sábado, 7 de julio de 2007

ESTOFADO DE MENTIRAS



Por Miguel Godos Curay

Últimamente menudean en Piura los pasquines anónimos con el propósito de hacer estofado a periodistas que se han dedicado al deporte cívico de la denuncia. El propósito es descalificar a los críticos con presunciones y sin pruebas al canto. El cagatinta venal que los redacta, como corresponde a la peor especie de los cobardes, no firma los denuestos. El anonimato es propio de esa homosexualidad cerebral y ese estreñimiento provocado por esa acumulación de frustraciones que pronto se convierte en un río incontenible de inmundicia.

Creemos que es conveniente precisar: Una cosa es la curiosidad periodística de niño travieso que destripa los juguetes para ver lo tienen dentro otra es la vocación morbosa de lamer honras ajenas como mosca de peludas patas alimentada por la envidia. La curiosidad insatisfecha del periodista es sana porque tiene como propósito final la verdad de las cosas: la curiosidad enferma se nutre en los albañales de la mentira para con presunción de verdad sembrar el veneno de la desconfianza. Bien vale recordar que la verdad es lo que las cosas son. La mentira es lo que las cosas no son. La verdad corresponde a la realidad y la realidad, como decía Tomás de Aquino, es la adecuación de la mente a las cosas. La irrealidad es ficción, no es verdad.

La mentira como los polvos de la vieja pituca viene en diversos formatos. Hay una forma de mentir llamada suspicacia. El sembrar dudas sobre la vida y buena fama de las personas. Duda sobre la fortuna, sobre el éxito personal, duda sobre lo que se hace y lo que no se hace con el propósito de horadar la vida ajena. Otra forma de mentir es la ocultación: el omitir información deliberadamente, el ocultar información, el decir la verdad a medias para que finalmente se convierta en falsedad total.

Una forma de mentir es la felonía, el fingir afecto y lealtad con un soterrado propósito. Es la estrategia de los adulones y los lame culos que disfrutan sensualmente del poder pero también de quienes engañan con un aparente antifaz de adhesión. Son los que dicen una cosa pero hacen otra. A Velasco le decían: “Chino contigo hasta la muerte” pero al mismo tiempo sacaban filo a la chaveta para hacerlo picadillo. Es el método de los cortesanos para sorprender a las candidas ovejas.

Se miente también intimidando, sembrando miedo, utilizando de modo pervertido la proximidad con el poder. Aquí en esta relación figuran los soplones de toda especie. Los que gozan hablando mal de otros. Es mentira también la contumacia, la persistencia en el error. El resbalarse con el mismo pie y el mismo defecto humano. El chismoso sigue siendo chismoso por los siglos de los siglos. El envidioso es incurable y no se soporta a sí mismo ni contemplar sus fauces en el espejo.

Una mentira extendida es la tergiversación que es la interpretación torcida de las cosas. Hay quienes según su particular punto de vista viven en permanente confusión porque observan las cosas según el color de sus cristales y no miran la realidad. El tergiversador puede acabar en disémico, una persona incapaz de darse cuenta de los efectos inmediatos de lo que dice o hace.

La forma diminuta de la mentira, la mentira que viene en frasco chico, es el engaño. Empieza como una mentira venial que a fuerza de tanta repetición se convierte en mentira compulsiva y en forma de vida. Es la mentira de los políticos que prometen y no cumplen, la mentira del que se niega en atendernos por teléfono estando en casa, la mentira del funcionario público, de la secretaria remilgosa o también la mentira del que come caballa pero eructa pavo.

Las formas avezadas de la mentira son la injuria y el perjurio. Injuria es el lesionar la buena fama ajena , el veneno de los pasquineros, por aquello de miente , miente que algo queda. La injuria es comadre de la envidia y pariente en grado próximo de la imbecilidad y la estupidez. Pues sino puede herir al otro cara a cara lo destruye por las malas ante los ojos de los demás. Otra mentira capital es el perjurio, el falso juramento de los que prometen a Dios y a la invicta memoria de su mamacita, su ídolo favorito, el mentor de su partido, el héroe de moda o la bienaventurada patria cumplir con su deber pero finalmente no lo hacen. Son la peor especie y en esta serie están los gobernantes fraudulentos, los traficantes con la justicia, los hipócritas y los falsarios que todos conocemos.

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