martes, 25 de junio de 2019

LOS OCTÓGONOS DE LA SALUD


Por: Miguel Godos Curay

Malarabia en mate, arroz, frejol blanco, plátano dulce, queso y pescado. Tardicioal
plato de cuaresma. Un genuino pecado.
El recorrido semanal en pos de antojos se convirtió en un océano de advertencias para una dieta saludable gracias a los benditos octógonos.  Los quesos están saturados de sodio. Los salames, jamones, mantequilla y tocinos. Todos los embutidos contienen grasas saturadas. No se escapan la leche entera y derivados.  El yogurt sabor  fresa y lúcuma no es más que un aparente veneno. Las bebidas carbonatadas (gaseosas) en apariencia, neutrales y sin azúcar acabaron también con la alerta: Alto contenido de azúcar. La medida es recontra buena porque finalmente acabamos comprando una mano de plátanos y una tajada de sandía. Ahorro total y salud a la vuelta de la esquina.

Desde el 17 de junio de 2019 todos los alimentos industrializados que se expendan en el Perú están obligados a llevar octógonos de advertencia que informen a los consumidores que su contenido excede los parámetros establecidos por  Salud para el sodio, azúcar, grasas saturadas o grasas trans. La advertencia es mandato de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes que dispone entre otras medidas un sistema de alerta en alimentos procesados.

Piura por su dieta desparramada es un culto a la obesidad  mórbida y a la diabetes. La estadística sostiene que por cada cien piuranos hay diez diabéticos sintomáticos y asintomáticos. Unos saben que la padecen y otros se conducen como si tuvieran brevete contra la quebrantada salud. En realidad la diabetes mata y sin compasión. Es la causa de mutilaciones de las extremidades que van en aumento. Confesaba un sin piernas “es mejor que me hubiesen cortado un brazo así hubiese dejado de comer lo que me dijeron perjudica la salud”.

Hoy el diagnóstico de diabetes demora segundos porque glucómetros (el aparatito para medir la glucosa en sangre) hay en todas las farmacias en donde usted amigo lector puede confirmar que su mal genio repentino, su sed incontrolable,sus ganas de orinar a cada rato, la súbita pérdida de peso no son otra cosa que la confirmación de un diabetes incontrolada. Piura tiene altos indicadores de diabetes en la familia a consecuencia de desórdenes metabólicos aunque hay diabéticos por factor genético y diabéticas a consecuencia de la gestación. Si algún familiar cercano padece diabetes no pierda tiempo y acuda al facultativo para un diagnóstico que preservará su vida.

La situación es dramática en Piura en donde hoy para obtener un turno semanal para diálisis a consecuencia de la insuficiencia renal provocada por la diabetes en la seguridad social demanda paciencia, tiempo y onerosos gastos imposibles de sostener. La diabetes es causa también de neuritis que inmoviliza las extremidades,  los desplazamientos diarios y la actividad  laboral. El desempeño eficiente disminuye todos los días porque la retinopatía diabética dificulta la visión y es causa de ceguera. El diabético se crispa emocionalmente por su mal carácter y afecta a la familia que tiene que soportar todas sus incontroladas rabietas. La mala rabia es una consecuencia de altos índices de glucosa en sangre.

La diabetes no es cosa de juego y tampoco puede ser curada por curiosos y conceptos tradicionales. Requiere de un médico que ordene la vida del paciente. Fundamental es la dieta libre de grasas y azúcar. Necesario es el ejercicio diario las caminatas en horas libres de sol porque de este modo se sintetiza el glucógeno acumulado en las extremidades.

Comer sano requiere disposición y buena voluntad. Comer menos chicharrones, piqueos, sudados salpimentados, majados y chavelos, menos chicha y cerveza preservan la vida. Consumir verde y saludable. Consumir pescado, verduras, menos arroz y pastas. Menos pan, más fibra y afrecho de trigo contribuye a la buena salud. Por eso los octógonos de advertencia son un semáforo de lo mal o bien que come usted. La medida debería extenderse también a los negocios que expenden comidas en donde los venenos silenciosos y nocivos están al alcance del regusto cotidiano. Si ama su vida y su familia protégela y protéjase comiendo sano.

En Piura se tiene el erróneo concepto que se puede tragar bien y posteriormente  controlar la elevada glucosa con los glicemiantes prescritos por el médico. No es así, el mayor perjudicado es el paciente. Los diabéticos mal llevados sufren de impotencia y falta de apetito sexual lo que desencadena un desordenado consumo de agentes estimulantes que finalmente causan infarto al miocardio. Los diabéticos carretones que acuden a la pepita azul y la consumen desaforadamente como bocadillo acaban muertos y extenuados patas arriba como las cucarachas. ¿Les parece poco?



lunes, 24 de junio de 2019

PIURA: CIUDAD DE MAROMEROS

Geógrafo Mateo Paz Soldán y Unanue, advirtió,
que Piura sería sepultada por las arenas del
desierto.

Por: Miguel Godos Curay

Una de las mayores vulnerabilidades de Piura son sus casonas ruinosas  las que no se  mantendrían en pie con un sismo entre los 6.1 a 6.9  grados de la escala de Richter. El movimiento telúrico puede ocasionar daños severos en áreas donde vive mucha gente.  La antigüedad de las edificaciones, la humedad de los cimientos y el colapso de las estructuras conspiran contra la seguridad en el centro urbano pero los riesgos se multiplican a los nuevos asentamientos donde predomina la  auto-construcción sin el elemental  respeto a las normas de seguridad.

La vieja Piura es una genuina ciudad de maromeros. Durmientes de algarrobo, quincha, barro, adobones recubiertos de yeso de Congorá. Las trancas tienen amarres de cinchas de cuero de chivo templadas  diestramente por alarifes que después de dejarlas remojando las ataban hasta adquirir la firmeza del acero. Las construcciones de madera son recientes y corresponden a la prosperidad algodonera del siglo XIX. Prima el pino de Oregon en las escaleras, salones amplios y elevados aires para que circule el  fresco de la tarde. Son casonas de dos a tres pisos con paredes de quincha, soportan el movimiento pero por la falta de cuidado y mantenimiento podrían desplomarse al primer seísmo.

El envejecido adobe y la torta de barro mampostera no soportan el paso de los años. Invisible en apariencia con impactos estructurales es la mecánica de los suelos con perenne movimiento y dirección al lecho del río. Las excavaciones de los cimientos descubren  agua y filtraciones. La nueva Piura es un capricho del desorden urbano, la imprevisión y la improvisación por donde se le mire. Lo poco que se mantiene en  pie es un malabar sostenido por la cosmética urbana. La lepra del abandono consume la vieja arquitectura como si se tratara de una conspiración artera contra el pasado.

Resultan contradictorias en esta ciudad de la aridez las nuevas urbanizaciones como El Chilcal, Ignacio Merino y todas las ubicadas mordiendo el cauce de la margen derecha del río. Estos espacios van a seguir inundándose con las inusuales lluvias del estío y los desbordes del Piura. Los ríos como los caprichos  humanos se avivan en cualquier momento y causan daños indecibles. La Piura segura contra los diluvios camina ahora hacia el oeste en donde la plusvalía urbana construye  diminutos departamentos, casitas de muñecas en donde un piurano ordinario que tiene perro, gato y perico y una prole numerosa sencillamente no cabe con todos su bártulos.

La San Miguel de Tangarará fundada en 1532 por Pizarro, a decir de Porras, a orillas de las cananeas aguas del Chira. Tuvo un  designio de andariega ciudad de gitanos. Aquí duró poco y en 1534 Almagro tuvo que autorizar su traslado al sitio de Piura en el sitio de Monte de los Padres junto a la anchurosa e inimaginable Quebrada de las Damas. Aquí estuvieron hasta 1570 en que probablemente por los efectos de las plagas que convirtieron al poblado en una ciudad de ciegos y purulencias se fueron en busca de aires sanos hasta Paita. Ahí encontraron brisa, pescado y el asedio de corsarios y piratas. El agua escasa era transportada en botijas desde Colán. Sin agua la vida no es fácil y sin huertas ni sementeras la existencia se tornó imposible. 

Por eso los vecinos solicitaron al unísono al Virrey don Fernando Torres de Portugal el traslado a las inmediaciones del sitio de El Chilcal, cerca de Catacaos en donde hoy se encuentra. Ahí se fundó como San Miguel del Villar de Piura el 15 de agosto de 1588. Sin que su pasión de mudanza se detuviera por completo. Refiere Mateo Paz Soldán y Unanue que la otrora Piura temía ser sepultada por la arena que arrastran los vientos del desierto. Por eso una fina arenisca besa todos lo que tocamos con las manos: los libros, los escritorios y todos los rincones porque somos hechura del viento y la arena.

Aún se observa, en Piura la vieja, lo que quedó de los primeros cimientos urbanos y algunos muretes de piedra depredados por los acopiadores de piedra de construcción. Es el trazo hispánico. Cuando recorrimos con Juan José Vega en 1996 aún asomaban vestigios del trazo de la antañona urbe hispánica. Anne Marie Hocquenghem la descubridora del insepulto Canal del Tongo levantó un plano con el auxilio del topógrafo  Urbina. Curioso testimonio revelador de nuestro pasado.

El silencio sísmico de las placas continentales es una amenaza que se cierne sobre lo mal  y lo bien construido. Hay sectores urbanos erigidos sobre las sepultadas celdas del relleno sanitario al este y potenciales pantanos en el sector sur. Los pocos edificios existentes son inferiores a los doce pisos. El control urbano tiene poca eficacia en una ciudad con el vigor informal de una creciente necesidad de vivienda y el tráfico de lotes en los sectores populosos de la ciudad. Las áreas invadidas  y las mafias de los traficantes sin la principal causa del desorden y el caos urbano. Trafican con las tierras  en las bermas de las pistas, afectan la propiedad privada y reparten la tierra a su antojo.

Si esta ciudad de maromeros se empezara a mover todo se vendría por los suelos. Como sucedió el 24 de julio de 1912, Piura tembló y quedó totalmente arruinada. Como señala el ingeniero Julio Kuroiwa, la mayor preocupación es el silencio sísmico lo que incrementa las posibilidades de un impredecible desastre. La preocupación por el uso de la tecnología antisísmica es reciente, sin embargo, la prevención debe ser una obligación de todos los ciudadanos.


sábado, 22 de junio de 2019

SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Y DESAFÍO MORAL


Por: Miguel Godos  Curay

Hannah Arendt: La escuela forma ciudadanos
En la sociedad del conocimiento advierte Alvin Toffler las personas no valen por lo que tienen o poseen como acumulación material sino por lo que saben. Sus conocimientos cultivados. Sin embargo, hay que advertir: si una persona sabe leer y no lee por infundadas o fundadas razones deviene en analfabeto funcional.  En la vida las habilidades y destrezas no ejercitadas se pierden irremediablemente. Hoy, por ejemplo, es difícil encontrar jóvenes diestros para el cálculo aritmético. Todos, grandes y chicos, recurren a la calculadora del celular. El escribir bien es otra carencia notoria. El usuario del celular es experto en enviar mensajes sincopados como le suenen, sin la elemental corrección ortográfica y pasando por alto la sintaxis. La experiencia docente revela siempre que un estudiante que escribe bien, habla bien.

El celular y las redes sociales hoy lo penetran todo. El copión de los exámenes ya no utiliza reducciones fotográficas o manuscritos con letra diminuta sino celulares finísimos y costosos que manipula y oculta groseramente. Los hay con audífonos inalámbricos desconectados del mundo y de la realidad. Los jóvenes de la era digital abdican a la cordialidad y se conducen sin la posibilidad de una comunicación fluida, humana y amable. Las ayer chismosas del barrio conectadas de boca a oreja hoy se enteran de la vida ajena en el bus. Usuarios de todo pelaje y a boca de jarro usando el móvil vociferan y te convierten en testigo de mentiras universales, infidelidades inauditas, amenazas de cobrador y de inoportunas y temerarias declaraciones de amor por altavoz.

La última audiencia de Osiptel confirmó el nuevo escenario de los sistemas de comunicación digitales. El ayer apetecido teléfono fijo no sirve para nada. Hoy es una decoración inútil y precaria que nos ata a servicios que no son servicios prácticos y funcionales. El móvil lo gana en velocidad y en respuesta. Hoy la forma de comunicación directa y personal es el whatsapp. Hoy es imprescindible ver el rostro del interlocutor sin importar la distancia. Los mensajes de texto son una alerta puntual. Las capturas de imágenes comprometedoras de situaciones indeseables  de efectivos policiales y funcionarios públicos están a la orden  del día. Cualquier expresión de conducta deshonesta puede saltar con garrocha a las redes.

Otra abrumadora carga social son las fakenews (noticia falsas) sin verificación ni contraste que han impuesto una cultura insoportable de la sospecha sobre todo y sobre todos. Una lectura crítica revela una desaforada actividad de opinólogos, politólogos en apariencia desinteresados. Hoy el webeo es un deporte contagioso de baratos agentes de influencia expertos en envenenar las redes.  Denostadores y difamadores destetados con bilis  son parte de esta nueva jauría de bestias mediáticas. Se trata de patentes de corso digital incubadas por la amargura y la frustración. No se trata de Catones de la tercera ola. Son sicarios a sueldo que pulverizan honras y a personas con nombre propio.

Al otro extremo están los vendedores de sebo de culebra, los buenos para nada, los mal encaminados periodistas sin ética inescrupulosamente peores que los males que dicen señalar. Tras el espejismo virtual aún se mantiene indeleble la plena vigencia de la libertad y el respeto a la verdad. La mala información y la desinformación tienen un correlato ético y moral cuya antípoda son la inmoralidad (la transgresión deliberada de la moral), la amoralidad (insipiencia moral). Otros optan por la moralina esa moral de jebe que se acomoda a todas las circunstancias sin establecer con claridad sus linderos y límites.

La corrupción ingrediente de la viveza criolla lesiona el bien común y  a la moral como ingredientes cardinales de la actividad humana.  La corrupción  y  la inmoralidad caminan juntas. La primera es una lesión que destroza el tejido social y la segunda el escozor insoportable que aquella procura. Pocos admiten  que los valores, la estimativa de los mismos nace en la institución familiar su cuna legítima es el hogar  y se pone en movimiento en la escuela.

Los valores no son notas de cuaderno olvidado sino obligaciones para practicar en todo momento. Señala Hannah Arendt  la escuela es fermento civismo y formadora de ciudadanos y por ello merece un trato preferente en las sociedades democráticas. La ciudadanía activa importa el conocimiento y la práctica de valores. Todas las acciones humanas, aquellas en las que interviene la voluntad, son sopesadas en la escala de valores que cada uno tiene. El acto elícito o voluntario se ejercita en todo momento. De tal modo que la inmoralidad contumaz es la expresión visible de la deshonestidad y la infelicidad pura convertida en una miserable forma de vida.

¿Cuesta realmente ser honesto? La honestidad como el aprender a leer requiere una práctica cotidiana. Así como hay analfabetos funcionales los hay morales y ocupando cargos de responsabilidad. Cuando se dejan de practicar los valores la acción humana se subordina a la comodidad y al relajo de la conducta social. En la pedagogía  egea el eje  de la formación  personal es la educación de la voluntad. La axiología no es un presupuesto filosófico para los textos. La práctica de valores es una aspiración humana que se fortalece todos los días. No se puede educar personas sino se educa voluntades. No sólo somos sujetos de derecho sino también de deberes que hacen posible la convivencia pacífica y soportable.

La crisis ética que arrastra la corrupción no sólo despoja de preciados recursos económicos al Estado bajo todas las formas de apropiación ilícita sino que se priva del bien a muchos en sus urgentes necesidades. El mayor daño perpetrado a la sociedad es el despedazamiento de la confianza ciudadana con esa abrupta sensación de impunidad y desaliento. Por eso hay que zurcir con buenos ejemplos los huecos de la desconfianza. No son escasos los esfuerzos por ser mejores se nos presentan como invisibles. Hay que visibilizarlos en una cruzada que empezando en las familias preserve los mejores frutos de la sociedad. No hay tiempo que perder.