lunes, 1 de mayo de 2023

SE FUE CON LA ÚLTIMA LLUVIA DE ABRIL


Por: Miguel Godos Curay 
Rolando Ramos Novoa se ha ido en plena lluvia. Los repentinos encuentros con el chato Ramos siempre fueron ocasión para la conversación amena y de evocación política. Despedido y repuesto en el BCR fue un sindicalista insobornable. Su vida junto a Nancy, su esposa, fue de movilización permanente. Gracias a su amistad, en tiempos de reporterismo, pude entrevistar a Genaro Ledesma Izquieta y a Laura Caller Ibérico la sustancia ideológica del FOCEP. Doña Laura salvó de la pena de muerte a Hugo Blanco y fue defensora de las comunidades campesinas.

Aún recuerdo, gracias al regidor de la Municipalidad de Piura Rolando Ramos Novoa, en julio de 1982, en pleno 450° aniversario de la fundación de San Miguel de Tangarará. En un escarabajo de la Municipalidad de Piura llegamos al kilómetro 50. El anuncio del arribo del Presidente Belaunde movilizó una gran marcha campesina exigiendo la irrigación del Alto Piura. Los cientos de agricultores fueron contenidos en el kilómetro 50. Hubo bombas lacrimógenas y disparos. Todo era conmoción. Las picanteras con los ojos cubiertos de lágrimas mostraban los casquillos de las balas. El agricultor Manuel Bruno Suárez impactado por un proyectil resultó muerto en la protesta. Fue una marcha conmovedora de agricultores enflaquecidos por la sequía. Bruno Suárez se convirtió en el primer mártir. Un campesino pobre, puro coraje, entregó su vida por el sueño aún imposible. El trasvase de las aguas del río Huancabamba para conjurar la sed de las feraces tierras del Alto Piura. Ese día entrevisté a Guido Raffo Varona quien con lágrimas en los ojos nos dijo nuestras lágrimas son como una lluvia de justicia. Nosotros queremos agua para la agricultura que produce alimentos y jornales. Ramos Novoa hizo el recorrido con nosotros. 

En 1984 el alcalde de Talara Luis Romero Agurto, construyó con presupuesto municipal un prostíbulo, el primer lenocinio municipal de la historia, al que llamó son sorna la Rosa Roja símbolo de los socialistas. Con Ramos Novoa y la doctora Laura Caller Ibérico fuimos a Talara y recorrimos el local municipal erigido al filo de una quebrada. Tálamos de concreto y pintado bermellón eran la nota distintiva. En Talara flotaba la indignación por tan injustificada inversión municipal. Monseñor Pacheco Wilson no ocultó su rechazo ante tal desatino. Laura Caller lideró desde Lima la protesta. Finalmente el local fue cerrado. 

En agosto del 2017 presenté en el auditorio Vargas Llosa de la UNP su libro La Redada editado por Caramanduca Editores. Un acopio memorioso de su trayectoria de lucha sindical y política. Aún lo recuerdo por su entusiasmo y su irrepetible vocación de reclamo y de protesta cuando no se hacen bien las cosas. El que estuviésemos ubicados en orillas políticas opuestas no fue motivo de desentendimientos. Aún recuerdo la anécdota con Alfonso Barrantes Lingán que tras su visita a Sechura había desencajado una prótesis dental. Lo encontré en el Puente Viejo y con visible preocupación y me pidió auxilio. Lo conduje al consultorio del doctor Alejandro Alberdi Carrión, en el jirón Lima, quien con sorprendente habilidad devolvió el aplomo al político. Electo alcalde de Lima, recordaba aún lo sucedido en Piura. Lo llamé no para pedirle un beneficio personal. A su arribo a Piura Oswaldo Guayasamín, el famoso pintor ecuatoriano, había sido víctima del robo de sus documentos y efectos personales. Lo conecté inmediatamente con Barrantes entonces Acalde de Lima que un santiamén llamó al Presidente García y le consiguió un salvoconducto especial para recorrer al Perú. Guayasamín continuó hacia Lima y el Cusco. 

El 2000 acompañando al Embajador Oscar Maurtúa estuvimos en la casa del pintor, en Quito, en homenaje a las cenizas del maestro al filo de la madrugada. Los pueblos indígenas del continente estaban representados por Rigoberta Menchú. Rolando Ramos Novoa, era un ato de recuerdos y anécdotas. Amaba con afecto a sus hijos. Aún recuerdo el dolor profundo que le causó la accidentada desaparición de su hijo Camilo. Lucho Paredes, escuchaba siempre sus reclamos y estaba pendiente de sus gestos. Alguna ocasión abandonó la sesión de concejo en señal de protesta con la seguridad que lo seguirían los otros regidores de izquierda lo que no sucedió. Hoy su ausencia nos conmueve se fue silencioso con la última lluvia de abril.

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