jueves, 9 de diciembre de 2021

AREQUIPA Y PIURA


Por: Miguel Godos Curay

Arequipa tiene la dureza del sillar la piedra volcánica. Piura tiene la arena caprichosa y volátil del desierto. El arequipeño es carnívoro y fecular. El piurano es ictiófago y aficionado al recado de sarandaja  y tostado. Zarandaja en el diccionario es cosa menuda y sin valor. Un tazón de caldo de lomos al pie del Misti se lleva de encuentro al caldo de pata de toro y sancochado piurano. Nuestra afición a los frejoles se llama arveja, chileno, frejol de palo y frejol blanco. El arequipeño disfruta las  habas verdes y la papa en todas sus formas: chuño, seca, sancochada y dorada para acompañar los antojos. El piurano y el arequipeño disfrutan del ají. En Piura el ají es imprescindible en el cebiche. Sean los diminutos ajís monos, de mesa, o el aromático limo. En Arequipa manda a la hora del papeo el señor rocoto.

Nuestro pan requiere manteca, en el sur es ázimo y sabe a trigo. Bebida tradicional en Piura es la chicha de jora y el clarito en poto. En Arequipa la chicha de guiñapo (maíz negro) en jarro de vidrio y en vaso enorme hasta los portales. Allá mantienen viva la tradición chichera en el menaje de siempre. En Piura, la jora y el clarito se sirven en balde de plástico. Una genuina profanación contra las lagenarias y la jarra de barro de nuestros abuelos. Allá mandan con señorío los batanes de piedra y los fogones. Aquí la modernidad nos hizo voltear la esquina y olvidar nuestras viejas tradiciones y técnicas culinarias. La cocina de leños obtiene grados kelvin de temperatura que no alcanzan las hornillas a gas modernas. El calor y la cocción marcan la diferencia en la degustación de los sabores.

En cortesía podemos competir las primeras horas de la mañana. Cualquier vecino que asea su fachada saluda cortésmente. Al igual en la Piura del campo y la ciudad solo los mayores saludan con el  Buenos días de Dios. Los adictos al celular no saludan y pasan de largo con sus audífonos ruidosos. Piura supera en ruido a Arequipa por el comercio ambulatorio, la pervertida costumbre de los cláxones libres en donde se les ocurre a los conductores y ese afán de incumplir las disposiciones de tránsito.

Ni en los sueños de opio aparece en Arequipa el ruidoso mototaxi y el riesgosos servicio de la moto lineal. Sí existe el delivery que transporta platos calientes raudo por la ciudad. La migración foránea en Piura es una oleada indetenible. En Arequipa un problema que crece pues no está permitida la ocupación de la vía pública y el desorden. Lo que no significa que no existan pobres de solemnidad que aguardan en los beateríos desayuno y sopa caliente. La mayor parte de los mendigos son ancianos. No piden la gente les da.

La confesión en las primeras horas de la mañana es una práctica cotidiana en el atrio de la catedral en donde se han acondicionado separadores que protegen al confesor y al confesado. El flujo de feligreses es continuo desde las seis de la mañana. La catedral, uno de los lugares más concurridos en el día, permanece impecable. Corteses vigilantes le recuerdan al instante que debe permanecer con la cabeza descubierta en la visita. El sillar está presente en los muros seculares y en las baldosas de una ciudad sin ruido.

Un rincón concurrido son las librerías y las dulcerías. En Piura faltan librerías, sólo contamos Crisol, San Pablo y Libún,  poco a poco gracias a Houdini Guerrero, se incrementa el número de lectores. En Arequipa es posible ser atendido por una gentil conductora de taxi que se ha ganado el respeto de los varones del gremio. En los parabrisas es posible apreciar la identidad del conductor, el número de placa del vehículo, el tarifario  y la ruta que cubre. Si usted lo solicita le otorgan formal comprobante por Internet. En Piura, se cobra a como caiga el cliente, una carrera de taxi puede convertirse en un asalto a mano armada. Nunca sabes quién te conduce y el conductor se viste como quiere mostrando las pobrezas. En Arequipa es obligación un traje decente e impecable. Estando plenamente identificadas las empresas que brindan el servicio la confianza se sustenta en el buen trato y el respeto al usuario. En Piura nos queda mucho por aprender y en buena hora. No se trata de una racionalidad imposible.

Las áreas verdes permanecen bien cuidadas y en su protección se ejercita la vigilancia de los vecinos. En Arequipa es notorio el aseo en Piura nos gana el abandono y la basura por todas partes. Al filo de las carreteras, a inmediaciones de los sectores populosos de la ciudad. En los establecimientos comerciales allá se ha restringido para siempre el uso del plástico y el tecnoport. En Piura es parte del paisaje, la negligencia, el abandono y la incultura ciudadana. El vigor de nuestra economía no activa aún el civismo, el respeto y el cuidado por el espacio en el que vivimos. Allá se obstinan por la seguridad, aquí crece la criminalidad y el delito. Muertos cotidianos en Piura, Sullana y Talara es un indicador de inseguridad colectiva que debemos atenuar.

San Miguel de Piura se fundó en 1532, Arequipa ocho años después en 1540. Como anota López Albujar: “En Piura, repito, ha faltado la piedra, la piedra bajo todos sus aspectos. Por falta de ella no ha tenido quien la labre y esculpa, quien la emplee en el palacio o en la estatua. Sus pequeños escultores no han pasado de la talla y el repujo. Toda su habilidad escultórica la emplearon en la madera, en el cuero y el metal. De sus manos salieron únicamente imágenes, retablos y uno que otro santo de iglesia o arcón; todo esto frío, enfático, servil, ripioso sin asomo de grandeza ni gracia comunicativa.”  No es menos elocuente el escritor.

Arequipa se nutre de un regionalismo y una adhesión natural al liberalismo. Advertía Francisco Mostajo que las baldosas de sillar en tiempos de montonera se convertían en trincheras de lucha. En la blanca ciudad bien puede entonarse un sentido yaraví o Blanca Ciudad vals del piurano Rafael Otero López, sentidas notas escritas sin que el poeta hubiera pisado la tierra del Misti. Ciudad Blanca, es considerado el sentimental himno de Arequipa escrito por un bardo de la tierra caliente de Piura.