sábado, 18 de agosto de 2007

PERU MILLONARIO DE CATASTROFES Y POBRE EN PREVISION


Por Miguel Godos Curay
“Perú roto por la geografía…Perú millonario de catástrofes…Perú amado por los cataclismos…Perú socio de las peripecias..Perú preferido por los riesgos…Perú abastecido de percances..Perú del que los sismos se enamoran… Perú favorecido por los peligros..Perú poblado de hecatombes…puesto que somos los peruanos en gran medida seres orográficos...volcanes en dos pies que se desplazan” dicen los versos del poeta Alberto Hidalgo. Nunca tanta carne tuvieron las palabras.

Sólo bastaron dos minutos para que la corteza terrestre temblara y todo el esfuerzo humano de una región de agricultura exportadora pujante, pesquería artesanal memorable y valioso patrimonio natural y cultural que jalaba turistas se viniera por los suelos. San Andrés de pescadores, la idílica aldea de Valdelomar, ha quedado desolada como al otro día del naufragio. El Servicio Geológico de Estados Unidos, con sede en Boulder, Colorado, registró el movimiento telúrico a las 6.40 p.m., a 40 kilómetros de profundidad en el Pacífico. El epicentro se ubicó a 148 kilómetros al sur-suroeste de Lima, y a 110 kilómetros al noroeste de Ica. Desde el miércoles la tierra sigue temblando.

En el último informe sobre Desarrollo Humano en el Perú (2005) Ica se ubica en el tercer lugar a nivel nacional (0.6481). Piura con un índice de 0.5714 se ubica en el puesto 15. Por sus dinámicas económicas y el desarrollo de una importante capacidad exportadora en las líneas agrícolas y agroindustriales (uvas de mesa, espárragos). Ica creció en la última década. Este esfuerzo demandó el uso racional del agua y administración de nutrientes mediante el riego por goteo. Un ejemplo de eficiencia y competitividad es la empresa Agrokasa que alcanzó rendimientos en el cultivo de espárragos del orden de las 9,6 toneladas por hectárea superiores a los obtenidos por Italia ( 6.3 toneladas) y Grecia (4.6 toneladas). La exportación de espárragos verdes se multiplicó 31 veces entre 1998 al 2004. En el mismo periodo las ventas de uvas de mesa se multiplicaron 59 veces.

El boom agro exportador impulsó el pleno empleo, la demanda de mano de obra agrícola y alentó la migración de le periferia. Cuando en Piura se calculaba el ingreso per capita familiar en 263.3 nuevos soles. En Ica alcanzaba el 438.7 en el 2005 . Otro caso es el de la provincia de Pisco que ocupaba el puesto 13 (0,6525). Paita, puerto salida de las exportaciones en la región se encontraba en el puesto 64 (0.5800) y Talara, productor de hidrocarburos, en el 26 (0.6215). Según el Alcalde Pisco Juan Mendoza Uribe, el 70% ciento de su ciudad está en escombros. Pisco tiene que hacerse de nuevo, con cimientos y previsión para el futuro. El terremoto trajo también por los suelos los indicadores del desarrollo. Pese a que aún no se han evaluado los daños a la infraestructura productiva las estimaciones serán cuantiosas.

Se precisa una década para reconstruir las ciudades, el tiempo se puede acortar con la acción concertada del Estado y la cooperación internacional pero ya nada volverá ser como antes. A ello hay que sumar la experiencia humana de la tragedia que se convierte en una amenaza inolvidable con una secuela de ansiedad que de no ser tratada adecuadamente y procesada puede desencadenar temor, violencia y terror. Por este motivo la solidaridad humana, la reconstrucción de la confianza, requiere del concurso de los medios de comunicación social para un manejo responsable de la información, de los maestros, de los líderes religiosos y del propio Estado que tiene que desandar su ausencia para garantizar la recuperación de la calma y seguridad ciudadanas.

La sensación de amenaza, persiste tras un sismo, es una experiencia atemorizante acompañada siempre de una descarga de adrenalina producto de la emoción intensa que provoca stress y agotamiento físico. Por eso en este momento la solidaridad y la generosidad son necesarios y operan milagrosamente reacciones favorables a la recuperación. Casos como el del padre José Torres que celebraba una misa de difuntos en la Iglesia de san Clemente de Pisco, realmente son conmovedores. El padre Torres no tiene palabras para explicar cómo es que salvó su vida al desplomarse de cuajo la bóveda del templo. La añeja construcción aplastó a los feligreses. Todo quedó convertido en un amasijo sanguinoliento de carne humana y polvo. El padre Torres fue rescatado anteayer de los escombros. Tenía las manos juntas y los ojos cubiertos por una costra de polvo y lágrimas.

El dedo de Dios lo protegió pues la cúpula cayó sobre él como una copa de sombrero. “Los pesados adobones ni siquiera tocaron los ornamentos del Padre Torres” dice el Comandante de Bomberos Roberto Ognio. La pérdida de vidas humanas es irrecuperable. Los muertos suman más de quinientos y aún prosigue el rescate de cuerpos tras los escombros. Las perdidas materiales son millonarias y los damnificados sin hogar pasan los 32 mil. Pese a las dificultades la reconstrucción ya se inició. Sólo queda extraer de esta dura experiencia una lección necesaria. No podemos seguir pensando que la previsión y la Defensa Civil son asignaturas pendientes o un menester para funcionarios ineptos. Y que la vigilancia de la calidad constructiva de las obras públicas no es necesaria. Como diría el poeta: “el Perú es un pueblo abastecido para los percances” en donde no podemos cruzarnos de brazos. Ni pensar que las próximas victimas de un cataclismo como el registrado en el sur no podemos ser nosotros.

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