sábado, 31 de julio de 2010

A BUEN FIN NO HAY MAL PRINCIPIO


Por: Miguel Godos Curay
Piura se mueve. La región se mueve. Las inversiones generan enormes expectativas en propios y extraños. El consumo se ha disparado de tal manera que no hay rincón de Piura en el que se coma menos. En Piura circulan no menos de 50 mil tarjetas de crédito. Al piurano parecen no sorprenderle los sobre costos que provocan los consumos suntuarios El empujón de la economía se siente en negocios nuevos que generan acumulación en sectores anteriormente empobrecidos. Cientos de jóvenes buscan futuro en ocupaciones y oficios de veloz retorno. Los técnicos de Senati y Sencico son mucho más afortunados que los abogadines picapleiteros que deambulan con el consultorio móvil por la Plaza Pizarro. Las escuelas Tecnológicas de la UDEP y la UNP abren caminos atractivos a mejores ingresos que en las tradicionales profesiones liberales.

La gastronomía es un buen negocio y una buena plaza en Piura. Sin embargo, hay que advertir a todos los chefs que si un buen potaje atrae por la presentación es el sabor el que finalmente confirma una buena elección. Lo es también la repostería, sobretodo, la que rescata las tradicionales delicias piuranas como el quesillo, la natilla, los gofios y las acuñas. Sumemos a ello las cocadas, las tortas de canela, las jaleas de guayaba y las mazamorras de achira y leche. El champús de piña. Los exotismos coloridos no son tan piuranos. Pese a que se siente un poco de frío estacional Piura tiene sol y calor para los helados con frutas deliciosas.

Son también atractivos los souvenirs. Piura tiene una buena provisión de artesanos y artistas multifacéticos. Sin embargo, tienen que aprender a dominar las técnicas de representación del rostro y las manos. Cholitas de espaldas son el leit motiv facilón que inunda las galerías en donde se pueden adquirir cuadros de estos artistas. La profusión de colgajos chinos amenaza nuestra artesanía tradicional. No hay rincón en que los chinos no hayan penetrado con baratijas que desplazan a nuestros maromeros y trompos. Hasta los guairuros, esos coloridos frijoles, para las pulseras femeninas son desplazados por otros sintéticos Made in China.

El boom de la construcción transforma poco a poco el hogar de los piuranos. No hay familia que no haya comprado una bolsa de cemento, losetas o sanitarios con el fin de mejorar su casa. Piura demanda mano de obra calificada que pueda encontrar a la vuelta de la esquina. Nadie quiere un técnico de construcción que resulte un ojo de la cara o un impuntual amarra la chiva que incumple con reiteración. Frente a estos impulsos de la economía un dolor de cabeza es la inseguridad que utiliza la informalidad de los vehículos menores para el pillaje y el despojo. Piura crece pero también crecen los lenocinios camuflados en la “zona industrial”. Negocios que empujan el delito se ven favorecidos por el desorden urbano y la falta de autoridad en el que está sumergida la ciudad.

La renovación del parque automotriz demanda técnicos capaces en resolver contratiempos en plazos breves. El mecánico informal incumple sus plazos, infla costos y necesita seguimiento en sus tareas. Es bueno pero las malas prácticas desvalorizan su labor. Igual sucede con los conductores de taxis que encarecen las tarifas con los desconocidos especialmente a los turistas expuestos a estafas, sustracciones y engaños. Urge distinguir entre los servicios ordinarios y los que se brinda a quienes visitan la ciudad. En Piura hay una verdadera explosión de clínicas veterinarias por la extendida costumbre del tener mascotas. Pero en cambio son contados los postulantes a la especialidad de zootecnia y medicina veterinaria en la universidad.

Los servicios educativos han experimentado un crecimiento notable, sin embargo, no somos retribuidos en la calidad esperada. Nuestros mayores déficits son el aprendizaje de la matemática, comprensión lectora. Existe en el piurano un bloqueo psicológico al aprendizaje de idiomas. Los cursos de idiomas en los establecimientos públicos son una tomadura de pelo y una pérdida de tiempo. Incluso a algunos académicos con rango doctoral, a duras penas son capaces de sostener un diálogo en fluido inglés o francés. Aprender idiomas debe ser en el futuro una imprescindible preocupación de los piuranos. La información fresca en los campos de la ciencia y economía están disponibles en inglés. Sin idiomas no tendremos capacidad de abrir mercados para nuestros productos bandera.

Si hay una ausencia reprochable en las propuestas de algunos candidatos es su preocupación por la educación de calidad. Todos consienten y creen que los esfuerzos del Estado son suficientes. No es así. Si los municipios apostaran por atender las urgentes necesidades de la escuela pública. Se ahorrarían los gastos en represión, patrulleros y motocicletas policiales.

Como un sintonizado canto de sirenas los candidatos ofrecen nuevamente terminal terrestre, ordenar el mercado, parchar los huecos de este cráter interminable. Piura en esencia requiere orden y autoridad. Una activa exigencia cívica para que no se arrojen los desperdicios en la vía pública. Respeto a los niños y a los ancianos. Una tolerancia que permita que juntos podamos ser escuchados y atendidos en nuestras demandas. Sumemos a ello una vigilancia cívica que permita que las obras públicas no sean socavadas por la corrupción -que comparte y reparte- lo que con negligencia se hurta. Por eso los piuranos han convertido en una letanía ardida el quejarse de la mala calidad de las obras públicas sobrevaloradas y eternamente cuestionadas.

Piura luce desgarbada y desordenada. Es probable que sea la misma sensación desagradable cuando se realizan transformaciones en el hogar. Es el precio de la mejora futura. Es también necesario recordar a los inversionistas que es parte de su responsabilidad social preocuparse por ese entorno social estremecido hoy por el febril ritmo de la construcción. Piura quiere que la inversión que aquí se realiza no sólo genere renta y beneficio, sino que también mejore escuelas, promueva arte, ilumine la oscuridad que provoca frustraciones, aliente bibliotecas, expanda la música y las áreas verdes. No nos oponemos a que ganen pero por elemental consideración Piura exige una justa retribución visible que no se quede en los bolsillos de los sinvergüenzas. Como decía Shakespeare “a buen fin no hay mal principio”. Empecemos pues a cambiar esa actitud cómplice de indiferencia ante la corrupción y el abuso. A ese maltrato cotidiano al que por decoro debemos renunciar. A ese dejarnos encandilar por el floro de estos candidos candidatos.

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