Bendición de Monseñor Daniel Turley Murphy (Chulucanas)
Por: Miguel Godos Curay
Mi abuelo se llamó José de la Rosa
Godos Hernández, mi padre Juan José Godos Atoche. Mi nombre resume a los José
del vínculo parental y el de Miguel Curay el abuelo materno. En familia los
nombres procedían al pie de la letra del santoral bien impreso en el popular Almanaque
Bristol. Siempre con abundante información sobre mareas, lunas llenas, eclipses y el inicio y final de
las estaciones. Una herramienta útil para la pesca y la agricultura. Hoy no,
los nombres se han convertido en genuinos disparates popularizados por la
necedad y el mal gusto.
Las listas de los estudiantes de la
universidad demuestran un nuevo fenómeno. La onomástica de hoy es extraída de
las telenovelas y series televisivas brasileñas, turcas y coreanas. No faltan
los Estifen Jokins, Erkenci Kus (Pájaro soñador), Hercai y hasta las Dolunay
(Luna llena) de la cultura otomana que guarda estrechos vínculos entre Europa y
Asia. Entre las series coreanas: La jueza del infierno, La reina de las lágrimas
y Belleza verdadera. Para varones con suerte nombres diminutos como Min-jun,
Yu-kun, Seo-jun, Minho, Joon y Hyeon. Y para las mujercitas Yung-mi, Hye,
Sun-hee, Haneul, Yon, Sook, Youra, Iseul, y Gi entre los favoritos.
Quienes somos respetuosos con la
tradición imaginamos los bautismos con tantas denominaciones exóticas. Y en
Piura, nos consta, se asigna nombres del Bristol a las mascotas. “Mi gata se llama
Camilita y mi perrito Ramón”. Los animales domésticos tienen hoy nombres de santos y los cristianos nombres foráneos de
marcas publicitadas de vehículos, artefactos y topónimos producto de la influencia del comercio y populares series de
Netflik. Toda una rareza de patronímicos.
Las viejas tradiciones son desplazadas
por los impulsos de Internet y las redes sociales atiborradas de curalotodos, la
intimidad desnuda de actores, fórmulas para ganar dinero sin mucho esfuerzo,
violencia, racismo, la sublimación pervertida del delito y toneladas
incontenibles de pornografía. Los anticancerígenos milagrosos compiten con los estimulantes del apetito sexual. El
negocio de la distracción da cuenta del Papa León XIV opinando los no creyentes
y utilizando fuentes no reveladas. Igual sucede con la información política tan
obtusa y distraída de las agendas nacionales.
Y resulta sorprendente cómo los políticos
de todos los pelajes se vanaglorien respecto a la solución definitiva de la
urgente necesidad de agua potable para los sectores populosos de Piura. Los
surtidos caños sólo existen en la imaginación pues nadie explica ni garantiza
de dónde vendrá el agua. El agua de la napa freática es salobre y mezclada cono
el agua superficial que viene de Curumuy no permite la buena cocción de los
frejoles. La sedimentación de Poechos supera el 60% de su capacidad portante y
el agua almacenada se estima en 40
millones de metros cúbicos. Después de arrojar el agua al mar poco o nada se hace
en Piura para enfrentar el stress hídrico. El discurso político efectista es un
viejo cuento. La opinión técnica no se escucha ni se debate seriamente.
El perfil político de los eventuales
candidatos es una combinación de
ignorancia supina y un afán voraz por morder presupuestos. Los excesivos gastos
de propaganda, los discursos vacíos, las legiones de lameculos tras los
candidatos posterga con malas prácticas el ejercicio de la ciudadanía
responsable. La decencia es desplazada por la indecencia. La honestidad por la
repartija y el robo descarado. La verdad por la mentira en todos sus matices y
sus aderezos suspicaces, contumaces y la injuria. Esta gobernabilidad nutrida
por la ignorancia y la irresponsabilidad no conduce a nada. Urgen
fiscalizaciones profundas y una
presencia activa en la administración pública de los órganos de control y la propia
Contraloría de la República. Se ha olvidado de plano que la ciudadanía activa
exige rendición de cuentas y transparencia en todo.
El rostro de Piura lastimado por la
incuria y reducido al de una aldea infeliz es la descarnada demostración de la
incapacidad de nuestros gobernantes empeñados en el festín de presupuestos, el
exhibicionismo huachafo y el negligente interés por resolver los problemas de
una ciudad. Tanto se me habló del bicentenario de Catacaos que emprendimos el
recorrido desde la Legua y lo que no dejó de sorprendernos son las toneladas de
basura a lo largo de la pista. La efeméride debería empezar por una acción inmediata y decidida contra el
desaseo que decepciona y desencanta a los turistas y visitantes. No se come
rico ahí donde hay basura. Es lo que se observa a la vera del camino. Esta es
una irresponsabilidad negligente de sus autoridades tan dadas a los rituales de
la celebración y huachafería.
En Piura, como decían los conversadores
de la antañona rotonda del Puente Viejo, el mejor negocio es comprar a sus
gobernantes por lo que valen y venderlos por los que creen que valen. Esa es
nuestra miseria institucional. Esa es nuestra fracturada gobernabilidad que no
resuelve nada sumisa a las temperaturas de la voracidad política, la cutra y el
robo. Vivimos como cangrejos en retroceso permanente. Somos una ciudad en la
que el espacio histórico se cae a pedazos y en donde el caos se impone ahí en
donde debe primar el orden y el respeto. No crean los ingenieros y funcionarios
calzón flojo que Piura es una aldea despojada de historia. Esta lectura procaz
y desaguisada es consecuencia de la ignorancia y el olvido de que, dentro de
siete años, el 2032, se cumplirá el
medio milenio de San Miguel la primera ciudad fundada por españoles en el Perú.
Cada rincón de Piura tiene historia. Y la primera obligación de los que gobiernan
es el servicio honesto y responsable a su ciudad. No hemos elegido ratas pardas
para que conduzcan al gobierno local y
al regional sino ciudadanos que vislumbren futuro de nuestra ciudad y región.