viernes, 10 de mayo de 2024

UN RECADO PARA MAMÁ

Por: Miguel Godos Curay

Mamá es un hato de recuerdos. Ternura pura, energía intensa para  abrir los ojos y la imaginación de sus hijos a mundos maravillosos e inexplorados. Una sabiduría recóndita para derribar la tristeza y una inmensa riqueza en cada recado a lo más profundo del corazón. La vieja Piura del ayer, en donde todos  se conocían, era una ciudad de recados. Mensajes de boca a oreja escritos en el papel de la memoria. Este es un recado para ella. Para quien sus ruegos, son un diálogo cotidiano con Dios. Su presencia es como la luz del faro que guía nuestra existencia. Sus gratos recuerdos fuente de espontánea poesía. El padre provee, la madre multiplica los panes y los peces para el sustento diario. Y no se arredra ante las dificultades. En su soledad ruega por todos. Su amor se multiplica con los que sufren, desanuda las dificultades, atesora fervor y esperanza por los más débiles y olvidados.

En los tiempos de escasez de pesca en Paita encontraron una solución en la carne de ballena traída desde los grises farallones de Tierra Colorada. Los aderezados bistecs y hasta los anticuchos eran una delicia para el hambre. En todas las crisis siempre encontraron soluciones. Su buen sentido del ahorro y el mejor uso de los bienes de modo original e inteligente fue respuesta imaginativa a los planes de todos los ministros de economía del planeta. Su lealtad insobornable, su decencia a manos llenas, su honradez  a toda prueba convierte en enanos morales a los gobernantes corruptos. El consenso de las madres construye los cimientos de las naciones por eso los festines del erario la despojan impunemente de su derecho a la felicidad. El poder en malas manos retuerce el bien de los que más lo necesitan. Ese fue el testimonio de Hebe Bonafini la activista argentina de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

Su heroísmo no tiene límites. Dan la vida a diario  por sus hijos. En silencio prefieren entregan sudor y lágrimas por los que aman. Son el genuino ministerio de salud cuando la salud de la familia peligra y el ministerio de educación cuando con pura y serena  intuición desenredan las complicadas tareas escolares. Su coraje para el reclamo tiene una estatura más grande que las encumbradas torres del ajedrez de los poderosos. Sus legítimos reclamos convierten en maullidos de gato los rugidos de los leones autoritarios. Las madres en su genial  sabiduría miden el tiempo contemplando el sol y las estrellas. Su portentoso Rolex es la abnegación y manos limpias. Siempre empedernidas nunca se detienen en el hacer siempre mejor las cosas.

La torpeza política no las cuenta para nada y ha inventado la  vigilancia de la contraloría que es un jugar a la gallinita ciega en vigilar el mejor uso de los dineros públicos. En cambio las madres vigilantes son un antídoto a los onerosos despilfarros municipales y regionales. En su día desbordamos sonoros homenajes, flores en el pecho, cantos sublimes. Sin embargo hasta hoy no hemos erigido un monumento a la madre. Tenemos predilección efervescente por la publicidad que nos ha llenado el corazón de ollas arroceras.

Nuestras madres urgen de protección social en todo momento. Son la historia viva de la patria, la energía que mueve los resortes del progreso y desarrollo. Las víctimas inolvidables de las esterilizaciones forzosas de Fujimori. Las madres educadas e instruidas mueven la economía del Perú. Su olfato para la gestión empresarial -en apariencia dormido- crea más empleos creativos que el ministerio de trabajo. Los desayunos en carretilla en   cada esquina son su último invento. Sus enseñanzas de boca a oreja en el hogar dan frutos  con eficiencia. La seguridad ciudadana tan precaria se fortalece con sus ojos y con sus palabras. Madres con su dispositivo celular en mano en vigilancia son más eficaces que las cámaras de adorno y los serenos que se hacen de la vista gorda y no vigilan nada. Las madres unidas son una fuerza potente contra la inseguridad y el delito.

Contra lo afirman funcionarios y regidores municipales las madres organizadas no son una legión de pedigüeñas. Sus propuestas  en favor del bien común y deben ser escuchadas. No hay territorio que les sea ajeno: economía, salud, educación, familia y derecho son valiosos  campos para sus iniciativas  desoídas por el protagonismo retórico. La inteligencia de las madres crea nuevos caminos para la provisión de desayunos y activan comedores  con platos nutritivos. Son actoras eficientes en la promoción del consumo sano y saludable.  Son grandes aliadas en la promoción de bibliotecas escolares. Son muy eficientes en el monitoreo de programas de higiene y salud familiar. Cuando se lo proponen mejoran el paisaje y la reforestación urbana.

Ellas inventaron el reciclaje y ahorro  utilizando  los recursos disponibles. Son gestoras del transporte solidario y cuidado de los niños.  Con sus panderos y fondos rotatorios dan vida a pequeñas empresas familiares y vecinales. En la promoción y uso de la bicicleta más económica que los gimnasios contribuyen a las figuras esbeltas y la belleza cosmética. En los barrios activan la promoción del deporte infantil y juvenil. Y si se lo proponen dan vida a los programas de recreación y turismo para niños y adultos.

Las madres son un capital humano invalorable por eso no debe ser excluido en las instituciones del gobierno local, la empresa privada y el propio estado. Sucede que el ogro filantrópico  devora presupuestos públicos porque es adicto al robo, la malversación y la repartija.  No quiere ojos que vean y labios que denuncien los descomunales latrocinios. Las madres son la luz del sol y penetra los rincones que ilumina con su presencia. Es luz en las tinieblas.

Nuestra existencia es una legión de madres inolvidables. La que nos dio la vida en un acto de entrega inconmensurable. La que nos llevó a la escuela el primer día de clases. La que nos  abrió por primera vez las páginas del catecismo. La que nos preparó la torta de cumpleaños. La que nos llevó por primera vez al cine. La que encuentra el trompo preferido escondido y olvidado. La que nos preparó  una mazamorra morada tan deliciosa que para que te cuento. La que zurció tu uniforme escolar en las deshilachadas rodillas. La que coleccionó tus fotografías  desde muy pequeño  y que más tarde te las entrega como un precioso tesoro. La que te condujo al camposanto para visitar a los abuelos. La viejita linda  que estuvo presente en todas las clausuras del colegio. La abuela querendona que adoran tus nietos. Este es un recado largo mamá.

 

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