sábado, 1 de abril de 2017

¿PIURANOS QUÉ HACEMOS? ¿CÓMO RECONSTRUIMOS PIURA?


Por: Miguel Godos Curay
Universidad Nacional de Piura

Pobladores del Bajo Piura padecen hambre y sed a consecuencia de las inundaciones
El hormiguero humano no cesa. El letargo cojudo se ha convertido en una inusual prisa, nervio puro, angustia, miedo y desencanto al mismo tiempo. Los vendedores de agua, los verduleros, los acaparadores, los restaurants, los transportistas hace rato subieron los precios. El costo de vida en Piura crece como el río. La ayuda llega por personal iniciativa a las aldeas miserables en que se han convertido aquellos parajes retorcidos por la  euforia del carnaval. La Universidad Nacional de Piura tiene pérdidas cuantiosas aún no cuantificadas. Computadoras bajo el agua, proyectores multimedia arrojados  al azar por la furia de las aguas. Laboratorios tomados por asalto, equipos costosos de ingeniería y sísmica, inutilizados  Lodo pestilente por todas partes. Agua de lluvia y agua de alcantarilla, mezcladas salvajemente. Todo registrado pormenorizadamente porque los esfuerzos para el licenciamiento se hicieron lodo. Bibliotecas envidiables están bajo las aguas. Así está la universidad, así están también las ayer zonas residenciales respetables. Miraflores, Monterrico,  Los Cocos, Country. Sumemos El Chilcal  e Ignacio Merino tantas veces inundados con contumacia. Las zonas exclusivas  de los avisos de periódico son hoy propiedad de las aguas. Las zonas residenciales no inundables son hoy una estafa colectiva imperdonable. La plusvalía inmobiliaria está por los suelos. Los ayer marginales del oeste. Están mejor y agradecen a Dios, a pesar de los pesares, estar húmedos pero no sumergidos como la Atlántida.

El desconcierto mayor de las hormigas es que caminan incontroladamente sin que aparezca alguien que con  ejemplar liderazgo les señale el camino. Hemos globalizado nuestra tragedia. Hay que comer pero todo está caro. Ayer en el cortejo final de Octavio hemos constatado que Santa Isabel, la hoy próspera zona comercial, despide un hedor insoportable de comida descompuesta y de basura. Camino al Cementerio Metropolitano se expande el mercado  rodeado de basura. El asfalto, arrancado de cuajo deja ver las ayer piedras soldadas por la brea. Hoy andan sueltas a su antojo. Somos una ciudad selenita por los cráteres enormes que a duras   penas pueden cubrir con tierra los tapa huecos. Nuestro parque automotor se hace añicos.

San Miguel de Piura está desecha. Y su peor tragedia es la falta de autoridad. Muchos voceros para anunciar las crecientes y una anomia superlativa para enfrentar la realidad. El mando no tiene mando. Y los pobres pueblos arrasados por las crecientes  del Piura sufren con dureza ese río desbocado,  sedimentado en horas, porque el engaña tontos del refuerzo de los diques con arena a un  costo millonario, fue el detonante de la tragedia. No se hagan cojudos los que se comieron el presupuesto, los volqueteros millonarios, las horas máquina multiplicadas  por la  voracidad de la plata fresca. ¡Piurano abre los ojos!

¿Quién manda aquí? ¿Quién consiente que una hora de vuelo de helicóptero que en Colombia está por los 2 mil 500 dólares y 3 mil dólares en Chile se consuman para rescatar la mascotita de la hijita del Prefecto? El desconcierto es terrible. Las hormigas van y vienen. Doblan las campanas de Catacaos, no alertan. Narihualá y Pedregal ya están inundados. El único valeroso frente al río es el Greco. Salvavidas de larga data. Hasta el propio Hospital  Regional Cayetano Heredia apena con sus innumerables goteras. Con kilos de historias clínicas remojadas. Con rostros desencajados que van y vienen.

¿Quién convoca  a las universidades, a los municipios a la sociedad civil en pleno para consensuar  un plan de emergencia previo al plan de reconstrucción urgente  necesario?  Eso no lo resuelven ni los ministros asignados voluntariosamente, que van y vienen, ni a puertas cerradas el gobierno regional. En 1983, surgió el Frente Cívico de Piura. El liderazgo moral fue del Arzobispo Cantuarias Pastor. El liderazgo político de las cabezas prominentes  de los diversos partidos. La izquierda, la derecha y el centro. Pero también estuvieron de pie la vigorosa Federación Agraria de Piura y Tumbes. Así con voz en alto, la sociedad civil de Piura, conquistó el Canon Petrolero.

Piura roncó para exigir  lo que por justicia y derecho le corresponde. Hoy, hemos crecido económicamente pero nos hemos encogido institucionalmente. Al paso que vamos nuestras corporaciones maúllan como en un club de gatos techeros. “Miau, miau, Piura esta mojado”. Después nada. Otros creen que llegó la piñata de la rehabilitación. Otros, los muchos, están desarticulados  por el cabildeo y la mermelada. No hay dirigentes vecinales  para que en reclamo unánime exijan la limpieza de la ciudad. Las escasas iniciativas, hasta el momento, parecen el té de un club de señoritas.   Y de nuestros representantes congresales tampoco tenemos  la eficiencia esperada. Como dicen en el Bajo Piura “con esos no salen ni las lagartijas de su huecos”.

Pero ahí estamos con alcaldes  ahuevados que con candor  de santo de estampita esperan que PPK baje del helicóptero a pisar la tierra. Alcaldes que no disponen de los recursos asignados porque temen a la contraloría como pericote al gato.  En este mar de incertidumbre la luz de la esperanza son los jóvenes. Su voluntarismo y  generosidad no tiene color político. Eso es bueno por la impecable pureza de las intenciones. Pero al mismo tiempo terrible porque son los ciudadanos que mañana elegirán a sus gobernantes. Ayer en el cortejo final de Octavio al Metropolitano, me contaron sus compañeros de colegio, que a los 14 años leía y se sabía de memoria los apotegmas  del Apra y el socialismo. Y su mayor proeza fue reclamar levantando su mano en el aula.  Pero así como sabía doctrina, y articulaba demandas era un buen atleta y adoraba las matemáticas. Hoy un jovencito de 14 duerme bajo las sábanas con un  celular que le captura la conciencia y no se desprende  de los audífonos para desconectarse  de la realidad. Su mundo es pajota cuando la pasa  bien y comparte mensajes sincopados. Tiene celular de última generación, no lee porque en su casa nadie lee. Su vida es chévere. Y su sueño, son los culitos que le arroban en Internet. Esa es nuestra comedia y tragedia. Una sociedad  invertebrada que se desmorona a pedazos y nos duele.


¿Qué hacemos? ¿Cómo reconstruimos Piura? ¿Qué futuro nos espera? La primera reconstrucción es la de  nuestra arquitectura moral en una sociedad sin valores y sin paradigmas. Queremos una sociedad donde el éxito no sea la conquista de los oportunistas y de los despojados de pensamiento crítico, de propuestas y de ideas. Alguna vez conversando con Monseñor Cantuarias, a propósito de un escrito, me dijo – Tiene usted razón- el piurano tiene una fe polar. Venera a Dios pero no tiene escrúpulo en acudir a los aquelarres de Las Huaringas e invocar al diablo. Y para confirmar el aserto me refirió que de los 800 soles que  se colectaban en las alcancías de la catedral. 799 eran falsos. Los piuranos son falsos. Necesitan una reconstrucción moral como paso previo a la reconstrucción de su ciudad con decencia, dignidad y decoro. Sin amarres, sin coimas, sin latrocinios. La experiencia dura de 1983 nos sirva de ejemplo. Para que el próximo diluvio no tenga que acompañarnos Noe.

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