domingo, 18 de mayo de 2025

TIEMPO PARA CREAR Y CREER

Por: Miguel Godos Curay

Leer es una tarea imprescindible en la escuela y en la universidad.

Una vida sin leer es un desafortunado placer de la inteligencia agónica. La lectura diaria alimenta y despierta en plena soledad la pasión por la escritura. El portento de la laptop es la facilidad para anotar ideas, sueños y aventuras que emergen del pasado, historias jamás contadas sin final, un hato de recuerdos. Todo se puede escribir sin el pretexto no tengo papel. En algunas ocasiones versos inconclusos. Emociones súbitas, pasiones irreversibles y recuerdos desgranados como los dientes del choclo.

Por supuesto la vida es una ronda sin final, posibilidades de realización infinitas. Una vida sin pasión es un oficio de difuntos. Una abstinencia perversa. La vida es una búsqueda inagotable en las páginas de los libros cuyas páginas acabas de leer. La curiosidad no se pierde. Sientes una patente compañía próxima poblada con los prodigios y palabras de los maestros. En su acepción etimológica los que saben más. El que enseña aprende a aprehender el conocimiento fresco. Descubres en los estantes de los libreros del mercado, del suelo o del puente viejo preciosidades bibliográficas a bajo precio. Es un placer que confiere satisfacciones infinitas. Una mirada penetrante e inteligente en el saber humano.

Motivar la lectura en los jóvenes universitarios es una tarea de coraje y persistencia para invitarlos a descubrir el mundo del saber inagotable. La lectura deslumbra con palabras nuevas que enriquecen la expresión cotidiana. Mejora la ortografía y redacción. A mayor lectura dispones de un repertorio para expresarte y escribir con facilidad. Leo “Los pájaros perdidos” de Rabindranath Tagore, en el verso 20 anota este apotegma: “No puedo elegir lo mejor. Es lo mejor quien me elige a mí”. Diríamos parafraseando al poeta bengalí. Es lo mejor lo que nos llama al camino de la perfección posible. No eliges un libro el libro te elige a ti.

En la búsqueda inteligente del esplendor humanístico nos situamos indagando sobre nuestras raíces. Y con la metodología de la ciencia nos adentramos con paso firme en el camino de la certeza con el auxilio de la ciencia. La ciencia es conocimiento metódicamente perfecto. Indaga busca y encuentra. Este desafío nos recuerda la versión del texto poético que satisfizo a Steve Jobs para el lanzamiento diferente de Apple.

El texto de sesenta segundos dice: “Este es un homenaje a los locos. A los inadaptados. A los rebeldes. A los alborotadores. A las fichas redondas de lo huecos cuadrados. A los que ven las cosas de formas diferente. A ellos no les gustan las reglas, y no sienten ningún respeto por el statu quo. Puedes citarlos, discrepar, de ellos, glorificarlos o vilipendiarlos. Casi lo único que no puedes hacer es ignorarlos. Porque ellos cambian las cosas. Son los que hacen avanzar al género humano. Y aunque algunos los vean como a locos nosotros vemos su genio. Porque las personas que están suficiente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo…son quienes lo cambian.”

Esta audacia debe acompañarnos para repensar nuestra región, el Perú y sus instituciones socavadas por la inmoralidad. En esta batalla desigual contra viles y   malvados no podemos permitir desangrarse al Perú, ni el arrebato brutal de los apuntes de clase de las manos de nuestros niños. La siembra del desasosiego, el desorden y saqueo sustrayendo y dilapidando presupuestos públicos. No es así.  No se trata de socavar los bienes de la educación, la cultura, la ciencia y el arte porque los que deciden buscan el provecho propio menoscabando el bien común. No es así exigimos una apuesta por la buena educación, la agricultura productiva que nutre y la pesca que no depreda y protege bien usando los recursos del mar.

La minería que desangra es el veneno de las desgracias. La informalidad, la ilegalidad que depreda, destruye, empobrece y no paga Canon necesario para equipar escuelas, postas médicas y mejores servicios públicos. Como todo aquello que surge del ultraje corrompe autoridades y envilece instituciones. Destruye el tejido social y las legítimas y mejores aspiraciones de cambio y progreso. El saqueo artero de nuestras riquezas naturales despoja de futuro a nuestros niños y jóvenes. Arrebata de las manos una educación de calidad y protección a las familias. La minería ilegal es un cáncer social. Fomenta la criminalidad aliada del narcotráfico, la trata de personas y el despojo de la tierra. La corrupción es la metástasis del despojo social, el desorden, la imposición del delito como forma de vida deslegitimando nuestras instituciones.

No debemos dejarnos consumir por la indiferencia de ver nuestros sueños arrancados de la conciencia por los que destruyen este país de raíces profundas, de inteligencias brillantes y de sueños inagotables. Los países, los pueblos las comunidades no sólo valen por lo que tienen sino en mayor proporción por lo que saben y lo que crean. Hoy enfrentamos con severidad los impactos del cambio climático provocador de una languidez de sequías insoportables pero al mismo tiempo nos arrasa con las aguas desbocadas de las inundaciones. Lo mismo sucede en el territorio de la letra impresa. Muchos libros editados pero pocos lectores. Series completas de autores peruanos a precio módico en ediciones digitales, sin embargo, hay que motivar a los niños y jóvenes.

El mejor antídoto para este momento de crisis es el abrir los ojos de los niños a esa posibilidad de acceder al saber y al conocimento, a la cultura viva y nos dejarse deslumbrar por la cultura boba de los escaparates virtuales con su sutil atracción por el jebe de las zapatillas. Hoy necesitamos con urgencia el cultivo de las ciencias, el lenguaje de los números, la observación curiosa del entorno. La lectura deslumbrante que abre la imaginación hacia los deseos vehementes por un mundo nuevo. A entender la energía de nuestros valores. A un sentido menos empapelado del deber y la justicia como garantía de la pasa social en la lucha contra el delito y todas las formas de injusticia. A un sentido de patria enraizado en la propiedad legítima y no en el despojo abusivo.

Necesitamos nutrir a nuestros hijos de esperanza en un mundo que enfrenta las presiones desbocadas de la naturaleza afectada por el cambio climático que convierte las viejas pistas de asfalto en cocadas y acuñas de melaza con una radiación insoportable. El cemento convierte los módulos diminutos en hornos de fuego lento. En Chulucanas el adobe es mucho más fresco.  El otoño piurano de hoy tiene temperaturas de 30 y 31 grados. Una especie de verano fresco. Como ayer hay que rescatar los sombreros de ala ancha de los abuelos, las camisas y pantalones de drill saludables a las prendas sintéticas que calientan hasta el alma con la radiación insoportable. Urge rescatar las antañonas piedras de filtro y los cántaros para mantener el agua fresca y beberla en estado natural. El agua embotellada nos tiene los nutrientes minerales del agua natural.

El escenario del mundo es totalmente diferente. Tenemos que repoblar nuestros campos con hatos de cabras prodigiosas cuya leche en su composición química es muy similar a la leche materna. Necesitamos despertar en nuestra infancia el afecto por la fruta fresca y el choclo sancochado. Incluso urge modificar los horarios para empezar el día más temprano y no nos calcine el sopor del mediodía en donde las mentes se tornan improductivas. Los colores de la ropa deben proteger la piel de los rayos UV a cuya exposición brotan los cánceres a la piel en proporciones impresionantes.  Tenemos que elegir mejor lo que comemos y cómo nos nutrimos. Nuevamente hay que estimular las producciones de las huertas familiares. El utilizar las horas frescas del día para pensar mejor y aprender. Los estudiantes universitarios de ingeniería aprenderían mejor en las primeras horas 5 o 6 de la mañana que en el calcinante sopor del mediodía y las primeras horas de la tarde. La lucidez aflora a los  estudiantes  de derecho, educación comunicación y ciencias sociales a las primeras horas del día que en los balbuceos soporíferos de la tarde.

Los cambios en el entorno de aprendizaje: El aumento de temperaturas y las repentinas lluvias alteran las condiciones en las que se desarrollan las clases y otras actividades académicas. Hoy muchas universidades experimentan una compulsiva euforia por el cemento sin ponderar los problemas de infraestructura debido a estos fenómenos climáticos extremos. Nos sorprende como cada tarde los alumnos a pierna suelta echados en los pasillos descansan.  El elevado costo de sistemas de aire acondicionado es oneroso. Inteligente resulta en este extremo aprovechar los espacios frescos y ventilados que procuran las áreas verdes.

Campus universitarios afectados por condiciones semiáridas y el aumento de temperaturas, tienen un impacto aún no investigado en la salud y bienestar de los estudiantes y profesores. La mayor parte de los docentes de la tercera edad reincorporados de acuerdo a lo expresado por los propios estudiantes son improductivos y siguen con el mismo rollo de hace cuatro décadas sin aportes novedosos.

La universidad, por su naturaleza epistemológica, debe estar a la vanguardia en la investigación y formación sobre cambio climático, por ello necesita con urgencia integrar conocimientos científicos actualizados en los poco innovadores planes de estudio y promover la alfabetización climática de los estudiantes. Este aporte tiene impacto en sus familias y en sus comunidades. El cambio climático afecta la salud física y mental de los estudiantes, lo que influye en su rendimiento académico y su capacidad para aprender. Las universidades públicas y privadas necesitan estrategias innovadoras para abordar el cambio climático. Mejorar sus métodos de aprendizaje con el componente lúdico y el estímulo de la lectura utilizando herramientas virtuales. Hoy se aprende haciendo. La experiencia basada en proyectos y la incorporación de tecnologías para promover la sostenibilidad y la conciencia climática son necesarios.

La experiencia de la UNI es muy valiosa. Las clases empiezan muy temprano y el desayuno se sirve para todos entre las 6.00 y 7.00 y no se necesita vale para poder recibirlo. Sencillamente desayunan los puntuales.  El servicio de comedor lo brindan concesionarios que redimen los vales que reciben los alumnos de acuerdo a su condición económica. Las filas de estudiantes se alargan en donde se ofrece el mejor menú nutritivo y exquisito. Cuando pregunté al Rector si la UNI tenía comedor universitario. Me respondió: Nosotros somos ingenieros y arquitectos. Ellos los concesionaros, son expertos en cocinar. Que conste. Los concesionarios pagan todos los meses puntualmente por el uso de los ambientes de los refectorios de la universidad.

viernes, 16 de mayo de 2025

LAS MANOS QUE MECEN LA CUNA

Por: Miguel Godos Curay

La sagrada familia. Mi madre Delia, mis hermanas Mary, Wendy, mi padre Juan José,Diana
 y Eliana cerca al Toril en Paita.

Siempre nos han conmovido las tradicionales celebraciones del día de las madres. A todas las recordamos con gratitud y ternura. Los mercados se llenan de flores y presentes con el propósito de convertirse en recados del corazón.  Allá en los camposantos de Morropón en el Alto Piura se escuchan las notas sentidas del triste de Carmencita Lara: “Cementerio, cementerio/ Devuélveme a mi madre/Cementerio, cementerio/ Devuélveme a mi madre” / “Abre pronto esas rejas/ Señor sepulturero/Abre pronto/Que quiero/ Rezarle a mi madre. /Y ponerle estas flores/De blancas azucenas/Y coronas hermosas/ Que adornarán su altar”.

A moco tendido duelen los recuerdos y brotan del alma sentimientos profundos. Allá en los valles en donde reverdecen umbríos higuerones y nogales nadie parte del lar querido sin la bendición de su madre. Y en la ausencia se sienten las letras de yaravíes y pasillos. En las urbes modernas tapizadas de asfalto la evocación sonríe con Palito Ortega y la letra de ese himno alegre: Se parece a mi mamá: “Esa flor que está naciendo/Ese sol que brilla más/Todo eso se parece/Se parece a mi mamá. Los coros escolares conmueven a las madres arrobadas por el sentido homenaje de sus hijos. Guardo en la memoria gratos recuerdos de la flor roja en el pecho por las madres presentes y blancas para las ausentes. No olvido mis visitas de reportero al Asilo de Ancianos en donde la sonrisa de las abuelas olvidadas rompe el alma.

La existencia y la vida misma es un largo historial de madres y abuelas generosas e inolvidables cuyas bendiciones resuenan en los oídos. Su alegría es como la de los tradicionales dulces elaborados con recetas mágicas irrepetibles. No faltan los encargos de un Almanaque Bristol para marcar las lunas llenas y seguir al pie de la letra el santoral que hoy nos hace falta. Sus ritos secretos para quitarte el aire, detener los sobresaltos del hipo o santiguarte para conjurar el ojo y el chucaque. Eficaces curas que la modernidad aplasta porque no las entiende. La tecnología narcotiza la inteligencia infantil con el dispositivo celular. Un consuelo cojudo para deformar la curiosidad infantil. Antes nuestros churres se entretenían observando a las hormigas en su tráfico interminable. Las sampapalas atadas a un hilo emprendían vuelo mejor que un dron. Acariciar la tierra como los alfares era una experiencia inolvidable. Amarrar un anzuelo una habilidad extraordinaria. Atrapar lagartijas una carrera interminable. Y caminar sin zapatos un sosegado tributo a la libertad. 

Nuestras madres nos protegieron siempre con sus oraciones, acariciando sueños con sentimientos conmovedores. Al nacer nos ceñían con pañales para que no se deforme el cuerpo. La lactancia siempre fue una obligación natural. La nodriza de lata es un invento reciente y la vacunación una obligación recomendada por el médico de la familia. El sexo no tenía matices como hoy: se nacía hombrecito o mujercita con nombre cristiano de un santo o santa protectora. Los nombres bíblicos hoy permanecen arrinconados. Se utilizan sustantivos exóticos extraídos del inglés, el turco, el japonés y el árabe de personajes de las telenovelas.

Muchas madres, por exigencias de la economía, trabajan y redoblan tareas para ayudar a sostener sus hogares. Comparten el trabajo fuera de casa con las tareas propias de la familia. La mujer, madre y esposa, con formación profesional o sin ella, enfrenta, en muchos casos, la discriminación y exclusión prejuiciosa. En el Perú cada vez es mayor el número de madres con formación universitaria que comparten su actividad profesional con la política y novedosos emprendimientos. Sin embargo, falta aún una activa protección del Estado y la sensibilidad de la empresa privada.

Somos parte de una familia numerosa con once hermanos. Cuando contemplamos la olla que nos mantuvo en pie rendimos homenaje de admiración a las cucharas de palo y a los cántaros con agua fresca. La cadena de solidaridad familiar no se extingue y los jeans del hermano que crece pasaban al de la continuidad de la serie sin miramientos. El sentido de la familia empezaba en madres nutridas de un genuino y proverbial fervor cristiano. La vida es siempre una escritura preciosa en los aparentes renglones torcidos de Dios. En todos esos trazos está siempre presente la mano de mamá.

Alguna ocasión recorriendo los villorrios del sur del Ecuador nos causó admiración la cantidad de monumentos, parques y plazas dedicadas a la madre “símbolo vivo de la patria que educa, se cultiva y crece”. En otros había sentidos versos como el del poeta Francisco Febres Cordero: “Mamá te dije siempre, desde antes/que aprendiera a hablar”. “Siempre estuviste/presente en las ausencias/porque lo se lleva dentro el alma/ nunca se podrá olvidar”. En la Biblioteca Municipal de Piura hay una escultura de Víctor Delfín en terracota dedicada a la madre. Es un símbolo perenne a la mujer cerca al cultivado jardín donde reposan las cenizas de una madre y bibliotecaria inolvidable: Anahí Baylon. Las manos que mecen la cuna acarician el futuro de la Patria.

 

jueves, 1 de mayo de 2025

CRÓNICA DE UN 1º DE MAYO


Por: Miguel Godos Curay

Uno de los imborrables recuerdos con mi padre era el acompañarlo a la marcha y romería al Cementerio de Paita cada 1º de mayo. Él, sindicalista de memorables jornadas disfrutaba contento escuchando los discursos, los vivas y portando como estandartes las pancartas obreras. No faltaban las menciones a Luciano Castillo fundador del Partido Socialista y luchador infatigable en las memorables gestas petroleras en Talara para la conquista de las ocho horas de trabajo. El cortejo numeroso recorría las calles y callejones de Paita con sus distintivos sindicales y banderas rojiblancas. Con gritos a viva voz   y lemas ardorosos celebraban el 1º de mayo. Se colocaban ofrendas florales a los compañeros fallecidos en los percances portuarios y en las plantas industriales de productos del mar. Pronunciaban sus discursos conmemorativos los secretarios generales. Se sumaban los maestros, contingentes obreros, delegaciones campesinas del Bajo Chira.

El 1º de mayo era una fiesta cívica. Un compartir necesario, una celebración gozosa, una reafirmación y compromiso porque las grandes causas no perecen por el miedo. Mi padre fue un obrero de un talante humano extraordinario siempre puso en mis manos libros y periódicos los compraba de mañanita y los colocaba cerca a mi cama para que los pudiera ver y leer. Junto a los diarios el pan y tostadas calientes. Siempre lleno de historias y consejos escuchaba en su radio Saba y moviendo el dial: Radio Nacional del Perú, Radio Caracol de Colombia, La voz de los Andes de Ecuador y Radio Habana Cuba territorio libre en América. La prédica inflamada de Fidel siempre sonora y desafiante tenía su propia audiencia. El humor continental de los Chaparrines de Colombia. Las emisiones en inglés de la BBC y Radio Nederland en Holanda nos acercaban al mundo con inaudita curiosidad.

Era otro tiempo y momento para la letra escrita e impresa frente a la voz, la palabra sonora y la música de la radio. En aquellos tiempos se hablaba de la televisión como si las   imágenes   de las salas de cine se hubieran llevado a casa. Los receptores  de antena llegaron más tarde. El cine tenía su encanto propio en blanco negro y color. Conocías el mundo a fuer de ir puntualmente cada semana a los cines de la calle Junín:  Fox  y Grau con estructuras de madera y tufillo de rincón de fumadores. Los espectadores aplaudían “al joven” cuando rescataba a “la muchacha”. Ríos de lágrimas se desbordaban con esa madre y abuela amorosa caracterizada por la inolvidable actriz mexicana doña Sara García. El humor exultante de Mario Moreno Cantinflas en las películas era para destornillarse de risa. Tenía siete años cuando fui por primera vez al cine de manos de mi abuelo. Tengo el recuerdo fresco de hace 61 años de esta experiencia iluminada. Paita de entonces era cinéfilo. Las noches eran propicias para espectar una buena película o disfrutar de las lacrimógenas seriales  mexicanas los concurridos “martes social”. Las butacas y las galerías eran de dura madera de cedro. Los concurrentes no se movían en la sala. Y su lugar era un rincón respetado conforme al aforo.

Los videos de hoy no tienen la magnificencia del cine de ayer.  La película se proyectaba en cinematógrafos con reflectores de carbón. La nitidez era irrepetible. En blanco y negro o en color. Los pájaros de Hitchcock era una película para verla en blanco y negro. El largometraje de Fleming: Lo que el viento se llevó, sobre la guerra civil americana deslumbraba en color por sus paisajes desolados y escenas  desgarradores, escenario de los romances de Scarlett O'Hara. Entonces había que pertrecharse de una bolsa con milanes y pasteles de la Pandería de Cruz siempre sabrosos  para las treguas en el umbral de la sala y mantenerse despiertos.

El cine era una portentosa magia porteña. Le daba vida a Paita y lo convertía en una pequeña urbe con entretenimientos democráticos y colectivos. Las plateas para los que tenían billete y cuello estirado. Las populares galerías de la cazuela brindaban una mejor visión al populacho sin que las cabezas vecinas impidieran disfrutar del espectáculo y las ocurrencias celebradas a boca de jarro de la película. Por supuesto, no faltaban al inicio de la película las viñetas  anunciando desde bicicletas Monark en la tienda de Orozco y productos de consumo masivo.

Elaboradas artesanalmente sobre vidrios coloridos son parte de esta historia. Después venían los reclames, anticipos de las películas de próxima exhibición. No faltaban los cortometrajes de El mundo al instante con noticias de Europa y América. Hasta que por fin empezaba la película. Las hazañas se aplaudían y las escenas de amor conmovían al público hasta las lágrimas. Todos los films pasaban por la censura que tijereteaba  escenas eróticas o diálogos ásperos contra la iglesia. Las escenas de calatas nunca aparecían. En la Junta Calificadora de películas, dependiente del Ministerio de Justicia y Culto, a decir de los expertos, repleta de curas y moralistas.

El cine de entonces era el mejor entretenimiento. Hoy han desaparecido las salas espaciosas para dar paso a ferias comerciales. El cine Teatro Grau fue consumido por las llamas en un siniestro en el que las maderas rociadas con petróleo para su conservación fueron pasto del fuego. El cine de ayer está en el último suspiro. Las películas que espectamos hoy no son de celuloide, caben en una diminuta memoria digital. Ya no hay motonetas cargando rollos de sala en sala. Sin embargo, pese a los adelantos tecnológicos la calidad no es la misma a no ser que la sala cuente con proyectores de buena iluminación y resolución.

El cine que nos abrió los ojos a esa magia maravillosa que mostraba la cuadriga del corcel de Espartaco o el prodigio del mar abierto en los Diez Mandamientos ya no existe. Los Transformers de la era virtual han recorrido hasta Machu Pichu. Las aventuras del cine de hoy, con contadas excepciones, son menús degeneradamente sangrientos o perversidades ocultas de todo tipo. La pornografía sutil lo invade todo, la violencia adquiere dimensiones inimaginables. Ya no es posible contemplar el mundo sino las desnudas desgracias terrenales. Hoy nos hace falta el grito de Tarzán rey de los Monos encaramado en las lianas de la selva o el rugido del león de la  Metro Goldwyn Mayer  para que nos despierte en este mundo despojado de imaginación.