Por: Miguel Godos Curay
Sólo en Piura buscar soluciones a los problemas es un fracaso anunciado. Mientras otros avanzan y progresan nosotros preferimos permanecer en el hueco del imperdonable olvido. Piura es la ciudad de los huecos y las demoliciones. Esta es nuestra forma de vivir. Lo que hace un alcalde con dineros públicos viene otro alcalde y lo demuele. Y no nos importa el despilfarro. Lo que hizo Valiente, Wancheng lo deshizo en pocas horas. Unos hicieron el Camal otros impiden que se use. ¿Hasta cuándo?. Otra perla negra es el Mercado Las Capullanas, cerrado y arruinado. Mientras el Mercado Central de Piura sigue siendo la prueba de la capacidad o incapacidad de nuestras autoridades ediles. El Mercado Central es un gigantesco monumento a la desidia piurana.
El Colegio San Miguel, por ejemplo, con una inspección de funcionarios inexpertos de la Dirección Regional de Educación y los chalecos naranja de Defensa Civil. Sin estudio técnico y estructural ha sido condenado a la demolición. ¿Por qué no se solicita una pericia técnica, planos en mano, del Colegio de Ingenieros, de CAPECO o de las facultades de Ingeniería Civil?. Existe una euforia demoledora alimentada por ese afán ganancioso de colocar cemento ahí donde se juntan los votos. Muchas aulas, hoy abandonadas, se pueden recuperar. En realidad no hay gana de hacer bien las cosas. En San Miguel todos repiten que el ingeniero López, enviado por el Presidente Regional, es el promotor de las demoliciones.
La ciudad de los huecos, mientras tanto, prosigue con ese ritmo febril de topos. Los huecos están a la orden del día en treinta cuadras de la avenida Grau. El Chilcal es uno de ellos. El Jirón Marcavelica, por ejemplo, fue destruido para cambio de redes de alcantarillado. Los trabajos destruyeron la carpeta asfáltica, aceras y alameda verde. Reconstruida, hoy nuevamente, es una inmensa trinchera para cambiar lo que hace menos de un año se cambió con millonarias inversiones. ¿Quién controla en Piura esta mala práctica de construir para después destruir ante la indignación ciudadana? ¿Quien gana en este abrir y tapar huecos?
Con el pretexto de las cumbres se parchó el camino de Piura hacia el Aeropuerto pero con tan mala calidad de los trabajos que los huecos de la negligencia están a la vista nuevamente. Gracias al PAS tenemos más horas de agua potable pero las aguas negras discurren con su hedor por toda la ciudad y frente al propio Municipio. Tampoco hemos avanzado en el control del transporte informal ni en la seguridad ciudadana. Si a ello sumamos la ingobernabilidad que provocan las marchas y contramarchas de la comuna. Bien podemos imaginar el costo/oportunidad de las indecisiones, de las inversiones no efectuadas y ese ritmo de cangrejo en el que vive Piura.
¿Qué hacer?. ¿Puede permanecer la sociedad civil indiferente frente a esta situación?. ¿Qué debemos hacer para acabar con esa monotonía circular del error repetido en nuestras instituciones?. Sociedad civil somos todos los que formando parte del espacio público no somos el Estado. ¿Tendremos el vigor suficiente para crear una Junta Cívica de Vigilancia de Obras Públicas que denuncie esas malas prácticas que amenazan el futuro de Piura?
¿Seremos capaces de decir a nuestras autoridades que Piura está mal y ellos son los responsables?. Tendremos el coraje cívico de protestar públicamente por este desentendimiento injustificado. Nosotros los elegimos y por eso tenemos la obligación de pedirles cuentas. Nos indigna ser tratados como a ese cholito abusado en cuya cabeza cualquiera es peluquero. Si estas autoridades son capaces de movilizar todas sus energías por 36 delegados de APEC que nos visitan horas por qué no despliegan la misma energía y brío por 620 mil piuranos que tienen en la punta de la nariz todos los días.
Sólo en Piura buscar soluciones a los problemas es un fracaso anunciado. Mientras otros avanzan y progresan nosotros preferimos permanecer en el hueco del imperdonable olvido. Piura es la ciudad de los huecos y las demoliciones. Esta es nuestra forma de vivir. Lo que hace un alcalde con dineros públicos viene otro alcalde y lo demuele. Y no nos importa el despilfarro. Lo que hizo Valiente, Wancheng lo deshizo en pocas horas. Unos hicieron el Camal otros impiden que se use. ¿Hasta cuándo?. Otra perla negra es el Mercado Las Capullanas, cerrado y arruinado. Mientras el Mercado Central de Piura sigue siendo la prueba de la capacidad o incapacidad de nuestras autoridades ediles. El Mercado Central es un gigantesco monumento a la desidia piurana.
El Colegio San Miguel, por ejemplo, con una inspección de funcionarios inexpertos de la Dirección Regional de Educación y los chalecos naranja de Defensa Civil. Sin estudio técnico y estructural ha sido condenado a la demolición. ¿Por qué no se solicita una pericia técnica, planos en mano, del Colegio de Ingenieros, de CAPECO o de las facultades de Ingeniería Civil?. Existe una euforia demoledora alimentada por ese afán ganancioso de colocar cemento ahí donde se juntan los votos. Muchas aulas, hoy abandonadas, se pueden recuperar. En realidad no hay gana de hacer bien las cosas. En San Miguel todos repiten que el ingeniero López, enviado por el Presidente Regional, es el promotor de las demoliciones.
La ciudad de los huecos, mientras tanto, prosigue con ese ritmo febril de topos. Los huecos están a la orden del día en treinta cuadras de la avenida Grau. El Chilcal es uno de ellos. El Jirón Marcavelica, por ejemplo, fue destruido para cambio de redes de alcantarillado. Los trabajos destruyeron la carpeta asfáltica, aceras y alameda verde. Reconstruida, hoy nuevamente, es una inmensa trinchera para cambiar lo que hace menos de un año se cambió con millonarias inversiones. ¿Quién controla en Piura esta mala práctica de construir para después destruir ante la indignación ciudadana? ¿Quien gana en este abrir y tapar huecos?
Con el pretexto de las cumbres se parchó el camino de Piura hacia el Aeropuerto pero con tan mala calidad de los trabajos que los huecos de la negligencia están a la vista nuevamente. Gracias al PAS tenemos más horas de agua potable pero las aguas negras discurren con su hedor por toda la ciudad y frente al propio Municipio. Tampoco hemos avanzado en el control del transporte informal ni en la seguridad ciudadana. Si a ello sumamos la ingobernabilidad que provocan las marchas y contramarchas de la comuna. Bien podemos imaginar el costo/oportunidad de las indecisiones, de las inversiones no efectuadas y ese ritmo de cangrejo en el que vive Piura.
¿Qué hacer?. ¿Puede permanecer la sociedad civil indiferente frente a esta situación?. ¿Qué debemos hacer para acabar con esa monotonía circular del error repetido en nuestras instituciones?. Sociedad civil somos todos los que formando parte del espacio público no somos el Estado. ¿Tendremos el vigor suficiente para crear una Junta Cívica de Vigilancia de Obras Públicas que denuncie esas malas prácticas que amenazan el futuro de Piura?
¿Seremos capaces de decir a nuestras autoridades que Piura está mal y ellos son los responsables?. Tendremos el coraje cívico de protestar públicamente por este desentendimiento injustificado. Nosotros los elegimos y por eso tenemos la obligación de pedirles cuentas. Nos indigna ser tratados como a ese cholito abusado en cuya cabeza cualquiera es peluquero. Si estas autoridades son capaces de movilizar todas sus energías por 36 delegados de APEC que nos visitan horas por qué no despliegan la misma energía y brío por 620 mil piuranos que tienen en la punta de la nariz todos los días.
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