sábado, 26 de junio de 2010

IDEOLOGIA, UNIVERSIDAD Y DEMOCRACIA


Por: Miguel Godos Curay

Cuando el curso de “Materialismo Histórico” era materia electiva en las universidades públicas y los “Principios Elementales de Filosofía” de George Politzer eran el catecismo obligado de los contestatarios. Ser revolucionario, requería por aquel entonces, haber leído los Siete Ensayos de Mariátegui. No importaba si fuera de modo fragmentario. El propósito era citarlo en todas las peroratas. Politzer (Hungría 1903-Francia 1942) popular autor para el sobaco, que hoy nadie recuerda ni por asomo en las universidades. Fue un psicólogo húngaro discípulo de Freud. Instalado en Francia donde se afilió al Partido Comunista y participó en la fundación de la Universidad Obrera de París. Los apuntes de sus alumnos lo hicieron popular.

A todo ello se sumaba un estilo de vida desentendido de la higiene y el desodorante. Símbolos del consumismo capitalista. La luna de miel revolucionaria y subversiva aspiraba a una aventura incierta como la de Heraud en Puerto Maldonado o el Che en Bolivia. De esta etapa, románticamente memorable, quedó en evidencia que los epígonos de Marx nunca lo leyeron a fondo. El proceso de construcción ideológica era endeble. Sostenido en una quincha de folletos y consignas.En pintarrajeo de muros, en veneración casi fanática de las efigies de Marx de Lenin y de Mao. Y en algunos actos de propaganda para burlar a las fuerzas del orden y “sacudir” al régimen de turno. La intoxicación ideológica de las facciones políticas era evidente.

La indoctrinación masiva perpetrada durante el velascato introdujo en todos los sectores de la sociedad peruana profusa literatura marxista de la editorial MIR de Moscú. Los objetivos ideológicos iban acompañados de grandes cantidades de propaganda que acabaron por convertir en cúpulas rojas la conducción de los sindicatos libres y las nuevas emergentes organizaciones campesinas, magisteriales y estudiantiles. A contrapelo, el gobierno militar con verdaderas redes de soplonaje controlaba los medios de comunicación. Radios, televisión y prensa fueron expropiados de modo que la mayor parte de los peruanos nos quedamos sin fuentes alternas de información.

La sobrecarga ideológica era perceptible en todas las esferas de la vida peruana.Los partidos políticos fueron arrastrados por esta vorágine. Algunos a duras penas lograron mantenerse en pie. La universidad acabó convertida e una incubadora ideológica. Lo que significó el abandono de la investigación científica y el deterioro de la calidad formativa en las universidades. La siembra de Velasco fue finalmente la cosecha sangrienta de sendero.

Tras la debacle que significó la presencia de Sendero en las universidades la vida académica, pese a los esfuerzos, no ha tenido notables mejorías. Tras la caída del Muro de Berlín que significa el desplome de la ideología marxista el mundo ha experimentado notables y profundos cambios. El salto económico de la China acabó con el mito de la tesis y antítesis hegeliana del devenir de una paradisiaca sociedad comunista. China la aspiración y modelo senderista es hoy una confortable locación capitalista. Lo que senderistas convictos niegan a raja tabla.

No se piense que las ideologías mueren. Mutan como las bacterias y sobreviven porque se resisten a la penicilina de la verdad y el esclarecimiento. Hay una especie de senderismo light de quienes ignoran los miles de muertos y los irrecuperables daños a la economía del país. Se trata de jovencitos entusiastas que recalan por algunas Ongs, presuntamente defensoras de los derechos humanos. En el fondo no lo son. Son la fachada legal de la vesania criminal que hoy se disfraza de humanismo y con pasmosa ingenuidad imaginan los reposados polvos de Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre.

El caldo de cultivo de sendero es la ideología a la que se suman los saborizantes de la corrupción, el mangoneo político y el desgobierno de algunas universidades. Ayer algunas autoridades universitarias para sostenerse -entre cuestionamientos y largas huelgas- acabaron en concesiones capituleras. Hoy, las ayer facciones estudiantiles politizadas, son prósperas argollas prostituidas por la corrupción mafiosa. Los Tercios Estudiantiles, grupos estudiantiles presionados por docentes-candidatos, resultaban gananciosos vendiendo sus intenciones de voto y negociando cargos. Hoy están en capilla.

La modificatoria de la Ley Universitaria, aprobada por el Congreso y que espera ser refrendada por el Ejecutivo, dispone la elección del rector,vicerrectores y decanos de las universidades públicas y privadas sin fines lucro por votación “universal, obligatoria, directa, secreta y pacífica”. Este es un paso positivo. De ahora en adelante la totalidad de estudiantes tendrá que depositar su voto para elegir a sus autoridades. Al igual los docentes. Las modificatorias a la Ley Universitaria restan poder a la Asamblea para elegir al rector y vicerrectores y a los consejos de facultad para elegir a los decanos.

La democracia es incuestionablemente buena cuando es expresión mayoritaria y permite procesos transparentes y limpios. Sin embargo, es conveniente advertir que en tiempos de Pericles pese a la oposición de Sócrates,"por mayoría", se condenó a muerte a los almirantes por haber perdido una batalla. Y que en el siglo XV el Parlamento Isabelino en Inglaterra ordenó que el cocinero del obispo de Rochester fuese hervido a punto de caldo y posteriormente descuartizado. En los dos casos antes mencionados el procedimiento fue limpiamente democrático pero no por ello necesariamente bueno.

viernes, 18 de junio de 2010

LAS INTERMITENCIAS DE SARAMAGO






Por: Miguel Godos Curay

En realidad su nombre era Miguel José de Sousa (Portugal 1922-Las Palmas-España 2010). El Saramago le viene del apodo con el que era conocida su familia. El “saramago” es una planta herbácea común en la Europa lusitana abundante en el fogón de los pobres. Si hay algo que define a Saramago es su ínsita rebeldía. “Soy un hombre que mantiene intacta la capacidad de indignación”. Comunista hasta el tuétano amigo personal de Fidel Castro y defensor de la causa Zapatista. Saramago advirtió que: “Todos los años exterminamos comunidades indígenas, millares de hectáreas de bosques e incluso innumerables palabras de nuestros idiomas. Cada minuto extinguimos una especie de pájaros y alguien en algún lugar recóndito contempla por última vez en la Tierra una determinada flor. Konrad Lorenz no se equivocó al decir que: somos el eslabón perdido entre el mono y el ser humano. Eso somos, una especie que gira sin hallar su horizonte, un proyecto inconcluso”. Por eso se le consideraba un campanazo moral del mundo.

El Nobel de Literatura le fue otorgado en 1998 por su capacidad asombrosa de «volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía». “No tengo bilis” repetía siempre. Y respecto a su abrumador éxito literario puntualizó: “No existe ninguna envidia sana. Quien habla de envidia sana presupone que existe una envidia insana. Y yo no lo acepto. La envidia es envidia siempre.” Alguna vez le preguntaron que epitafio debería colocarse sobre su tumba. Saramago respondió: “Mire, si yo pudiera redactar mi propio epitafio diría "Aquí yace, indignado, fulanito de tal". La indignación es, digamos, mi estado habitual. Supongo que en el caso del epitafio, a la indignación natural se sumaría otra: la de no estar vivo”.

En el 2007 creó la Fundación Saramago consagrada a la defensa de los Derechos Humanos, además la ecología y el medio ambiente. En una de sus últimas entrevistas señaló: “Se ha hablado bastante últimamente del genoma y al parecer lo único que nos distancia en realidad de los animales es nuestra capacidad de esperanza. Hemos producido una cultura de la devastación basada muchas veces en el engaño de la superioridad de las razas, de los dioses, y sustentada por la inhumanidad del poder económico. Siempre me ha parecido increíble que una sociedad tan pragmática como la occidental haya deificado cosas abstractas como ese papel llamado dinero y una cadena de imágenes efímeras. Debemos fortalecer, como tantas veces lo he dicho, la tribu de la sensibilidad... ¿Para qué construir grandes autopistas, transbordadores espaciales, o enormes rascacielos cuando aún no se ha solucionado el problema elemental del hambre?”.

Saramago, desató una encendida polémica cuando publicó: “El Evangelio según Jesucristo”. Una de sus obras postreras fue: “La Intermitencias de la muerte” imaginada en un país cuyo nombre no será mencionado en donde la muerte decide suspender su trabajo letal, la gente deja de morir. La euforia colectiva se desata, pero muy pronto dará paso a la desesperación y al caos debido a que el destino de los humanos será una vejez eterna. Tal es la situación que se buscarán maneras de forzar a la muerte a matar aunque no lo quiera, se corromperán las conciencias en los “acuerdos de caballeros” explícitos o tácitos entre el poder político, las mafias y las familias; los ancianos serán detestados por haberse convertido en estorbos irremovibles hasta el día en que la muerte decida reiniciar su higiene humanitaria. Saramago salta de la perplejidad incombustible a la crisis existencial. La polémica le acompañó siempre. Durante su última visita a Colombia sostuvo que “sí, hay que legalizar la droga, pero primero el pan. Mientras África muere de hambre y de enfermedades que no pueden controlar, no es posible hablar del triunfo del capitalismo. Yo creería en este sistema, cuando todos tengamos alimento”.

En su “Ensayo sobre la Ceguera” alude a la ceguera metafórica en la que vivimos los humanos. Los hombres estamos usando la razón más para destruir que para construir, sentencia. En una sociedad ciega resulta imposible visibilizar los valores, el sentido de la belleza y hasta la propia presencia de Dios. Y aunque se proclamara descreído Saramago. Afirma al revés de Nietzsche que sostiene que todo estaría permitido si Dios no existiese. Y responde, que precisamente por causa y en nombre de Dios es por lo que se ha permitido y justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y cruel”. El colmo de Saramago es admitir que no podría negar a Dios si no existiese. En su definición "Dios es el silencio del universo, y el ser humano, el grito que da sentido a ese silencio”. Desde ayer Saramago es carne de ese inexorable silencio eterno.

domingo, 13 de junio de 2010

MAESTRO CON EL CORAZON Y LA RAZON


Por: Miguel Godos Curay

El viejo Manuel Sabas fue hijo y nieto de lobos de mar. En Paita era todo un personaje en el muelle El Toril. Sabas con la fortaleza de sus brazos movía los remos recubiertos de verde yuyo. No lo arredraban el frío, el mar picado y la bruma del amanecer. Sabas…Sabas..Sabas.. se escuchaba entre los graznidos de las gaviotas al final de la tarde. Y el viejo Sabas con su chalana acudía presuroso transportando a los marineros al muelle.

Sabas, hablaba poco, pero cuando lo hacía asumía un tono sentencioso y con el rostro iluminado de hombre sabelotodo. Según su curiosa concepción del mundo “la mar” era una hembra que cautivaba el corazón de los hombres. Pero no de cualquier hombre sino de los machos “los que en efecto no le tienen miedo ni al diablo”. Por eso, decía, “a la mar le encanta el oro y las piedras finas”. No hay objeto o alhaja de metal precioso que no quede atrapado en sus entrañas por ese sutil magnetismo femenino. Sin embargo, de vez en cuando disfruta devolviendo a las orillas en pleno amanecer y bajamar, alguno de estos objetos. Así es como aparecen entre los caracolitos y los guijarros: zarcillos, medallitas, monedas, aros de boda, esclavinas y objetos tan inimaginablemente curiosos como una dentadura postiza de oro puro con caracteres chinos.

La mar en su aparente serenidad percibe el miedo humano, lo siente y se apodera de la vida de quienes elige. Advertía Sabas. No hay que tenerle miedo. Hay que congraciarse con ella como si fuera una hembrita. Por eso cuando uno se baña calato al amanecer siente primero un frío que hiela los huesos pero después el cuerpo se llena de energía y calor. La mar habla y en la noche se pueden sentir voces. No es el canto de las sirenas. Son voces que salen de las profundidades del mar. De ahí mana la vida, el pez de cada día, el movimiento mismo. La sal que da sabor a la existencia.

Sabas permitía que los curiosos churres que asomaban por El Toril subieran a su chalana. Ahí se arremolinaban para escuchar sus historias. Sus proezas en la captura de las tintoreras y peces espada con puntería de arpón. Destrezas para amarrar anzuelos y trenzar nudos. Historias de aparecidos. La ubicación de los bogas para conducir una embarcación a buen puerto. Entonces a viva voz repetía.”Ojo al pito….mano al breque”. Y los muchachos con unción cogiendo los remos empezaban a remar a la voz 1 y 2, 1 y 2. El más pequeño conducía la caña del timón. Y el bote se deslizaba por el mar de Paita. El viejo Sabas nos enseñó a comprender el mundo. A orientarnos mirando las estrellas. A sentirnos hombres de mar. A ser fuertes. A no quejarnos. A comer pescado crudo. A soportar el sol. A mirar el horizonte. A seguir la dirección del viento. A no desesperarnos cuando el bote se iba al garete. A nadar a brazo limpio, a bucear, a sacar cangrejos y a neutralizar una picadura de raya con limón y ají.

Sabas, permitía que sus pequeños bogas aprendieran a valerse por sí mismos. Muchas veces cundía el pánico en el bote que se aleja de la playa. Entonces repetía su lección y distribuía el peso de sus tripulantes, dos en cada remo, uno en el timón y un solo esfuerzo. El bote marchaba cortando el agua. En todo trabajo el mejor esfuerzo surge del acuerdo. El bote avanza cuando todos reman en la misma dirección. Lo propio sucede con la sociedad, con la familia, con la escuela y con las instituciones. Cuando cada uno rema en su propia dirección la embarcación zozobra por el desentendimiento.

Sabas tenía los atributos de un buen maestro. Lo que decía lo expresaba con certeza y convicción. De su personal modo de decir las cosas se aprendía y se podía aplicar el conocimiento. Como sostiene el estudio sobre los maestros más valorados de la Universidad del Pacífico un buen maestro no es necesario que sea un magíster, doctor o Premio Nobel o que tenga todos los títulos del mundo sino que sus conocimientos ayuden a la formación de sus alumnos y puedan ser aplicados en la vida futura. El conocimiento útil señala derroteros de vida. El inútil es como el papel higiénico.
Un buen maestro –refiere el estudio- brinda confianza, respeto y cordialidad a su estudiantes y no se ensaña con ellos. La experiencia revela que la mayor parte de profesores que desaprueban más son los que menos enseñan actitudinalmente y en muchos casos podrían ser reemplazados por libros de texto. El buen maestro enseña a pensar y este propósito se logra en un clima de confianza y respeto. Tras un buen maestro hay siempre la impronta de otro buen maestro que le antecedió y que estuvo presente en su vida o en su escuela.

El buen maestro conecta la razón con el corazón. Y en el acto humano de compartir conocimiento con pasión abre de par en par las puertas de su corazón y de su razón. No agradan a los estudiantes las últimas chupadas del mango, las presunciones y las comparaciones odiosas. Las intolerancias y la inflexibilidad. Pues no hay nada más detestable que el aprender inconexamente lo que nunca se va a aplicar en la vida. Un buen maestro es vocación y convicción.

Emile Durkheim dice que la autoridad moral del maestro proviene del “ardor de sus convicciones, de la fe que tenga, no solo en la verdad abstracta de las ideas que exprese”. La autoridad moral se nutre de la conciencia de su función y trascendencia que finalmente lo eleva por encima de los demás. ¿Qué tienen Sabas y Durkheim en común? Un pescador de Paita que ha marcado con la tinta indeleble de su experiencia humana la vida de quienes lo contemplaron a bordo de su prodigiosa nave y un hombre de ideas que nos recuerda que lo esencial es enseñar con inextinguible pasión.

domingo, 6 de junio de 2010

SOBRE REBUZNOS Y JUMENTOS


Por Miguel Godos Curay

No hay en Piura personaje más olvidado que el burro. Nuestros historiadores desmemoriados no recuerdan que sus piaras iniciaron en la naciente Piura con vigor la colonización. Fue la fuerza de estos animales la que en los albores de Piura “la vieja” condujo horcones de algarrobo, la escasa piedra del piedemonte, para la construcción de las viviendas. El burro fue aguatero, chacarero y hasta sepulturero durante las algazaras sangrientas de las guerras civiles. Si del caballo al trotar con agilidad por los arenales calenturientos surgió el caballo de paso. Los asnos mostraron su resistencia para el trabajo duro. Y los de Piura adquirieron fama local como “piajenos” derivación de “pie ajeno” el “pie del otro.

En la casa de un zambo pobre de Yapatera. Un burro es como un Volkswagen. En su lomo se conduce toda la familia. Hoy al filo de la carretera asfaltada es remplazado por la bicicleta porque a decir de los coloridos ciclistas. “La “bicla” no necesita pasto”. Sin embargo, aún es posible escuchar con el cantarín acento alto piurano decir. “Tuavía no ha llegao la burra de mi amá”. “De juro que se ha demorao el burro de mi apá pastando algarroba”. Lo cierto es que nuestro imbatible piajeno ya no es un personaje dominante en el paisaje. Hoy, abigeos y cuatreros los persiguen para venderlos por cincuenta soles a los traficantes de carne industrial para las embutidoras de Trujillo. Ahí tras un criminal martirio nuestros burros son convertidos en salchichas y jamonada. Los mataburros locales son proveedores de las bulliciosas parrilladas tan extendidas en los sectores populosos de Piura. Un negocio próspero en Piura es la de los proveedores de música ruidosa insoportable y económicas parrillas de burro. A la carta.

Desde sus inicios nuestro piajeno fue el transporte de los pobres. Por eso el viejo tondero decía: “Montado en mi burrito / voy del norte a la capital…” Y entre los cholones y futbolistas fornidos decían nuestros abuelos que fueron destetados con leche de burra negra. El burro tiene una fortaleza extraordinaria. Los alfareros simbilás los utilizaban para llevar sus botijas, cántaros y cantarillas a la sierra de Morropón y Huancabamba. Entonces trocaban sus piezas coloreadas con almagre con almudes de maíz amarillo para elaborar la chicha. La carga era conducida en una verdadera procesión por los caminos de la sierra a la costa.

Cuando era una incipiente actividad la explotación petrolera, en el siglo XIX, y no se habían inventado las cisternas. Piaras numerosas de burros transportaban en barricas el petróleo crudo hacia las refinerías. Por eso en los tablazos se llama “burritos de petróleo” a las bombas que succionan el crudo de las entrañas de la tierra. Los burros eran una eficiente herramienta contra los percances de los viajeros pues nunca se perdían en los culebreros y escarpados caminos entre los arenales y la cordillera. Incluso, con prodigiosa memoria, encontraban la ruta más corta entre dos puntos, refieren los cronistas. Fue aquí donde surgió la peregrina idea que en Piura cuando se busca hacer una carretera no se buscaba a un alcalde, a un Diputado o a un ingeniero sino a un burro por la prontitud e inteligencia con la que encuentra y se orienta en los perdidos senderos.

Los burros encontraron en las doradas algarrobas del arenal piurano nutritivo alimento y su reproducción al igual que la de la cabra se convirtió en una tarea cuidadosa. La cabra -a la que López Albújar llamó “la vaca del pobre”- resultó adecuada para alimentar de modo delicioso a los montubios y expansivos piuranos de la yunga. En Piura un “seco de cabrito” es una bendición de Dios. Un piqueo de cecina con chifles y cancha ayuda a abreviar el hambre. La cecina picante despierta la sed que se sólo se alivia con la chicha. La lecha de cabra cuya constitución química es similar a la de la leche materna. Es hipoalergénica y altamente nutritiva. Un litro de leche de cabra le gana por goleada a similar dotación de “leche de tarro” o “leche en polvo” tan de moda. Y ni hablar del queso, la natilla, los quesillos y el yogurt elaborado con su leche. Son una delicia

El burro puede llamarse asno, bestia de carga, borrico, bruto, borriquete(a), onagro, jumento, pollino, rucio, zopenco (Colombia). Ha sido convertido por nuestra ingratitud en un personaje en la sombra. Pues aún no reconocemos su valiosa contribución cívica a la formación de la ciudad y la piuranidad. No en vano el poeta Teodoro Garcés Negrón lo ha incluido en el Escudo Republicano de Piura en donde al lado de un montonero de la estirpe de los Seminario y un algarrobo simboliza Piura.

El único homenaje que recibió en Piura fue el de Juan Ricardo Olaechea en la desaparecida Quinta Julia. Otro fue el de Luis Córdova Rumiche (Luscor) que aún lo mantiene en pie. Lo cierto es que urge preservarlo y recordarlo. Pues en sus cotidianos recorridos esparce las semillas de las algarrobas que come y no cobra como ONG por reforestar el desierto. Aún recuerdo la incomodidad que provocó en un concurso literario convocado por los jesuitas en donde se otorgó el premio a un cuento en donde el tópico narrativo era el delirante y afiebrado amor del personaje por una burra de propiedad de su vecino a la que espiaba por las rendijas como hermosa hembra. Años más tarde un médico de cuartel me confirmó que el erótico debut de la tropa, en Piura, tenía cuatro letras y cuatro patas.