¿COLITAS
UNIVERSITARIAS O DIGNIDAD HUMANA?
Por: Miguel Godos Curay
Un concurso de colas de pelicano es una alternativa que no lesiona la dignidad |
Un concurso de “colitas universitarias” acaparó esta semana la atención de los lectores. Un denuesto así no puede ser
otra cosa que la bestialidad de una universidad que no es universidad en donde
se espera resplandezca la inteligencia. La “cola” por más respingada y notoria que sea es siempre la fase terminal del intestino. Y cumple la función de excreción necesaria para una vida
saludable. El bolo alimenticio se digiere y se excrementa. La colita, en efecto
cumple su función. Y un concurso de colitas no es sino una demostración visible
de glúteos lubricados. La parte inferior del ser humano. Es posible que así
como se realizan concursos de colas femeninas, más tarde se les ocurra a los
promotores de estos eventos realizar un concurso de prominencias masculinas. En
donde se aplicaría la necesaria equidad
de género que debe acompañar estas competencias. Habría que imaginar a los
organizadores y al jurado regla en mano cumpliendo con seriedad su labor
escrutadora.
Otro sería un concurso de cerebros y
creatividad que es la parte superior del cuerpo, del cerebro de la
inteligencia. Concursos de destreza en
los que se utilicen las manos y en donde la competencia deportiva anime la
aspiración y el logro personal. Advierto que
no me opongo a los concursos pero detenernos en un territorio humano que
el buen criterio aconseja respeto y pudor es un naufragio. Mostrar traseros sin
rostros es en cierto sentido doblegar el
profundo significado de la dignidad
humana. Una reducción animal intolerable.
Explico. La palabra latina rostrum de
donde se deriva rostro significaba la proa de un barco. El rostro simboliza a
la persona. El rostro está dotado de
gracia, es el espejo del alma es un atributo humano. No se puede separar el
rostro del cuerpo. Cuando el arcángel Gabriel saluda a María le dice: Dios te
salve María llena eres de gracia, le está diciendo que es bella, graciosa,
esplendor espontáneo. De modo que el cuerpo humano, la faz que produce gracia y
encanto natural exige un trato digno, decoroso y respetuoso de las personas.
Pensamos que hay territorio basto para nuevos y novedosos concursos que no
desciendan al extremo denigrante, o como
advierten los concurrentes, “de un lascivo concurso de culos”. Todos y todas
merecemos respeto como personas. Es más deseamos que nuestras hijas y alumnas
reciban un trato humano honesto y decoroso. Es probable que muchos de los
lectores no compartan mi punto de vista. Soy respetuoso de lo que opinen y
hagan. Pero también es cierto que no tolerarían que lo que hoy hacen con
algunas jovencitas aviesas en pos de notoriedad se haga con su entorno familiar próximo. La belleza tiene cánones
elementales distanciados del mal gusto y la procacidad.Piura necesita de concursos que eleven la vivencia de los valores. Por ejemplo, las competencias de saber, de aseo y de limpieza vecinal, de barrios que plantan árboles, de niños y jóvenes que destaquen por su creatividad e inteligencia, competencias deportivas, concursos de grafitis en donde se perciba el arte, concursos de reciclaje en donde se haga un favor al medio ambiente. Estamos convencidos que hay que elevar en el piurano no sólo sus aspiraciones colectivas sino su extraviado sentido estético y el necesario respeto a la persona humana.
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