lunes, 25 de julio de 2011

¿QUE NECESITAMOS LOS PIURANOS?


Por: Miguel Godos Curay

Piura, es un cataclismo potencial. Un capricho de la improvisación. Un caos producto de la incontrolable informalidad. Una sacada de vuelta a Defensa Civil. Un vivir en la cuerda floja todos los días. Una grieta abierta donde se hurtó el cemento. Un artificio cosmético que se descascara en cualquier momento. Una técnica sin técnicos. Una escalera inservible porque el diseñador desaprobó geometría plana. Un sentido común sin sentido. Una racional irracionalidad. Una demostración de lo que no se debe hacer. Si el Perú es una locura geológica. Piura es una esquizofrenia de la geografía. En Piura se podrían resolver los problemas siguiendo los cursos de agua como lo hacen los andinos. Pero no los técnicos se extasían con techos planos donde se acumula la lluvia. El cambio climático trastorna nuestra vida. Los que nos cambiamos somos nosotros a un costo inimaginable.

En Piura el cuco se llama lluvia y agua. Hoy el mundo cosecha agua de lluvia para alimentar los resecos bolsones de los acuíferos. En Piura no. Lejos de buscar drenar el agua al despoblado o de buscar una evacuación superficial del agua de la lluvia nos empecinamos en lo mismo de siempre. Improvisar. Con una lluvia de 70 milímetros en un probable Niño como el que se anuncia para el 2012. ¡Plop….. sistema de alcantarillado! Tanta plata, tanto tiempo perdido, tanta mortificación se irían al agua. A no ser que como señalan los técnicos se selle la redes de desagüe. Un imposible en una ciudad mal educada para cuidar las redes de agua potable. En donde las alcantarillas sirven para todo. Para deshacernos de la grasa de los refritos y todo aquello que humanamente no sirve.

Los piuranos han p3erdido la costumbre de beber agua fresca filtrada en piedra y preservada en tinaja. Mientras el mundo anda en búsqueda de jarritas de barro para conservar el agua. Los piuranos full agua coloreada y energizantes que desencadenan pavorosas estadísticas de diabetes infantil y juvenil. Sólo los pobres beben agua. Hasta en el propio Catacaos se bebe chichas en baldecitos y galoneras de pintura. Mates, sombreros y pañuelos son decoración escénica para actuación patriótica. La modernidad nos arrebató de cuajo nuestro vínculo con la tierra y con la vida.

Tenemos vergüenza usar sombrero. Necesitamos sombra pero cada día talamos salvajemente un árbol. El colmo de esta salvajada impune es el cortar el algarrobo o el ficus para que se luzca la gigantografía huachafa de un negocio nuevo. Ahí donde falta un árbol aparece como conejo de mago una tienda de baratijas o productos bamba venidos de rincones tan insólitos como la china.

Piura desaprueba en aseo y educación física. Nos hemos acostumbrado a viajar encogidos en la combi y preferimos acomodarnos como sardinas en lugar de caminar algunas cuadras lo que resulta una saludable práctica para grandes y chicos. La Plaza de Armas, cosa curiosa, en Piura está inerme y desarmada. Con algunos algarrobos enclenques y unos cuantos tamarindos resecos. Estos árboles se mueren todos los días de pena. Ni los brujos de Las Huaringas podrían conjurar esta desolación que provoca la moderniad. Una voracidad por la tierra y el espacio para negocios inciertos. Recorriendo Piura sentimos que la ciudad se nos esfuma la ciudad que ya no es nuestra. No son nuestros los callejones. No son nuestros los parques. No son nuestras las playas. No somos dueños de nosotros mismos. Ni de los paisajes de piajenos y hatos de cabras. Ni de los chilalos, ni de las chirocas, Ni de las ardillas que enteradas del poder de Internet se comieron las redes de fibra óptica de sus universidades.

¡Ay Piura – como diría el poeta Juan Luis Velásquez- que trincheras tan altas sin altura! ¿Qué inventario de batallas perdidas sin ir a la guerra?. ¿Qué coraje para cruzarse de brazos todo el día? ¿Qué café tan retinto para conjurar el sueño? ¿Qué raspadilla sin jarabe de tamarindo para aliviar este calor amodorrante? ¿Qué esquina tan desolada para juntar a los amigos? ¿Qué bullicio tan insolente para profanar el sueño en San Teodoro? ¿Qué semáforos tan inteligentes sin inteligencia? ¿Qué agua caliente tan helada? ¿Qué insoportables picanterías aromatizadas con desinfectante? ¿Qué fuerzas del orden tan desordenadas? ¿Qué ciencia tan avanzada para las pizarras? ¿Qué cerebros tan resecos como maracas que no suenan a cumbia?

¿Qué deportes tan indigentes de agilidad? ¿Qué agilidad tan buena para vivir la siesta? ¿Qué fatiga tan agotadora para levantar la cuchara? ¿Qué desdén tan perfecto para engañar a los dioses? ¿Qué potentes bólidos para rugir en una cuadra? ¿Qué camino tan infortunado para trepar las cordilleras de Ayabaca purgar faltas y regresar con la memoria en blanco a pecar de nuevo? ¿Qué lógica tan apresurada en la que la mujeres malas resultan tan buenas y provocadoras en el jirón Loreto?

¿Qué ceguera tan ciega para no ver los pecados públicos y continuar con el deporte nacional de la pendejada (Drae)?. ¿Qué homenajes a la patria tan despatriados? ¿Qué conmoción tan grande por la libertad de los esclavos? ¿Qué patriótico desfile de nuestras acongojadas miserias? ¿Qué amor tan sin amor por el Perú? ¿Qué rito patriótico tan vacío ese de levantar la pierna y encoger el cerebro? ¿Qué homenaje tan despojado de admiración por la señora papa, el señor camote, el señor maíz, el señor olluco del Perú profundo? ¿Qué silencio tan infame para el huayno, el vals y lo genuinamente peruano? ¿Qué coraje tan despojado de Túpac Amaru que contagió su rebeldía hasta a las piedras, el aire y los cuatro elementos de la naturaleza? ¿Qué comunión tan necesaria necesitamos para que el rico y el pobre comulguen con una sola hostia y sin miramientos? ¿Qué necesitamos para que lo que nos venden como universidad no sea un “cuenta cuentos”? ¿Qué necesitamos para que nuestra fe en el Perú crezca como las montañas y la justicia anide en nuestras conciencias? ¿Qué necesitamos Señor Ministro de Salud para que la salud no se nos enferme? ¿Qué necesitamos para que los maestros se sacudan de la pereza y nuestros estudiantes sin temor a las matemáticas y a las letras sepan decir “amo al Perú”? ¿Qué necesitamos para que la Sunat no clausure pulperías de barrio y se haga la loca con el proveedor millonario? ¿Que necesitamos para darnos cuenta que Dios es peruano? ¿Qué necesitamos?

No hay comentarios: