trabajan en condiciones inhumanas y sin traje adecuado realizan su labor. Muchas veces, la bodega declarada no corresponde a la realidad. No se utilizan instrumentos ni se respetan las indicaciones de la autoridad. Por cierto, unos obtienen beneficios los otros soportan el sobrecosto de la mala práctica y la escasez del recurso.

Cuando los sechuranos en conversación pidieron opinión sobre las pesquerías locales. Sucedió lo que les cuento. El instructor chileno dijo que había recorrido el mercado central de Piura en donde pudo constatar que aquí el pescado, que es el superalimento del futuro, se vende sobre baldosas sucias y se lava en aguas inmundas. Y para remate es envuelto en hojas amarillentas de diario y los compradores lo colocan al fondo del canasto. En cambio, en el mismo mercado, es fácil encontrar en vitrinas zapatos para grandes y chicos. Igual sucede con las vitrinas del jirón Tacna y Plaza del Sol que muestran más calzado. Los zapatos, sin embargo, sean baratos o caros. Están destinados a pisar el suelo no sirven para otra cosa. En cambio el pescado que alimenta recibe un infame maltrato.

Esta constatación le permitió al chileno la siguiente conclusión: “Miren hermanos el día que los peces que ustedes capturan que son la proteína que el Perú requiere para que su niños rindan mejor en la escuelas, o para que sus estudiantes sean más inteligentes y el país trabaje mejor nutrido se coloque en vitrinas: Este país que se llama Perú será mejor que Chile”. Todos se quedaron mudos y estupefactos. En efecto, nosotros podemos hablar de pollerías, heladerías, carnicerías. Las pescaderías son una ficción ignota.

Lo chilenos, aquellos que se disfrazaban de payasos de circos, que entretenían a nuestras abuelas para “espiar” que hacía el Perú. Han tenido progresos notables: no tienen como nosotros indiferencia para tolerar servicios públicos de mala calidad ni comparten nuestro regusto por la informalidad y el desorden. No se apiñan en los transportes y no hay universidad en la que la limpieza de una moderna biblioteca no sea idéntica a la de sus servicios higiénicos. Todo resplandece de limpio. Nosotros somos un país de oro pero necesitamos, con urgencia, ciudadanos que amen a su país con brillo propio.

No hay comentarios: