lunes, 18 de abril de 2011

VALLEJO, POETA Y PROFETA




Por: Miguel Godos Curay

Fue una tarde a mediados del año 1916, los jóvenes bohemios de Trujillo rendían homenaje a Rubén Darío muerto el 10 de febrero del mismo año en el restaurant campestre “Los Tumbos”. Antenor Orrego, que presidía el cenáculo dijo: “Ha muerto el poeta de América. Pero declaro aquí esta noche que ha nacido otro poeta de América, el renovador de la poesía de nuestra lengua, y ese poeta eres tú ¡Cholo Vallejo! Eres tú como tal te consagro porque tu nombre hoy apenas conocido y seriamente combatido será algún día saludado y admirado como el más grande de los creadores de la nueva poesía castellana de nuestra época”. Vallejo atónito contemplaba a Orrego transfigurado, su sombra se proyectaba en las paredes como la de un gigante. Haya de la Torre, con las flores y ramas que había en la mesa formó una corona y la ciñó en la frente del poeta. Después cogió una copa de vino bautismal y la mojó la frente, proclamándolo para la eternidad el nuevo poeta de América. Todos alzaron su copa por Vallejo en incontenible emoción.

Vallejo, recorría los muros de Chan-Chan al caer la tarde, declamando con voz sonora sus versos. Tenía el perfil de un Lincoln moreno de frente prominente y cabellera negra. Lo acompañaban Orrego y su sobrino Julio Gálvez Orrego, quien con sus ahorros y renunciando a un pasaje de primera, cubrió dos boletos de tercera en vapor con el que finalmente Vallejo pudo viajar a Europa. Perseguido y acusado injustamente por unos luctuosos incidentes en las festividades de Santiago en Chuco, permaneció en la casa campestre de Antenor en Mansiche. Aunque la mesa era austera la conversación era amena. La pasaban bien. Julio, cada fin de semana marchaba a Trujillo en busca de provisiones para la semana en un jaca vieja, que cierto día, fatigada de su labor murió repentinamente. Preparada la fosa mortuoria fue sepultado el animal. Previo responso de Vallejo entre las risotadas de los dolientes.

Una noche, la calma fue rota, en plena madrugada, por los quejidos de Vallejo que presa de sudor despertaba de unas pesadillas horripilantes. Soñaba que muerto concurría a su propio funeral en París. Sólo una mujer, cuyo rostro no pudo identificar lo acompañaba. Vallejo despertó sumamente turbado y aunque Orrego, lo tranquilizó no pudo recobrar el sueño. Fue un sueño premonitorio.
Integraban la bohemia de Trujillo Orrego (Fradique), el huancabambino Eulogio Garrido (José Matías), Federico Esquerre (Ruskin), Vallejo (Korriskoso), Julio Gálvez (Julito Calabrés), Víctor Raúl Haya de la Torre (Príncipe de la Desventura), Macedonio de la Torre (Reyecito) y Francisco Xandoval (El Moro Tarrarura). Más tarde Haya de la Torre fue elegido presidente del Centro Universitario de Trujillo. Por este motivo hubo un ágape, en donde Vallejo pronunció las siguientes palabras: “Yo poeta, brindo mi copa por este pichón de cóndor….Yo profeta, anuncio que volará muy alto, y será grande, grande, grande”.

Orrego, Haya, Vallejo y Xandoval, tenían profundos conocimientos esotéricos y teosóficos. Haya recordaba siempre que en los momentos de la persecución y la clandestinidad contaba siempre con la protección del alma leal y fraternal de Manuel Arévalo. Por eso permaneció indemne en sus refugios en los que Arévalo a quien veía en sueños le alertaba de cualquier peligro. Xandoval era un profundo místico sumergido en el misterio de las religiones orientales. Todos de alguna forma u otra eran profundos creyentes y de una robusta moral.
Vallejo, es el símbolo de una genuina rebelión poética y de escritura enérgica. Diestro en la condensación y culterano del neologismo. Vallejo es el exponente de un barroquismo industrial. Para Vallejo la relación entre el escritor y la escritura no es una relación estético-narcisista sino una dialéctica del yo frente a la historia. Es un poeta vital como Whitman o Rimbaud. Opuesto al raciovitalismo orteguiano.

La adhesión al comunismo de Vallejo le nació de su profunda sensibilidad social y aunque le acarreó censuras se mantuvo con austera valentía en la más desolada pobreza. Durante su juventud trabajó en un centro minero su experiencia la mostrará en “Tungsteno” publicada en 1931. Posteriormente trabajó en la hacienda azucarera “Roma” de ahí surge su relato “Paco Yunque” escrito en Madrid. Su primer poemario “Los Heraldos Negros” está escrito en verso clásico. En el ya aparecen sus evocaciones místicas y angustia metafísica. En 1922 publica “Trilce” al más puro estilo vanguardista. Vallejo llegó a París en 1924. Entre 1930 y 1932 se refugia en España acusado de comunista. En 1929 conoce a Georgette Philippart. Los años 1928,1929 y 1931, realiza tres viajes a la Unión Soviética. Su adhesión al marxismo es total. Inspirado en este afán reivindicatorio escribe “Poemas Humanos” y “España Aparta de mí esta Cáliz” poemarios escritos con amor y rabia. Vallejo impulsa la creación de Comités de Defensa de la República. En julio de 1937 participa en el II Congreso Internacional de Escritores y Artistas en Defensa de la Cultura en Valencia y Madrid. Su voz resuena. “…los escritores libres están obligados a consubstanciarse con el pueblo, a hacer llegar su inteligencia a la inteligencia del pueblo y romper esa barrea secular que existe entre los piensan y su pueblo”. Curiosamente cuando más firme es su adhesión al comunismo más puros son sus sentimientos de solidaridad cristiana. La utopía vallejiana es la del amor universal para “que el hombre sea hombre”. Su mensaje ecuménico es el profundo humanismo de un ser dotado de inteligencia, razón y corazón. Vallejo partió un 15 de de abril de 1938. Tenía sólo 46 años.
Histórica foto, el primero de la derecha es Haya de la Torre,el quinto de la izquierda es Vallejo.Foto superior Antenor Orrego, Grupo Norte

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