Por:
Miguel Godos Curay
Clamor vecinal:¡Que no se repita la inundación! |
La
premura con la que se abren y se cierran zanjas en la inundada urbanización
Miraflores deja en el aire serios interrogantes. ¿Las nuevas alcantarillas funcionarán
realmente? ¿Se ha previsto un sistema paralelo de evacuación de aguas pluviales
que son las que finalmente provocan el colapso de las redes? ¿Soportan las
redes de alcantarillado las descargas de los centros comerciales y los nuevos
edificios residenciales? ¿Continuarán los vertimientos altamente contaminados
del Hospital Cayetano Heredia al río Piura? ¿Continuarán los viveros favorecidos
por el municipio utilizando agua potable para el negocio jardinero? Las mangueras riegan todo el día.
¿Funcionan los medidores? ¿Se acabará por fin el hedor de alcantarilla que hace
9 meses agravia a los miraflorinos? ¿Se acabarán por fin los aniegos de aguas
negras y los desvíos por todas partes?
Lo
propio sucede en el río Piura. Los teodolitos de adorno. Los motoristas estacionan las máquinas para la finta y el
resto un acomodo de arena imperfecto. Un niño cuando juega con arena a
ingeniero acaba su obra con detalles. Cuando se improvisa se ve ese paisaje
contrahecho de arena acumulada en diversos frentes. Movimientos de hormiga. Van
y vienen. Las obreras trabajan las otras se detienen. Desorden a la luz del día. De las aguas
emergen lo que quedó de los puentes y los vestigios prehispánicos del Tajamar
de Tacalá que no pudo demoler
Energoprojekt. El Piura, río veleidoso, examen final de la ingeniería
civil permanece indiferente a los rascados de arena. Y en la orillas la
construcción de otro puente diminuto, según los expertos, para descongestionar
el tráfico de vehículos.
El
puente San Miguel que de puente viejo sólo tiene el nombre cumple función decorativa.
Solo reemplaza en funcionalidad al añejo puente de palos por donde trajinaban
piuranos y tacaleños en la foto de Arturo Davies. No tiene sentido la inversión
realizada. Empleado para el paso de vehículos livianos tendría una utilidad
práctica legítima. Los puentes (Del lat. pons, pontis) se construyen en las
ciudades para servir a las necesidades
de los vecinos, no son decoración urbana.
Un
puente es: “Construcción de piedra, ladrillo, madera, hierro, hormigón, etc.,
que se construye y forma sobre los ríos, fosos y otros sitios, para poder
pasarlos”. Sólo en Piura los puentes son para mirarlos. Sólo en Piura los
accesos a los puentes tienen una serie
de barreras para los peatones y el
transporte liviano. Una ambulancia con una gestante en pleno parto que requiere atención urgente no podría pasar
por el puente San Miguel. Lo peor de lo
peor: Los accesos laterales están bloqueados.
El
diseño de un puente varía dependiendo de su función y del lugar donde se encuentre. Los puentes son símbolos
de la capacidad tecnológica de sus ingenieros. El Golden Gate (Puerta Dorada)
de California, puente colgante de 7.9
kilómetros de largo que une la península de San Francisco al norte con el
extremo sur es un portento de la ingeniería. El ingeniero jefe del proyecto fue
Joseph Strauss. Strauss supervisó al detalle la construcción.
La
obra enorgullece al constructor y a su equipo humano. Dicen las crónicas que
amanecía y anochecía contemplando los avances. Animando a los obreros tras los
percances. Cuidando el mínimo detalle. Su pasión fue tal que participó en el trenzado de los cables de
acero de los soportes. Lo único que no pudo hacer fue oponer su constructiva pasión
a la afiebrada pasión suicida de más de mil 600 furtivos transeúntes que se arrojaron desde el
puente. El delirio de la muerte acabó por convertirse en el espectáculo
gratuito de miles de turistas.
Ni
en la opulenta Babilonia de los jardines colgantes los puentes estaban de
adorno. Un puente decorativo subutilizado es como la arquitectura de maquetas.
Son extraordinariamente bellas pero no cumplen una utilidad práctica y
funcional. La realidad es distinta. Los aprendices holgazanes de arquitectura
requieren hoy a maqueteros expertos para sus proyectos. No
los hacen se los hacen. El crecimiento de las facultades de arquitectura y el
boom inmobiliario ha convertido en
Piura, en próspero negocio, el ploteo,
el diseño y la copia y re-copia de proyectos escasos de originalidad más de lo
mismo. El examen final de un sismo acabaría con estas versiones ordinarias de la
torre de Babel por los suelos.
Así
andamos atrasados como el parpadeo de
los semáforos. Con ninguna pista transitable, con las aceras agrietadas por la
falta de cemento, con los árboles arrancados de cuajo. Con la facilona hipótesis
de quienes sostienen que la avenida Sánchez Cerro sin árboles encaja con la
mesa pelada de la avenida Vice. Mucho cemento ni un árbol que aplaste la
monotonía insoportable del paisaje urbano.
Mientras tanto prosigue la siembra de bloquetas de menor grosor en
la Sánchez Cerro. La obra
cuesta 77 millones 932 mil 914 soles. La descolmatación del río Piura
cuesta 320 millones. El equivalente
aproximado a cuatro remodelaciones de la
avenida Sánchez Cerro. Como en el juego del chulo-chulo ferial …el diablo
maldito se lo lleva todito.
Avanza
la Sánchez Cerro. Según los mortificados vecinos sin aún espacio visible para
áreas verdes. Junto al trajín de la constructora la basura acumulada por todas
partes. Con los accesos inaccesibles. Con el principal centro de abastos
convertido en el laberinto de una enorme ratonera. Pronto-dicen- se iniciará la
construcción de la nueva piscina olímpica de Piura. El bypass en la desarbolada
avenida. Pero ahí estamos respirando polvo en el carrusel de los desvíos con el
cuento de la reconstrucción y el progreso urbano. Ay Miraflores….
Miraflores sin flores que mirar.
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