¿EL PIURANO ES DIALECTICO O
CONTRADICTORIO?
Piuranos brindando chicha de jora en reparador descanso |
Por: Miguel Godos Curay
El piurano no es dialéctico sino
contradictorio. A la hora de elegir lo que come distingue entre alimentos fríos
y calientes. El mango es caliente la palta es fría. Piura tiene dos estaciones:
el invierno y el infierno. “Papayo macho”,
“pistolita de agua” le dicen al que se casa y no tiene progenie. Los viejos
piuranos, incluyendo a Miguel Grau, tenían diez, once o doce hijos. En los
tiempos que no había anticonceptivos ni telenovelas los piuranos practicaban el
deporte de la multiplicación. Hoy no, los papayos machos abundan al igual que
las “machorras”. En la sierra de Piura, las que no paren. Los piuranos ya no
almuerzan juntos y cada mañana salen desaforadamente al trabajo. Poco a poco,
acaban con la saludable práctica familiar de
compartir juntos el almuerzo o la cena. En algunos casos tras la juerga
sabatina los domingos no son de la familia. Son un remedo pervertido de alegría
a los críos. A los críos los cría la calle.
Una práctica piurana que se pierde cada
día es la oración de la mañana. Los
viejos piuranos al acostarse dejaban los zapatos cruzados para que ninguna
criatura del más allá los use. Tampoco se reza a la hora del almuerzo o en la
cena. Y al que muere ya no le rezan los nueve días que manda la tradición y el
respeto a los difuntos. Antes los domingos toda la familia marchaba a la misa no
como obligación sino como sintonía con Dios. Hoy es difícil encontrar un
piurano que nos salude con un sonoro: ¡Buenos días de Dios!, ¡Buenas tardes de
Dios! y un ¡Buenas noches de Dios! La
cortesía, que abre los cauces del corazón, se repliega a los villorrios
andinos. Los urbano-costeños son groseramente indiferentes y han perdido el
ingrediente más valioso de la identidad piurana.
Hoy los jóvenes piuranos han sustituido
en su mente la iglesia, en donde antes se producía el encuentro comunitario,
por la discoteca, el pub o la cebichería. Ya no se juega fútbol en los arenales
calenturientos sino en canchitas sintéticas de fulbito en donde después del
trote vienen las cervecitas y la amistad lubricada por la cebada. Poco a poco,
dejamos de ser nosotros mismos. El hijo descortés se convierte en un monstruo
incorregible por sus caprichos, sus rabietas y sus engreimientos. El respeto se
convierte en un silencio de los padres que han perdido la saludable autoridad
sobre sus hijos. Hoy la familia se desintegra.
El piurano de hoy cree que el mundo se divide en dos
hemisferios. Lo público y lo privado. Los colegios, las clínicas, los
estacionamientos privados son buenos. Los colegios y establecimientos públicos
son malos. Lo que nadie, sin embargo, repara es que en ambos establecimientos
los actores principales. Educadores y médicos son los mismos. Hoy están de moda
los cementerios, los estacionamientos, las universidades, los colegios
privados. Nadie menciona la calidad humana, la inteligencia y el respeto que
existe en muchas instituciones públicas. Nos hemos descalificado por el
desgaste prematuro de instituciones como el municipio y el gobierno regional.
En Piura los saltos del progreso son privados. Las negligencias públicas, las
obras de mala calidad y con retraso, las
estafas colectivas, la demagogia y la incoherencia son públicas.
Un paralogismo es el creer que los
servicios médicos privados son buenos. El mal trato se desliza en todas partes.
La discriminación, la vehemencia por obtener dinero con la mala práctica médica
están a la orden del día. En Piura la cesárea reemplaza al parto natural. No
porque las piuranas le teman al trabajo natural del parto sino por la
sospechosa voracidad ginecológica por el billete. El colmo resulta que tras
estas actitudes quedan bajo tierra los
códigos y presupuestos éticos. En Piura a las clínicas nos les va mal pero a
consecuencia del mal trato muchos pacientes prefieran las mesas de los brujos
curanderos de las Las Huaringas en Huancabamba. Mentiras universales son
“médico de turno”, “en cinco minutos llega el doctor”.Etc..etc.
Los conflictos éticos tremebundos son
los de los funcionarios que juegan en dos canchas. Una institución pública y la
corporación profesional. En una emiten opinión y en la otra acomodan su parecer
al interés personal. Al interés público oponen su interés monetario sin
conflicto de conciencia. En el fondo tienen una moral de elástico. Por eso se
falsean colegiaturas de funcionarios. Adulteran planos y fomentan repartijas.
Se incurre en el asqueroso nepotismo que convierte la administración pública en
un festín de sinvergüenzas.
Monseñor Cantuarias, que de Dios goce,
alguna vez advirtió que el nepotismo es un lastre del progreso muy piurano.
Según Monseñor existe un nepotismo de partido que reparte cargos entre todos
los que gastaron suela en la campaña. También existe el nepotismo de la sangre
que acomoda a la familia en cargos bien pagados y con descaro. La nueva
modalidad se llama “canje”. “Yo mando a mi hijo a tu municipio”. “Yo le doy
chamba a tu hija en el mío”. Por cierto que también existe el nepotismo de la
ternura que acomoda al entorno amoroso y puebla la burocracia de favoritas y entenados.
¿Es dialéctico el piurano? No, en el sentido hegeliano. Es simplemente
contradictorio. En Piura la avenida que hiede, se llama “avenida Yanbal”. No
faltaba más.
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