domingo, 27 de marzo de 2011

EL DIABLO DE CACHOS ALQUILADOS


Por: Miguel Godos Curay

La última vez que vimos al diablo de cuerpo entero fue en la presentación de “La barca sin pescador” de Alejandro Casona en el Teatro Municipal. Era un Mefistófeles elegante sin cachos afilados que venía a exigir el cumplimiento de un contrato pagado con vida y zapatos de por medio. En la sierra de Morropón cualquier feligrés sensato al acostarse coloca sus zapatos en cruz para que no los utilice en sus andanzas el demonio. Por eso todo se bendice y se bien dice. Alguna vez observé a humildes campesinos de Santo Domingo (Morropón) echarle agua bendita al receptor de radio de transistores “para que siempre de buenas noticias y para que la música que brinde sea siempre alegre y regocijante”. Si los propietarios se percataran de lo que el público realmente espera de los medios, apostarían por la calidad de la programación.

En Piura, el diablo se convirtió en pobre cuando en las calles iluminadas por los bombillos eléctricos ya no tuvo ocasión de aparecer. La “Bolsa del diablo”, el callejón del jirón Torata, por donde se le veía es hoy un paradero de mototaxistas. En Piura el diablo perdió el poncho. Ya tampoco se le ve bajar por las laderas del Cerro azul en Paita. Fue en este lugar donde el aguatero Garavito lo encontró en medio del camino y le dejó esta elocuente impresión. “Era rubio y de bigote escarchado con brillantina. Los ojos tenían un brillo extraño y era imposible fijarle la mirada. Usaba leontina. Viajaba en caballo fino color negro y con un extraño brillo. Me dijo que si deseaba ser rico y con fortuna. Yo le respondí que era pobre pero honrado gracias a esta lucecita e Dios. Fue en ese momento en que soltó una sonora carcajada y de su boca salió fuego”. A Garavito, según los testimonios, lo encontraron echando espuma por la boca. Lo salvaron el escapulario mercedario y las santas reliquias que llevaba en el pecho.

El maligno serrano monta a caballo, calza espuelas y le encanta sorprender a las doncellas hermosas que acuden a lavar al río. Las enamora con tal verbo y con tanta insistencia que les perfora el corazón. Por eso las abuelas recomiendan nunca mirarle a los ojos ni a la boca en donde resplandece su dentadura de oro puro. La fórmula disuasiva en estos casos es repetir a viva voz: “Primero es Dios que vos” entonces emprende las de Villadiego y desaparece. Otras veces el diablo se enamora y ronda a las chinitas. En esos casos se utiliza un severo antídoto. Orines y excremento se arrojan en el lugar por donde aparece “porque el diablo es asquiento” y no regresa más.

A comienzos de siglo Satán hizo su incursión por las caletas de Talara. En aquel entonces apareció en una de estas fiestas de disfraces y borracheras del carnaval. Según refiere la tradición. Un extraño personaje de curioso disfraz y cachos refulgentes bailaba alegremente la tambora “cocaleca”. “¡Quiero cocaleca, dame cocaleca, vamos a la playa que la mar está seca!”. Nadie bailaba como él y las bailonas sucumbían a su encanto y alegría. La fascinación se convirtió en sorpresa cuando al momento de premiarlo por el mejor disfraz intentaron sacarle la máscara y los cachitos. Los que siendo del mismo Lucifer formaban parte de su cuerpo. La borrachera se esfumó en el instante. Los carnavaleros en fila, al día siguiente, tuvieron que pedirle al cura Pacheco Wilson confesión y penitencia. Noticias recientes dan cuenta que se ha visto al diablo embotándose de marihuana, cocaína y éxtasis en Máncora.

Otra versión demoníaca es el diablo sechurano que aparece en las hipnóticas dunas del desierto. Ahí confunde y extravía a los arrieros y caminantes. Otras veces pacta fortuna y riqueza a cambio de la vida entera. Para ello el compromiso obliga a “bailar calato la ronda con el mismo diablo”. Luego la plata viene a manos llenas. De acuerdo a las cláusulas contractuales don Sata es muy cumplido. “Da todo lo que le piden: plata, mujeres, borracheras lanchas y pesca”. Eso sí, cuando cobra es peor que embargo bancario. Te levanta con todo”.

El diablo en Huancabamba está presente en las Huaringas. Según el imaginario popular en la mesa del curandero asoma los cuernos como en la estampita de San Cipiriano. Por eso las mesas de salud requieren la protección del Cautivo de Ayabaca, la Cruz de Motupe y de la Patrona del Cisne. Los chamanes y nigromantes saben como tratarle y pedirle auxilio si fuera necesario. A él recurren los “maleros”, “amarradores”, los tuerce suertes, las brujas que se convierten en lechuzas y chanchas. El diablo siembra el mal y la enfermedad pero sus conjuros no soportan el agua bendita ni la devoción a la Virgen. Últimamente, sostienen en Sondorillo, el diablo usa casco y anda en 4 X 4.

En Sullana el diablo recorría villorrios y se confundía con parroquianos y vianderas asumiendo formas curiosas. Una de ellas era la de churre llorón. Así cuentan que un chacarero que retornaba a casa encontró a un niño abandonado entre chopos y zarzas en medio del campo. Al oírlo desgañitarse, el buen hombre, lo recogió y colocó contra su pecho para darle calor. Grande fue la sorpresa cuando las manitos del pequeñito empezaron a atenazarlo apretando su cuello. Fue en ese preciso momento que el churre habló diciendo: “Tiiito mírame el diente”. Y al mirarlo el sorprendido samaritano descubrió filudos dientes de oro y la lengua despedía fuego”. La salvación del buen hombre fue esta ocasión el escapulario de la Virgen del Carmen ante el cual el maléfico emprendió una veloz huida. Esta historia la recoge Lola Cruz de Acha y aún se repite de boca a oreja en Sojo y Querecotillo.

Últimamente el diablo se asoma por los municipios en pos de negocios fáciles y birlarse la provisión de leche de los programas infantiles. También la encanta hacerse de predios que compra a precio huevo y después vende a precio elevado con pingues y mal habidas ganancias. Otras veces funge de proveedor rompe manos y conciencias. También existe el diablo capitulero, político y candidato de cachos alquilados experto en ofrecer el oro y el moro. Diablo de doble discurso vestido de honestidad aparente cuando en el fondo tiene el alma vendida. Diablo siete suelas que anda en busca de almas incautas a las que con candor promete salud y riqueza. Diablo compulsivo que alienta el consumo incontrolable y engorda las deudas. Diablo que no permite que veamos las cosas en su justa dimensión y que soslayemos el valor genuino de la familia y la educación. Diablo interior nutrido de apariencias sediento de poder, más exhibición que acción. ¡Pobre diablo!

domingo, 20 de marzo de 2011

LA BICICLETA DE LA ABUELA


Por: Miguel Godos Curay

Nuestras abuelas tienen una extraordinaria capacidad de anticipación a todo lo que hoy se nos presenta como modernidad. Ellas programaban, por ejemplo, al inicio, en las vacaciones de medio año y al culminar el año escolar el rito de tomar, sin miramientos, dos frascos de aceite ricino con el propósito de limpiar el cuerpo de las impurezas que afectan el rendimiento escolar. Otras técnicas de humana limpieza incluían el jugo espeso de tamarindo con sen. El resultado después de retortijones de tripas era una limpieza total. El estomago se aflojaba terriblemente y la “bicicleta” se tornaba indetenible. Cuando en Piura alguien “tiene la bicicleta” o “está con la bicicleta”. No es que se haya dedicado al ciclismo. En el lenguaje clínico se encuentra con deshidratación que es el nombre con el que los médicos llaman a la diarrea. En la sierra, a este proceso en curso se le denomina “cursiadera” y “cursiento” al que la padece. Los piuranos, advierten también, que existen dos tipos de “cursiadera”. La primera tiene que ver con el estómago flojo y la segunda con el cerebro flojo. Una exposición de candidatos, sin mayor conocimiento de lo que se propone es, según esta opinión, una diarrea mental.

Según esta odiosa teoría los purgantes curan el “empacho” que produce la falta de apetito, la flojera y el mal humor, eliminan robustos parásitos intestinales a causa de la adicción a las golosinas del generoso anfitrión. Años después aparecieron nuevos tipos de laxantes, incluso, con sabor a naranja y chocolate. Aliada de las mamás era el frasquito, con etiqueta de letras azules, de la Leche Magnesia de Phillips. Medio frasco de esta leche de sabor extraño era suficiente para iniciar la limpieza de las tripas. Después aparecieron, para embaucar a los churres avisados, los chocolates que no eran chocolates Exlax. El resultado era el mismo. Una sensación sonora como un río desbocado o como el tránsito de los dados en la boca abierta de esas culebras de resortes de los tomboleros de feria pueblerina. Un fin de semana de purgantes era motivo para permanecer reflexivos como el pensador de Rodin, horas y horas, sobre la bacinica o el Chicago. Las bacinicas hoy no existen y las antiguas de porcelana son piezas de colección. Una de ellas colocada sobre una repisa en un restaurant llanero de Colombia. Iba acompañada del tricolor nacional y diploma entusiasta que decía: “Por servicios distinguidos a la nación”.

Todos los niños que fueron recuerdan esta circunstancia aceptada con resignación. El purgante para muchos estudiantes de los colegios católicos equivalía a una confesión de los pecados digestivos. Otras veces había que estar de cuclillas reflexionando sobre esta miserable condición humana. Rezondrando al inventor de tan salvajes procedimientos que aún preservan los brujos de Las Huaringas (Huancabamba) en donde la purga es la antesala del florecimiento mágico. Sin purga, no hay limpia. Y sin limpia la buena suerte no retorna. Es curiosa esta fe en los purgantes presente en el imaginario piurano. Los deportistas famosos de antaño, incluso, recurrían a su uso antes de un gran encuentro y se sentían ágiles y metían goles.

Los purgantes del cuerpo y el alma. Eran de uso común. Muchos de los purgados estudiantes de antaño creíamos que las ánimas benditas del “purgatorio” se encontraban, en efecto, bajo los efectos del aceite ricino espiritual para sin tanta carga pesada dirigirse al cielo. Se asociaba la idea de purgante con la agilidad y levedad. Por cierto, el uso extendido de los purgantes químicos y naturales fue desapareciendo progresivamente en el hogar. El aceite de ricino fue degradado a la categoría de los venenos y la Leche Magnesia al rincón del olvido. La ciencia médica los descalificó impunemente. En su lugar aparecieron tabletas efectivas promotoras de terribles percances previos a las intervenciones quirúrgicas. Los lavados con jabón de pepita, flagrante violación, ya no se usan. Hoy sólo se aplican a los infortunados traga venenos o a los “empachados” en los rincones ignotos del Medio y Bajo Piura. En el Almanaque Bristol de 1931 se promocionan las Píldoras de Bristol como “El Purgante Casero por Excelencia”. Otro producto estrella es el “Nautralax” poderoso regularizador de la función intestinal útil para acabar con el estreñimiento. “Además tiene la ventaja de darle volumen necesario a las heces sin adición de materias duras e irritantes”. Se puede adquirir en latas de ocho onzas. Otro de estos anuncios advierte a las amas de casa: “¡Cuidado, Señora, Muchísimo Cuidado! “El estreñimiento no sólo es causa de indecible malestar, sino que afea a la mujer poniéndole el rostro amarillo, los ojos opacos y el genio irascible….. ¡Pero muchísimo más cuidado aun con la imprudencia de acudir en estos casos a los catárticos de acción violenta e irritante que tan peligrosos son para la delicada constitución femenina!”. Junto a las Píldoras Bristol. Están las Pastillas Vegetales de Kemp, “Medicamento cuidadosamente preparado con ingredientes puramente vegetales y muy eficaces para la expulsión de las lombrices intestinales.” La “limpieza intestinal” continuaba con el complemento nutritivo del Aceite de Hígado de Bacalao de Lanman & Kemp “con sorprendentes resultados, para asegurar el desarrollo normal de los niños”. La pildorimanía es muy piurana. Ann Marie Hocquenghem, comentaba que algunas piuranas resuelven sus angustiantes problemas con pildoritas. Muchas de ellos placebos consentidos. A ello podemos sumar los adictos al magnesio que se sumergen en sueños profundos.

Hace poco Roque Carrión, me comentaba el éxito que tienen en el mundo las clínicas homeopáticas en donde quienes recurren a esta medicina alternativa. Presumen de beneficios con una sonrisa de oreja a oreja. El tratamiento no es otra cosa que una semana de purgantes que provocan extenuantes “bicicletas” que dejan al cuerpo libre de toxinas y de la inmundicia acumulada. Es una liberación total. “Te pasas una semana sentado en el WC en la que reflexionas sobre tu vida con música de fondo. Finalmente te liberas de tus nudos interiores y sales como nuevo después de haber cagado tanto”.

domingo, 13 de marzo de 2011

¡HOY NO SE FIE, MAÑANA SI!


Por: Miguel Godos Curay

Un cartel colocado en el camino culebrero de una calle convertida en trinchera dice: “Disculpe, las molestias de hoy serán el bienestar del mañana”. El taxista me dice que estos mensajes son como el “Hoy no se fía, mañana sí” que en todas las tiendas de barrio colocan los pulperos para consolar ingenuos. Los tajos en el cuerpo de Piura muestran los cimientos sin cimientos de la ciudad. Los caserones de adobones se mantienen en pie en el aire a la de Dios. Los piuranos no se enferman de tanto convivir con miasmas flotando en el aire, sumergidos en ríos insoportables de aguas negras, respirando aire insano. Si los niños y los viejos no se enferman es porque el sol nos preserva de todo mal. Así estamos. Y los candidatos ofreciendo lo que nunca podrán conseguir, quemando gasolina, desluciendo la ciudad, aullando como lobas, mordiéndose cual raposas, mostrando una sonrisa con la convicción equivocada que los ciudadanos son caídos del guabo.

Ninguno, por ejemplo, tiene propuesta para evitar que en adelante hagan pedazos nuevamente la ciudad. Ni para detener esa escalada de violencia siembra cadáveres en todos los rincones de Piura. Nos admiramos con horror de la destrucción provocada por el terremoto en Japón pero nos hacemos de la vista gorda con los efectos devastadores de esa destrucción desconcertante de Piura sin necesidad de terremoto. Dios nos tenga confesados si la tierra temblara aquí. No quedaría muro en pie. El desorden y el caos no tienen cuando acabar. Nadie absolutamente nadie, nos garantiza que lo que se está haciendo, sea durable y definitivo. Ni se volverá a repetir mañana. Somos amos y señores de la improvisación.

En este río revuelto pierden los piuranos y ganan los constructores. Se reconstruye el cuerpo maltrecho de la ciudad. Falta reconstruir la confianza y la esperanza de los piuranos. Reconstruir la indignación y el reclamo ciudadano. La protesta frente a la quimera interminable y el vilo permanente. Sobran los diagnósticos, esos consoladores colectivos con los que arremeten los políticos. Esas legañas que no nos permiten ver a los crápulas disfrazados de incógnitos. Nos sobra silencio institucional y esa incapacidad para denunciar la injusticia. Nos sobra apariencia de progreso. Ese andar sin rumbo con el semáforo de la conciencia apagado de tal modo que dejamos pasar de largo la deshonestidad.

Vivimos con la papa caliente en las manos. Y no nos hemos percatado de la mala vida que llevamos. Nos estamos acostumbrando a convivir con la suciedad del cuerpo y del alma. Lo que es terriblemente abominable porque nos contentamos con esos bálsamos de sebo de culebra que se acomodan perfectamente con la inmoralidad. Últimamente, por ejemplo, se nos ocurrió promocionar nuestros atractivos turísticos. Sin advertir la inseguridad de Piura. Los asaltos están a la orden del día y cuando mostramos nuestros encantos los turistas ponen cara de espanto.

¿Desde cuándo es atractivo turístico la inmundicia? Un turista si no sufre un asalto a mano armada. A mano desarmada le romperán los bolsillos los taxistas y los restaurantes en apariencia turísticos. Después no hay mucho que ver porque nuestros bienes monumentales son nada frente a lo que en otros lugares se puede observar. El principal atractivo turístico de Piura somos nosotros. Nunca en la fauna humana hubo criaturas tan conformistas, tan dejadas y tan indiferentes. Tan dadas a hablar de proyectos educativos (sin proyecto). Hasta hoy no educamos con sinceridad para que nadie nos engañe y nos compre la conciencia. No hemos aprendido la aritmética del esfuerzo que suma y no resta. Y a multiplicar nuestro elenco de derechos sin dividir con injusticia lo que merecemos. Desconocemos aún el abecedario de la tolerancia y el respeto. Ni dejamos de sentirnos grandes con los pequeños y pequeños con los grandes. Ignorando que esa es la fórmula que aniquila el decoro y la esperanza.

Otro ejemplo. Si cuando se canta el himno de la ciudad sólo movemos las mandíbulas sin articular palabras porque pocos lo sabemos. ¿Cómo andará de descascarada nuestra identidad que en el pasado carnaval, en el que hacemos ejercicio de representación, nuevamente resurgieron de sus cenizas los piratas, las pizpiretas del Moulin Rouge, faraones y la decadente Roma?. Sino queremos ser los que somos. ¿Tenemos identidad? ¿Qué somos y qué queremos ser?. Tendrá identidad está escuela para loros que anula el pensamiento. Esa matemática que se acaba en la tabla del 12. Ese civismo colorido mezcla de pereza y más de lo mismo. Ese heroísmo derrotado. Ese estilo tan plano con el que los diarios muestran nuestras desgracias.

Hay esperanza de arrinconar el conformismo cuando hagamos de la educación una herramienta para sacudir las conciencias y aprendamos a no tragarnos, sin digerir, lo que dicen los libros. Cuando nuestra fe indoblegable nos permita cambios profundos y unidos seamos un potente reclamo en todos los escenarios de la vida diaria. En el mercado cuando nos den peso incompleto, en la escuela cuando la mala práctica se deslice disfrazada de capricho. En la universidad en donde se pretenda prohibir la crítica y el libre pensamiento. En el ejercicio ciudadano para vigilar a la autoridad y preservar nuestros derechos. En la responsable tarea de elegir a nuestros representantes parlamentarios. Pues la sonrisa oreja a oreja no muestra los negocios turbios tras el candidato. Ni el cumplimiento de todas las promesas. Ni el ser mañana escuchados. Ni los problemas resueltos. Elijamos candidatos honestos, capaces de interpretar nuestras demandas, candidatos con integridad de vida a quienes podamos interpelar. Candidatos que piensen en nosotros y no en el jugoso emolumento al llegar al parlamento. Necesitamos congresistas que fiscalicen y se dejan fiscalizar y que una vez instalados en Lima el “asesor” no repita interminablemente en el teléfono: “El congresista no lo puede atender porque está en reunión de comisión”.

domingo, 6 de marzo de 2011

SONRISA VERTICAL PALABRA ALADA


Por: Miguel Godos Curay

En el Mercurio Peruano (22.12.1791) aparece un hermoso yaraví titulado “La Viuda” traducido del quechua por Sicramio. La acongojada y aterida escribe en uno de los cuartetos: “Mientras me dure la vida,/ seguiré tu sombra errante,/ aunque a mi amor se opongan/ agua, fuego, tierra y aire”.Todo apunta a una pluma femenina que confronta su amor con el sentido efímero de la existencia. En la literatura peruana hay una extraordinaria presencia de la mujer que no sólo nos remite a Amarilis y su Epístola a Belardo. Sino a muchas poetas poco conocidas pero con una viva expresión en su mensaje.

A Santa Rosa de Lima (1581-1617) que tañía la guitarra y cantaba coplas amorosas a Jesús se le atribuyen estos versos: “¡Oh, Jesús de mi alma,/ que bien pareces/ entre Rosas y Flores/ y Olivos verdes!”. Otro verso dice: “Las doce son dadas,/ mi Amor no viene,/ ¡quién será la dichosa/ que lo entretiene?”. Rosita, de rostro muy bello, pertenece a la legión de los juglares de Dios. Y como celebran los criollos debe animar jaranas interminables en el cielo.

A la inolvidable Angela Ramos (1896-1988) pertenecen estos versos coquetos que nos recuerdan el ébano de nuestro mestizaje: “Mamita, yo quiero un zambo/ con la jeta colorada/como los que hay en Malambo, con candela en la mirada”. O este otro que dice: “Mamita, yo quiero un traje/ ajustao a las caderas/ que se suba y que se baje/ cuando voy por las aceras”. En el territorio de la belleza no existen cánones inmutables. Hoy predominan las dietas y los gimnasios. Naomi Wolf afirma que la tiranía de la delgadez no es sino la obsesión de la obediencia. El opulento piurano es como el árabe y el africano a los que subyuga el sobrepeso. Para que un piurano, grueso y comilón, sucumba a los escaparates necesita de la exhibición de la gordura en todos sus extremos.

La incursión de la mujer en política es buena. Carlota Ramos de Santolaya, fina, sensitiva, delicada y sin estridencias tuvo una descollante presencia en el parlamento, el municipio y en el cenáculo literario. No hay punto de comparación con las coloridas candidatas a las que el Photoshop convierte en lánguidas vampiresas, sin arrugas, cachetes templados y labios encarnados. El embellecimiento virtual llega a tal extremo que entre la realidad y el cartel hay dos rostros irreconocibles. Serafina Quinteras (1902-2004) a colación nos dice: “Pero entre los destellos que mi saber irradia/ hay dos cosas que escapan a mi penetración: “Las cuentas de la plaza que me entrega Leocadia / y el Título Segundo de la Constitución…”

La maternidad es un don excelso. Hay una maternidad biológica patente en el abecedario genético y una maternidad espiritual de la maestra, de la tía, de ese ángel silencioso que en la memoria y el recuerdo es gentil compañía. Maruja Silva Camerón (1931) nos lo recuerda en este poema dedicado a su madre: “Veinticinco horas al día/ me acompaña tu recuerdo,/ porque, para recordarte,/ tiene otro reloj el tiempo./En millones de minutos,/ de un extraño minutero,/dieciocho meses al año/ va junto a mí tu recuerdo”.

Catalina Recavarren de Zizold (1904-1922) es autora de estas tiernas confesiones que resumen la sublime experiencia de la maternidad: “Vi tu carita, sudorosa, anhelante…/Tus venitas azules latían de temor. /sentí tu aliento fresco en mi mano gastada/ y…casi tuve ganas de pedirte…¡perdón! /Hijo: mi pequeñito…Mi carne Mi rebrote,/surtidor de mi sangre…¿qué te puedo decir?/ ¡Derrama los tinteros! ¡Desgarra mis vestidos!/ ¡Estas vivo…Estás sano..y yo te tengo aquí”

Se llamaba Adriana Buendía. No sabemos en que año nació, pero sí que era arequipeña como el sillar. Ella escribió estos versos: (En el Juzgado) “Respetuosa ante Usía, / demando, señor Juez, a este ladrón/ que, sin conciencia y a la luz del día,/ me ha robado en la calle el corazón”. / “Por piedad, señor Juez –yo desvarío, / he perdido, sin duda, la razón-,/ ¡que me devuelva esa ladrón el mío,/ o que en pago me de su corazón!”.

El amor llevó al extravío a Dora Mayer (1869-1959), una alemana de casi dos metros de estatura prendada del filósofo y defensor de la causa indígena Pedro Zulen que medía un metro cuarenta. Lo amó con ribetes tragicómicos. A su muerte no se le permitió concurrir al velatorio. Entonces para socorrer a la madre dejaba billetes bajo la puerta. La digna anciana no usó nunca este dinero que entregó para obras piadosas a pesar de su pobreza. Dora Mayer escribió estas conmovedoras emociones: “Las olas nos sumergen y nos elevan; desaparecemos y reaparecemos, unas veces tú más perfecta y otras veces yo. Sin pensarlo evocas una chispa fosfórica del negro abismo, y al ver ese símbolo te reconozco ¡Alma inmortal, alma elegida!”.

En los tiempos en los que la poesía es reemplazada por la frívolas promesas de la publicidad resplandece como una luciérnaga en la nocturnidad Ester Allison (1918-1922) ella escribe: “No Te acerques a mí, porque Te quemo./ Soy flor de la hoguera transformada en vida,/ y si me tocas sentirás mi herida,/ es amor vivo e abrasar supremo”.Laura Riesco (1940) anota: “Para que me escucharas/enredé tu silencio/ Se hicieron mis palabras/agudas con el viento/ las sombras consteladas/ de todos mis poemas/ se hundieron en tus ojos/ Para que me escucharas…”

Gloria Mendoza Borda (1948) desde el ande nos recuerda con profunda sensibilidad humana el dolor desde el alma femenina: “en Accomarca /muchos años después/ un enjambre de huesos perforados/ bocas abiertas en forma de grito/ lamento de niños/ desde debajo de la tierra/secas hojas/arrastradas por e viento/ nos recuerdan/que Ayacucho/ es una herida abierta”. La confesión indeleble de María Emilia Cornejo lo dice todo: “…porque soy gente y vivo con la gente, y saludo a todos cuando los veo retratados, porque amo y soy amada hasta el imposible, porque juego y río, porque lloro y me apenan todos los niños y los viejos, porque sé que estoy para representar lo mejor posible mi papel de mujer buena, porque odio sin rencores y olvido tiernamente que nunca me quisieron, porque cada día de mi vida me duele en todas mis costillas, porque nazco y muero con la rosa, porque viajo en microbús y me duelen los zapatos, porque pretendo solucionar todos mis problemas, porque soy buena como el mejor pan de Jauja…”. Este homenaje de la palabra oyendo en la noche los latidos de su corazón. (Foto: Carlota Ramos de Santolaya, parlamentaria y paradigma cívico de Piura,poeta fina y sensitiva).

jueves, 3 de marzo de 2011

COCINANDO GRANDES POTAJES


Por: Miguel Godos Curay

El piurano más que cualquier otro utiliza a la comida para definir los acontecimientos del mundo. Cuando en 1961 los jóvenes piuranos se movilizaron para conquistar la universidad se decía “se está cocinando” una gran iniciativa para Piura y los piuranos. “La verdad de la milanesa” fue que el proyecto presentado por el Senador Luciano Castillo no tuvo el apoyo de la Cámara de Diputados. El proyecto acogido por los senadores se aprobó “papayita”. Los piuranos mostraron que no hay “yuca” que pueda con ellos. Y “le pusieron su ají” al proyecto de tener universidad.
(Foto: Tradicional seco de cabrito piurano.)

La universidad no es una “ensalada” ni un “arroz con mango” ni “mermelada”. La universidad es expresión de amplitud de miras y tolerancia. Es como un “cebiche mixto” de posiciones políticas e intelectuales. Tiene choclito, “cancha” que es distinta de la “concha”, “sarandaja” y “camote”. Los alumnos y ex alumnos tienen “camote” a su Alma Mater. “Encamotado” es también el enamorado. Al que llega empolvado de la práctica de campo se le dice vienes “como camote”. El fornido y fuerte también es “camote”. Desde hace mucho tiempo la UNP no tiene “anticuchos” y es bueno que en este clima de paz, la academia avance. Los proyectos son como “tamales verdes” y están en su punto al primer hervor.

Buenos profesores son los que no convierten sus clases en “pan con pescado” ni “tiran arroz” a sus alumnos. Los alumnos comentan, cuando rinden los exámenes. Si están difíciles dicen “yuca” o “cachemita” cuando fáciles. Pura “mantequilla” son también las evaluaciones sin mayor dificultad. Los profesores de escasa capacidad persuasiva son “maestros ciruela”. Y “darle café” a alguien significa llamada de atención. Si la llamada es severa se dice “café con concho”, si es leve “café pasado”. A algunos profesores se les hace la “boca agua” por integrar directorios y obtener ingresos adicionales. Es el hambre por los cargos apetecibles.

Los “lecheros” aprueban muchas veces sin estudiar. Pero no faltan los “caídos del guabo” o “caídos del palto” que estudian temas que no corresponden al examen. Los alumnos prefieren acudir al comedor porque en la pensiones “se bautiza la sopa”. Las estudiantes agraciadas “son dulces como el mango” y cuando lucen sus encantos están “como se pide chumbeque”. “Bomboncito” es expresión de galantería y belleza. No faltan tampoco los “hueveras” que se olvidan del horario y no son puntuales.

“Mote arrecho” se dice del o de la que muestra más de lo debido. Es el maíz que se abre al segundo hervor. A los profesores enjutos se les llama “carne seca” y a las profesoras mayores, con mucho respeto, se les dice “gallinas viejas”. En el comedor los “colados” y “coladas” son las que no guardan turno y se acomodan en la fila ante el bullicio general. “Carroñeros” son los alumnos que esperan al final para comer lo que queda.

La UNP es como el copús y el pavo horneado piurano. Necesita fuego y brasas ardientes por dentro para obtener sabores divinamente inigualables. Es como el seco de cabrito macerado en chicha de una textura incomparable. Siempre se acompaña con tamales. Sabe a gloria. Es también como el frito y la patasca del domingo que congrega a la familia. Es como el cebiche y la parihuela frente a la desdentada turquesa del mar de Paita. Es como un chavelo de plátano en plenas brasas y carne asada crocante. Es como una sopa de novios en Catacaos y tiene la energía de un caldo pata de toro al filo de la madrugada. Es como caldo de gallina en punto de parida para recuperar fuerzas. Es como café retinto para acompañar las tortillas de Santo Domingo o de Chalaco. Es como la tortilla de raya de Sechura. Sabe a chicha de maní de la Cuyusca y clarito de Catacaos en la Casa de Humo. Es chicha carnuda exultante de gloria y de pasado. Es sabor de la tierra. Es recado delicioso envuelto en un tamalito verde o de maíz amarillo. Como señala Alonso Cueto, “la comida forma un prisma por el que se observa y valora la realidad. Para nosotros, el mundo no se mira o se toca. Se come.” Ese comer es comunión pura que nutre el alma y nos recuerda que estar “papeados” es distinto que estar “pepeados”. Y que bien vale vivir con ilusión y esperanza ese proyecto humano y divino de hacer universidad.