sábado, 26 de abril de 2008

ALMA MATER: DESAGRAVIO Y CAMBIO


Por: Miguel Godos Curay

Después del hallazgo de grandes irregularidades que muestran lo grave corrupción en la universidad. Podemos asumir dos actitudes: Dejar las cosas como están y continuar de tumbo en tumbo tolerando la indiferencia. O curarnos en salud de nuestros males con una firme actitud de rechazo y de denuncia para que estos graves hechos no se repitan jamás. Con tristeza hemos visto como se desnudan nuestros males Aquellos que escuchábamos comentar y de los que nunca debimos ser silenciosos cómplices. Hoy nos llegó la hora de decir: ¡Basta ya!. Hagamos un deslinde para mañana en adelante.

Quienes llevamos la camiseta puesta de la Universidad Nacional de Piura, maestros, administrativos y estudiantes, la queremos sustentada por la verdad, por el decoro, la dignidad, la investigación y la ciencia. Galvanizada por la moral y la ética. La queremos con los brazos abiertos de una madre que no hace distingos, por indulgencia, entre sus hijos. No la queremos mezquina. Dividida entre los que viven de ella y para ella entregando sus personales esfuerzos y a los que poco les importa su progreso y su futuro. La queremos grande, libre, democrática y firme en una voluntad indoblegable de cambio. La queremos convertida en el norte que guía los mejores esfuerzos de Piura. La queremos rodeada por inteligencias que a su sola presencia anteponen sus mejores gestos de gratitud humana y post ponen de por vida sus diferencias, egoísmos y ambiciones.

Si en verdad la sentimos Alma Mater hagamos un propósito firme de hacer mejor las cosas para que mañana la historia no nos juzgue como los incapaces de conducir la nave de la academia al puerto seguro de los logros posibles. Si en verdad somos sus hijos hagamos de su felicidad, la felicidad nuestra de cambiar y renovarnos. Nos hemos vistos desnudos y con nuestras miserias a cuestas. Y nos da vergüenza. Fuimos ante Piura como el Noe bíblico, ebrio y desnudo ante sus hijos. Y la mano de los que sienten vergüenza ajena nos cubrió con pudor.

Ahora nos toca el sincero mea culpa por lo que no hicimos bien y lo que dejamos de hacer. Por aquello que fue fórmula de lealtad y no cumplimos. Por aquello que olvidamos en las sutilezas de la arrogancia y la pereza. Por ese afán pretencioso de ser candiles académicos para afuera y noche de tinieblas en nuestra propia casa. Por pensar en la eternidad del poder. Cuando todo poder y ejercicio público, es transitorio y efímero. Estamos con el alma desgarrada pero juntos para asumir nuevos desafíos remendando con nuestros esfuerzos la media de la confianza para que nuestros estudiantes y la comunidad piurana confíen en nosotros.

Estamos reflexionando ateridos porque no fuimos hijos buenos y nos ganó ese afán protervo de separarnos olvidando que juntos (autoridades, docentes, administrativos y estudiantes) somos todo y unidos todo lo podemos. Si alguien falla. El error nos sacude a todos. Nos arrinconamos en nuestras facultades por ilusionarnos con la casa propia y separada como los hijos casaderos que buscan territorio propio. Olvidando que el saber y la ciencia son uno como la mano que tiene cinco dedos. Nos dividimos porque aprendimos la aritmética del fracaso y olvidamos que la suma pitagórica hace de los esfuerzos individuales palancas enormes de los éxitos.

Renovemos nuestras promesas y no es tardío el desagravio porque nos hemos sacudido la conciencia. Nada volverá a ser como antes. Volvamos renovemos y cambiemos. Seamos lo que Piura siempre esperó y espera de nosotros. Cambiar es saludable ante los ojos de la Alma Mater a la que nosotros nos sentimos vinculados porque tiene una casa amplia, trece mil estudiantes, 600 docentes, 600 administrativos. Un solo nombre: Universidad Nacional de Piura para todos y un inmenso corazón.

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