jueves, 24 de octubre de 2013


¿EL PIURANO ES DIALECTICO O CONTRADICTORIO?

Piuranos brindando chicha  de jora en reparador descanso
Por: Miguel Godos Curay
El piurano no es dialéctico sino contradictorio. A la hora de elegir lo que come distingue entre alimentos fríos y calientes. El mango es caliente la palta es fría. Piura tiene dos estaciones: el invierno y el infierno.  “Papayo macho”, “pistolita de agua” le dicen al que se casa y no tiene progenie. Los viejos piuranos, incluyendo a Miguel Grau, tenían diez, once o doce hijos. En los tiempos que no había anticonceptivos ni telenovelas los piuranos practicaban el deporte de la multiplicación. Hoy no, los papayos machos abundan al igual que las “machorras”. En la sierra de Piura, las que no paren. Los piuranos ya no almuerzan juntos y cada mañana salen desaforadamente al trabajo. Poco a poco, acaban con la saludable práctica familiar de  compartir juntos el almuerzo o la cena. En algunos casos tras la juerga sabatina los domingos no son de la familia. Son un remedo pervertido de alegría a los críos. A los críos los cría la calle.

Una práctica piurana que se pierde cada día  es la oración de la mañana. Los viejos piuranos al acostarse dejaban los zapatos cruzados para que ninguna criatura del más allá los use. Tampoco se reza a la hora del almuerzo o en la cena. Y al que muere ya no le rezan los nueve días que manda la tradición y el respeto a los difuntos. Antes los domingos toda la familia marchaba a la misa no como obligación sino como sintonía con Dios. Hoy es difícil encontrar un piurano que nos salude con un sonoro: ¡Buenos días de Dios!, ¡Buenas tardes de Dios! y un ¡Buenas noches de Dios!  La cortesía, que abre los cauces del corazón, se repliega a los villorrios andinos. Los urbano-costeños son groseramente indiferentes y han perdido el ingrediente más valioso de la identidad piurana.

Hoy los jóvenes piuranos han sustituido en su mente la iglesia, en donde antes se producía el encuentro comunitario, por la discoteca, el pub o la cebichería. Ya no se juega fútbol en los arenales calenturientos sino en canchitas sintéticas de fulbito en donde después del trote vienen las cervecitas y la amistad lubricada por la cebada. Poco a poco, dejamos de ser nosotros mismos. El hijo descortés se convierte en un monstruo incorregible por sus caprichos, sus rabietas y sus engreimientos. El respeto se convierte en un silencio de los padres que han perdido la saludable autoridad sobre sus hijos. Hoy la familia se desintegra.

El piurano de hoy  cree que el mundo se divide en dos hemisferios. Lo público y lo privado. Los colegios, las clínicas, los estacionamientos privados son buenos. Los colegios y establecimientos públicos son malos. Lo que nadie, sin embargo, repara es que en ambos establecimientos los actores principales. Educadores y médicos son los mismos. Hoy están de moda los cementerios, los estacionamientos, las universidades, los colegios privados. Nadie menciona la calidad humana, la inteligencia y el respeto que existe en muchas instituciones públicas. Nos hemos descalificado por el desgaste prematuro de instituciones como el municipio y el gobierno regional. En Piura los saltos del progreso son privados. Las negligencias públicas, las obras de mala calidad  y con retraso, las estafas colectivas, la demagogia y la incoherencia son públicas.

Un paralogismo es el creer que los servicios médicos privados son buenos. El mal trato se desliza en todas partes. La discriminación, la vehemencia por obtener dinero con la mala práctica médica están a la orden del día. En Piura la cesárea reemplaza al parto natural. No porque las piuranas le teman al trabajo natural del parto sino por la sospechosa voracidad ginecológica por el billete. El colmo resulta que tras estas actitudes  quedan bajo tierra los códigos y presupuestos éticos. En Piura a las clínicas nos les va mal pero a consecuencia del mal trato muchos pacientes prefieran las mesas de los brujos curanderos de las Las Huaringas en Huancabamba. Mentiras universales son “médico de turno”, “en cinco minutos llega el doctor”.Etc..etc.

Los conflictos éticos tremebundos son los de los funcionarios que juegan en dos canchas. Una institución pública y la corporación profesional. En una emiten opinión y en la otra acomodan su parecer al interés personal. Al interés público oponen su interés monetario sin conflicto de conciencia. En el fondo tienen una moral de elástico. Por eso se falsean colegiaturas de funcionarios. Adulteran planos y fomentan repartijas. Se incurre en el asqueroso nepotismo que convierte la administración pública en un festín de sinvergüenzas.

Monseñor Cantuarias, que de Dios goce, alguna vez advirtió que el nepotismo es un lastre del progreso muy piurano. Según Monseñor existe un nepotismo de partido que reparte cargos entre todos los que gastaron suela en la campaña. También existe el nepotismo de la sangre que acomoda a la familia en cargos bien pagados y con descaro. La nueva modalidad se llama “canje”. “Yo mando a mi hijo a tu municipio”. “Yo le doy chamba a tu hija en el mío”. Por cierto que también existe el nepotismo de la ternura que acomoda al entorno amoroso y puebla la burocracia de favoritas y entenados. ¿Es dialéctico el piurano? No, en el sentido hegeliano. Es simplemente contradictorio. En Piura la avenida que hiede, se llama “avenida Yanbal”. No faltaba más.   

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