viernes, 31 de agosto de 2018

ROSA DE LIMA: MEMORIAL DEL AMOR A DIOS Y LA TERNURA

Cenotafio dedicado a la santa en el Convento de Santo Domingo ( Lima)

Por: Miguel Godos Curay

Rostro obtenido por los antropólogos forenses brasileños
Refiere Ricardo Palma en su tradición Los Gobiernos del Perú que “Un día que estaba el buen Dios dispuesto a prodigar mercedes, tuvo con El un coloquio Santa Rosa de Lima. Mi paisana, que al vuelo conoció la benévola disposición de ánimo del Señor, aprovechó  la coyuntura para pedirle gracias para ella (que harta tuvo con nacer predestinada para los altares) sino para su patria.” Entre los pedidos de la peruana santa los hubo sobre la benignidad de la tierra y el clima propicio para la agricultura. Como si fuera poco también pidió hiciera del Perú un país muy rico y abundante en producciones. Dios fue pródigo y a los tesoros de las minas sumó el guano y el salitre. No faltaron los pedidos  por la belleza de las mujeres de Lima y clara  inteligencia para los hombres.  Los pedidos eran enormes uno tras otro pues lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. Y a fuer de pedigüeña la santa peruana soltó la siguiente petición:

Escultura policromada que representa a  Santa Rosa


“-¡Señor! ¡Señor!
-¡Cómo! ¿Qué? ¿Todavía quieres más?
-Sí, Señor. Dale a mi patria un buen gobierno.
Aquí, amoscado el buen Dios, le volvió la espalda diciendo:
-¡Rosita! ¿Rosita ¿Quieres irte a freír buñuelos?”

Isabel Flores de Oliva nació en Lima un 30 de abril de 1586 hija del puertorriqueño Gaspar Flores, arcabucero de la guardia virreinal  y la peruana María de Oliva. El matrimonio Flores de Oliva tuvo numerosa prole y procrearon trece vástagos. Tal era la situación de apremiante de la familia. Cuando Rosa tenía sólo doce años pidió su mano y asentimiento en promesa de matrimonio  Vicente Monte Venegas. Un mancebo díscolo y pretencioso. Rosa se opuso rotundamente y de nada sirvieron las promesas de reformar su vida practicando sacramentos y virtudes cristianas.

Rosa se dedicó a la vida doméstica con mucho más talante que un varón. No desmayaba cultivando la huerta, bordando, cosiendo  y dedicándose a los menesteres de la cocina y la repostería en donde demostró singular delicadeza,  todo para obtener algún dinero para el sostenimiento de la casa. Sus múltiples ocupaciones no fueron impedimento para su madurez intelectual, crecimiento espiritual y  fortalecer su vocación. No fue religiosa de convento de clausura, se hizo beata de la Orden Tercera de Santo Domingo, con el nombre de Rosa de Santa María.

Por la natural belleza de su rostro le llamaron Rosa  así en 1699 cuando el Papa Clemente IX revisaba los expedientes de la causa de beatificación una lluvia de fragantes pétalos cayó sobre el escritorio de su santidad. El 2 de febrero de 1699 se expidió el breve de beatificación. El 12 de abril de 1671 el papa Clemente X la proclamó santa a los 54 años de su muerte. Cuando en 1670 llegó al Callao una efigie “en bulto” de la santa hubo concentración popular nunca vista y  los devotos condujeron la imagen en procesión hasta Lima rechazando las mulas que enjaezadas había dispuesto el Virrey. La devoción  popular a Santa Rosa competía en América Meridional con la que se tributaba a Nuestra Señora de Guadalupe en México. La piedad y el misticismo de la santa fue motivo literario en composiciones poéticas y  representaciones en los atrios de las iglesias y corrales de comedias con inusitado éxito.

Una faceta extraordinaria y poco conocida de la santa es su incursión íntima en la poesía mística en la que refiere su itinerario de santidad. Todos estos escritos que ella  llamó: “Mercedes en la Escala Mística” y “Vestidos Religiosos” fueron editados al cumplirse 400 años de la santa  por la filóloga Rosa Carrasco Ligarda. El libro titulado “Santa Rosa de Lima: escritos de la santa limeña” revela una faceta profunda y extraordinaria. Algunos de sus biógrafos sostenían que era analfabeta, falsedad que queda desmentida con el manejo de las buenas letras y conocimiento de los textos sagrados. Rosa escribe y entrega lo que escribe a su confesor. Su factura es literariamente prístina y sonora. Los versos que finalmente registra son repetidos sonoramente en su mente y acompañan sus momentos sublimes de oración.

Algunos de los memorables escritos dicen:
“Llagado corazón el fuego del amor de Dios,
en cuya fragua se labró.
Solo sana quien lo labró con amor.
Enferma estoy de amor,
¡Oh fiebre que muero de ella!.
confortádme con flores,
cercádme con manzanas
que desfallezco de amor”

“Oh dulce martirio,
que con arpón de fuego me ha herido.
Corazón herido, con dardo de amor divino,
Dad  voces por quién lo hirió,
purifica mi corazón.
Recibe centella de amor,
para amar a su Creador (…)
y temor santo, amor puro,
la vida es cruz.
!Oh dichosa unión¡
!abrazo estrecho con Dios.

“Aquí padece el alma una impaciencia santa.
Corazón lleno del divino amor,
escribe fuera de sí.
Corazón traspasado con rayo de amor de Dios,
corazón herido con flecha de amor divino.
hallé al que ama ni anima, tendrele y no lo dejaré.

“Confieso con toda verdad en presencia de Dios –
que todas las mercedes que he escrito así en los cuadernos
como esculpidas o retratadas en estos dos papeles
 – ni las he visto ni leído – en libro alguno,
sólo sí obradas en esta pecadora
de la poderosa mano del Señor
– en cuyo libro leo, que es sabiduría eterna
 – quien confunde a los soberbios
– y ensalza a los humildes”

El 30 abril de 1669, fue declarada oficialmente patrona de Lima y el Perú. Al año siguiente (1670) es nombrada patrona del Nuevo Mundo y Filipinas. Llegada la noticia a Lima, se celebran fiestas en agosto de 1671. El polígrafo don Peralta Barnuevo da cuenta de  ellas en su poema heroico Lima fundada:

“Al de Borja esplendor más refulgente,
a la más bella del Olimpo Rosa,
fiestas le veo hacer, que en sus honores
otros milagros son de sus fulgores”.

Santa Rosa fue también motivo de inspiración en poetas y escritores peruanos e indianos. En 1711 apareció en Madrid (España) el poema  dedicado a Santa Rosa de Lima por don Luis Antonio de Oviedo y Herrera, Conde de la Granja,es extenso y enriquecido con la enumeración de una serie de acontecimientos históricos de la época. Como señala Ricardo Palma. “Puro en la expresión, galano en la idea, luminoso y claro en la narración, el cantor de Santa Rosa refleja en su obra aquella transparencia que caracteriza el arte  espiritualista, y que señala en literatura el predominio del espíritu sobre la materia”

“Gaspar Flores, María de la Oliva,
Fueron projenitores de la Rosa,
Para que hasta la línea productiva
Fuese en los apellidos misteriosa;
Humilde fue su calidad nativa,
Pero aunque humilde, honesta y decorosa,
Debiendo al cielo en una Rosa bella,
El bien de no tener más bienes que ella.

Murió de tuberculosis una enfermedad bacteriana probablemente adquirida en su generosa y caritativa entrega a pobres y enfermos un 24 de agosto de 1627, festividad de San Bartolomé tal como lo había profetizado. Sus exequias fueron apoteósicas y provocaron un desborde popular en la Lima del siglo XVII.El  Equipo Brasileño de Antropología Forense y Odontología Legal tras exhaustivos estudios en  agosto del 2015 realizó con modernos procedimientos la reconstrucción facial de la santa en donde es posible apreciar la vivacidad y candorosa belleza de la rosa más hermosa y fragante del Perú y América.


miércoles, 29 de agosto de 2018

POLITICA, PODERES LOCALES Y TRANSPARENCIA


Por: Miguel Godos Curay

Dice un aforismo que el mejor negocio del mundo es comprar a los candidatos por lo que valen y venderlos por lo que creen que valen. Un candidato es un contrincante en una carrera desbocada por el poder. Esta lucha sin cuartel busca a toda costa obtener una cuota de poder  que  permita asumir decisiones de gobierno en armonía con el bien común.  Son necesarias propuestas y equipos humanos preparados para obtener logros. La improvisación ayer y hoy es demagogia pura. Despertar los arrebatos, emociones y pasiones sin medir las consecuencias inmediatas incierto populismo engañoso.

Piura es un caso patético de lo que las buenas y malas gestiones municipales pueden hacer. Para Platón deben gobernar los más sabios e inteligentes. Son inteligentes los que resuelven problemas pero también los que los crean. Los astutos son la inteligencia del mal  medran y obtienen pingues ganancias. La astucia es la viveza criolla,  la sacada de vuelta, la mordida provechosa que finalmente se traslada a los ciudadanos. Los pecados  cívicos como todo agravio humano a Dios son también por acción o por omisión. Lo que se hizo o lo que se dejó de hacer. En realidad a los ciudadanos le interesa saber con claridad: ¿Quiénes están tras el poder? ¿Cómo gobiernan? y ¿Cómo distribuyen las responsabilidades del poder? Premisas fundamentales son la transparencia y la honestidad. Está plenamente demostrado las mejores gestiones son aquellas en las que los ciudadanos encuentran respuestas a estas interrogantes: ¿Quién manda? ¿Cómo manda y hace uso del poder? Y  ¿Qué resultados obtiene?

Las malas gestiones son opacas, ocultan la información o la maquillan para engañar a los ciudadanos. Acaban siendo devoradas por burocracias enquistadas a las que se suman  con  otros  alcaldes  centenares de nuevos funcionarios.  Muchas burocracias son explosivas. Consumen presupuestos y devoran los tributos pagados por los ciudadanos destinados a mejorar los servicios a la ciudad. En muchos casos ciudadanos advertidos de los malos manejos municipales asumen una decepcionada y activa indiferencia  y no pagan sus tributos.

El desaseo urbano, el laxo control de servicios como el del transporte en la ciudad, el abandono de servicios culturales como el equipamiento de bibliotecas y centros de animación cultural,  la podrida administración de los mercados sitiados por la informalidad, el descontrol urbano en donde los riesgos y la inseguridad  se multiplican por la autoconstrucción sin criterio técnico, la vulnerabilidad frente a las inundaciones, la poca transparencia en el gasto y la ineficiencia en el tratamiento de los desperdicios sólidos  son  demostración evidente del fracaso de las gestiones municipales.

Una interrogante sin respuesta que diariamente se hacen los ciudadanos es la siguiente: ¿Por qué cuando los gobiernos locales dicen que la gestión marcha bien los resultados son catastróficos? Tampoco se tiene estadísticas precisas y referenciales  sobre el costo y el impacto sobre la ciudad de las abultadas burocracias. No sólo hay un costo económico. También hay una merma de recursos destinados a servicios ciudadanos, cada vez, venidos a menos. La falta de transparencia es una práctica poco democrática. El desoír a las minorías en los debates es una palpable demostración de lo mal que se maneja la agenda pública. El desconocimiento ciudadano del ejercicio municipal no sólo es un signo de ignorancia cívica. También es exclusión, marginación y despojo a quienes son en sentido genuino el fin de la gestión municipal.

La inmoralidad pública, el cohecho, el nepotismo, los procedimientos corruptos silenciados son también pervertidas y nocivas formas de violencia contra el bien común y bienestar ciudadano. Los espacios sucios, insalubres con toneladas de basura acumulada. Afectan la salud pública y demuestran incompetencia de las gerencias pero también frustran y despedazan los legítimos niveles de aspiración de los ciudadanos. Así mientras los vecinos de Loja se muestran orgullosos de la limpieza de  su ciudad, los piuranos nos avergonzamos de nuestro deplorable tratamiento a los viejos problemas citadinos.

El poder, dependiendo de cómo se use, vislumbra progreso. Entendiéndose como progreso la integración de los vecinos, la administración territorial frente al caos y el desorden, el buen funcionamiento de los servicios públicos que los ciudadanos pagan. Un detalle, en apariencia irrelevante, es el impacto de la limpieza de la ciudad sobre el paisaje. Un paisaje en el que se refleja aseo motiva  la construcción humana del orden, de los valores cívicos y de la identidad vecinal. Ahí en donde los vecinos abandonan desperdicios, siembran letrinas en lugar de árboles prima el caos que gatilla el delito, la transgresión y el abuso. No es casual que en las ciudades sucias anide la corrupción en variadas formas. Son ciudades en las que se perdió la sintonía cívica (armonía) que hace a los ciudadanos mejores.

Ha quedado demostrado que no se trata de movilizar millonarios presupuestos para la felicidad ciudadana. Por el contrario modestos presupuestos bien administrados que no son botín de las corruptelas rinden mejores resultados. Está demostrado también que en donde los ciudadanos controlan y vigilan, el orden prospera. Y en donde este atributo ciudadano se pierde existen  grandes probabilidades que el orden se desmorone y se enmierde la gestión municipal. Así de sencilla es la palabra.El acertijo montubio dice: “¿Qué será? ¿Qué será?/ aquella que en lo grande está. Tiene cinco sílabas y se llama:  Ho-nes-ti-dad

martes, 21 de agosto de 2018

TIEMPO PARA LEER


Por: Miguel Godos Curay

La lectura es pasión por la palabra escrita y se aprende
desde la niñez
Leer requiere pasión por la letra. Voracidad por la palabra alada que nos conduce a la ficción y a los vericuetos de la memoria. El que sabe leer pero no lee por pereza es  analfabeto funcional. Un jinete que pierde el equilibrio y la destreza necesaria para navegar por el mundo del conocimiento. El que no lee no escribe. El que no escribe no piensa. El que no piensa vive sin vivir intensamente. El que lee nunca está solo pues tiene grata compañía siempre. Por eso es saludable la Feria de Libro, no es enorme pero no deja de  ser un esfuerzo encomiable. Y nos recuerda que no sólo de cebiche se nutre el hombre. En Piura  hay más cebicherías que librerías. Con siete universidades y más de 40 mil estudiantes deberíamos entonar el canto alucinado: ¡Dejad que los libros vengan a mí!

El que coloca los libros en la azotea porque le estorban es como aquel imbécil que  saca los peces de la pecera para que respiren. O pretende sumergir a los pericos en el agua fresca para que naden. Se trata de un mal uso injustificado e impropio. Los libros son necesarios para el hombre civilizado como la escobilla de dientes. Refrescan, asean la inteligencia y nutren el pensamiento. Quien lee imagina y crea estimula su inteligencia y aprende a divertirse con el ajedrez de la propia existencia. Quien lee habla y sabe lo que dice. El que no lee es una lora revieja que olvidó el que decir.

El buen lector escribe bien porque la ortografía es una destreza que no se aprende memorizando reglas sino escribiendo. Hay quienes leen de cabo a rabo un libro, otros no pasan del prólogo. Hay quienes se agotan con el primer párrafo. Otros son irreconciliables con los libros. Los odian e inventan mil pretextos para no tenerlos. Un libro es una provocación permanente. Una casa sin libros es como un cuerpo sin alma. Un rincón donde no anida la cultura y el genuino sentido de la existencia.

Hay también quienes los subrayan para no olvidar puntillosamente algunos parágrafos con afán crítico para dar sustancia a una tesis. Pero hay quienes no pasan de los titulares, los compran pero nunca los leen. Otros les colocan etiqueta de preservativo: Usar y desechar. No faltan quienes se inventan males imaginarios para deshacerse de ellos.  Otros los devoran. Hay quienes los escuchan porque ya no ven. El estudio de Luis Alberto Sánchez en el jirón Moquegua en Lima, casi a diario era visitado por audaces jovencitas que leían en voz alta algunos textos de ediciones frescas. Y el viejo zorro comentaba e impartía conocimiento. Abría el cofre de su memoria para llenar el espacio dialógico de recuerdos.

Se ama a los libros no por sus coloridas tapas sino por la riqueza de sus contenidos. Los libros son un genuino monumento a la palabra escrita. Quienes tratan diariamente con los libros se enriquecen y aprenden. Cualquiera de los libreros de viejo del jirón Quilca de Lima tiene una cultura sorprendente e insuperable. Son buscadores de tesoros inimaginables y sin mezquindad los entregan a quienes los necesitan  a cambio de dinero para poder sobrevivir.

En Piura el doctor Luis Ginocchio Feijó  en su biblioteca atesoraba cientos de ejemplares de La Divina Comedia. Todo lo que se refería a  Dante Alighieri le apasionaba. Carlos Ginocchio, su sobrino, hacía lo propio con las ediciones de Don Quijote de Cervantes. El amor a los libros se hereda, se contagia y llena los enormes vacíos de la existencia solitaria. Quien ama a los libros, ama los papeles. Miguel Maticorena atesoraba papeles y escritos que compartía entre discípulos y amigos. Haya era un insobornable lector crítico, Había leído y releído los Comentarios Reales de Garcilaso llenando las páginas de un antiquísimo ejemplar de apostillas que  enriquecían la heurística del primer mestizo.

Junto a las bibliotecas y librerías hay personajes inolvidables.  María Martha Bello en la naciente Universidad de Piura, enseñaba a leer a los jóvenes universitarios, a buscar referencias en los ficheros hoy digitalizados. Lo mismo sucede con los libreros del mercado, el trato con los libros los pertrechó de temas de conversación, de dudas metódicas sembradas por esa lectura fugaz de cada libro que pasa por sus manos. En una ciudad como Piura tan distante de la lectura son necesarios.

Una  excepcional tarea es la siembra de afecto por la lectura que ha  emprendido en todos los colegios con audacia de mago Houdini Guerrero. Merece admiración y reconocimiento. Es un menester apostólico envidiable porque lo hace con la afiebrada pasión del poeta que lleva en la alforja la palabra del amigo sincero que entrega su alma. Invita y enseña a leer. Todos los libros son materia viva por eso respiran, necesitan oxígeno para que sus páginas se abran a la mirada arrobadora de pequeños y grandes lectores. Se lee a cualquier edad a cualquier hora. La lectura rinde frutos cuando se realiza por pasión no por obligación. Por obligación se convierte en trabajo forzado y no lo es.

Quien lee bien escribe bien. Quien lee mal y no digiere, quien se antepone a lo que piensa y escribe tiene el defecto de Narciso. Coloca la carreta delante de los caballos y se contempla. No sabe leer. Menos escribir. El impersonal va mejor porque se abre y convoca a todos.  Es como la pretensión de autoridad del maestro ciruela siendo puré de camote simple. Bien escribe don Alfonso Reyes citando a Rudyard Kipling: “Si no logra embriagarte la turba tornadiza,/ y aunque trates con príncipes, guardas tu sencillez;/ Si amigos ni enemigos nublan tu lucidez, / Sí, aunque a todos ayudas, ninguno te esclaviza…..” Añado yo; No dejes de leer.

CRONICA DE LA PIURA QUE SE FUE


Por: Miguel Godos Curay

Piura, amenazada por las aguas
Piura es la primera ciudad hispánica fundada en el Pacífico Sur. San Miguel la primogénita del Perú. Desde los albores tuvo una vocación itinerante y andariega. Fundada a orillas de  las aguas cananeas del Chira en 1532, advierte Porras, tuvo que mudarse, en 1534 por la insalubridad de los pantanos que circundaban los predios de Tangarará. Entonces se asentó a inmediaciones de Pabur en Piura La Vieja y desde entonces pasó a llamarse San Miguel de Piura. Ahí se mantuvo a duras penas hasta 1570 en que los vecinos en pos de aires sanos se  trasladaron a San Francisco de la Buena Esperanza de Paita. El puerto de Paita, tenía brisa y pescado. Le faltaba agua fresca, la suministraba en balsas el poblado indígena de Colán. La incursión de piratas y corsarios deshizo el persistente y balbuceado  esfuerzo urbano en un santiamén. Los vecinos cansados acudieron al Virrey don Fernando Torres de Portugal y le pidieron autorice el traslado a las inmediaciones del sitio de El Chilcal, entre la presa de Tacalá y las vegas de Catacaos en donde hoy se encuentra.

Desde entonces emerge junto al río. Sus crecientes estivales la inundan de padre y señor mío. Los piuranos de ayer, anota Sears, recibían con banda de músicos, Cruz Alta  y cohetones las aguas del Piura que vienen desde las alturas de Huarmaca y recorren 300 kilómetros para llegar a la ciudad. Río veleidoso para el bardo Miguel Correa, caprichoso y desolador para quienes sorprendió arrastrando todo. Río de vida y muerte. Se agita torrentoso en implacables meandros que carcomen los cimientos de quienes construyen a sus orillas. Hoy como ayer los piuranos en sus crecientes se escupen el pecho como sus abuelos de susto.

Los piuranos, válganos Dios, somos dialécticamente contradictorios. El agua que arrojamos en  el 2017 al mar era suficiente para sostener en los próximos cinco a diez años una agricultura exportadora. Morimos de sed teniendo agua. Si la hubiésemos almacenado seríamos un modelo de previsión. En realidad somos todo lo contrario. En el mundo se cosecha agua, se almacena y se recuperan los torrentes freáticos. Con espacios recubiertos de asfalto y de cemento el agua no llega a los torrentes freáticos. Los árboles preservan el agua, oxigenan el aire contaminado y estabilizan los suelos. Por cada cuatro metros cúbicos de agua un árbol produce un kilo de madera. Las filtraciones y la carcoma de los cimientos se detiene  con la síntesis de agua que cumplen las raíces. En Piura faltan árboles, Son necesarios para morigerar la radiación solar que quema y requema la piel.
Males y tormentos no son ajenos en Piura. En 1588 se escarmentaba con azotes al que contaminaba las aguas del río. Hoy el río soporta efluentes contaminados y basura hasta en las inmediaciones del cuartel al norte. Los piuranos son poco afectuosos con su río. Sólo lo contemplan durante las crecientes. Después una especie de encausada letrina. El piurano ensucia el río despojado de sus variadas formas de vida. Antes se pescaba mojarras en sus aguas. Hoy no hay ni para remedio. Hoy no se escucha ni el corifeo de los cololos del que daban noticia los asiduos concurrentes a las bancas del extinto Malecón Eguiguren. La ciudad misma -revieja y desordenada- no dispone aún de un sistema eficiente de drenaje de aguas pluviales. Y como de costumbre las lluvias estivales la sorprenden  con los calzones abajo.

Piura, produce diariamente 400 toneladas de basura. A duras penas logra evacuar el 40 al 50 por ciento. Lo que no se recoge  decora la ciudad de cabo a rabo. Como advierte Vargas Llosa piajenos y cabras han desparecido del paisaje ayer poblado de algarrobos. No se ven jumentos en sus  calles. Ni los lúbricos reclutas contemplan con lascivia las  burras de  Los Ejidos. Peor que una desoladora plaga bíblica son los centenares de ruidosos mototaxis. En Piura, el desempleo, en movimiento se llama mototaxista.

En la Piura de 486 años cuyo onomástico se recuerda  hay anemia de civismo e identidad que movilice a un pueblo feliz por su pasado. Piura no tiene siquiera día cívico   que congregue a las fuerzas vivas de la ciudad en regocijo colectivo como otras urbes del Perú. Lo que en Arequipa y Huánuco es festejo en Piura nos aproximamos al rezo de 9 días. Un sincrético velorio sin café. Tendríamos que festejar el paso de tortuga de la reconstrucción. Y el ritual bota plata y dilapida recursos de la rehabilitación.

Gracias a Dios, tenemos energía eléctrica sin turbinas quema diésel gracias al sistema interconectado centro-norte. Nos falta energía humana para roncarle al gobierno por una efectiva descentralización fiscal que nos permita vivir con dignidad y decoro. Somos pusilánimes, blandengues tenemos el corazón de merengue. Nos falta coraje cívico para el reclamo, para hacer bien las cosas y saber elegir a quienes nos gobiernan. Aquí no se confrontan propuestas basta con repartir prebendas. Nos sobra la cáscara y el hueso.

Ayer Piura temblaba con sus movilizaciones campesinas y petroleras. Hoy no. Se nos fue la energía moral de los reclamos por el sumidero de la indiferencia. Ay Piura. ¿Qué trincheras tan altas sin altura?. Diría el poeta. Nos morimos de hambre teniendo que comer. Nunca como hoy tenemos tantas universidades pero  nos falta educación y cultura para disfrutar de la Orquesta Sinfónica, rescatar a nuestros bardos, preservar en las buenas costumbres y curarnos de ese olvido antojado de nuestra historia. La Violencia del Tiempo, la novela de novelas, de Miguel Gutiérrez nos pinta de cuerpo entero con nuestras veleidades y pasiones, con nuestros desgarros y ausencias, con la ternura vaporosa de los amores prohibidos y los secretos de abuela guardados con siete candados.

¿Dónde se nos fue la añorada Piura? Ese San Miguel invocado al amanecer y al anochecer. Esa tierra de Grau, Merino y de Montero.  Hoy el tondero ha quedado reducido al exotismo amanerado de las actuaciones escolares. Somos el muerto vivo del folklore. Nos embotamos de  la natilla de la corrupción sin impaciencia. Hasta en el deporte se nos aflojaron las pitas. Hace algunas horas saboreando café en compañía de Anne Marie Hocquenghem deploramos esta ausencia de sueños mientras Isabel Ramos  se consume en su lecho ausente. –No quiero soñar- advierte. Nos duele el alma por esta ciudad que acarició el memorial de intensos recuerdos. En donde alguna vez al filo de la madrugada con Miguel Gutiérrez evocamos la inasible belleza de Teresa Sevilla. Miguel ya no está. El recado de su palabra vive. Los habitantes de esta urbe sin memoria deambulan indiferentes a los rituales cívicos. La anemia consume los escasos árboles de lo que queda de la Plaza de Armas. Resuena en la memoria la sentida letra de Alma Mía de Pedro Miguel Arrese. Esta vieja de 486 años se nos muere.