lunes, 23 de diciembre de 2019

ELECCIONES Y DEMOLICIONES


Por: Miguel Godos Curay

La muerte de Sócrates, oleo del pintor peruano Daniel Hernández.
Alegóricamente la muerte de la verdad.
Preservo mi neutralidad política. Para la oposición soy oficialista y para el oficialismo soy oposición. La lógica es precisa. Nadie puede ser y no ser al mismo tiempo. Por discreto ejercicio de libertad personal reservamos nuestra posición. Nos indigna tras el proceso electoral esa tormenta de denuestos. Un festín de opinantes deforme de lo que es la Universidad Nacional de Piura sin reparos. Hemos quedado convertidos en un garito pestilente en donde no se piensa, no se enseña, no se aprende, no se investiga, no se opina. No es así.  Hoy somos perversamente la piñata de la prensa de poco tiraje y poca audiencia que nos hace trizas.

En la mediática demolición ver los defectos de los otros es más fácil que mirar los propios y admitirlos. Por supuesto no faltan los destetados con hiel y amargura. Los que servidos en su momento por la universidad que acoquinan hoy con inaudito olvido la despedazan por pura soberbia. La universidad, a pesar de los pesares, permanece. Las crisis institucionales son el sarampión de la institucionalidad democrática. Las erupciones en carne viva provocan escozor pero no son eternas. Pronto volveremos a la calma. Al equilibrio maduro para procesar nuestras discrepancias.

Mientras tanto se hizo de la Universidad Nacional de Piura un puré cuyos mayores ingredientes son la desinformación, la boca suelta y el echar a todos en el mismo costal. No se dice nunca que la universidad pública es una oportunidad para inteligentes estudiantes sin recursos cuya formación profesional cambia la vida a sus familias. No se dice que las nuevas aulas están equipadas con multimedia y que ahora tenemos un campus seguro que ya no es tierra de nadie. No se dice que quienes eligen al interior del campus superan con creces a la población electoral de cualquier distrito de Piura. No se dice que somos una universidad licenciada. Nuestros mejores estudiantes proceden de familias muy humildes. No se dice que tenemos librería de la que se proveen las bibliotecas de los establecimientos privados.

No se dice que cumplimos dos ciclos por año. Y que anualmente no menos de 50 estudiantes parten a universidades de México y Brasil. Nuestro próximo destino es Europa. No se dice que la población estudiantil de mujeres es numerosa y se forma con abierto espíritu de competencia. No se dice que hay producción intelectual e investigación. El Instituto de Paleontología de la UNP es referente nacional e internacional. Como sucede con cualquier universidad hay buenos y malos alumnos. También hay buenos y malos profesores. Pero no todos son malos.  Económicamente no somos competencia de instituciones privadas.

Por eso no hay argumento para una demolición tan descarnada y abusiva. Sucede con algunos medios de novedosa estrategia publicitaria dedicados a patear en el suelo a sus ocasionales víctimas para después ofrecer una reparación en coloridos suplementos para llenar el profundo hueco de sus planillas.

Otros son los escribidores expertos en pedir dinero para dorar la píldora y administrar la crisis. Sin embargo, los presupuestos de la universidad pública son magros. Hasta hace estaba prohibida la inversión publicitaria.  Lo que gasta una universidad privada en tres o cuatro meses es lo que gasta una universidad pública en un año. Así pisoteados no podemos quedarnos. Sucede también. Los tirajes de los periódicos no vendidos acaban como empaque de pescado. Este hacernos visibles a patadas, contra la que pudiese pensarse, aumentó el número de postulantes en el último examen. En los procesos de admisión las públicas mantienen la pértiga de las exigencias a los futuros estudiantes. Las privadas la bajan para capturar clientes.

Los periodos electorales son eventos transitorios y por ello efímeros en circunstancias específicas: elecciones de Decanos, Jefes de Departamento, Rector y Vicerrectores. Tienen como corresponde su componente político y oferta electoral. Su vigilancia corresponde en el aspecto normativo a la SUNEDU (Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria). La realización del proceso eleccionario a la ONPE (Oficina Nacional de Procesos Electorales). Las eventuales controversias las ventila y resuelve el comité electoral ante quien se acreditan los personeros.

La academia no se detiene ante esta eventual distracción y malestar. Una universidad con 58 años de vida es una gota de agua en el océano. San Marcos tiene 468 años y la Universidad de Trujillo 195. La universidad pública tiene costos de servicios académicos a los estudiantes muy bajos. Muchos ignoran que los mejores docentes de universidades públicas son reclutados por universidades privadas. El colmo resulta la ingenuidad des sostener que lo mejor de lo mejor es privado. Y no es así.

Soy producto de universidad privada que trabaja en universidad pública. Tengo la plena convicción que la educación cambia a las personas. Creo en la pluralidad esencial necesaria para ejercitar la docencia universitaria y en la democracia para elegir a sus autoridades. Creo que los buenos docentes se distinguen porque leen, investigan y tienen una vida intelectual plena. Un buen docente es su producción intelectual y la identidad con sus alumnos.  Vivo en carne propia los magros sueldos de la docencia y pública. Nunca se nos cruzó por la cabeza la mala idea de morder el bolsillo de nuestros alumnos.  Somos ejercicio de docencia con decencia cotidiana. Amamos el país y su cultura. Nunca nos sentimos grandes con los pequeños ni pequeños con los grandes. ¿Les parece poco?

martes, 17 de diciembre de 2019

PIURA Y AREQUIPA

Por. Miguel Godos Curay

Portales arequipeños
Piura fue fundada en 1532, Arequipa,  ocho años después , un 15 de agosto de 1540 festividad de Nuestra Señora Asunta. Por Cédula Real de Carlos V se le llamó Arequipa topónimo de origen pukina derivado de las voces “ari” (puntiagudo) y ”kiapi” que significa rezongador  y que se traduce como “volcán que se enoja” por analogía “cerro que habla”.
Los cimientos de Arequipa son de sillar, roca volcánica producto del enfriamiento del magma ardiente.  Piura, es arena que mueve el viento en el desierto. Arequipa es solidez, Piura es volatilidad químicamente pura. En Arequipa los potajes de camarones, res y puerco se sirven con abundante papa, leche, ají y queso en plato enorme. En Piura el pescado, las carnes aliñada y seca, los chicharrones son para uno y se comparten solamente si se sirven como piqueos. La cortesía es potaje aquí y allá.

La chicha para la sed del montonero se sirve en tradicionales jarras de barro que la mantienen fresca y sabrosa. La chicha de guiñapo (maíz negro) se bebe en vaso de vidrio  hasta “los portales”  como se denomina al cogollo del recipiente esplendido. En Piura la chicha de jora se toma en poto (mate) y hoy se sirve en plebeyo balde. Socarronamente hay potos grandes y chicos. Los diminutos se llaman cojuditos. En Arequipa reina la jarra de barro fabricada por la artesanía local. En 1750 anotan  las crónicas 3 mil chicheríos. Verdaderos santuarios de la amistad y la conversa amena. Los arequipeños debaten de política inspirados en Mostajo.

En Piura se compone el mundo, se ríe y se raja entre bebe y bebe. Los piqueos con abundante recado son el cariño de la chichera. El mentidero solaz de los piuranos es el chicherío. Según el censo de 1875 en el Departamento de Piura registraron  los siguientes chicheríos:  En el Distrito de Huancabamba: 2 chicheras. Distrito de Paita: 10 chicheras. Distrito de Castilla: 1 chichero y 244 chicheras. Distrito de Catacaos: 29 chicheros y 77 chicheras. Distrito de Morropón 23 chicheras. Distrito de Piura 1 chichero y 168 chicheras.

Botijas de chicha de guiñapo (maíz negro)
En Piura de antaño abundaban las tabernas en donde hervía la jora. La chicha reposa en botijas para más tarde transportada en barriles venía el consumo tras la faena. Junto al chicherío se orea sobre sacos de yute el pachucho. Insumo esencial para la elaboración de chicha. En Piura como en Arequipa la buena chicha no necesita bandera. Pero banderas blancas aquí y rojas allá son anticipo de un bebe generoso. Para los cronistas la chicha es una cerveza de maíz que refresca, desanuda la lengua y embriaga. Otros le atribuyen energía para el trabajo pesado y vitalidad reproductiva. Pródiga es la chicha mellicera endurece el alma en el  lecho natural de un buen petate. La chicha se toma en mate y la cholita en petate. Dicen las lascivas lenguas.

Las cholas arequipeñas son macizas producto del caminar en cuesta por los callejones empedrados. Las piuranas son regordetas y blandas del trajinar por la arena recaliente abreviando la sed con chichita. El gimnasio de nuestras abuelas es el trajín imparable. El sol requema aquí y requema allá. El sombrero es una prenda de uso obligatorio para grandes y chicos por la radiación insoportable. Allá las calles se mantienen limpias por el celo de los vecinos. Aquí abunda el desperdicio por todas partes por la falta de civismo. El aseo urbano según las entretelas del arequipeñismo es  ley para cada ciudadano. En Piura se cree que es atributo del municipio. Y no es así.
Santísima Cruz, en Iglesia La Compañía

Piura, es con justicia tierra de poetas y escritores empezando por Diego de Villegas y Quevedo un humanista admirado y protegido por el sabio don Pedro Peralta y Barnuevo, Rector de San Marcos. Don Diego fue el primer indiano incorporado a la naciente corporación de la lengua. Arequipa tiene una viva presencia en los versos de Mariano Melgar transidos de amor humano y patriotismo. María Nieves Bustamante periodista y escritora sólo es comparable con Josefina Ramos Cabredo. La arequipeña en la narrativa y la catacada en los estudios de arqueología.

Ignacio Escudero Valdivieso en Piura y Francisco Mostajo Miranda en Arequipa representan la palabra viva del liberalismo. En el fecundo campo de la novela destacan Mario Vargas Llosa y Oswaldo Reynoso Díaz  allá.  Aquí Miguel Gutiérrez Correa y los nuevos narradores. En la ciencia deslumbran Pedro Paulet Mostajo visionario de la conquista espacial, En Piura Ronald Woodman Pollit estudioso investigador de la atmósfera mediante la aplicación del radar. En las luchas políticas y sociales destacan Horacio Zevallos Gámez el fundador del Sutep en Arequipa, en Piura Luciano Castillo Colonna fundador del Partido Socialista y el mártir petrolero Alejandro Taboada

Escudo de Arequipa tallado en sillar
Ambas ciudades tienen personalidad propia. San Miguel para Porras Barrenechea es una sonrisa del oasis en medio del arenal. Arequipa es un valle entre el mar y la cordillera. Aquí cachemas para las jaleas, caballas para el cebiche. Meros y cabrillones para el sudado allá lenguados y corvinas para el cebiche y el chupín. El común denominador es el ají limo y rocoto. Las lenguas aquí y allá disfrutan el ají hasta el delirio.

Bebidas destiladas para el bajamar arequipeño son el pisco y el anís. En el ande piurano el guarapo, la pócima, la primera y el cañazo. Uva y caña de azúcar. Políticamente el piurano es volátil, un migrante capitulero. El arequipeño es firme como el sillar, muere en su ley con su lealtad a tope. Las coordenadas del ciudadano arequipeño son la legalidad y la legitimidad.  En Piura priman la ilegalidad y la legitimidad: La informalidad oronda y lironda. Todos tenemos derechos nunca deberes. El ciudadano arequipeño tiene derechos y deberes. El metro para el negocio predial e inmobiliario allá no se mueve. En Piura prima el metro de jebe se estira al mejor postor. El hurto de agua es la práctica usual. Sacar la vuelta en el consumo de agua y energía es un deporte vecinal. Allá un anuncio de “Amarres de amor” da lugar a una persecución implacable. Aquí es el menú de la credulidad barata e ingenua. El consuelo de los cojudos.

Artesanía e hilados de vicuña
En fervor religioso tenemos un común denominador la devoción popular a  la Virgen. En Paita la advocación de La Merced,la amorosa Mechita. En Arequipa  la chaposa Virgen  de la Candelaria de Chapi es la mejor protección contra los  temerarios sacudones de los volcánicos terremotos. En deporte el Melgar y el Atlético Grau.
En la música, sentimiento puro, destacan en Piura Celso Garrido Lecca (1926) Pedro Miguel Arrese Arisméndiz (1912-1987),Héctor Rojas Goyeneche ( Miguel Correa Suárez (1913-1984) Adrián Flores Albán (1926), Rafael Otero López (1921-1997), Luis Cruz Núñez (1934), Guillermo Riofrío Morales (1915-2010), Segundo Campoverde Celi (1939). Los compositores piuranos son bardos inspirados que recorren chicheríos y aderezan las jaranas.





La tumba de Alberto Hidalgo Lobato (1897-1967)

Arequipa tiene el esplendor de la academia. Sus compositores otorgaron a la música popular la densidad del esplendor instrumental Luis Duncker Lavalle (1874 -1922), Manuel Aguirre de la Fuente (1863-1951), Benigno Ballón Farfán (1892- 1957),Roberto Carpio Valdez (1900 - 1986) ,Carlos Sánchez Málaga (1904 - 1995), Aurelio Díaz Espinoza (1897 - 1983) ,Octavio Polar (1856 - 1916). Partitura en mano se interpretan con emoción telúrica sus composiciones. A los vientos los sones alegres del carnaval.  El yaraví arequipeño compite con el pasillo ecuatoriano tan sublimado y querido en Piura. Piura dista de Arequipa mil 997 kilómetros. Es un trecho largo.

El cuzqueño  Alonso Carrió de la Vandera, Concolorcorvo, en su Lazarillo de Ciegos y Caminantes al referirse a los arrieros que recorren el sur  menciona a los chifles como bocado de los trajinantes. Los chifles de antaño elabporados con plátano verde eran gruesos acompañados de cancha y cecina picante. Los de hoy son finos y crocantes. Para abreviar La sed la chicha. Para las largas jornadas chifles y camote horneado. El compositor piurano Rafael Otero López en 1962 a pedido de Víctor Dávalos escribió las notas del sentido vals Ciudad Blanca considerado el segundo himno de Arequipa. Rafael se inspiró sin conocer Arequipa y al Señor Misti. El alma del poeta hizo el milagro. La pura inspiración piurana perforó con ternura el corazón del sillar.

jueves, 28 de noviembre de 2019

¡AY ESTA PIURA QUE SE VA!

Plano de San Miguel del Villar de Piura en Trujillo del Perú del
Obispo Martínez de Compañón

Por: Miguel Godos Curay

La lepra del olvido y la incuria son el epílogo de lo que debió ser en su momento el Centro Cultural Mario Vargas Llosa  de Piura. Los ayer viejos muros del Colegio San Miguel y posteriormente recinto de la burocracia concentrada de la Dirección Regional de Educación lucen arruinados y por los suelos. Las paredes se caen y el saqueo de lo poco que queda ya empezó por los muros desplomados que dan al jirón Libertad. Ahí se instaló un museo de las artes gráficas con las viejas máquinas de la editora de El Peruano. Ahora es un refugio de punks que utilizan sus muros para sus turbias proclamas.

La Plaza Merino es también parte del latrocinio. La antigua placa de bronce fue arrancada de cuajo por las bestias y en su lugar se ha colocado otra de acrílico que no encaja con el conjunto. En sus inmediaciones se refugian indigentes  y pedigüeños que reposan a pata estirada. Cerca está la antigua iglesia El Carmen cuyos retablos también sufrieron el pillaje y el despojo. El anciano sacristán que cumplía la tarea de guardián fue alevosamente asesinado.

En esta casona en algún momento se exhibió parte de la pinacoteca municipal y sin que nadie responda hasta el momento fue sustraída la Condecoración del Sol del Perú  que legara a Piura el pintor Felipe Cossío del Pomar. Bajo la administración del Instituto Nacional de Cultura también funcionó ocasionalmente una librería la que como las flores de abril también desapareció. Poco o nada quedó. Abundan buenas intenciones  pero  son como las declaraciones de amor. Puro aire. La realización resulta imposible. Sin recursos económicos los esfuerzos para la restauración son imposibles.

Lo mismo sucedió con la casona Eguiguren  y otras construcciones de la calle Lima que ya no existen. Un día de esquizofrenia desaparecieron de las edificaciones en calles céntricas las placas en donde se recordaba el nacimiento de Merino, Sánchez Cerro, Eguiguren y  la misma casona de López Albujar.   Las placas pasaron a poblar el desván del olvido en el INC. La picota cumplió con el resto por mandato de la modernidad. Poco o nada nos queda de la Piura antañona por el regusto de traernos todo por los suelos.

No nos extraña que el viejo edificio de la Aduana de Paita y sus tradicionales callejones de balcones desaparezcan con ese falso sentido de progreso. El desmantelamiento perpetrado surte sus demoledores efectos. Fue así como en Paita  derribaron el viejo local del Municipio, talaron los algarrobos e hicieron de la tradicional Plaza de Armas un mamotreto irreconocible. Mientras unos preservan otros saquean y destruyen.

La arquitectura y la ingeniería han convertido en piscinas olímpicas las ciudades. El Chilcal, Ignacio Merino y las nuevas edificaciones cerca al río son y serán siempre el bocado apetecible de las aguas del Piura. La remodelitis  y la placitis aguda que padecen los alcaldes embelesados por el remedo modernidad es una práctica letal y peligrosa para nuestras ciudades. Ahí donde reina el cemento sobra el para que te cuento y el festín de la corrupción. Resulta sintomático, por ejemplo, que ahí en donde escasea el agua se erijan  fuentes para la contemplación de lo que a todos falta.

En Tambogrande, por ejemplo, en horas de sol resulta una penitencia buscar sombra porque a un alcalde imbécil se le ocurrió talar de cuajo los frondosos ficus del parque. En Sullana como dicen los fotógrafos que pueblan la plaza no hay agua ni para los caballos de palo que utilizan para perennizar la visita de los turistas  a la tierra del Chira. En Las Lomas resulta inaudito ver en el parque principal puentecitos sobre aguas verdes como los que exhibía la  Kumamoto de Fujimori.

Estamos abrumados de mástiles para izar el bicolor, la bandera regional, la bandera provincial y hasta la bandera distrital. Así como van las cosas pronto se izará bandera blanca para la chicha, roja para el frito y la ornada por tibias y calaveras de los piratas. Del bicolor patrio nos hemos proyectado a la precariedad huachafa de genuinos desmanes simbólicos. Otra natilla con coco, son la hemorragia de himnos con letras incantables para el melódico floro en todos los villorrios.

El capital simbólico es la capacidad que tienen los ciudadanos para construir una imagen territorial o cultural susceptible de ser proyectada en el espacio y el tiempo. Sin una apropiación del territorio y sus potencialidades nos comportamos como ciegos intentando ensartar la aguja por la púa. Otra pepa de palta  son nuestras instituciones muy dadas a la notoriedad medallera y después nada.

Podemos pasarnos el nuevo año conjugando el verbo condecorar en todos sus extremos. En realidad nos falta consistencia cívica y patriótica. Genuino amor por la tierra y sus expresiones culturales. Un compromiso más allá de las buenas intenciones por la cultura y el arte.  No nos resulte, por eso,  extraño que públicamente las autoridades de turno engatusaran al Premio Nobel Mario Vargas Llosa con el cuento del centro cultural que llevaría su nombre. Y que el escritor se comprometiera a entregar a Piura una de sus bibliotecas. Todo fue relumbrón para las fotos y burbujas de aire. 

¡AY ESTA PIURA QUE SE VA!


Por: Miguel Godos Curay

La lepra del olvido y la incuria son el epílogo de lo que debió ser en su momento el Centro Cultural Mario Vargas Llosa  de Piura. Los ayer viejos muros del Colegio San Miguel y posteriormente recinto de la burocracia concentrada de la Dirección Regional de Educación lucen arruinados y por los suelos. Las paredes se caen y el saqueo de lo poco que queda ya empezó por los muros desplomados que dan al jirón Libertad. Ahí se instaló un museo de las artes gráficas con las viejas máquinas de la editora de El Peruano. Ahora es un refugio de punks que utilizan sus muros para sus turbias proclamas.

La Plaza Merino es también parte del latrocinio. La antigua placa de bronce fue arrancada de cuajo por las bestias y en su lugar se ha colocado otra de acrílico que no encaja con el conjunto. En sus inmediaciones se refugian indigentes  y pedigüeños que reposan a pata estirada. Cerca está la antigua iglesia El Carmen cuyos retablos también sufrieron el pillaje y el despojo. El anciano sacristán que cumplía la tarea de guardián fue alevosamente asesinado.

En esta casona en algún momento se exhibió parte de la pinacoteca municipal y sin que nadie responda hasta el momento fue sustraída la Condecoración del Sol del Perú  que legara a Piura el pintor Felipe Cossío del Pomar. Bajo la administración del Instituto Nacional de Cultura también funcionó ocasionalmente una librería la que como las flores de abril también desapareció. Poco o nada quedó. Abundan buenas intenciones  pero  son como las declaraciones de amor. Puro aire. La realización resulta imposible. Sin recursos económicos los esfuerzos para la restauración son imposibles.

Lo mismo sucedió con la casona Eguiguren  y otras construcciones de la calle Lima que ya no existen. Un día de esquizofrenia desaparecieron de las edificaciones en calles céntricas las placas en donde se recordaba el nacimiento de Merino, Sánchez Cerro, Eguiguren y  la misma casona de López Albujar.   Las placas pasaron a poblar el desván del olvido en el INC. La picota cumplió con el resto por mandato de la modernidad. Poco o nada nos queda de la Piura antañona por el regusto de traernos todo por los suelos.

No nos extraña que el viejo edificio de la Aduana de Paita y sus tradicionales callejones de balcones desaparezcan con ese falso sentido de progreso. El desmantelamiento perpetrado surte sus demoledores efectos. Fue así como en Paita  derribaron el viejo local del Municipio, talaron los algarrobos e hicieron de la tradicional Plaza de Armas un mamotreto irreconocible. Mientras unos preservan otros saquean y destruyen.

La arquitectura y la ingeniería han convertido en piscinas olímpicas las ciudades. El Chilcal, Ignacio Merino y las nuevas edificaciones cerca al río son y serán siempre el bocado apetecible de las aguas del Piura. La remodelitis  y la placitis aguda que padecen los alcaldes embelesados por el remedo modernidad es una práctica letal y peligrosa para nuestras ciudades. Ahí donde reina el cemento sobra el para que te cuento y el festín de la corrupción. Resulta sintomático, por ejemplo, que ahí en donde escasea el agua se erijan  fuentes para la contemplación de lo que a todos falta.

En Tambogrande, por ejemplo, en horas de sol resulta una penitencia buscar sombra porque a un alcalde imbécil se le ocurrió talar de cuajo los frondosos ficus del parque. En Sullana como dicen los fotógrafos que pueblan la plaza no hay agua ni para los caballos de palo que utilizan para perennizar la visita de los turistas  a la tierra del Chira. En Las Lomas resulta inaudito ver en el parque principal puentecitos sobre aguas verdes como los que exhibía la  Kumamoto de Fujimori.

Estamos abrumados de mástiles para izar el bicolor, la bandera regional, la bandera provincial y hasta la bandera distrital. Así como van las cosas pronto se izará bandera blanca para la chicha, roja para el frito y la ornada por tibias y calaveras de los piratas. Del bicolor patrio nos hemos proyectado a la precariedad huachafa de genuinos desmanes simbólicos. Otra natilla con coco, son la hemorragia de himnos con letras incantables para el melódico floro en todos los villorrios.

El capital simbólico es la capacidad que tienen los ciudadanos para construir una imagen territorial o cultural susceptible de ser proyectada en el espacio y el tiempo. Sin una apropiación del territorio y sus potencialidades nos comportamos como ciegos intentando ensartar la aguja por la púa. Otra pepa de palta  son nuestras instituciones muy dadas a la notoriedad medallera y después nada.

Podemos pasarnos el nuevo año conjugando el verbo condecorar en todos sus extremos. En realidad nos falta consistencia cívica y patriótica. Genuino amor por la tierra y sus expresiones culturales. Un compromiso más allá de las buenas intenciones por la cultura y el arte.  No nos resulte, por eso,  extraño que públicamente las autoridades de turno engatusaran al Premio Nobel Mario Vargas Llosa con el cuento del centro cultural que llevaría su nombre. Y que el escritor se comprometiera a entregar a Piura una de sus bibliotecas. Todo fue relumbrón para las fotos y burbujas de aire.


martes, 19 de noviembre de 2019

ENTRE ELECCIONES Y CHICHARRONES

Sugestiva composición gráfica de El Mundo

Por: Miguel Godos Curay

Los próximos cinco años de la Universidad Nacional de Piura son cruciales para preservar el licenciamiento obtenido con mucho esfuerzo pero con  visibles ausencias. Escasa investigación, urgente mejora del sistema de gestión de la biblioteca, falta de publicaciones en revistas  indexadas  e inexistencia de producción editorial. Las universidades publican   el producto de sus investigaciones en ciencias aplicadas y la creación intelectual de sus humanistas reputados. En la producción intelectual edita, se reconocen  los derechos morales del autor y los derechos patrimoniales que prestigian al centro de formación auspiciador.

Como señala la   Resolución del Consejo Directivo  N°058-2019-SUNEDU/CD  que otorga  el licenciamiento “la presente resolución no exime a la UNP de  cumplir con las Condiciones Básicas de Calidad exigidos por SUNEDU”. La licencia se extingue en un plazo de seis años en los que debe cumplirse estrictamente con las exigencias de calidad. En efecto, si la academia no mejora su desempeño en estas demandas críticas la licencia se pierde irremediablemente. Por eso asiste una enorme responsabilidad a los docentes y estudiantes al momento de la elección rectoral.

Necesita la UNP simplificar la frondosa burocracia y brindar oportunos y eficientes servicios académicos. La vigilancia responsable del cumplimiento docente y los servicios académicos a los estudiantes es una necesidad. Pese a las dificultades presupuestales la UNP  dispone de modernas edificaciones que tiene que mantener  con una seria política de mantenimiento preventivo.  Los servicios higiénicos, por ejemplo, son una premisa elemental de lo bien o de lo mal que se conduce una administración. El aseo dice mucho de una institución, el desaseo convive con el mal manejo de las cosas. Decía el arquitecto Eduardo Orrego  refiriéndose a la administración pública –ahí donde no funcionan los servicios elementales la administración está peor-. El aseo del campus es obligación  ineludible.

El bienestar universitario no es una oferta para el contentamiento estudiantil. Sino el uso racional de los recursos sin menoscabo de los servicios académicos prioritarios. La autoridad y el orden van a la par con la saludable erradicación de malas prácticas que desprestigian a la universidad. La Defensoría Universitaria no es un apéndice del organigrama sino un canal de confianza para las denuncias y legítimas demandas estudiantiles. El propósito fundamental de cualquier universidad es formar personas con el despliegue de sus capacidades intelectuales y humanas. Personas  responsables y sensibles a las necesidades de sus familias y de la propia sociedad.

En tiempos de la posverdad advierte Ralph Keyes (2004) el engaño es una característica de la vida actual.  Y en materia de educación la oferta académica puede convertirse en un próspero negocio de venta de chicharrones de sebo sin ningún beneficio para la inversión en educación de los padres de familia y el tiempo dedicado de los propios estudiantes. La calidad se mide por  resultados. Son los propios estudiantes los que ponderan el buen desempeño o la negligencia docente. Su evaluación tiene que ser acogida por las autoridades responsables.

Por eso los procesos electorales en la universidad tienen un costo social más allá  de las consecuencias políticas. La educación, la generación y la difusión del conocimiento van más allá de las eventuales demandas laborales internas que perturban la vida académica. La transparencia total de los procedimientos administrativos, evaluaciones y trámites entrampados por la burocracia es una urgente necesidad. Menos papel y mayor eficiencia con celeridad administrativa posibilitan cambios notorios.

Las universidades hoy no sólo se ponderan por las estadísticas de sus egresados a largo plazo sino por su colocación laboral y los retornos a mediano plazo de la inversión en educación. La oferta académica formativa tiene que responder a  las necesidades de la sociedad. Está supeditada a la realidad económica del territorio y a sus prioridades inmediatas. Poblaciones que no disponen de agua potable, sistemas deficientes de recojo de basuras, el desmesurado crecimiento urbano. El cambio climático y la marginalidad que gatilla la inseguridad ciudadana requieren de una universidad que no siga haciendo más de lo mismo. Ofertando sebo de culebra por encima de la fragilidad estructural que perpetúa la desigualdad a la vuelta de la esquina.

Hay quienes no entienden los severos impactos de la ingobernabilidad y la violencia que acompañan el delito y otras motivaciones subyacentes y piensan que las preocupaciones de la universidad son ajenas a la cruda realidad. Y no es así. Una universidad vigorosa requiere movilizar y promover su capacidad de investigación empezando por el examen  de su realidad circundante aportando soluciones a sus urgentes problemas.  Por eso la tarea formativa se desnaturaliza sin la tarea investigativa. Sin la lectura crítica, el buen leer y el buen escribir no son atributos decorativos. Dicen mucho del que sabe y enseña.

En la sociedad del conocimiento la universidad cumple una función primordial. Es un recinto  abierto a las fuentes del conocimiento y constituye según Boisier (2004) parte esencial del capital cognitivo (dotación de conocimiento científico y técnico)  y capital cultural (acervo y actitud ante el desarrollo) de un territorio sobre el que se cimientan el capital cívico (confianza institucional), el capital institucional  (catastro y  tejido institucional) y el capital social (recursos morales) de una sociedad frente a los desafíos del desarrollo.

De modo que esta elección no es un proceso más de la democracia representativa sino un repensar reflexivamente el futuro de una universidad que es patrimonio de Piura. Hay quienes creen que es más de lo mismo. Y sucede lo que acontecía en Atenas en donde se llamaba “idiotas” a quienes se desentendían de la política. Para los griegos  la política era la más noble de las ocupaciones y no un menester de desocupados  en busca de votos. Por eso es necesaria una elección serena y repensada. Jamás una idiotez  aleve.

domingo, 13 de octubre de 2019

TEDDY MONTUFAR MAESTRO Y AMIGO

Por; Miguel Godos Curay
Teddy Montufar Abad, periodista y docente universitario

Teddy Montufar Abad se fue  hoy 2 de octubre a las 3.40 de la tarde en plena primavera. Junto a Álvaro, su hijo, estuve ahí. Para los amigos siempre la alegría nunca la tristeza y el dolor. Lo conocí hace muchos años camino a la escuela en Paita. Él iba al Colegio San Francisco de Paita yo acababa la primaria. Más tarde por iniciativa del cura don Miguel Armestar se creó el club deportivo JUPSA (Juventud Unida para una Sana Alegría). Ahí practicaba el baloncesto y el fútbol. Por aquellos años usábamos el uniforme beige y disfrutábamos de las inacabables historietas de Novaro que con fruición coleccionaba Dioscórides Mariño. Nos apasionaba la lectura amena con un buen vaso de raspadilla con jarabe de tamarindo. Envidiable y placentero deleite.

La vida porteña transcurría entre la escuela, la casa, el deporte a cielo abierto en la playa El Toril y las pasiones personales. Unos juntaban coloridos cromos y sellos de correos, otros alimentaban con lechuga sus verdes pacazos, otros las contiendas con trompos de zapote, otros el fútbol y el ajedrez como los chinos Fong disciplinados por don Joaquín, su padre, con paciencia oriental. Los fines de semana y después de misa compartir el cebiche con pescado fresco en el muelle fiscal. Crecimos entre la brisa fresca del mar e innumerables personajes cotidianos. El mecánico Félix Rodríguez que daba cuerda al reloj de la torre de la Iglesia San Francisco. Juan Emilio Ginocchio con sus coloridas camisas caribeñas y su afición a la música. El panadero Cruz con sus deliciosas cachangas y milanes, Currundo con sus helados de vainilla.

Encontré a Teddy más tarde en la Universidad de Piura como debutante profesor del Programa Académico de Ciencias de la Información siempre amable, ameno y divertido. Tuvo con nosotros algunas clases de Redacción I y II. Su tesis de Licenciatura fue un estudio sobre el Estilo Didascálico en la Prensa Peruana, un análisis estilístico profundo sobre los editoriales de la sumisa prensa de la dictadura de Velasco. Con Teddy intimaban Ronnie Moscol y Segundo Infante, con ellos la conversación era el acontecer periodístico.

Gracias a su confianza corregía los trabajos de redacción periodística encargados por el profesor Montufar, posteriormente fui jefe de prácticas de los profesores de Literatura Adolfo Venegas y de Historia del Perú Antiguo del padre Esteban Puig. Casi al culminar su carrera participó del PGLA (Programa de Graduados Latinoamericanos) de la Universidad de Navarra (España). Estuvo después por la UNIFE y la Universidad Nacional de Tumbes.

Mientras tanto y después de cinco años en la sierra de Morropón llegué a la redacción y posteriormente a la Dirección de Correo de Piura. Fue en esa propicia ocasión que le propuse se incorporara a Correo. Sus valiosos conocimientos fueron el ingrediente necesario para elevar la calidad de la redacción. Junto a él crecieron Marco Agurto, Mariela Barrientos, Alberto Coronado, Luz María Ruiz, Herbert Mendoza, Carlos Prieto, Pedro Durand entre otros de la red de corresponsales. Se formó un eficiente equipo humano valioso hinca codos. Una interesante experiencia.

De Correo, pasé a Cutivalú con un estilo novedoso de informar con sabrosos matices de abundante lectura, plena identidad con las demandas de la región, capacitaciones sobre género a cargo de Susana Villarán, diálogos con cooperantes, abundantes picaduras de zancudos en Villa Nazaret en Chulucanas. El alma de la fiesta un asombroso y cristiano espíritu de cuerpo. La batuta jesuita y algunos intérpretes evangélicos en el equipo de la radio. Teddy en Correo fue Jefe de Redacción y asumió la dirección cuando me fui.

De Cutivalú me enrumbé a la Universidad Nacional de Piura a la naciente Escuela de Comunicación Social al frente de la cual estuve diez años viéndola crecer a ritmo vertiginoso y completar su cuadro de profesores. Periodistas con trajín y experiencia fueron reclutados para la enseñanza entre ellos siempre brillantes Teddy Montufar, Noé Rojas, Alina Antón, Dina Saavedra, Javier Gonzáles, Mariela Barrientos y Marco Rumiche. La escuela creció en alumnos y profesores y el sueño se hizo realidad. Teddy y Mariela fueron los ladrillos de los cursos de Redacción, pura exigencia y trabajo serio. Hoy las ayer maquinitas portátiles de escribir son silenciosas laptops. Tras estos diez años sin tregua y con quince aulas aseguradas y hoy modernizadas en el pabellón de estudios generales dejé la Dirección. Me tocó pelear en su momento con la ANR la Licenciatura en Comunicación Social pues según me advirtieron la licencia consignaría “licenciatura en educación con mención en comunicación”. Un verdadero disparate académico.

En el menudo trabajo en las aulas estuvo Teddy, compañero de aventuras y de sueños. Por sus merecimientos personales fue también elegido Decano del Colegio de Periodistas. Paiteño de lealtad insobornable. Un amigo y generoso consejero. Afectuoso padre y leal esposo. Ana María, Rafael, Álvaro y Paolo su continuidad genética pueden dar fe de ello. Lo siento purificado de cuerpo y alma en su lecho póstumo. En la intimidad de los recuerdos inolvidables partió por el camino que Dios le señaló. Lo sigo escuchando en sus sinceras advertencias y consejos. Lo evocaré siempre al frente de la redacción imperturbable y acucioso. Mi voz resonaba como en las viejas redacciones, él fue un hombre apacible y bueno. Alguna vez a la hora del cierre. Voz en cuello decía a los redactores “parece que ustedes trabajaran para la competencia. Nosotros somos Correo”. Y no le faltaba razón. El maestro y amigo inolvidable se quedó dormido tras la intensa jornada en la que como sucede a los periodistas son irrepetible noticia.

UN MILAGRO EN OCTUBRE


Por: Miguel Godos Curay

Venerada imagen del Señor Cautivo de Ayabaca
Es un fervor multitudinario más allá de las fronteras. Una demostración en carne viva de la fe de los creyentes. Desde los últimos días de septiembre y todo octubre el norte se llena de peregrinos que recorren pueblos y plazas en su ruta al encuentro del Señor. Son hombres, mujeres y niños que caminan hasta el santuario del Cautivo en Ayabaca. Sed, hambre y fatiga siempre les acompañan pero no se arredran. Su corazón y la mirada están puestos en el Cautivo al que imploran y agradecen el restablecimiento de la salud, un repentino cambio de vida o el trabajo que hace mucho tiempo buscaban. Hoy abundan miles de jóvenes conversos en los pasillos del mercado, en las calles y en los rincones desatendidos por el gobierno todos caminan hacia Ayabaca sin importar las distancias.

Otros conocieron al Cautivo en la ingrata experiencia de años de prisión. Pero están ahí agradecidos dispuestos a cumplir la eterna promesa. Es el atletismo de la fe creyente. El camino carretero de Piura hasta Ayabaca es de 216 kilómetros. La jornada por trochas olvidadas, llanuras y cerros es de tres a cuatro días hasta las puertas del santuario a 2, 715 metros sobre el nivel del mar. Hoy es un mar interminable de fieles que esperan en la misa de fiesta la bendición. Mientras tanto reposan aliviando sus fatigas a cielo abierto en Ayabaca.

Los peregrinos ingresan a rastras, rodillas en carne viva,  otros portan pesadas cruces con sorprendente fortaleza. Entonan cantos de alabanza con originales letras algunas escritas por el ciego Pablito Maldonado otros son arreglos de conocidas cumbias y pasillos ecuatorianos.  “Aquí estamos a tus pies Cautivo / tal como te lo había prometido. A tus pies  me postro agradecido / no me desampares en la vida mi Cautivo” dice una letra balbuceada entre sudor y lágrimas. Un enjambre  de viejos y andariegos peregrinos unta de chuchuasa en los músculos adoloridos y acalambrados por el trajín. Este año un joven peregrino murió en pleno trecho extenuado por sobre esfuerzo a su corazón.

Lloran otros ante la mirada del Cristo de los pobres. Son miles los peregrinos que se posesionan de la plaza de Ayabaca  en vísperas de la misa de fiesta. Con las primeras luces del día hierve el café de olleta retinto para iniciar la jornada. Es tradición de los andantes compartir lo poco que se tiene y juntarse para el retorno tras cumplir con la promesa de caminar hacia Ayabaca por cinco a diez años. Hay quienes se comprometen por toda la vida y no faltan quienes ofrecen sus hijos al Señor.

El señor Cautivo es un Cristo lacerado de rostro campesino tostado por el sol las velas y el sahumerio. Su cabellera es una ofrenda de las hijas de Ayabaca o de lugares recónditos que desde niñas las preservan para a los 15 a los 18 entregarlas y convertirlas en personal atuendo del Señor.  La devoción al Cristo adolorido tras las torturas en el pretorio es una añeja tradición en México, Perú y Guatemala. Cristo tiene en sus sienes ensangrentadas sobre las que reposa una corona de espinas que duele en el alma.  En sus manos entrecruzadas se aprecian las venas tumefactas que revelan el dolor de la carne herida. Profunda y penetrante la mirada. Los labios medio abiertos imploran compasión. Viste de morado intenso como el de la chicha. Todos le piden, a sus pies lloran clamando perdón. Los testimonios de milagros concedidos son numerosos. No hay nada imposible para el Señor. Muchos oran por la paz en el Ecuador. Y otros para que no nos engañen los políticos y los candidatos incumpliendo sus promesas.

Ayabaca, con sus callejones cuesta arriba es un mar de fe. Camiones y buses llegan de todos los rincones. Posadas y hoteles abren sus puertas. La comida vuela. Hasta el momento de la procesión. Cohetes y bandas de músicos anuncian la salida del Señor. Los colonos de San Lorenzo y del valle del Quiroz están contentos porque días antes  se sintieron los cordonazos del Cautivo. Lluvias estacionales anticipo de un estío con agua para riego.

Un pueblo de cuatro mil habitantes soporta estos días una población inesperada de 10 mil o más visitantes. La feria anual facilita el comercio de reliquias e imágenes del Cautivo pero también de las panelas, alfeñiques y bocadillos de Socchabamba  elaborados artesanalmente desde tiempos inmemoriales. Algunos peregrinos sin dinero llevan como reliquia piedras y estampitas del Cautivito que preservan en sus hogares. La noche fresca obliga al abrigo. Unos se cubren con sus ponchos otros con cobijas pues duermen cara al aire fresco de las alturas. Bien valieron los trajines para este encuentro con el Señor.

Hace frío pero el corazón arde de fervor. Es la fe de un pueblo que camina y cree en la salvación. Poco le importa la decepción política y la injusticia. Por encima de todo los regocija la esperanza de Dios. La amistad de Cristo con los pobres se renueva todos los días.  No faltan quienes con racionalidad cartesiana confunden fanatismo con fervor. No es así. Sin esa prodigiosa energía que surge de la fe no son posibles el progreso humano, la busca del bien común en la salud y en la educación. Enmudecen los dialécticos ateos y quienes señalan que la religión ya no es el opio, que adormece, sino la cocaína del pueblo. Sucede que de las expresiones visibles de la religiosidad popular surgen las expresiones invisibles de la conversión personal y revalorización de la persona humana.

Si a pura fe cristiana es posible la conversión  de un drogadicto o que un malandrín renuncie a la facilidad de una mala vida en el delito,  una prostituta cambie su vida. La conversión personal es un asunto serio. Un verdadero antídoto ante la actitud inhumana negadora del ser humano como imagen de Dios. Lo ha advertido el papa Francisco: “Dios es amor y libertad”.  “El deseo que siento es de compartir con vosotros una esperanza, y es esta: que el sentido de responsabilidad poco a poco triunfe sobre la corrupción, en todas partes del mundo.” He ahí la esencia del milagro.


viernes, 20 de septiembre de 2019

LOS 57 DE CORREO

Por: Miguel Godos Curay

Luis Banchero Rossi el fundador de EPENSA y  Raúl Villarán Pasquel el
creador de Ojo y Correo
Correo cumple hoy 18 de septiembre 57 años de presencia en Piura. El matutino del logo rojo siempre fue un combativo tabloide por las grandes aspiraciones de la región. Libró batallas de papel y tinta por el Chira-Piura, la reconstrucción tras los diluvios de 1982 y conocidos casos  policiales como la captura de la banda de roba carros del chino Yep que proveía de vehículos  al Ecuador. El asesinato del avionero Pepe Abad cuyo cuerpo amaneció colgado entre los matorrales circundantes al Aeropuerto de Talara. El caso inspiró la novela de Vargas Llosa “¿Quién mató a Palomino Molero? Correo de Piura a igual que Correo de Tacna, Arequipa, Huancayo y Lima eran parte de EPENSA (Empresa Periodística Nacional S.A) que también editaba Ojo producto de la visionaria creación de Raúl Villarán Pasquel y la inversión de Luis Banchero Rossi. Villarán para Juan Gargurevich era “Egocéntrico hasta el ridículo, neurótico sin remedio, encontró en el periodismo el escenario ideal para desarrollar sus talentos de organizador y exhibicionista”.  Guillermo Thorndike no le escatimó el  título de su libro “El Rey de los Tabloides” (Planeta,2008). En efecto lo era pues en sus cortos 49 años de vida creó nueve diarios.

La redacción de Correo siempre fue ruidosa y estridente ahí no faltó la sutileza por la noticia de sus recorridos reporteros Manuel Michilot Abel Sánchez, Aldo Cango Seminario y Nilo Vilela Monzón. Aldo Cango estuvo presente en el epicentro mismo de la noticia. Richard Paz convertía en textos las señales morse de la radio. Un vivir en la cresta de ola de la noticia.  Evaristo Lozada un puntilloso redactor y crítico asaz de las noticias que no lo eran. En cierta ocasión tras el robo de mil millones de soles a un vehículo porta valores del BCR en pleno centro de Piura. Lozada, retrucó, “seguro robaron un monedero, los piuranos son escandalosos”. Diccionario en la gaveta  era devoto de la ortografía y la lectura de la  letra diminuta de El Peruano.

El deporte fue más que una pasión para Raúl Almeida y Oswaldo Orozco. Recorrían estadios y coliseos. Almeida era un sutil lector y una genuina caja de sorpresas por sus conocimientos de historia y la vida de Piura. Hugo Gonzáles el popular “Chiricuto” redactor de policiales compartía sus menudas tareas con el diseño de páginas de la edición. Al frente de la regencia estaba Alex Reyes el popular “Adú”. Realmente inolvidable por su olfato periodístico y bohemio fue Renán Estrada  quien abrió las páginas de Correo al acopio memorioso de don Reynaldo Moya con la publicación en fascículos de la Historia de Piura. Moya cuñado de Estrada fue uno de los fundadores de El Norte de Sullana en donde también debutó como redactor Renán economista de profesión. Pertenecieron a esta generación Ronald Coloma Herrera y Juan Zúñiga Sañudo posteriormente en las redacciones de La Prensa y Ojo.

En la redacción de Correo  destacaron periodísticamente Luis Germán Chapilliquén, Parcemón Adanaqué, Jorge Sandoval, César Castillo, Alfredo Cavero Piaggio, Raúl F. Santiago, José Saavedra Jiménez, Oswaldo Campos, Raúl Díaz, Víctor San Martín Zapata, Carlos Sánchez Manzanares, Santos Ayala Chunga, Sergio Ambulay, Javier Bances y en su momento Raúl Fernando Moscol ( Rafemole) fueron los protagonistas de este oficio insobornable de buscar la noticia cotidiana. Recién egresados de la universidad  se incorporaron Jorge Zavala Ganoza y Segundo Infante Carmen. Posteriormente Marco Agurto, Luis Ferro, Jaime Godos entre otros que realizaron sus prácticas profesionales de redacción.

Inspirado en el periodismo sensacionalista de Raúl  Villarán se caracterizó por un estilo breve para informar con la pepa de la noticia. Impreso en una rotoplana saltó posteriormente al offset revolucionando el diarismo en Piura. Fue un enorme logro tecnológico de las ruidosas Remington a las silenciosas Macintosh de la era digital. Su redacción en sus mejores momentos combinó la experiencia de experimentados sabuesos con la formación académica de los primeros egresados de periodismo de la UDEP. Ahí me formé tras cinco años de inesperada travesía por las alturas de Santo Domingo de Morropón. El recorrido por los valles y la geografía del piedemonte andino, las estribaciones de la naciente cordillera. Una apasionada lectura del paisaje y de la tierra. De los pobladores y personajes de carne y hueso como como Sinesio López más tarde Director de la Biblioteca Nacional y José Sabogal Wiesse un estudioso de la cerámica popular peruana.

En Correo se vivía al filo de la noticia. Mario Castro Arenas desde Lima estimulaba apasionadamente el rescate de los pueblos olvidados del Perú. Con él me entrevisté gracias al entusiasta estímulo de Max Mogollón. Durante mi estancia limeña en la redacción de Correo en Garcilaso lo frecuenté a diario. Tenía viva la curiosidad por el tópico norteño y piurano. Recorrí los talleres y sentí el irrepetible embeleso de la rotativa Harris imprimiendo a color. En Correo se disfrutaba un sentimiento de familia en la redacción y talleres. El Regente Ascencio me explicó  a detalle el proceso de impresión y sentí que la tinta se metió en mis venas. Empezando el día con los primeros ejemplares en la mano retornaba al hotel ya entrada la madrugada.

El apoteésico recibimiento a su retorno de México de Teófilo Caso Oré.
Correo atesoraba muchas proezas periodísticas como la de Teófilo Caso Oré  que encontrándose al frente de los teletipos en la redacción de Correo cubriendo su turno hasta las 12 de la noche. Obtuvo la primicia de entrevistar a la viuda del presidente Allende. Según recuerda -a  las 12.15 los primeros minutos del domingo 16 de septiembre de 1973 recibió una alerta noticiosa de ANSA dando cuenta de una nave de Aeroméxico en la que viajaban 66 exiliados chilenos entre ellos la viuda y la hija de Allende-. La nave reabastecería combustible en Antofagasta- Lima y Panamá. Este día se celebraba en la sede de la Federación de Periodistas del Perú el aniversario del Sindicato de Trabajadores Gráficos de Empresa Periodística Nacional (EPENSA). Caso Oré concurrió a la celebración probó unos platillos y abandonó la fiesta para ir al Aeropuerto por propia iniciativa.

Teófilo Caso Oré en el baluarte de resistencia del Presidente Salvador Allende
en La Moneda hace 46 años.
Un enjambre noctámbulo de periodistas esperaba el avión y al momento del aterrizaje no hubo conferencia de prensa en estricto acatamiento de las disposiciones del gobierno peruano. Al inquieto redactor no le quedó más que aprovechar el descuido de los  policías vigilantes y sin reparos abordó como “pavo”, el avión DC 9 de Aeroméxico en donde viajaba Hortensia Bussi  de Allende la viuda del presidente derrocado y diplomáticos chilenos perseguidos por la dictadura. Caso, sin pasaporte y con solo 15 soles y sesenta centavos en el bolsillo más o menos 6 dólares al cambio del día. Se sumó a los pasajeros y  logró en calidad de primicia la primera entrevista testimonial de Tencha Bussi. Con la exclusiva en la mano Caso Oré llegó a México. Ahí contacto al Director de Associated  Press (AP) en México Charle Green quien le facilitó el envío del despacho a la redacción de Correo en Lima. El testimonio de primera fuente dio la vuelta al mundo con los créditos de AP.  Una genuina primicia de Correo. Al referir su audacia el cholo Caso repetía siempre  que el periodista vive con pasión su profesión  y la primcia es como hacer un gol con la noticia. El periodista sin pasión es un escribidor presa de hemorroides del vivir aplastado sin recorrer la ciudad.

El primer director de Correo de Piura fue Gonzalo Añí Castillo retirado de las lides periodísticas escribió un libro titulado “Historia Secreta de las Guerrillas”.  También estuvieron al frente de la Dirección del diario el Dr. Rafael Vega García, José Eyzaguirre Carreño, Enrique Maticorena Estrada, Carlos Manrique León, Renán Estrada Távara, Freddy Viveros Valverde, Miguel Godos Curay, Carlos Manrique Negrón, Teddy Montúfar Abad, Rolando Rodrich Sarango Iván Slocovich Pardo, Alfredo Alí Alava Merino, Renato Sandoval, director actual. La redacción de Correo estaba ubicada en el jirón Ica 772. Al inaugurar la era del offset se mudó a la zona industrial y ahí se mantuvo hasta que la decisión de los nuevos propietarios dispuso la impresión en Chiclayo.

Los diarios no son nada sin  el personal de talleres. El primer  regente de talleres fue José  Prieto Cruz a él se sumaron Carlos Alvarado Cevallos y Juan Urbina Ramírez, que también llegaron a ser regentes. Entre los linotipistas Ricardo Quinde Saavedra, Alejandro “Adú” Reyes Sánchez, Lucas Flores Zapata, Miguel Medrano Sierra. En la tituladora Ludlow Hernán Martínez Ortiz y Mario Alzamora. En fotograbado Errol Nolte Cherres, Guillermo Gutiérrez Briceño, Zenón Rosas Cisneros. Como maquinistas José y Pablo Solano Prieto, Santos Prieto Cruz y Gerardo Calderón. En almacén Pedro Silupú Panta. En  publicidad Humberto Rodríguez Sarango y Gabriel Silva. En la administración Jorge Aldana y en planillas Juan Velásquez. En la central telefónica compartían responsabilidad Leónidas Morales y Isaías Benites Fiestas. Hoy la funcional redacción de Correo como parte del grupo El Comercio está en el jirón Libertad 640, Oficina 306. Una plana de jóvenes editores y redactores integra el nuevo equipo de Correo. Correo de Piura es parte de esa inveterada historia de vivir dando cuenta de la noticia.