domingo, 17 de julio de 2011

¿LOROS PARLANTES O CEREBROS PENSANTES?


Por: Miguel Godos Curay
El sistema nervioso planetario es Internet. El mundo se conecta, en tiempo real, en segundos. Sin embargo, para muchos es más fácil comunicarse con Alaska, Nairobi, California o Kyoto que con los vecinos de la otra cuadra. Mientras los padres ingenuos imaginan a sus hijos en una inocente comunicación con sus compañeros de clase. Los avisados críos ya han dado cinco veces la vuelta al planeta. Y recorrido el infierno superando al propio Dante. Quienes creen que existe una crisis de lectura no pueden imaginar cuantos millones e criaturas en cada fracción de segundo leen la pantalla de su blackberry o computadora. No existe tal crisis. Lo que sucede es que la burocracia que administra los sistemas de conocimiento en la escuela y la universidad ignora los códigos del ordenador y su novedoso lenguaje.

Internet, desnuda el lenguaje balbuceado, la mala sintaxis, la incoherencia lógica y la mala ortografía de las vacas sagradas. De ello se dan cuenta internautas que despliegan con asombro zahorí esa posibilidad de explorar todo y de leerlo todo. Los profesores con libro en el sobaco para dar la apariencia de ciencia marchan por escalera. Los estudiantes que navegan por las autopistas de la información lo hacen en veloz ascensor y de acuerdo a su capacidad ascienden y descienden con velocidad de rayo por inéditas parcelas el conocimiento humano. Mientras unos se cierren en su estrechez mental. Otros se abren a posibilidades inimaginables de aprender.

Las aulas han desaparecido. Un aula abierta es el Facebook en el que se pueden intercambiar conocimientos cada fracción de segundo. No hacerlo es un desperdicio. Utilizarlo para pedos cibernéticos y balbuceos tontos es una franca estupidez. Algo así como utilizar el telégrafo Morse para narrar cuentos. O pretender saborear la riqueza semántica de la literatura con resúmenes y sin haberse asomado a un autor a través de su obra en una librería convencional o virtual. Si la economía mueve billones de dólares diarios por clicks de computadora. ¿Qué hacen los centros de saber y conocimiento subordinando las posibilidades de aprender a programas absolutamente inútiles? Perdiendo el tiempo en procesos de razonamiento y cálculo absolutamente coloniales.

La sociedad de los loros parlantes ha sido remplazada por la de los cerebros pensantes más allá de las fronteras nacionales. Lo inocultable se revela hoy para desmoronar ese afán de censura de los políticos cuyos actos son vigilados por posibilidades de información totalmente insuperables. Periódico de ayer serán siempre los diarios que tiene entre sus manos porque la mayor parte de las noticias fueron dadas de modo simultáneo al momento de acontecer. Los periodistas tenemos que reinventarnos con capacidad analítica. El territorio de los periodistas es la prospectiva. El conjeturar futuros apelando a la capacidad de anticipación. Eso requiere otro tipo de preparación y otro tipo de destrezas. Más allá del saber redactar y utilizar correctamente el lenguaje. El periodista del futuro necesita mucho de política, economía, geografía, ciencia, derecho, idiomas y sutileza lógica para interpretar los códigos de esta nueva era que se abre sorpresivamente con menudos desafíos.

Los acontecimientos cotidianos corresponden a inadvertidos ciudadanos que cruzando la calzada descubren y registran con su celular el mal uso de los bienes del Estado. O se dan cuenta de las deficiencias constructivas de una obra pública. O a estudiantes que se percatan de la precariedad de sus docentes. O a pacientes que siguen con impaciencia los saltos de un médico de la seguridad social que migra en fuga de tondero a su consultorio.

Hoy existe una mayor posibilidad de vigilancia de la cosa pública para los desdeñosos comportamientos de los gobernantes. Los ciudadanos tienen la suficiente inteligencia para darse cuenta cuándo es buena o mediocre una gestión pública y no es necesario que estrategias oficiosas pretendan afirmar lo contrario. Las tormentas de la opinión pública son incontrolables y minan la confianza de los vecinos próximos al poder y los de la periferia. Hoy la sociedad dispone de mayores herramientas de información que antes estaban fuera de su alcance. Las tiene tan cerca que una vez descubierta la posibilidad exploratoria e indagatoria no hay quien la detenga.

Las redes sociales han demostrado ser muy eficaces en la lucha contra el Sida y el delito en el Brasil y una resistencia eficaz contra la dictadura en Venezuela. Nosotros no somos ajenos a esta posibilidad. Las redes facilitan la intermediación social actuante que se convierte en valioso capital social. De lo contrario Alexis Humala hubiese pasado piola en Rusia. La noticia de la desaparición de la Cruz de Motupe no hubiese tenido impacto planetario y la proeza médica del cirujano piurano José Miguel Núñez Castañeda, egresado de la UNP, no hubiese sido la noticia del día en Yahoo.

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