sábado, 26 de mayo de 2007

UN MAESTRO ENAMORADO DE PIURA


Por: Miguel Godos Curay

En la Universidad de Piura lo consideramos nuestro y entrañable. De hecho lo es por decisión personal. Los estudiantes de periodismo lo recuerdan con gratitud por la claridad de sus ideas y convicciones en torno a un tema exquisito pero crucial para la democracia continental: el derecho a la información. Don José María Desantes ha emprendido tras su partida un retorno de fervoroso peregrino a Piura. Ha venido como a él le hubiese gustado convertido en un libro abierto y gentil para la avidez de las inteligencias y con un mensaje de profunda lealtad para los corazones. Su biblioteca en la Universidad de Piura será como una semilla de algarrobo de raíces profundas. Será umbría sombra en la albarina arena piurana de la que se enamoró con ilusión por el futuro. Será también nutritivo y generoso como el maná del desierto. Será una aspiración inefable de grandeza que crece como la sombra del sol en el ocaso tornasol del campus.

A quienes concurrimos y fuimos protagonistas de esa gesta heroica entre los arenales calentrunientos, que es la Universidad de Piura, nos deslumbra esta adhesión humana de un hombre sabio que vivió con intensidad la convicción del maestro que aprende de sus alumnos. Tal categoría intelectual requiere dos premisas básicas difíciles de encontrar cuando menudean las pretensiones vanas y el exhibicionismo togado : la humildad y el amor que se congratula en los frutos. Moneda irrepetible don Josemaria. Como recuerda Primi, la esposa y compañera, de esa proeza noble de multiplicar la familia. Don Josemaria amaba a Piura compartía sus sueños, el inventario de sus legítimas aspiraciones por hacer un Perú unido y feliz. Como recuerda San Agustín el amor se hace uno cuando el amante se convierte en la sustancia misma del objeto amado. Eso fue lo que pasó con el maestro. Tanto amó a Piura que se hizo piurano de corazón con vivencias tan intensas e irrepetibles que nos emocionan hasta las lágrimas. Piurano de mirada transparente. Piurano en la distancia de ultramar alimentado en su amor por los recuerdos y la gratitud inolvidable.

Recuerda Primi, que don Josemaria, se llenaba de energía humana todas las veces que venía a Piura entonces aprendía a sobreponerse a las debilidades del cuerpo que envejece con una inaudita vitalidad que sólo procura la tierra amada. Estaba ahí con su viva inteligencia, con esa ternura feliz del que contempla lo frutos de su amor. Con lealtad planetaria, porque el amor no tiene fronteras ni límites. Tenía su mente y su corazón puestos en Piura. Don Josemaría entendió que en este tren heroico y memorable del periodismo hay que decir la verdad aunque cueste y aunque duela y andarse sin remilgos de mano con la justicia. Fue íntegro y leal con sus convicciones en tiempos de camaleones. Leal hasta el tuétano y sin dilación. Integridad de hombre y de maestro.

Trabajador sin tregua Desantes nos enseñó que el trabajo es digno y que en muchas ocasiones por cada hijo corresponde tener un empleo que sostenga con decoro la hacienda familiar. Con los piuranos tuvo un trato singular no sólo se convirtió en paciente brújula para señalar un derrotero intelectual de los jóvenes doctorandos sino que fue, en muchas ocasiones, padre y amigo. El creyó en nuestros sueños de arenal y descubrió con claridad nuestra vocación de perennidad y grandeza.

Está viva su presencia en el claustro el que con espíritu de justicia le confirió en septiembre del 2001 el Doctorado Honoris Causa. En aquella propicia ocasión, citando a Cicerón, recordó, que el genuino maestro es pura vocación de servicio: “Si quieres aprender, enseña”. Premonitorio, en aquel inolvidable encuentro ocasión de la investidura doctoral, dijo: “ En sus Anales constará mi nombre como testimonio de que, por ese acoplamiento agustiniano de conocimiento y amor, he ido aprendiendo lo que es sustancialmente una Universidad, despojada de todo lo que supone el oropel externo, en unas condiciones geográficas que obligan a una perseverante y sana austeridad académica”.Otra de sus convicciones fue la de remarcar que la comunicación es la ciencia en la que se forja la escuela de la convivencia.

Por eso pervierte el sentido ético de su profesión aquel comunicador que se convierte en dúctil herramienta de las pasiones soterradas, del mercantilismo banal y grosero. Como si fuera poco siendo maestro universal y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid ( España) con encendido y cortesano cometido nos dijo a los piuranos:”Piura es un buen lugar para el estudio sabroso”. Estas palabras resuenan en el oído y deben inspirar un futuro prometedor en donde se entienda que la educación no es el colorido pastillaje que decora la torta sino la materia esencial de cualquier empresa que acometa con obstinada seriedad el desarrollo.

sábado, 19 de mayo de 2007

OCTAVIO O EL PIURANO EXTRAVIO


Por: Miguel Godos Curay
Conocí a Octavio Zapata antes que decidiera desentenderse del mundo, vivir a la intemperie y quemarse las neuronas con marihuana y pasta. En 1983 Octavio venido de Alemania organizó una brigada civil que desde el Apra promovía la colecta y envío de ayuda a esos pueblos sumergidos en las aguas en pleno diluvio de El Niño. Algunas tardes compartía lecciones de alemán con encandilados miembros de la brigada universitaria seducidos por la disciplina nazi y esa pretensión arrebatada de someterlo todo a los ojos del partido. No se si por la lectura fanática, la irredenta pasión por la política, todos estos gratuitos discípulos desviaron el camino. Otros se rayaron intempestivamente y se fueron.

Octavio se expresa correctamente en inglés y en alemán. En sus mejores tiempos recordaba versos de Tagore el venerable juglar de la India. Hoy recorre las calles descalzo, olvidado de sí mismo, con telegráficos arrebatos de lucidez. Sus monólogos inacabables tienen que ver con la destrucción de la vida en el Río Piura por la acción contaminante. Otras veces se sumerge en sus inconexos rompecabezas de la materia y la antimateria. De la energía que activa las neuronas pero de pronto implosiona. Hace mucho tiempo está buscando una fórmula iluminada para que los piuranos se den cuenta que hace mucho tiempo no se dan cuenta que en Piura las cosas no andan bien pero nadie lo escucha.

Otras veces recuerda fórmulas matemáticas y lecciones de física cuántica. Todo se perturba cuando en sus cavilaciones interiores se enfrentan dialécticamente sus propios demonios. Entonces se torna inconexo y vago. Octavio recorre la ciudad mendigando pan, duerme a la intemperie y cubierto de una vieja frazada hecha jirones parece la versión piurana de Osma Bin Laden. Octavio no es agresivo pero cuando lo ofenden recuerda que los derechos humanos existen incluso para los que perdieron la razón. En una sociedad ensimismada por la compra compulsiva de olla arroceras para el día de las madres para olvidarse de sus problemas. Octavio, es un problema sin solución. En Piura al igual que los suicidios los quebrantos de la salud mental se multiplican todos los días. Y no son suficientes los esfuerzos de los Hermanos de San Juan de Dios ni de la seguridad social para atender esta ola de afectaciones a la salud mental.

El paciente psiquiátrico está condenado a la calle. Entre el sanatorio y la calle hay una abismal diferencia. La medicación costosa requiere el aporte económico de la familia. El enfermo mental abandonado sobrevive mendigando comida, abrigo y algún limosnita que pueda servirle para su sustento o para la compra de alcohol y otras drogas. Hay también locos agresivos que se convierten en temor para grandes y chicos. Muchos son parte del paisaje urbano de la ciudad en donde transcurren su existencia en el extremo del abandono y el olvido. Hoy abundan locos y locas. La salud mental está afectada por la angustia económica de los que no tienen trabajo, el desamor, la violencia cotidiana, las secuelas de la frustración y las propias crisis existenciales. Hoy ha crecido explosivamente el número de los drogadictos y los alcohólicos con nombre propio que han dejado de ser anónimos.

La salud mental en Piura es un tema perturbador. Poco o nada se advierte respecto a las secuelas del abuso sexual perpetrado en el seno de la propia y familia y el que se desliza silenciosamente en las redes de Internet. Muchos padres ignoran que el interlocutor obsesivamente amistoso del chat es una bestia parda que oculta pasiones soterradas para cobardemente acabar con el sueño feliz de algún niño o adolescente. Otras veces, el juego simulado no es más que la estrategia desquiciada capaz de violentar a sus inocentes víctimas. Estos enfermos mentales, que despedazan ilusiones infantiles y que utilizan el poder de sus influencias y fortuna para pasar piola, son asesinos sueltos de los que nos tenemos que proteger en las aulas, en los centros de trabajo y alrededor de nuestros entornos familiares. Los caníbales de sueños andan sueltos.

sábado, 12 de mayo de 2007

LOS 30 DE OSCAR AQUINO


Por: Miguel Godos Curay
Oscar Aquino Ipanaqué cumple el 2007 treinta años de intensa creación. Él sólo recuerda los días en los que aprendió al lado de don Félix y Margarita sus padres y la numerosa hermandad familiar. Mientras los cataquenses respiran los Aquino crean y recrean. Oscar es una viva expresión inteligente del arte que surge en la memoria genética de la heredad.

Sus materias primas son las maderas que utiliza magníficamente para su copiosa producción escultórica. Su fuente de inspiración es la vida .El mundanal y provocador ruido del mercado, cetrinas campesinas, cholos sombrerones, churres y mataperros que persiguen sin piedad a los chilalos. En este caleidoscopio viviente no pueden faltar las expresiones de la santería popular: los cristos lacerados para la devoción pueblerina y sus vírgenes aromáticas de palo santo. Impresionan sus Cristos Cautivos pero también, sus torsos desnudos y sus gordas a lo Botero.

A Oscar Aquino no le sucede lo que a los huachafos y estrafalarios para tentar la fama. El es universal siendo sencillo sin renunciar a ser un artista popular. Los que lo imitan torpemente, no se han dado cuenta que Aquino es un artista inagotable cuyas formas de expresión son deslumbrantes. Sus manos no se fatigan en el taller con el buril en la mano y la fe puesta en el corazón. Su casa del jirón Arequipa en Catacaos es un taller y morada al mismo tiempo.

Aquino e desvive por la artesanía regional. Otra de su preocupaciones cotidianas es la enseñanza en el Colegio San Miguel donde muestra a sus estudiantes que los caminos del arte. El artista genuino -lo ha demostrado Aquino- es como la joya valiosa : brilla por el mérito propio. El maestro no habla de sí mismo por pura sencillez porque otros dan cuenta de su obra maravillosa. En este secreto profundamente humano descansa su vocación.

Pero estos treinta años de creación en Oscar son un verdadero acontecimiento pues también se recuerdan: el centenario de Frida Kahalo ese apasionado ángel cejijunto que dejó de ser sí misma para no opacar el esplendor de su marido: Diego Rivera. Los vanguardistas poetas de la Generación del 27 son hoy abuelos antañones de 80 años. Este año los libidinosos también recuerdan el centenario de ese desafío a la gravedad llamado “brassiere”. Antes los corsés torturantes remplazaban este hoy adminículo femenino indispensable. Los treinta años de Oscar, por eso, sean bienvenidos y sirvan al maestro para gratificar su presencia pues los años que vengan serán fecundos y maduros.

Por eso quienes no lo conocen, sepan, de ahora en adelante, que sus obras recorren el mundo sin que su mágico autor se mueva de su sitio. Están en el Japón en la sede del movimiento Sokk Gakai de Daisaku Ikeda. En el madrileño escritorio de Mario Vargas Llosa, en la oficina de Enrique Iglesias en Washington y en lugares tan lejanos como Pekín, París, Guatemala o Sao Paulo. Deseamos que el maestro disfrute el arribo a este puerto y quienes hoy concurren a esta muestra disfruten de sus creaciones. Con verdadera emoción quisiéramos acompañar a Oscar con un sonoro: ¡Salud! En un bullicioso chicherío con un poto de chicha en la mano y con la alegría inasible de la fiesta popular.

UN TOQUE DE DIOS PARA SALVAR LA TIERRA


Por: Miguel Godos Curay
No hay poema más hermoso, ni poeta más excelso que el que en su corta edad repite con la sonrisa en los labios: “Mamá”. No hay criatura más rica en la tierra que la que atesora con orgullo los logros de su vida por amor a su vieja linda. No hay fotografía con testimonio tan indeleble como la que perenniza con ella un momento para la eternidad. No hay estrellas tan altas y hermosas como sus ojos. Ni beso tan sublime, el que como un toque de Dios, se posa en sus labios. No hay caricias tan arrobadoras como las que con sobredosis de ternura salen de sus manos para velar los sueños de sus hijos. No hay libro más hermoso que el que tejen con urdimbre humana sus palabras.

No hay sabiduría tan honda como la que brota de sus canas. Ni bálsamo tan maravilloso como el que contienen sus lágrimas. No hay oración tan cercana a Dios como la que balbucean sus labios por el hijo ausente. Ni recado tan exquisito para disipar las preocupaciones cotidianas. No hay seguro tan efectivo para conjurar el olvido que su nombre. Ni hermosura tan incomparable como la que el tiempo deja en su rostro marchito. No hay Ministro de Economía que la iguale en el honesto reparto de lo poco que se tiene, ni Ministro de Salud con más logros efectivos por la salud pública. El Ministro de Educación tendría que consultarla para cambiar el rumbo de la escuela y el sindicato obstinado aprender de ella lo que es entrega. El Ministerio de Justicia realmente lo sería si sus justicieras sentencias fueran acatadas sin dilación. El propio Presidente debería hacer oídos a esa certera recomendación: la alimentación y la educación son primero.

No hay quien la iguale en la audacia humana de traer hijos al mundo. Ni soportando el dolor por dar la vida. No hay quien la condecore reconociendo su esfuerzo porque las ocho horas de trabajo son nada para quien con un desborde de energía humana realmente trabaja todo el día. No hay ordenador que se compare con su cerebro en donde la memoria genética explica sin vacilaciones el sentido de la existencia humana que no acaban de entender los sabios promotores del aborto. En amor nadie iguala su inconmensurable estatura. Machu Pichu y las siete maravillas de la tierra son apenas gigantes convertidos en enanos frente a la grandeza planetaria de su amor.

Su vientre es como hostia santa consagrada en el altar de la esperanza humana y si la tierra en su edad crítica se salva será por la nobleza reparadora de su esfuerzo. Sus recuerdos son un río desbordado de generosidad en donde las sonoras risas, celebrando los primeros pasos de los hijos, son como los meandros en los que se reproduce misteriosa la solidaria admiración. La ONU debería convocarla para sembrar la paz en la convulsa tierra. Los periodistas deberíamos aprender de ella el abecedario de la sinceridad para decir las cosas sin remilgos y no dorar la píldora con la mermelada pegajosa de la deshonestidad.

Si la mano que mece la cuna gobierna el mundo no hay razón para que los municipios, el gobierno regional y nacional no la llamen a ocupar un puesto en la gran responsabilidad de sacar adelante este país que teniendo todo no sabe conjugar los verbos: trabajar, educar, curar, defender y moralizar con todos sus pluscuamperfectos. En la propia universidad debería tener su cátedra abierta en esa no enseñada materia que se llama dignidad. Las propias fuerzas armadas dejarían de ser el inflado panetón de las derrotas conducidas por la potente jerarquía del amor que no tiene soldados rasos. Las propias empresas mineras serían mucho más equitativas en el reparto y contaminarían menos si se aplicara el canon del amor a la tierra conducido por esas viejas mamás de sustancia incorruptible. Hace poco se calló el Muro de Berlín y el comunismo. Hoy los propios seguidores de Mao son dialécticamente capitalistas. El propio Carlitos Marx se equivocó y debió realmente decir:“Madres del Mundo uníos”. La gran revolución no tiene tregua.

DON FELIX AQUINO: UN MAESTRO DE LAS FORMAS

Por: Miguel Godos Curay

LA TIERRA DE LOS CHILALOS
Anne Marie Hocquenghem nos ha deslumbrado con una edad bronce en la Piura pre-hispánica. El hombre andino que pobló la costa elaboró bronce a partir de cobre y arsénico, el bronce se empleó para la confección de barretas, rejas y picas que empleó para arar la tierra, abrir surcos y hacer posible la agricultura en territorios abruptos e imposibles. A la llegada de los españoles se colectó este bronce y fundió para confeccionar tornillos de trapiches y ruedas de carreta. Durante las guerras de la independencia este bronce civilizador se empleó para fundir cañones, aparejos de guerra y trompetas. En aquel entonces, en 1532, lo que ahora es Catacaos, en el norte del Perú, era un industrioso hormiguero humano. Los catacaos se aplicaron al cultivo del maíz, el algodón de colores a mantener sus sementeras y conjurar todos los hambres, a la elaboración de chicha en inmensas tabernas, que no tienen comparación con las actuales. La chicha era el resorte de la economía cotidiana.

Otra parte de la gente se dedicaba a la producción alfar. Según la leyenda de los indígenas de Simbilá tras el diluvio universal Dios tuvo piedad de los hombres y envió al “chilalo”, el hornerito, enseñó a los sobrevivientes de la hecatombe a confeccionar ollas de barro y a construir casas de adobe. Por eso la veneración simbólica al “chilalo”. El “chilalo” simboliza la libertad pues esta avecilla no puede vivir en cautiverio. Otros lo consideran símbolo inquebrantable de la fidelidad pues siempre anda en parejitas.

COMO LOS BEREBERE DEL DESIERTO
La tradición joyera de Catacaos es añeja. Como los berebere en el desierto los joyeros de Catacaos utilizaban las semillas del algarrobo para pesar oro. Las joyas de oro catacadas – no las Cartier- son piezas únicas de extraordinaria belleza. Las dormilonas, unos primorosos aretes de filigrana, son expresión de una artística opulencia sensual y barroca. Algunos ven en ellas un homenaje arrobador a los ojos encantadores y las llaman “lloronas”. A ello podemos sumar esos ajuares de oro puro que exhibían antaño las abuelas. Luciendo en sus lóbulos “quintos de oro”, cadenas, cadenillas , esclavinas y narigueras. Oro empleado en los escapularios y diademas, anillos y sortijas para lucir en las grandes festividades religiosas. Oro en los altares y ornamentos, en las potencias de los cristos indios y en los corazones lacerados de las dolorosas.

SANTERIA MESTIZA
Sin embargo, la santería tradicional, es palabra mayor en esta tierra calenturienta e hipnótica. Los santeros de Catacaos aprendieron sus técnicas en la Escuela de Quito donde los artistas indios representaban vírgenes chaposas y primorosas, arcángeles para la contemplación, niñitos-dios para los nacimientos y cristos para fomentar la piedad hogareña. Muchos escultores de Catacaos se consagraron a fomentar la piedad estridente y vaporosa de sus devociones pueblerinas. En los talleres de los viejos maestros se retocaban las imágenes en cada fiesta y se les confeccionaba otras para no perder el fervor. Los secretos de este arte popular corrían de boca a oreja, de padres a hijos, de maestros a discípulos, de generación en generación.

Como bien anota Ugarte Elespuru: “ El Perú , es también en su arte, un problema y una posibilidad. Es un problema por cuanto hemos perdido aparentemente el nexo tradicional; la conexión telúrica y racial en que nos apoyábamos. Y una posibilidad, por cuanto dichos soportes subsisten circundantes en nuestra conciencia grupal”. (1)

DON JOSE FELIX AQUINO VALVERDE
Esta doble conexión está presente en el maestro y artesano don José Félix Aquino Valverde, nacido en Cucungurá, Cura Mori uno de los viejos repartimientos tallanes, un 10 de Julio de 1928. Hijo de Manuel Aquino Valencia y de doña Guadalupe Valverde Castro agricultores y diestros tejedores de sombreros de paja. Don Félix creció en una familia de agricultores y artesanos esperanzados a las intermitencias de la prosperidad y riqueza subordinadas a la periodicidad de las lluvias. Leguía y Martínez refiere: La dilatada sequía de quince años que siguió al copiosísimo de 1891, frustró ese género de esperanzas, y al fin hizo pensar que no hay más Providencia posible que el trabajo”. (2)

Por este motivo, los Aquino Valverde, confiaron su subsistencia a la floreciente industria del tejido de sombreros. La exportación de este primoroso producto a Panamá, Centroamérica y Las Antillas los hizo universales. Los puso de moda Eduardo VII de Inglaterra (3). En 1904 se exportaron 179 mil 738 docenas por un monto de 53 mil 921 Libras Peruana. Lamentablemente en los mercados internacionales el sombrero catacao se vendía como “Panamá Hat” sombrero de Panamá ignorándose su procedencia.

Comercializaban los sombreros negocios prósperos como los de Mendoza Hermanos, Calixto Romero y Medardo Calle quienes se dedicaban al comercio de exportación. En el tejido de sombreros se ocupaba toda la población: hombres, mujeres, niños y ancianos que cuando no se ocupaban en la agricultura tejían sombreros. Los mejores sombreros se tejían a la luz de velas o en las noches de luna porque la paja dócil conservaba la suavidad y flexibilidad suficiente que no se tenía en las pesadas temperaturas del día. Se asegura que este es el motivo del notable numero de ciegos en el distrito. En cada feria dominical alrededor de 20 mil indios, anota Leguía y Martínez, subastaban sus productos y proveían de materia prima, la paja toquilla, procedente de Loja Ecuador.

EN AROMA DE ARTE
Don José Félix Aquino aprendió de su madre la habilidad en el tejido de sombreros de hebra fina. “ Mi mamita me enseñó a tejer sombrero y yo aprendí. Todos trabajábamos en la casa para poder llevar nuestros productos a la feria del domingo. Era una fiesta con gran movimiento económico. Lo importante era que no nos faltaba para comer.” A los ocho inició sus estudios en la Escuela 27 que funcionaba en los bajos de la Municipalidad fue su maestro don Carlos Edmundo Zapata. “Don Carlos Edmundo Zapata era un reconocido educador y periodista, vivía enamorado de la historia y la conversa amena de Monseñor Jesús Villalobos cuya amistad frecuentaba.”

Según recuerda en el trayecto a la escuela descubrió el maravilloso arte de la santería en el taller del maestro Félix Cherre. “Fue una visión que se metió profundamente en la mente. Descubrí que podía crear, que podía dar forma a las cosas, el barro, la tierra me jalaban. Quería ser como el maestre Cherre. Como mi tocayo y conocer sus secretos y habilidad.” Algunas veces se sorprendía con los diestros golpes de cincel del artista. Otras con los rostros moldeados con arcilla y yeso. “Hasta el taller de Cherre llegábamos para ver sus habilidosos trabajos modelando rostros humanos y algunas figuritas de animales que el maestro elaboraba por encargo para los nacimientos. Otras veces retocaba con laca y aceite de linaza los santos de algunas cofradías” .

“Aquí contemplando su taller nació mi vocación por el arte. El arte es algo que tienes en tu interior como un cauce indetenible. Eso mismo le pasaba a mi mamita con los sombreros, hay que esforzarse por un producto de calidad que hable por ti mismo, un buen trabajo es una marca que habla. La buena chicha por eso no necesita bandera”.

EN EL TALLER DE CHERRE
A los 13 José Félix, como era su deseo, fue admitido como aprendiz al poco tiempo obtuvo progresos notables. Uno de sus descubrimientos fue las características anatómicas de los cholitos y cholitas. Los rostros indígenas de los personajes del pueblo, los gestos y la solemne expresividad de los abuelos son aprehendidos de memoria. Rostros alegres laxos por la ingesta de la chicha. Es una etapa de fecundo aprendizaje. Culminada la primaria ingresó a trabajar como empleado en la casa comercial de don Calixto Mendoza. Posteriormente en busca de mejor fortuna fue a trabajar como mozo en el “Chifa Iris” de Augusto Lau en Piura. Aquí no sólo descubrió los secretos de la cocina china sino los sutiles encantos del arte oriental en la imaginería decorativa del chino Lao.

A los 20 se produce su reencuentro con el arte de la escultura, se dedica a modelar con entusiasmo. “Paralelamente aprendí el oficio de peluquero pero por puro pretexto para conocer la anatomía del rostro humano. Con este nuevo oficio recorrí haciendas y conocí personajes. “ Me asomé a un mundo colorido que desfilaba entre mis manos” Descubrió rostros y ángulos faciales de sus clientes, profundizó en los trazos y en las expresiones múltiples de la faz humana. En los momentos de ocio modelaba en arcilla mostrando notables progresos hasta que decidió dedicarse a la pasión de su vida fue en aquel entonces en que se instaló en su taller del jirón Pisco 625.

AQUÍ ES MI HOGAR, MI TALLER, AQUÍ ESTA MI VIDA
“ Desde entonces estoy aquí, aquí siempre me van a encontrar en mi hogar, en mi taller, aquí formé mi familia y cada uno de mis hijos. Gracias Dios todos aprendieron a vivir del arte que aprendieron de sus padres. Ellos han tenido la oportunidad del estudio y han llegado a la Escuela de Bellas Artes Ignacio Merino. Antes no era así”.

Su nuevo oficio fue el de la confección de cristos, santos y vírgenes para la piedad popular. Escogió materiales: arcilla y yeso; maderas aromáticas de palo santo, cedro amargo, guayacán y corteza de algarrobo. Desde la primera visión estética surgida en la contemplación del maestro Cherre surgió el artista autodidacta. Pronto el taller recogió los pedidos de todos los caseríos. Sus efigies del Señor Cautivo recorrieron todas las campiñas, de mano en mano, en cada altar de los chicheríos estaban presentes sus creaciones.

“Poco a poco surgió el taller, fui haciéndome de mis herramientas, gubias y formones, hachas para descoyuntar las cortezas. Otras herramientas fueron hechas por mí mismo conforme a mis necesidades. Mi compañera doña Margarita Ipanaqué Chunga, me acompañaba en cada una de mis tareas. Ella aprendió las técnicas del bordado, elaboraba los mantos de los santos de vestir. Así surgieron preciosas imágenes que se veneran en el Alto, el Medio y el Bajo Piura. Margarita confeccionaba las cabelleras del Cristo cautivo.”

LA SAGRADA FAMILIA
Don Félix, se concentra en su trabajo. Algunas veces talló de rodillas al Cautivo como agradecimiento y devoción al Señor. En otras acompañó con oraciones cada uno de sus trabajos. Gracias a Dios, dice, nunca nos ha faltado que comer. El taller es una colmena, un hormiguero humano en donde crecieron en aroma de arte Teófilo (1954), Eddy (1956), Oscar (1958), Manuel (1960), Juan de Dios (1962), Luis Alfredo (1964), Carmen (1966) y Nemesia (1968).

Los hermanos Aquino viven consagrados al arte. Teófilo es un reconocido pintor y escultor. Eddy se dedicó a la joyería como sus antepasados. Oscar destaca por sus esculturas que han dado la vuelta al mundo. Sus creaciones han sido entregadas a Enrique Iglesias Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a Mario Vargas Llosa y a Daisaku Ikeda el líder del movimiento Soka Gakai. Manuel, Juan de Dios y Luis Alfredo incursionan en la pintura y escultura. Carmen y Nemesia son expertas en el bordado, el dibujo y la pintura. Los Aquino son una demostración viviente de lo que el esfuerzo humano puede hacer. Tras la muerte de la madre amorosa y bíblica los jóvenes artistas continuaron sus estudios en la Escuela Regional de Bellas Artes Ignacio Merino de Piura.

UN ARTISTA ANÓNIMO VIVO EN LA MEMORIA DE LOS PUEBLOS
Hijo de artistas y padres de artistas es el calificativo que mejor encaja con la personalidad de Don Félix Aquino Valverde. Junto a esta legión la convocatoria esencial al arte para inmortalizar a los humanos. Miniaturistas y retratistas anónimos. En Catacaos el arte es posible por esa inagotable vena de sus hombres y mujeres. No existen categorías en la percepción de la belleza, las distinciones casuales y accidentales. La capacidad de admiración es única.

Mucho se podría hacer por los artistas cataquenses tal como hemos registrado allá por el año 1900 eran extraordinarios productores de sombreros que dieron lugar a fortunas insospechadas. Los tejedores eran hombres, mujeres y niños de esta tierra. La materia prima venía de Monte Christi ( Ecuador). Lamentablemente los desentendimientos políticos, gracias a Dios ya superados, desplomaron esta actividad económica que urge reeditar en un momento en que la radiación solar incrementa el consumo de bloqueadores solares y lociones protectoras de texturas espesas y grasientas que hacen más cómodo y elegante un sombrero. Benetton apostaría por esos sombreros de ala grande que confieren elegancia soberana a las cholitas.

LA ARTESANIA ES UN DINAMO DE LA ECONOMIA
La actividad artesanal es un motor económico que activa el turismo. Sin embargo, hay que distinguir entre lo que genuinamente se produce y en esos artificios grotescos que como artesanía se nos pretende endilgar. Por ejemplo: ardillas, zorros y gavilanes polleros ultimados con mala técnica taxidermica. La matanza de las expresiones casi extintas de nuestra fauna es una salvajada distante del esplendor de la belleza que es lo que saben hacer las mentes y las manos de Catacaos.

Don Félix Aquino, es una extraordinaria lección de consecuencia. Una verdadera universidad del conocimiento y la experiencia volcada en sus hijos. Por sus venas circula el torrente de un pasión intensa por el arte. Bien pueden hablar de ello su numerosa y fecunda prole. Cada uno con una vocación por la pintura, la escultura, el bordado el arte y la vida misma. Estos frutos son producto de la gratitud filial y del reconocimiento a la venerable edad del maestro. Los Aquino son parte de una vieja tradición artística que habita en Catacaos. Al margen de los reconocimientos y merecimientos, estos creadores nos han enseñado con la prosa cotidiana de su existencia que es posible transitar a la universalidad.

REDESCUBRIENDO AL MAESTRO
Don Félix Aquino es, sin embargo, un artista del pueblo anónimo. Por eso este redescubrimiento debe tener el mismo jolgorio vocinglero con el que se reconcentra la amistad en el chicherío, con el mismo esplendor de una fervorosa procesión de San Dimas por las campiñas de Catacaos o con el rostro de algún churre que entre los arenales calenturientos. Las prodigiosas manos de Don Félix provocan sonrisas bienaventuradas a las Vírgenes. Estas manos milagrosas y benditas bien merecen el homenaje de gratitud de los fieles fervorosos que se santiguan antes esas replicas virtuosas del Cautivo de Ayabaca o de Nuestra Señora de las Mercedes de Paita que recorren los valles y congregan a los fieles ante las expresiones patéticas del fervor popular.

UNA CONTINUIDAD MESTIZA
Admirable es esta tradición de la que es perfecta continuidad mestiza. La escultura religiosa es un viejo vínculo que recorre pueblos fomentando devociones y marcando con festividades estridentes el santoral de cada villorrio. En cada fiesta el sahumerio, el aroma del palo santo y los papelitos multicolores de los arcos y las nubes nos recuerdan el cielo imaginario de las creencias formando arcos y nubes en los que las décimas perfumadas repiten jaculatorias o versos dedicados a la Virgen y al Señor.

Es a este arte al que rendimos homenaje. A la inocultable significación de la grandeza humana. Al realismo mágico que se nos va de las manos. A esa religiosidad plena de iconografías variadas que nos presentan Cristo sufridores y por ello humanos. Una Virgen que ciñe su cintura con la banda de Mariscala de los Ejércitos del Perú o un Santiago Apóstol venido de la España castiza del Cid. Esta es la significación profunda de los santeros de Catacaos. En ellos nuestra mirada a la cultura popular desde la orilla de la admiración y el respeto.

IDENTIDAD FRENTE A LA FRENÉTICA GLOBALIZACION
Vivimos un tiempo de profundos cambios en donde la globalización de la economía amenaza la singularidad de las identidades. Sin embargo, en este reducto aldeano de Catacaos es posible asomarse a la belleza universal de lo local y propio. Esta no es una osadía irreverente sino genuina expresión de libertad contra quienes se miran en los espejos de la academia y los cánones de la sociedad de consumo. Aquí esta presente el aroma de las diamelas, la chicha, los padrenuestros campesinos con el corazón abierto. Es la tierra de don Félix Aquino Valverde que habla con el lenguaje de sus creadores, aquellos que repiten a través del arte que la vida se renueva todos los días en el vigor de la cultura de los pueblos.


(1) UGARTE ELESPURU Juan Manuel, PINTURA Y ESCULTURA EN EL PERU CONTEMPORÁNEO, editorial universitaria s. a, Lima 1970.
(2) LEGUIA Y MARTINEZ, Germán, DICCIONARIO GEOGRAFICO, HISTORICO, ESTADÍSTICO DEL DEPARTAMENTO DE PIURA, Tipografía El Lucero, Lima, 1914.
(3) LEGUIA, Opus Cit.

sábado, 5 de mayo de 2007

EL SARAMPION DEL ATRASO


Por Miguel Godos Curay
El sarampión del atraso de Piura se expresa de modo eruptivo en la incapacidad del gobierno regional por concebir el desarrollo como el mejor aprovechamiento de las ventajas socio-territoriales de la región en el mercado globalizado. Sin esta visión la inserción competitiva seguirá siendo paja químicamente pura. Posicionarnos globalmente exige reafirmar las ventajas locales. Aún no hemos entendido la dimensión socio-espacial de los mercados y la necesidad de una descentralización efectiva de los procesos de gestión.

Los esfuerzos por atraer o retener nuevas inversiones que promuevan desarrollo humano (de las personas), social (de todas las personas) y sostenible (de las que hoy habitan el territorio como de las que vendrán mañana) no adquiere la suficiente claridad transparente como para generar confianza y tranquilidad en las poblaciones. Todavía creemos que una región desarrollada es una región grande (Piura tiene 32,850 kilómetros cuadrados, Bélgica 32,545). Y no una región buena para vivir donde es posible el acceso de las personas al empleo, la riqueza, el conocimiento y el poder como posibilidad de influir en las decisiones públicas. Una región productiva capaz de emprender inversiones.

Construir una región posible necesita del ingrediente del capital humano potenciado por la educación, el acceso al conocimiento y a la posibilidad de generarlo, regenerarlo en aspectos vinculados con la salud, nutrición, economía y cultura. A un bajo nivel de capital humano corresponde un bajo nivel de desarrollo humano. Nosotros estamos en IDH en el puesto 15, después de San Martín. Lambayeque está en el 6 y La Libertad en el 8. Mientras la burocracia regional engorda nosotros seguimos cuesta abajo.

Otro aspecto fundamental es el capital social que se funda en la organización de la sociedad en base a la asociatividad, confianza y cooperación mediante la participación sustentada en el ejercicio de la ciudadanía, buena gobernabilidad y busca de la prosperidad económica. Otro es el capital natural las condiciones ambientales y físico territoriales heredadas y el bagaje de conocimientos tecnológicos para hacer frente a los desafíos de la geografía.

Nosotros necesitamos un proyecto desarrollo que involucre al gobierno, a los empresarios y a la sociedad. El gobierno regional no tiene porque seguir subsidiando la ineficiencia productiva y el perro muerto de las condonadas deudas de la agricultura del monocultivo. Ni convertirse en convidado de piedra respecto a las inversiones y al ejercicio de autoridad. Su propósito no es perpetuar la pobreza sino generar renta, multiplicar el número de propietarios productivos, elevar la calidad de la educación y favorecer la pluralidad de organizaciones de la sociedad civil.

Un caso patético es el de la minería artesanal altamente contaminante cuyo incierto futuro es una amenaza para las fuentes de agua pues se trata de una labor marginal e informal. La autoridad regional lejos de proceder a una erradicación ordenada y justa de esta forma incontrolada de minería ha optado por ejercitar una timorata indiferencia con la consecuencia inmediata de un elevado costo ambiental y social. El futuro de la minería depende hoy de la forma como responda a los condicionantes ambientales y sociales. Hoy los ciudadanos necesitan conocer los proyectos de desarrollo que se instalan en su región y conocer directamente como éstos afectarán sus vidas. Conocer las oportunidades que estos representan y finalmente que sucederá cuando se proceda al cierre de las minas. Sobre estos aspectos y otros como el de la importancia de la educación para Piura el Presidente, los consejeros y la frondosa burocracia regional están en la calle.

miércoles, 2 de mayo de 2007

LOS LIBROS NOS HACEN LIBRES


Por: Miguel Godos Curay

No es fácil promover la lectura con maestros poco afectos por los libros. La lectura bajo presión no surte ningún efecto mágico ni provoca ningún goce espiritual intenso. Pocos son los privilegiados que leen placenteramente disfrutando de historias alucinadas y apasionantes. Un buen libro es como un bocado exquisito que convoca hambre insaciable, es una provocación interior. Un libro se disfruta como la belleza femenina y como el agua a sorbos en el oasis.

Como en la especie humana hay buenos y malos autores. Los hay aburridos, cacofónicos, insulsos, repetitivos, aflautados, torpes, resentidos, ahuecados y estreñidos. No faltan los precarios, coprolálicos, arrogantes y estúpidos. Hay libros con vocación de eternidad pero también para morir en el olvido. Hay libros que provocan rebeldía interior y sacuden el alma humana y la inflaman para los raptos revolucionarios. Hay libros que convocan la alegría y despierten en nosotros el niño que mantenemos oculto bajo la piel. Hay libros contestatarios que demuelen el orden establecido e inflaman con inaudita rebeldía.

Hay libros que encajan perfectamente en la desolación adolescente y en la fantasía juvenil esos son colocados junto al corazón como un indescriptible privilegio humano. Hay libros llenos de ciencia que construyen los pilares de la lógica y la inteligencia. Hay libros que nos recuerdan las primeras letras y nos llenan de emoción porque fueron el primer silabario de la escuela. Hay libros que despiertan el héroe que llevamos dentro y nos elevan por encima de nuestras miserias.

Hay libros blasfemos que desafían a Dios y que nos recuerdan los tormentos interiores de las almas cautivas en el calabozo de la razón. Hay libros que huelen a pañuelo limpio y a papel nuevo que nos emocionan con alegría. Hay libros de páginas húmedas por las lágrimas. Hay libros de cura o de abogado releídos la vida misma porque de ahí se extrajeron respuestas necesarias. Hay libros de viajero que son verdaderos compañeros de viaje en la soledad del trajinante. Hay libros de maestro de escuelita rural que reposan como guerrero al final de la batalla en la alforja pobre. Hay libros que como panza de gentil burgués envejecen sin haber sido leídos en un estante.

Hay libros de biblioteca pública mutilados por una alimaña escolar. Hay libros que tienen precio de sangre y son los que como botín de guerra las hordas salvajes arrancan de los pueblos. Hay libros de universidad que esperan ser catalogados para cumplir su función docente. Hay libros que nos consuelan al final de la vida y son como un bálsamo para el moribundo. Como repetía la vieja maestra en la escuela: “Un libro roto es un alma que sufre, un libro abierto es un maestro que enseña, un libro cerrado es un amigo que espera”. Los libros son para la inteligencia como el agua para la vida. Los libros hacen a los hombres libres de las ataduras de la ignorancia y del desconsuelo. Una ciudad sin libros. Un pueblo sin lectores es una comunidad de seres sin sustancia humana. Sin inteligencia y sin la indescriptible emoción de hacer realidad sus más grandes aspiraciones y sueños de grandeza y universalidad.