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Chichera de Catacaos en el fotoóleo de don Manuel Quiroz. |
Por: Miguel Godos Curay
En Piura la violencia contra la mujer es
de origen remoto pero está a la vuelta de la esquina. Durante la colonia los
señores de los feudos adquirían negritas para el trabajo doméstico o para nanas
de leche. No estaban exentas de abusos y excesos repudiables. La educación para
las niñas fue un esfuerzo pionero de religiosas y normalistas que tuvieron que
soportar la agresiva resistencia de muchos padres y hasta los caporales de las
haciendas. Hemos alcanzado algunos logros pero aún hay que vencer la mezquina
pretensión de funcionarios perversos para quienes una cara bonita es botín del
que manda. El chantaje en todas sus formas. La deshonestidad desembozada.
El asesinato de la joven universitaria
Xiomara Alejandra Huertas Santiago (18), victimada salvajemente en su entorno familiar
próximo no debe quedar impune. Reportada como desaparecida movilizó al
vecindario en su búsqueda. Posteriormente se produjo el hallazgo del cuerpo
maniatado y enterrado en el corral de la casa de su tío y presunto asesino. Según
el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en lo que del año se han
registrado 79 feminicidios en el Perú y 04 en Piura. Las denuncias de violencia
contra la mujer superan ya las 5,540. Sería advertencia de una ola de agresión
en el seno del hogar.
LA VIOLENCIA LESIONA LA DIGNIDAD DE LA
PERSONA
Según las estadísticas del Ministerio
de la Mujer y Poblaciones Vulnerables el año 2022 se reportaron 8 casos de tentativas
de feminicidio, en el 2023: 9 casos, en el 2024: 9 casos. Las secuelas de violencia obligan a
las víctimas a hospitalización por la gravedad de las lesiones. Sin embargo, la
violencia psicológica crece explosivamente. Los casos de desaparición
denunciados ante las autoridades policiales suman más de 9 en especial de
jovencitas. Otra papa caliente es el embarazo adolescente de menores de 14
años. La situación se agrava por la resistencia en los hogares al sostenimiento
de una nueva familia sin la posibilidad de una subsistencia digna y decorosa.
Preocupante es en Piura la trata de
personas convertida en próspero e impune negocio favorecido por centenares de jovencitas
migrantes que merodean a vista y paciencia de los vecinos establecimientos hoteleros
en diversos sectores de la ciudad. Los casos Bello Horizonte, avenida Gulman,
18 de Mayo son las cerezas de la torta. La displicencia de las autoridades
sectoriales del Mincetur, Municipalidades, Salud y Policía Nacional no enfrenta
aún este problema cuyas aristas delincuenciales comprometen a pandillas promotoras
del meretricio, a establecimientos hoteleros sin registros que favorecen el
negocio carnal. “Cuando manda el billete nadie se mete” sostienen irritados
vecinos atemorizados en la tierra de nadie. El VIH está también a la orden del
día.
EL 50.2% DE PIURANAS SUFRE VIOLENCIA
PSICOLÓGICA
A nivel nacional, la región Piura
ocupa el puesto número 13 en violencia contra la mujer, mientras que el 50.2
por ciento de las piuranas sufren alguna forma de violencia psicológica, ya sea
propiciada por su pareja, intrafamiliar, el espacio laboral, la escuela y la
propia universidad según el registro del Ministerio de la Mujer y Poblaciones
Vulnerables.
A este cuadro desolador habría que puntualizar
que el piurano es tradicionalmente machista, se nutre de la posesión excluyente
de la mujer. Las hijas recién nacidas son chancletas. El espacio de la mujer
casada se constriñe al trabajo del hogar junto a su prole. Las pocas posibilidades
de socialización fuera del hogar se trasladan a los grupos parroquiales y grupos
evangélicos cristianos. Antes predominaban las familias numerosas hoy se
prefiere tener los hijos que se pueden mantener.
CASOS DE INCESTO ADVIERTEN AGRESIÓN A MENORES
A pesar de los pesares aún el estupro
es una institución perversa del machismo en los pueblos apartados. Los casos de
incesto son también preocupantes en algunos asentamientos humanos y poblados de la sierra. De los ocho casos reportados las menores tenían menos
de quince años. En el mundo rural y
campesino es visible la marginación social que aún impide a muchas niñas concurrir
a las escuelas. Otro es el caso de padres irresponsables que entregan a sus
hijas bajo la falsa promesa de brindarles buena educación que acaba en la
esclavitud del trabajo doméstico, mal pagado y en condiciones inhumanas. Pese a
todo existe hoy una actitud diferente frente al maltrato y el abuso.
Piura recuerda con generosidad al
Padre Alberto Gallo, párroco de la Catedral que acogía semanalmente en la
iglesia a muchas trabajadoras del hogar para el aprendizaje de costura, cocina
y repostería al mismo tiempo instrucción para la defensa de sus derechos
laborales. Por supuesto la iniciativa del Cura Gallo escaldaba en su conciencia
a algunas feligresas maltratantes. Su magisterio dejó muchos frutos en esta
ciudad de enredaderas y muchos prejuicios. Pese a que el Ministerio de Trabajo
promueve el trato laboral justo y equitativo con acceso a la seguridad social,
un horario y trato justo. Aún queda mucho por hacer. Muchas jovencitas que
trabajan hoy en los grifos -hasta ayer oficio privativo de varones- lo que
mayor temen es la agresión delincuencial.
LA MUJER TRABAJADORA ACTIVA LA
ECONOMÍA REGIONAL
Centenares de mujeres trabajan en los
mercados y servicios de transporte urbano iniciando su jornada muy temprano.
Son un vigoroso resorte de la economía regional. Sin embargo, urge promover el
buen trato. Los más deliciosos platos de la cocina piurana son fruto de su
sazón. Otras son tejedoras de sombreros en Narihualá y diligentes chicheras pendientes de sus
tabernas en Catacaos, La Arena y Belisario. Oficio milenario ligado a la tierra
y a la faena agrícola.
La producción de chicha es un rito
gozoso que preserva la tradición. Grande
es también el esfuerzo de las obreras municipales que limpian el rostro de la
ciudad. Otras venden diarios a lo largo de la avenida Grau. En el esplendor de
la cumbia también hay memorables intérpretes como Edita e Irma Guerrero que hicieron
de esos emocionados sanjuanitos letras
de cumbias. Tienen su espacio y su lugar en el corazón del pueblo.
MEMORIAL DE NATACHA
No es casual que en el habla urbana se
discrimine con desprecio a las cholas, a las negras y a las serranas. Por la década de 1970 se llamaba a
las trabajadoras del hogar “Natachas” en alusión a la telenovela peruana emitida
por Panamericana Televisión. Natacha Cervantes, una pollerona provinciana, al
quedarse huérfana, gracias al padre Florencio consigue trabajo en Lima en casa
de la familia Pereira. Raúl Pereira, uno de los hijos queda prendado del trato humano
espontáneo de Natacha. La telenovela
obtuvo elevados raitings hasta el final y popularizó a Gustavo Rojo y Ofelia Lazo en
los roles principales. La canción que popularizó la serie fue una creación de
Raúl Vásquez que la interpretó junto a la Peña Ferrando en todo el Perú. El guion exitoso fue escrito por el argentino
Abel Santa Cruz.
EDUCACIÓN UNNA APUESTA DE LA JUVENTUD
PIURANA
Es gracias a la educación que muchas
jóvenes profesionales tienen acceso a los estudios universitarios y a una
profesión liberal. Sin embargo, es necesario un mayor esfuerzo en favor de los
derechos de la mujer. En los últimos reductos de la descascarada burguesía de
la hacienda aún persisten estos distingos. Sin embargo, la lucha contra el mal
trato a la mujer se mantiene en pie. Las mujeres profesionales en los campos
del derecho, economía, ingeniería y la medicina. Las que forman parte del
cuerpo policial y las Fuerzas Armadas tienen la buena fama de su integridad a
toda prueba lo que es una buena señal. En general en el mundo universitario las
mujeres obtienen mejores calificaciones que sus pares varones en los cursos de
ciencias. Sus elecciones profesionales son muy precisas: educación, enfermería, obstetricia, medicina,
ingeniería, educación, comunicación y derecho. Hoy tienen voz propia y demandan
y exigen respeto. Se puede afirmar categóricamente que los logros en la
formación profesional de la mujer vislumbran un porvenir diferente en donde se
revalore la vida y el respeto a los derechos humanos elementales.
Es de advertir que la Piura del siglo XVI era gobernada por las señoras Capullanas, llamadas así por su traje parecido al “capuz” o albornoz morisco con el que se vestían. Tenían mando y autoridad en sus curacazgos. Según los cronistas Reynaldo de Lizárraga y Martín de Murua era tal su poder que podían elegir al marido de su preferencia y arrinconaban al aborrecido que lagrimaba con tristeza. Las señoras Capullanas aparecen en muchos documentos sobre herencias y sucesiones durante el siglo XVII exigiendo se reconozcan sus derechos conforme al fuero castellano,
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