jueves, 11 de mayo de 2017

¿DÓNDE NO ESTÁS MAMÁ?

Por: Miguel Godos Curay

Las mamás son expertas en ternura, maestras en renunciamiento, doctoradas en psicología, economía, educación, derechos humanos y democracia genuina. Por eso escuchan a los pequeños y a los grandes y autoritarios ni bola. Siendo pobres su mayor riqueza son los hijos en los que atesoran con dignidad lo más elevado de la grandeza humana. Antes de la invención de las cajas de ahorro y los bancos, con una lata con ranura se enfrentaban al futuro. Levantando los muros de la casa dieron una lección de arquitectura. Bordando la bandera de la escuela, el Perú, brotó en su esencia más pura.

Son verdaderos genios de la creatividad en todo lo que tocan. Elaboran preciosidades con retazos, bordan telas modestas para darles un encanto superlativo, tejen a croché sus buenos deseos. No hay mensaje de aliento tan poderoso e intenso como el de una madre que acomete con sus hijos esa empresa inagotable de hacerlos valiosos en la vida. Cuando recorriendo las librerías encuentran preciosas ediciones de precios inalcanzables las encuentran por bagatelas en el mercado. Ellas inventaron esa prédica que dice: Un libro roto es una alma llora. Un libro cerrado es un amigo que espera. Un libro abierto es un maestro que enseña. Su mejor plan de lectura se llama ejemplo.

Por eso en la soledad de su hogar junta todos los libros que sus hijos ya no usan y desinteresadamente los entrega a otros que los necesitan. Antes de inventarse las ediciones resumidas aprendieron una versión muy personal de la biblia y don Quijote. Su lección cotidiana de narrativa es como un caleidoscopio deslumbrante. La enseñanza del idioma es su primera tarea. Las mamás inventaron las sílabas y la contabilidad amontonando pepas de tamarindo. Memorizaron los poemas de Martí, Sarmiento y Campoamor del Almanaque Bristol. Sólo para demostrarnos que la consonancia de las rimas tiene una tonalidad perfecta.

Con sólo una mirada leen el rostro de sus hijos y se dan cuenta perfecta cuando se hacen los chanchos rengos y vislumbran en todas sus aristas las mentiras del carcamán. Su filosofía aborda los problemas de la existencia con generosa profundidad metafísica. La vida es como un río, repiten, pues se anticiparon a Heráclito. La sustancia del amor es la misma que la del sueño pues son expertas en soñar con los ojos abiertos. En su astronomía asombrosa descubrieron la armonía sideral contemplando el cielo. Y deslumbradas al fulgor de la luna, en silencio, emprenden imaginario vuelo.

Conversar con mamá es mucho más que un buen deseo. Es una sintonía humana frente a la que nada son  los bienes materiales. Joven, madura, remadura y vieja.  Una madre querendona siempre tiene una estatura enorme. Es un rascacielos de inmensidad. Una escalera para subir al cielo y descubrir la inmensidad de Dios. Con esa infinita humildad, haciéndolo todo en su casa, desde el filo de la madrugada, responden a la encuesta nacional de hogares. “Yo no trabajo, trabajan mi esposo y mis hijos”. Y la injusticia declarada ignora que la economía del país son sus mamás eternamente ignoradas.

En el Ministerio de Economía distribuirían mejor el presupuesto y no perderían de vista a los desposeídos. Con todo derecho les corresponde el Ministerio de Educación pues, en horario corrido, cimientan con su magisterio la heredad de la patria. Escuchando confesiones son una irreductible caja fuerte a prueba de intrigas. En el ajedrez de la vida sus jugadas son siempre maestras para cumplir con sus propósitos. Los pentagramas de la música más bella se los saben de memoria. Los repiten para conciliar el sueño de los críos tristes. En la jardinería del hogar seleccionan siempre las mejores semillas. Es tal su extraordinario talante que mezclando, papas, cebollas y otras coloridas verduras sucumben a la repetición del plato de sus hijos.

En puntualidad ganan por goleada a todos los funcionarios de la República. En voz de mando, frente a sus órdenes, el general más entorchado tiene voz de pito. En aseo se llevan de encuentro a la zafia Ministra de Salud. Si han conjurado todas las epidemias que abatieron a sus hijos. Si conocen las dosis  necesarias para sanar el alma. Si enseñan con lo que hacen. Escúchelas, convóquelas señora Ministra. Su receta prescribe mucho más que una hospitalización de emergencia, la mejor medicina es siempre la olla y la cebolla.

Son deportistas natas pues inventaron la pelota de trapo. Cuando no existían los drones fabricaban cometas con cimbreantes colas de trapo y surcaban los cielos. Por supuesto, muchas veces, arbitraban con silbato las contiendas del torneo inter barrios y con soberanos lapos hicieron del Perú una potencia de vóley. Son campeonas de lectura veloz. Leen los diarios cuando tú no los lees. Memorizan detalles con asombrosa fidelidad y con raptos de lucidez e inteligencia a todos nos sorprenden. Su inasible belleza es tan dulce como su compañía. Sus rorros tienen ese efecto milagroso de estremecernos y volvernos niños. 

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